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La serie, lo serio
El Trauma, el psicoanalista y su acto
Urgencia y Trauma[1]
Ana Setton
“La urgencia es lo imposible de soportar
para un sujeto al que ya nada divierte”
J. Lacan[2]
En el contexto del malestar de nuestro tiempo, la urgencia se caracteriza como “síntoma contemporáneo"[3], efecto de la época de la “urgencia generalizada”[4] o de la “civilización del trauma”[5]. El psicoanálisis inscribe allí la clínica de las urgencias subjetivas.
Consideramos que “la urgencia no es el trauma sino su respuesta”[6] apremiante a un acontecimiento traumático. Esa relación entre trauma y urgencia ubica un encuentro inédito, del orden de lo unheimlich. Encuentro perturbador que señala el valor fundamental del trauma en su insistencia [7] como irrupción de lo pulsional inasimilable, angustia traumática en Freud, real fuera de sentido para Lacan.
Angustia, grito, silencio, perplejidad, mudez, pánico, agitación desanudada, violencia, son algunas de las presentaciones clínicas de la urgencia, que plantean en la mayoría de los casos y de un modo singular, un desarreglo entre sentido y goce que afecta la trama discursiva de quien se trata, su realidad, el lazo con los otros y con el propio cuerpo. Conmoción que a su vez provoca un forzamiento “a elaborar una nueva relación con lo real” [8]. ¿Cómo intervenir allí?
Orientados por una clínica de lo real, sostenemos que el hueso de la clínica de la urgencia se enlaza con una praxis orientada desde la última enseñanza de Lacan al operar con un real fuera de sentido. Es decir que, si bien se trata de una operación de elaboración que relanza la trama discursiva, eso no implica la reconstrucción del Otro perdido. Laurent afirma que “el analista ocupa el lugar de la pérdida esencial del objeto. Si puede ayudar a un sujeto a reencontrar la palabra después de un trauma, es que llega a ser él mismo el lugar del trauma” [9]. De ese modo, la presencia del analista en su estatuto de trauma posibilita el viraje de la urgencia como respuesta a la urgencia subjetiva como efecto analítico, en tanto tiempo de comprender del sujeto que permita localizar los puntos en que se desanudaron la cadena significante y el goce de la pulsión. Y apuesta a inaugurar un trabajo de extracción de lo mortificante “imposible de soportar” [10] que apremia al ser hablante en la urgencia, en vías de una vida más vivible.
Agradecemos la imagen a la artista Alicia Leloutre
NOTAS