Queridos colegas y amigos,

Este es el momento de concluir la función que tuve la responsabilidad de ocupar durante este año. Desde el comienzo de mi participación en el Consejo tuve como perspectiva que sin una conversación, sin ser el receptáculo de aquello que los colegas tienen para decir, no existe ninguna manera de hacer existir una Escuela. Se trata entonces de asegurarse que todas esas palabras lleguen a destino y que exista la posibilidad de traducirlas en intervenciones que aseguren el lazo asociativo.

Propuse entonces una doble orientación política: la transparencia y la permutación. Y recibí del Consejo un acuerdo entusiasta y comprometido. Cómo no agradecer de antemano a Nicolás Buosoño, Alejandra Glaze, Gabi Grinbaum, Fabián Naparstek, Silvia Ons, Carlos Rossi, Ricardo Seldes, Gisela Smania y Oscar Zack integrado sobre el final de este año. Sin su acuerdo e infatigable trabajo nada hubiera sido posible.

Rápidamente se puso de manifiesto que el mito de la transparencia requiere de claroscuros, a los alude El elogio de la sombra de Junichiro Tanizaki. La paleta de iluminación a veces deja sombras, otras un contraluz y hasta una luz tenue. La completa transparencia podría confundirse con una control panóptico, y la Escuela no es eso. Buscamos ver cómo funcionaban las sedes, acercarnos a ellas, cuáles eran los principios permutativos operantes. Embarcados en esta orientación descubrimos tradiciones de las que desconocíamos sus razones de ser. Y como lo propone Jacques-Alain Miller, tomamos la oposición entre tradición y transmisión para apostar por esta última.

Y aprendimos del colectivo que coexiste con lo individual. Escuchamos la cacofonía de las voces de la Escuela y leímos los síntomas para operar respuestas en los distintos ámbitos. La orientación hacia la clínica y hacia la política de Escuela forma parte de estas respuestas.

Y se puso en marcha, como da cuenta el informe de gestión 2025, una política del pase que distribuyó las enseñanzas del pase en las actividades de la Escuela y en las jornadas; se continuó con la Política Juventud en sus distintas configuraciones; se efectuó una clínica de la admisión para tratar con respeto a aquellas personas que piden ingresar a la Escuela; se armaron carteles y noches clínicas; se realizó el Coloquio Silet, la presentación de La teoría de Turin; Lacan Redivivus; se conversó con los responsables del IOM3; se multiplicaron Jornadas y encuentros… Todo estos ámbitos dan cuenta de un trabajo colectivo. De todos aquellos que forman parte de la EOL o los que de distinta manera se acercan a nosotros con sus deseos y con su transferencia de trabajo.

¿Pudimos llevar a cabo la permutación que buscábamos? Nos propusimos un encaminamiento con los medios que disponíamos. Nunca es algo acabado, pero dio sus frutos. Todo esto da cuenta de un intercambio entre todos.

Las secciones, las delegaciones y las antenas, la EOL en su conjunto, dieron su tinte particular en las distintas jornadas y actividades realizadas. Y así descubrí que presidir una Escuela comporta dar pequeñas pinceladas en la «lluvia del pincel». Aquellos «toquecitos de azul, de blanco, de marrón, de Cézanne» a los que alude Lacan. Pinceladas que transmiten un gesto, pero también impresiones que componen el cuadro. Puesto que, como lo indica Miller, responden a la idea de que «la Escuela es, por excelencia, un conjunto antitotalitario…». Cada posición subjetiva da su pincelada desde su íntima soledad. Ni el Consejo ni el Presidente es ajeno a este funcionamiento de la Escuela sujeto. Pero se añade su lectura y tratamiento de los síntomas que dieron lugar a las distintas propuestas.

Para concluir quiero agradecerle a Jacques-Alain Miller por su orientación clara hacia las Escuelas en el mundo. Nunca me cansaré de agradecerle todo lo que me ha enseñado. También quiero agradecerle a Christiane Alberti, Presidente de la AMP, su calidez, sus bien orientadas respuestas que fueron de una inmensa ayuda. A Fernanda Otoni, Presidente de la FAPOL, puesto que nuestras conversaciones en París fueron de gran importancia para mí. En mis agradecimientos no quiero dejar de incluir a Eric Laurent, quien me permitió dilucidar mi tratamiento personal de qué decirle a la Escuela. A mi querido amigo Ricardo Seldes, futuro Presidente de la AMP, quiero decirle que fue una gran alegría contar con él en todo momento. A Silvia Ons, secretaria del Consejo, su agudeza es una guía. A todo el Consejo por su apoyo continuo y su buena predisposición que hizo que nuestros encuentros sean una fiesta de trabajo y camaradería. Al Directorio, con su trabajo arduo que enfrentó continuamente los desafío de la expansión de la Escuela. A la secretaría, Norber, Darío, Eze, Nico, Nahuel, todos ellos amigos bien dispuestos, que me acompañaron durante este año. Y, sobre todo, a todos los miembros de la EOL con quien tuve el gusto y el honor de trabajar este año.

Guiados por la metáfora de la Escuela como el Acrópolis que nos mira, como lo señala Miller en Silet a propósito de la mirada del padre para Freud, ¿qué podrá decirnos? Eso se medirá por los efectos, y tal vez lo sabremos después. Escuela no-toda que se perpetúa por fuera de las gestiones.

Mallarmé, en su poema «El demonio de la analogía», hace resonar una enigmática frase que dice «la pénultième est morte», la penúltima está muerta» con un vacío de significación. Arriesgaré para esta ocasión una aplicación. La penúltima no es la anteúltima ni la última. Como la penúltima dejaré mi función como Presidente en este mismo acto performativo a sabiendas que no seré ni la anteúltima ni la última. Tal vez este sea el secreto de la Escuela. Ella permanece en su camino continuo y permutativo. Con oleadas que se acercan y cambian con el movimiento de los miembros en las funciones.

Descubre así el desafío de sostener el discurso analítico entre todos y da muestras de una Escuela sujeto viva, con sus pasiones, aciertos y equivocaciones. Esta es la manera de mantener vivo el psicoanálisis.

Es mi para mí una gran alegría haber participado con todos ustedes en semejante apuesta. Muchas gracias a todos.

Silvia Elena Tendlarz