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Trauma

La serie, lo serio

Huellas del Trauma

Recuerdo y trauma: cuando aún no sabemos leer[1]
Fernando Tarragó

Freud considera al recuerdo bajo la estructura del inconsciente. El recuerdo referido a la infancia es concebido como un conjunto de letras de molde que han sido impresas en la existencia del sujeto determinado por una máquina de sentido, y cuyo objeto producido será el sujeto como significado. Cuando el analizante aísla el significante, encuentra las claves de su deseo cifrado entre esas letras de molde. Lo traumático pasa a estar subordinado a los efectos de sentido.

En las puntuaciones de Miller en La fuga del sentido, la relación entre el recuerdo y trauma se transforma. El trauma será la cifra insubordinada de un encuentro contingente entre elementos heterogéneos: palabra y cuerpo. La referencia se desplaza al cuerpo y su relación a lalengua. Un ejemplo de ello es el recuerdo escrito por M. Leiris en su obra La regla del juego usadopara argumentar esa incidencia: siendo un niño todavía analfabeto juega con unos soldaditos, que al caer uno y tener la fortuna de no romperse dirá:Cuán grande fue mi alegría, lo que expresé diciendo: ¡Lizmente!

El recuerdo es tratado como una inanidad sonora que toma la forma de murmullos inhumanos y su lugar será el de palabras bajo las palabras. Los efectos de la homofonía y el anagrama se ligan a lo que no se puede leer.

En el acto de nombrar prescinde de las leyes gramaticales, se deja llevar por su propia invención, no busca ningún reconocimiento. Lo que aparece es cierto desconcierto y la producción de un más satisfacción. Excede la estructura del lenguaje y es considerado una jaculación pura: “su júbilo se expresaba por entero”[2]. Si la experiencia clásica de júbilo infantil se ubica en relación a la imagen especular y a la presencia del Otro; este otro júbilo es ubicado en relación al significante y el goce.

Luego se produce un efecto de iluminación-desgarramiento-estallido: descubre el sentido establecido y el uso cristalizado de la lengua. Es necesario decir felizmente como todo el mundo, representado en “toda una secuencias de significaciones precisas y socializadas”.[3]

Laurent ubica el efecto de este mal encuentro: el “lizmente” al no ser recibido por su madre se separa de todo lo que es el saber inconsciente y queda como recuerdo desplazado en lo escrito.

La operación de arreglárselas con los “monstruos orales” donde se hacen ligaduras que no corresponden al orden léxico cristalizado, esas inanidades sonoras, no conservan formas humanas, son modos de hacer con el trauma.

NOTAS

  1. Cartel fulgurante: “Trauma/síntoma”. Cartelizantes: Guillermina Laferrara, Fernando Tarrago, Gloria Sensi, Pilar Ordoñez, Más Uno: Josefina Elías.
  2. Miller, J.- A., La fuga del sentido. p. 129, Bs. As.: Editorial Paidós, 2012.
  3. Laurent, E., Síntoma y nominación. p. 169, Bs. As.: Editorial Colección Diva, 2002.