e-Textos |
Sobre el Cartel |
Una política por el cartel, entre ideal y Wirklichkeit "realidad efectiva" |
Por Mauricio Tarrab En memoria de Alberto Lande Tres puntuaciones: 1. A nivel de la Escuela Lacan en la Proposición crea con el cartel un nuevo dispositivo. Y lo incluye como parte de la construcción de ese nuevo dispositivo que es la Escuela misma, para asegurar la trasmisión del psicoanálisis. Y como lo señala J-A Miller en su Seminario de Política Lacaniana, eso está en el esfuerzo que J Lacan hace, en el momento de su ruptura con la IPA , para arreglárselas con la cuestión del grupo analítico de un modo diferente que Freud. El cartel está en esa ruptura, y nosotros seguimos intentando situarnos allí en la realidad efectiva de nuestra Escuela. Cómo arreglárselas con el grupo, con los efectos de grupo, con el real del grupo, con lo que siempre es resistencia, con lo que en todo grupo lleva a la disgregación. En ese cruce basta citarlo en tres épocas diferentes para ubicar lo que él mismo llamaba su empresa desesperada: "Mi empresa es desesperada porque es imposible para los analistas hacer grupo". "Los psicoanalistas son los eruditos de un saber del que no pueden conversar". "Lo que yo quiero es la identificación al grupo... pero con eso no digo a qué punto del grupo hay que identificarse" (RSI). Entre identificación y uno por uno transcurre el imposible que el cartel puede cernir. Lacan definía al cartel como el medio para ejecutar el trabajo de la Escuela. Decía: Adoptaremos el principio de elaboración sostenida en un pequeño grupo... No la clase magistral o el Seminario, no las instancias directivas, eso también da trabajo, pero el trabajo de la Escuela Lacan lo ubica en la elaboración sostenida en un pequeño grupo. Lacan innovaba con el cartel también respecto de dónde esperaba ver aparecer novedades, avances en el psicoanálisis. Y también respecto de la estructura de poder dentro de la institución analítica. Como decía alguien en el reciente Coloquio sobre el cartel del mes de Abril: el cartel que tiene su nombre derivado del monopolio, Lacan esperaba que fuera un instrumento contra el monopolio, ya que va contra el monopolio del saber. Aquí está el cartel: úsenlo para eso. Un pequeño grupo puede, como Uds saben, ser usado para muchas cosas, para tomar café, para discutir de futbol, de política, de psicoanálisis .Y eso está muy bien, pero entre nosotros sería mejor usarlo para crear efectos de discurso, para articular trabajo y transferencia. Eso lleva al nivel de la Escuela la cuestión que ya hemos discutido hace dos años en el Primer Coloquio sobre el Cartel acerca de la relación entre el cartel y la Escuela. Si el cartel estaba o no a la altura de la Escuela. Si el cartel en nuestra Escuela es efectivamente su órgano de base. Si La Escuela sabe, o le interesa lo que pasa en la vida del cartel . Si la Escuela debe o no controlar, y por qué medios, lo que ocurre en los carteles. En una relación entre la Escuela y los carteles uno puede imaginar variaciones , por ejemplo de número y tener una escuela con pocos carteles, o con muchos carteles. O una sección con muchos o pocos. O de calidad, una Escuela con buenos o malos carteles, etc. Me he dado cuenta que se desliza, al tomar las cosas así, sin darnos cuenta, una disyunción entre el cartel y la Escuela. Y esa no era la idea de Lacan: para Lacan en lo que J-A Miller llamó el Plan Lacan, la escuela son los carteles. En este esquema de la Escuela: se trabaja "adoptando el principio de una elaboración colectiva". Es decir que se perfila otra cara de la cuestión si decimos: no hay disyunción entre el cartel y la Escuela. Guy Trobas, en un comentario que hace a las reuniones que hemos tenido sobre la Escuela Una y que está publicado en el Caldero del mes de marzo, habla de un "isomorfismo conceptual entre la escuela y el cartel". Devaluar el trabajo de los carteles, es decir mirar al cartel con simpatía pero con cierta condescendencia, como algo para quienes se inician pero no para iniciados, como se lo hace muchas veces en nuestra comunidad, es efecto de no entender ese isomorfismo entre cartel y Escuela presente en Lacan, isomorfismo que no puede realizarse más que en hacer existir ese trabajo de los carteles. Otra manera de plantear la cuetión es hacerlo en términos de cómo tratar la tensión entre el Ideal y la realidad efectiva (Wiirklichkeit) en lo que hacemos en nuestra Escuela. Es la primera puntuación para situar una pólitica por el cartel, es decir por el trabajo de Escuela. 