Los que vengan a esta Escuela
se comprometerán a desempeñar
una tarea sometida a un control
interno y externo

Lacan, Acto de Fundación

El procedimiento del pase fue puesto en marcha en la EOL por J.-A. Miller bajo el lema de “una isla rodeada de un mar de silencio”. Se buscaba así proteger el pase de las tensiones institucionales propias de una Escuela joven, producto de la disolución de cinco grupos del Campo Freudiano y, al mismo tiempo, asegurar la confidencialidad del dispositivo.

Próximos a cumplir treinta años de funcionamiento efectivo del dispositivo del pase en la EOL, es el momento de reinterpretar ese lema fundacional, no para aligerar la exigencia de confidencialidad sino para importunar su aislamiento.

La crisis del pase que atravesó la EOL durante el 2005 y que desembocó en la suspensión del procedimiento durante algunos años exigió, para reiniciarlo, limitar por una parte el poder de elección de la Asamblea, y, por la otra, ampliar considerablemente la composición del Colegio del pase.

La coyuntura actual es otra: apunta a recuperar la dimensión de acto que Lacan formalizó para el pase y que se traduce en la decisión de “el Pase una sola vez”.  Para estar a la altura de esta apuesta es necesario un reglamento que renueve el dispositivo, que saque al pase de su extraterritorialidad, que involucre a cada instancia de la Escuela -desde sus miembros hasta su Consejo- en la investigación sobre el final de análisis y que mantenga vigente la tarea que Lacan le confió al AE: al Analista de la Escuela, “se le asigna estar entre quienes pueden testimoniar de los problemas cruciales en los puntos candentes en que éstos se hallan para el psicoanálisis”.

El pase una sola vez

Esta es la innovación más importante que este reglamento se propone poner a prueba. Para presentarlo, retomamos las palabras de J.A. Miller en la presentación de El nacimiento del Campo Freudiano

“No estoy a favor del principio de prudencia, estoy a favor del principio de riesgo.

En lo que respecta al pase, el pase múltiple es el pase sin riesgo; si no funciona una vez funcionará la próxima, y eso no es el pase, es el automatón del pase. Lo ideal sería que como pasante, uno tomara el riesgo de fracasar. ¿Es una utopía? No lo creo. A algunos les faltará el coraje de tomar riesgos, por supuesto, pero a otros no.”

El cartel

La nueva composición del cartel del pase es un ejemplo de la contraexperiencia que proponemos: reservada actualmente la elección de sus integrantes al Colegio del pase, el nuevo reglamento hace intervenir nuevamente a la Asamblea. Todo miembro de la Escuela, sin distinción de grados ni jerarquías, puede elegir y ser elegido para integrar el cartel, que contempla en su interior un miembro autopropuesto elegido por la Asamblea. Por su parte, el más uno será elegido por primera vez por el Consejo. El Consejo Estatutario que también incluye miembros que fueron en su momento elegidos por una Asamblea,  se compromete de esta manera con lo más íntimo del dispositivo.

El más uno, así elegido, elegirá a su vez a los tres miembros restantes del cartel, elección que deberá ser ratificada por el Colegio del Pase.

El cartel queda así atravesado por un entramado donde, directa o indirectamente, el conjunto de la Escuela está concernido. Fuera de su isla, el pase se sumerge en la Escuela a través del cartel mismo.

El secretario

La diversidad que se concentra en el cartel tiene su contrapeso en la reducción del Secretariado a un Secretario del pase, elegido por el Consejo Estatutario. Este es el resultado de una larga experiencia: el “paisaje”, que intenta establecer una justicia distributiva en el corazón del pase, termina por diluir el acto de cada uno. El “uno” del Secretariado se hace eco de lo que escuchamos de boca de J.A. Miller en la presentación de El nacimiento del Campo Freudiano: “La permutación es un automatón pero que da lugar a la tyché si el nuevo responsable, director o secretario, acepta tomar el riesgo a cuenta propia. La idea es multiplicar esas “primeras veces”, tener primeras veces en todas partes, y multiplicar el Uno, instalar a todos los niveles un Uno, un más uno que se arriesgará a asumir responsabilidades como para hacer algo inédito”.

Es cierto que nunca se hizo así, pero vale la pena apostar por el aggiornamiento: no se trata solamente de la Nueva Política Juventud, son todos los dispositivos de la Escuela los que habrán de  renovarse.

El colegio del pase

La finalidad del Colegio, que es una investigación sobre el final de análisis, define su composición. El nuevo reglamento, que reduce su composición a tres carteles (el vigente y los dos anteriores) y los secretariados que los acompañaron, pretende contrariar la reducción del Colegio a cuestiones reglamentarias. Si cada tanto estas son necesarias, es solo para ajustar el dispositivo a los fines que lo orientan. Tres carteles más sus secretariados suponen seis años de funcionamiento efectivo del pase: si éste tiene en la mira el final del análisis, es en el seno del cartel donde pueden ponerse a prueba la pertinencia de las demandas aceptadas así como la performance de los AE, pero, principalmente, es en la interlocución entre los carteles donde pueden ponerse a prueba las decisiones que estos tomaron a favor o en contra de las finalidades del pase.

La inclusión del Secretariado del Pase de la AMP en el Colegio asegura, al mismo tiempo, una extimidad.

Dar cuenta

Cada una de las instancias del pase está llamada a dar cuenta: los AE ante el conjunto de la Escuela, el Secretario ante la Asamblea, los carteles ante el Colegio y ante la comunidad analítica a través de sus enseñanzas.

Finalmente, también la Escuela tendrá que hacer saber a la AMP  y la EU los resultados de la experiencia.

Digamos, para finalizar, que así como el pasante habrá de consentir al riesgo de solicitar el pase una sola vez, el Colegio del pase asume, por su parte, el riesgo de proponer este Reglamento a la Escuela.  Esperamos que la Asamblea acepte tomar el riesgo de ratificarlo y sepa darle una oportunidad a lo nuevo.