XI Jornada Nacional de Carteles | Lo que el Cartel provocó | ||||||||||||||
La formación del deseo del analista | ||||||||||||||
Mónica Wons, 2002 | ||||||||||||||
Tema del Cartel: Deseo del analista: clínica, política y epistemología. La pregunta que subyace al título del cual se desprende éste trabajo, se constituye a partir de la articulación de dos términos: por un lado la cuestión de la formación y por el otro el concepto deseo del analista. Preguntarse por cómo se forma, cómo se constituye el deseo del analista, éste "deseo inédito" formalizado por Lacan, "...el que en último término opera en un psicoanálisis"[1] es una manera de continuar interrogándose por el ser del analista. El intento del trabajo será entónces bordear ese agujero que constituye la pregunta por el ser, en éste caso por el ser del analista. En el texto "Sobre la formación y la producción del analista"[2], Ronald Portillo separa el concepto de formación del de producción del analista, diferenciando formación en términos de capacidad, de aptitud, como resultado de un proceso progresivo que articula un efecto de verdad, como un efecto de significación proveniente del Otro (institucional) de la producción no como efecto sino como producto, como resto de una operación, de una operación lógica: la operación analítica. Es en la tensión entre la formación y la producción del analista que reencontramos la tensión entre lo simbólico y lo real, entre lo universal y lo particular. En su artículo "Teoría de Turín. Sobre el Sujeto de la Escuela", J.A.Miller articula el deseo de Freud, el deseo de Lacan y el deseo del analista, retomando lo que ya había puntualizado en el "Seminario El deseo de Lacan". "El deseo de Freud, como todo deseo, no se sostiene más que de un fantasma, no es un deseo puro... Lacan interpretó, decantó, formalizó, el salto que hay entre la causa del deseo de Freud y la causa freudiana como tal. Aplicó la lógica al deseo de Freud para separarlo de su particularidad, desarraigarlo del fantasma paterno, desprender la forma dicha del deseo del analista. Este deseo (el deseo del analista) no es por ello un deseo puro. Es el deseo de separar el sujeto de los significantes amos que lo colectivizan, de aislar su diferencia absoluta, de circunscribir la soledad subjetiva y también el objeto plus de gozar que se sostiene de ese vacío y lo colma a la vez. Este es el deseo de Lacan. La Escuela procede de él."[3]. Es la continuación de la elaboración que Miller nos propone en "El deseo de Lacan", cuando sostiene que el deseo del analista "es la objeción hecha por Lacan al deseo de Freud" [4] en el sentido de interpretarlo en su relación con el discurso del amo, es decir con el Nombre del Padre. Y allí se pregunta "qué en Lacan no es reductible al deseo del analista. Y, de cada analista...qué le costó conformar su deseo al deseo del analista". [5] Podemos deducir entónces que el deseo del analista no adviene desde la formación, la formación no garantiza que advenga el deseo del analista como conclusión de un análisis, la formación no alcanza para responder que le costó a cada uno conformar su deseo al deseo del analista. Se trataría más bien de un deseo en formación, de un deseo a formar, de un deseo por venir. Producto real, no efecto simbólico. "Lo que el analista tiene para dar, contrariamente a la pareja del amor (que da lo que no tiene) es lo que tiene. Y lo que tiene no es más que su deseo...que es un deseo advertido".[6] De qué está advertido el deseo del analista?. De saber sobre los propios límites de la estructura misma del deseo, que no hay un objeto que lo satisfaga (por eso no es pulsión, pulsión del analista), que es también decir que sabe sobre los límites del fantasma como ficción que responde con un objeto a la falta, al deseo del Otro. Sin embargo, también decíamos que el deseo del analista no es un deseo puro, se sostiene y opera desde un lugar: "opera desde el resto pulsional, el resto transferencial, desde el resto que queda como Nombre Propio."[7] El deseo del analista no es el deseo de Freud o el deseo de Lacan, no es el deseo sostenido en un nombre propio como nombre del padre, el deseo del analista opera cuando es posible encontrar desde el propio nombre, desde el propio ser de goce como nombre, pero sin identificarse a él, el lugar desde el cual se encarna esa X, puesto que el deseo del analista sigue siendo una X, haciendo de esa X función. |
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Notas | ||||||||||||||
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