2. A nivel del uno por uno Uno por uno es la dirección de la heterogeneidad que el cartel debe preservar. Las metas del cartel son y no son ambiciosas de acuerdo al punto de vista desde el que se lo perciba. Cuatro personas se juntan y eligen a una más para realizar un trabajo, pero no hay ninguna garantía de que eso que se realice allí obtenga frutos, hay por el contrario el riesgo que la estructura misma del grupo, presente en el cartel, se trague en su dialéctica de cohesión disgregación la posibilidad de tolerar lo particular. De tolerar que lo que pienso, mis conclusiones, mi experiencia, sea evaluada, contrastada, por los otros. Ese cuidado por la heterogeneidad no es del orden de cuidarle el narcisismo al compañero, eso al final siempre termina mal. El cuidado por la heterogeneidad es del orden de preservar, de respetar --como dice de manera muy bella J-A Miller-- otra cosa que su imagen, es respetar su diferencia, aquello en que el otro es incomparable. Es también allí donde el cartel es un lugar para ceder goce en función del lazo colectivo. Esta estructura horizontal que es el cartel; heterogénea; discreta; poco presuntuosa respecto de los semblantes de saber; con un líder que trata de no ser tal, ni un enseñante, ni un amo, como lo es el más-uno; en un encuentro que será limitado en el tiempo ya que está destinado a la disolución pero también a la renovación en un nuevo lazo con otros; que no tiene un maestro de prestigio que dicte una enseñanza y alumnos que lo amen por su saber, sino que cualquiera puede ocupar ese lugar a condición de resguardar la causa del trabajo de cada quien, si está en función de más-uno; y a autorizarse a pensar por su cuenta con los otros - si es un miembro del cartel. Hay allí la apuesta de que entre la posible elaboración colectiva y la particularidad de la enunciación de cada uno, se avance un poquito en el saber a costa de la ignorancia. Lo que es seguro es que no es sencillo sostener ese trabajo. Hay que hacer la experiencia. Y es la experiencia del pasaje del alumno del grupo de estudio o del alumno de la universidad, a una dialéctica que da la chance de pensar por cuenta propia con los otros; de ubicar el propio rasgo por el que investigar en un tema, o seguir un texto con una interrogación que no sea la repetición de aquélla del enseñante de turno. El cartel es también subversivo respecto de las formas "tradicionales" entre nosotros de trasmisión de los conceptos del psicoanálisis. Y es también un instrumento contra el aislamiento y la infatuación. Pero el trabajo en carteles no es sólo para los que se inician en la lectura del psicoanálisis y en su relación a la Escuela. Sin embargo sabemos, al menos en Buenos Aires, que se presenta el fenómeno en nuestra Escuela , que luego que alguien ha hecho un cierto recorrido, prefiere imperceptiblemente no participar de un cartel, o de hacerlo sólo como más-uno. Es así, pasa, el catálogo puede atestiguarlo. Tengo una idea al respecto y es que cuando desechamos el trabajo en un cartel, cuando no pensamos en el cartel como el lugar donde sostener nuestras preguntas sobre la práctica y la teoría del psicoanálisis, es porque se hace presente el peligro que Lacan veía en el didacta de la IPA y aún entre los AME de nuestras Escuelas entre los que me cuento-- la seguridad de que un supuesto saber hacer con la teoría y con la práctica nos ha ganado. Es el comienzo de la infatuación, del sueño, de la repetición, del tedio. El cartel debería estar contra eso. Segunda puntuación entonces: en el cartel también se puede jugar la relación de cada uno con el psicoanálisis, fuera del paraíso narcisista de ser el único, en el infierno: con los otros. Y de esto también se deriva que el lugar del cartel en la Escuela depende de lo que cada uno haga del cartel. 