Palabras de la presidente entrante, Silvia Tendlarz
Palabras de la presidente entrante, Silvia Tendlarz
Escribir la Escuela
Queridos colegas y amigos de la EOL,
La relación con la escritura y la letra es siempre personal, íntima. Casi diría que en un primer tiempo produce una resonancia secreta, difícil de desentrañar sus resortes y sus desfiladeros subjetivos.
La escritura y la letra siempre tuvieron en mí un lazo natural orientadas por la cadencia. Eso vibraba o no. Y una vez encontradas las palabras justas y los cortes necesarios, estaba escrito, era eso.
En un segundo tiempo están los otros, futuros lectores, receptores de una botella echada al mar, con una carta a la espera que llegue a destino. A veces eso ocurre, otras veces no. El azar y la contingencia forman parte de la apuesta y los efectos son incalculables.
¿Escribe uno para otro? Cuando se lo hace puede formar parte del género de las cartas de amor. En todo caso los otros siempre están presentes, incluso en los monólogos más solitarios puesto que tal vez alguien llegue a leer, a vibrar, incluso a soñar con las palabras volcadas sobre el papel.
En psicoanálisis la escritura forma parte del inconsciente y la lectura del analista es esperada cuando un sujeto comienza a hablar. Pero cuando de la Escuela se trata, y junto a ella del discurso analítico, podríamos preguntarnos qué se escribe y se lee en una Escuela. No cualquier Escuela, sino la Escuela de Lacan, aquella que lleva en su centro el discurso analítico.
Cuando recibí la designación de la Presidencia de la Escuela lo primero que me pregunté fue si era posible escribir la Escuela. Eso supone una torsión particular, desde lo singular, desde la diferente escritura con la que cada uno es atravesado como ser hablante, al escribir con otros desde sus diferencias. Esa es la apuesta de la Escuela tal como la presenta Jacques-Alain Miller en «La teoría de Turín». Hacer que se logre un trabajo no por una identificación masificante sino por un deseo en común: el deseo de Escuela, el amor por la Escuela que, en definitiva, es lo que permite que exista.
Mi inmersión en la Escuela tuvo que atravesar por esas desinencias. Hacer pasar mi salida singular a través de la letra a una escritura con otros. A la manera del apólogo de los tres prisioneros, la salida solo se encuentra con otros, entre todos, en comunidad, puesto que sin Escuela no hay presente ni porvenir del psicoanálisis, en la medida que en ella palpita la causa analítica que hace frente a los embates del discurso amo.
Las letras quedan solitarias sin otros. Y hasta me animaría a pensar una escritura que borra su huella sin un destinatario. Con los otros se conversará, se discutirá, se encontrarán acuerdos para que el decir analítico sea más advertido, de modo tal de buscar respuestas a los acuciantes requerimientos de la civilización. Eso permite que siga su curso un psicoanálisis reflexivo, que se nutre de las transferencias de trabajo y se creen discursos en común, no comunes, desde donde se encuentra un decir que sea propio.
La Presidencia de una Escuela, entre las diferentes Escuelas de la Escuela Una, es sin duda una gran responsabilidad. Contamos con el más uno de nuestra comunidad, que es Jacques-Alain Miller, que brinda una inequívoca orientación y guía nuestro trabajo. Por otra parte, Christiane Alberti, Presidente de la AMP, nos propone una perspectiva epistémica, clínica y política esenciales para el funcionamiento de nuestra Escuela.
Tuve la oportunidad de compartir el trabajo del consejo estos dos últimos años con Elena Levy Yeyatti, Inés Sotelo, Manuel Zlotnik y Adriana Laión, que próximamente permutarán, y Gabriela Grinbaum, Silvia Ons, Ricardo Seldes, y por el directorio con Nicolas Buosoño. Con todos ello compartí un intenso trabajo en las múltiples actividades que nos convocan y conforman, como dice Miller, «acontecimientos de Escuela», a saber, conversaciones, asambleas, publicaciones, congresos, entre otros. Les agradezco a todos ellos su confianza al designarme como Presidenta de la EOL.
