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La serie, lo serio
Huellas del Trauma
Trauma y síntoma. Un primer Freud[1]
Evelina N. San Martín
¿Qué nos enseñan aún los trabajos prepsicoanalíticos? ¿Qué nos legó el encuentro de aquellas primeras mujeres con un hombre decidido a dejarse enseñar?
No podemos advertir si Freud estaba tan seguro dónde quería llegar, pero la idea de curar mediante la eliminación de los síntomas no ha sido con certeza su horizonte y, por ello, se ha podido pensar otra relación posible con el síntoma. Su interés estuvo dado por la causa y no por el sentido.
Volver al Freud de los inicios es descubrir que en el centro de su enseñanza está el trauma, noción que toma de Charcot, para quien el traumatismo es una acción mecánica susceptible de desencadenar un accidente y revelar la diátesis histérica hasta allí latente, hallándose en ello el origen de los síntomas.
En Comunicación preliminar, ubica que la causa de la enfermedad no es una lesión corporal, sino el afecto de horror, el trauma psíquico como agente provocador que desencadena al síntoma, el cual subsistirá luego, devenido autónomo. El trauma obra a modo de cuerpo extraño con eficacia presente. Se trata de un suceso en la infancia de índole sexual que ha suscitado horror, angustia, no recordado que produce para todos los años subsiguiente fenómenos patológicos. Es imposible llegar a su núcleo vía la palabra y la rememoración, se lo reconstruye. Poniendo al descubierto la tensión significante- pulsión.
De antemano no deja de reconocer el fracaso en el objetivo de la eliminación de los síntomas:“no curamos la histeria en tanto ella es predisposición; tampoco conseguimos nada contra el retorno de los estados hipnoides.”
Si bien Freud va a ubicar aquí el acontecimiento traumático como el encuentro fallido con un factor externo, y al tiempo, con la advertencia de haber sido engañado por sus histéricas, el papel de las fantasías ocupará el lugar central de causa hasta 1920, que lo ligará a la pulsión de muerte. En su Carta 101, Freud expresa que ante la pregunta sobre qué aconteció en la primera infancia, la respuesta es nada, pero había un germen de moción sexual, previo a la formación de síntoma e incluso de la fantasía.
Aquí, el trauma ya es para Freud inherente a la estructura misma y el síntoma es respuesta, defensa, a ese agujero de moción sexual, detrás de ello no hay nada. La lucidez freudiana no le ha dejado persuadirse por el afán de eliminar los síntomas y la única justificación de nuestra intervención constituye hasta cierto punto ese penar de más para alcanzar una satisfacción como enseñó Lacan.
BIBLIOGRAFÍA
NOTAS