3. A nivel del lazo colectivo Es no sin los otros -aunque sean el infierno- que Lacan dice -si lo seguimos en la idea de que somos prisioneros- que se hace posible definir una salida del encierro en el que estamos con los otros. Es este texto, junto con otros contemporáneos, donde presenta lo que él mismo llama los "análisis formales iniciales de lógica colectiva". El lazo colectivo estructuralmente situado respecto del Ideal que satura la falta, puede encontrar para Lacan una variante, en una lógica colectiva que se sitúa respecto de la falta en el Otro. Respecto del agujero en el saber. En la clase octava de su curso del año 1990 "El banquete de los analistas" J-A Miller recorre -en medio de la crisis de la ECF- algunas de las formas en que se trata ese no sin los otros en la Escuela. Es una clase que hay que releer para ver en la anticipación una lección para el presente. Cómo ser ciudadanos de la república analítica? se pregunta . Y recorre las variantes de eso: la civilidad, el desacuerdo, la disidencia y sus límites, las formas de la disputa: que serán sobre puntos de doctrina, sobre la posesión de alguna cosa, hasta llegar a la querella entre las personas, el enfrentamiento entre Eros y Tánatos en la Escuela. Variantes de lo insoportable. Como lo señalé en otra oportunidad , "se trata de lo insoportable del lazo social, lo insoportable que son los otros, y de las formas en que se trata eso entre nosotros. Pero lo insoportable -de lo que hacerse responsables- no son sólo los otros, es ante todo lo insoportable de uno mismo. Y circunscribir lo insoportable del propio horror, exigencia de Lacan para los psicoanalistas, es diferente que tirárselo por la cabeza al otro. Lo inhumano de cada quien descompleta el lazo social, ya que se trata justamente de lo que nunca podrá entrar en el lazo con los otros, lo que no es colectivizable de cada quien, en suma lo que funda lo real de su síntoma, lo singular a subjetivizar en el análisis. Pero la paradoja en la que estamos y que nos fuerza, es que también alrededor de ese insoportable es que se constituye el grupo." Y ahí en ese punto paradojal Lacan sitúa la probabilidad del discurso analítico: "El discurso analítico no puede sostenerse con uno solo" Hay que recordar que un destino posible de ese punto del horror cernido es la transferencia de trabajo. Tercera puntuación: en el cartel hay una chance de que puede aparecer algo de un decir que bordea ese real . Y es un medio de estar del lado de una lógica colectiva contra la psicología de las masas, estructuralmente pregnante en cualquier institución. He puesto a la política por el cartel en relación a la tensión entre "Ideal y realidad efectiva" porque es --para mi-- una aplicación de lo que enseña J-A Miller en su Seminario Política Lacaniana . No es posible quedarse en el idealismo de los principios puros cuando se está en el esfuerzo por llevar adelante efectivamente una Escuela de psicoanálisis. Porque esos principios deben encarnarse en la realidad efectiva. En ese balance, que es también un balance entre semblante y real, se trata más bien como yo lo veo-- de poner a prueba. Poner a prueba los conceptos, como lo hace el mismo Lacan a lo largo de su enseñanza. Se trata de poner a prueba los dispositivos inventados por él, no de creer en ellos. Se trata de poner a prueba la política que implica la orientación a lo real y sus consecuencias a nivel del grupo. Se trata de poner a prueba el cartel, como dispositivo, como mini-comunidad, verificar para qué nos sirve, en la Escuela, con los otros, a cada uno. Se trata de poner a prueba hasta el Pase mismo, al estar abiertos a su renovación, a sus obstáculos, a sus hallazgos. Se trata de poner a prueba el concepto de Escuela, al hacerla existir con sus aspectos de subversión y de entusiasmo tanto como de administración y de tedio. Se trata de poner a prueba si podemos, con el uso de los dispositivos que tenemos, mantener vivo el decir de Lacan, la transferencia de trabajo de Lacan y no hacer de sus dispositivos y sus conceptos lugares donde adorar un tótem o donde lamentarse que nunca se está a la altura. Eso justifica correr el riesgo de juntarse por un tiempo en un pequeño grupo y cada tanto presentar los resultados, discretos o sobresalientes, en todo caso efectivamente los que producimos, y darlos a conocer en una Jornada como la que hoy realizamos. Santa Fé 3 de Julio de 1999 |