Desde mi entrada al Consejo de la AMP y luego al de la EOL me pregunté qué es lo que debía hacer y cómo hacerlo. La designación de la Presidencia añade una pregunta más. Fui aprendiendo entonces que la permutación permite la renovación continua de un funcionamiento sin caer en una pura tarea administrativa o en un mutualismo de grupo. Existen distintas funciones en la Escuela. Pero nunca son solo funciones. Deben ser encarnadas a nombre propio en las decisiones que se llevan a cabo. Esto se traduce en una responsabilidad ante el acto y ante los otros, frente a quienes hay que dar cuenta de la orientación tomada en pos de una lógica colectiva.
Existen temas cruciales en la Escuela, uno de ellos fue la modificación del reglamento del pase luego del trabajo decidido de Andrea Zelaya en interacción con el movimiento internacional de reflexión sobre el pase. El nuevo cartel con la designación del secretario del pase por parte del consejo se puso en funcionamiento de modo tal de involucrar a toda la Escuela y no ya solo a un pequeño grupo. De este trabajo podremos saber algo más a través de las próximas transmisiones.
La Escuela en los dos últimos años pasó a ser federativa con el empuje de Manuel Zlotnik y luego de Adriana Laion: se crearon delegaciones, antenas y círculos de carteles en distintos lugares del país, incluso en Uruguay. El pasaje del Instituto a la Escuela se puso a trabajar y cada lugar se confronta con sus síntomas y las respuestas que proponen como tratamiento. Este movimiento sostenido también por la orientación de Christiane Alberti desde la AMP van dando sus frutos y la actividad creciente da cuenta de ello. Veremos sus efectos en los próximos años dada la importancia de llevar la Escuela a todas las provincias.
Algo nuevo se añadió en este último tiempo: la nueva política juventud. Se armaron carteles, se designaron mentores, se abrió las puertas de la Escuela a los miembros bajo condiciones y se pudo examinar a continuación el trabajo efectuado. Algunos recibirán la homologación este año y otras continuarán su trabajo de inclusión en la Escuela.
El año 2025 nos espera no solo con nuestras jornadas sino también con el enapol, momento de encuentro e intercambios con nuestros colegas de la Fapol. Y en el año 2026 tendrá lugar el próximo Congreso de la AMP con el apasionante título del «No hay relación sexual», cuyo trabajo de preparación se iniciará próximamente. Para ello contamos con el «saber hacer» de Ricardo Seldes, director del Congreso.
¡Cuánto trabajo! Todo estos ámbitos nos juntan, nos entrelazan, también a veces nos separan. Contornea el borde de la pregunta de qué es un analista y cómo desde el psicoanálisis se intenta abordar esta cuestión.
Vuelvo entonces a la pregunta inicial de cómo ocupar el lugar de la Presidencia de una Escuela. Me queda encarnarlo, poner mis invenciones de la mejor manera posible, desprendiéndome de mis particularidades, tal vez sin saber muy bien cómo pero a sabiendas que lo que cuenta en definitiva es el recorrido con otros.
Existe un punto de soledad inefable en cada uno, pero eso no significa que exista una Escuela a solas. Hay un ser con otro que, al decir de Heidegger, implica un vuelco hacia el otro que hace existir a la Escuela. No puede resultarnos ajena su paradoja señalada por Miller: formación colectiva que se funda en soledades subjetivas incomparables, únicas, y que la vuelven no-toda.
Escribir la Escuela es por ende con otros, con quienes se comparte un recorrido, cada uno a su manera, con su gusto, su estilo de habitarla. Esto permite amarla, desear que el fuego que empuja el deseo de saber no se apague y lleve a una conversación viva, atravesada por las contingencias, por el bien decir singular que conduce a lo nuevo.
Los invito a que leamos juntos lo que alcancemos a escribir en este año de trabajo, teniendo como centro al discurso analítico, a la espera que se transmita a continuación entre todos. ¡Muchas gracias!
Silvia Elena Tendlarz