Masuno | ||||||||||||
Número 1 - Julio de 1996 | ||||||||||||
La Comunidad Inconfesable. Notas Dispersas | ||||||||||||
Por Germán L. García La lectura de La comunidad inconfesable - un libro breve publicado por Maurice Blanchot en 1983 y traducido al castellano en 1992 - renovó su actualidad para mí, cuando pusimos en práctica las exigencias institucionales que Jacques Lacan introdujo en el psicoanálisis. La reflexión de Blanchot, en varios puntos, parece repetir las conclusiones de Roger Callois cuando escribe, a propósito del espíritu de las sectas, lo siguiente: "La secta, si llegó a formarse, se disolverá un buen día y sus proyectos audaces no serán más que un recuerdo. Cada uno, por consiguiente, trabajó para sí mismo". [1] 1. En efecto, el libro de Blanchot se divide en dos partes: 1. La comunidad negativa, que concluye en una razón de la fraternidad que plantea la alternativa "El corazón o la ley" (pág.38). II. La comunidad de los amantes, que se demora en un comentario sobre La maladie de la mort, de Marguerite Duras y que después de describir las aporías de la "relación" entre un hombre y una mujer, concluye con las "relaciones nuevas" de la obra con lo que llama inacción (pág.74). Si bien el libro se anuncia como surgido de un "texto importante" de Jean-Luc Nancy, la primera parte reflexiona sobre la comunidad según Georges Bataille y la segunda sobre el amor según Marguerite Duras, en el libro citado. Observo, al pasar, que lo "inconfesable" de Blanchot se puede remitir a las Confesiones de San Agustín, por el uso casi automático del oxímoron. En San Agustín es una figura sostenida por una teoría de la memoria - palabra que, en sus certezas, incluye cualquier función "mental" - que interfiere y organiza la percepción. La ausencia en tanto presencia - incluso presencia divina, en una resonancia platónica que separa a la memoria de lo vivido transfigura la inmanencia perceptiva de la realidad. En Blanchot el oxímoron también responde a una inmanencia (no la que sería de la percepción, sino la que propone Jean-Lue Nancy) para conducirla a lo imposible: "Ahora bien - escribe Blanebot - esta exigencia de una inmanencia absoluta tiene como respuesta la disolución de todo lo que impediría al hombre (puesto que él es su propia igualdad y su determinación) plantearse como pura realidad individual, tanto más cerrada cuanto que está abierta a todos. El individuo se afirma, con sus derechos inalienables, su rechazo a no tener más origen que él mismo, su indiferencia a toda dependencia teórica "frente a otro que no fuere un individuo como él... "(págs. 10/11). El oxímoron también regula algunos pares de citas (Stimer/Sade, De Maistre/Marx), que avalan el argumento de una reciprocidad entre el comunismo y el individualismo (pág. 11). Por eso, Blanchot podrá decir que el grupo Acéphale impulsado por Bataille, "en su ... proyecto esencial excluye todo proyecto"(pág. 27). 2. Y una página después: "Evidentemente, sería tentador y falaz buscar, en La experiencia interior, la sustitución y la prolongación de lo que no pudo tener lugar, ni siquiera como tentativa, en la comunidad de Acéphale. Pero lo que estaba en juego exigía que se retornara bajo la forma paradójica de un libro. El adversativo de la última frase invalida la tentación falaz de la frase anterior. Un paso más y caemos en el abismo de lo obvio: "Dicho de otra manera, no hay experiencia simple; además hay que disponer de las condiciones sin las cuales no sería posible (en su imposibilidad misma), y es allí que una comunidad es necesaria..." (pág. 29). La comunidad es posible, imposible y necesaria, Y cada uno, como decía Roger Callois, trabajó para sí mismo. 3. ¿Será contingente la transformación de La communauté desouvrée (inactiva, desocupada) de Jean-Lue Nancy en La communauté inauvouble de Maurice Blanchot? Inavouble, traducida al castellano por "inconfesable", está en la constelación de lo culpable, lo abyecto, lo vergonzoso, etcétera. Es decir, no se trata para Blanchot de la desocupación universitaria, del ocio creativo, sino de algo más perturbador. En la página 22, (después de una cita de Jaques Derrida - se trata de un libro que parafrasea un título de Kant y que contiene elogios al propio Blanchot y algunas ironías sobre el psicoanálisis -, se encuentra un punto que vale la pena citar en extenso: "Contra Attaque es otro grupo, en el que habría que estudiar minuciosamente qué volvía su urgencia tal que sólo podía subsistir en la lucha, más aun que por su existencia inactiva." De alguna manera sólo está en la calle (prefiguración de Mayo de 1968), es decir fuera. Se afirma por medio de octavillas que vuelan y no dejan huellas. Se deja atribuir "programas" políticos aunque se fundamenta más bien en una insurrección del pensamiento, respuesta tácita, implícita a la sobre-filosofía que lleva a Heidegger a no rechazar (momentáneamente) el nacional-socialismo, a ver en él la confirmación de la esperanza de que Alemania sea la sucesora de Grecia en su destino filosófico predominante" (págs.22/23). 4. Entre - el valor del "entre" es destacado por Witold Gombrowicz Contra-Attaque y Acéphale estaba el Colegio de Sociología que no tenía - según Blanchot - un interés, exotérico: ..."apelaba a un saber frágil, sólo reclutaba a sus miembros, como a su auditorio, para un trabajo de reflexión y de conocimiento sobre los temas que descuidaban parcialmente las instituciones oficiales, pero que no eran incompatibles con ellas. Tanto menos cuando los maestros de esas instituciones habían sido, bajo diversas formas, sus iniciadores" (pág.23). La dimensión exotérica, que podría instalarse mas allá del circuito universitario, parece conducir a lo peor: "Diversos ejemplos indican que la comunidad puede abrirse a su comunión (ello está, desde luego, simbolizado por la comunión cucarística). Grupo sujeto a una fascinación, atestiguado por el siniestro suicidio colectivo de Guyana (...) grupo militar o fascista donde cada miembro del grupo entrega su libertad o incluso su conciencia a una Cabeza que lo encarna y no se expone a ser cortada, porque está, por definición, fuera de todo alcance" (pág. 16). Y, para hablar de sus amigos, las cosas no son mejores: "Sacrificio: noción obsesionante para Georges Bataille (... ) Ligarse a Acéphale es abandonarse y darse: "darse sin recibir nada a cambio del abandono sin límite" (subraya Blanchot, pág. 25). 5. Así como en la primera parte protagonizada por Bataille se acude a Mayo del 68 como un punto cero que responde a diversas aporías -entre ellas, las de un crimen en suspenso invocado a través de los nombres de Dostoievski y Freud-, la segunda parte, que protagoniza el amor según Marguerite Duras, también se refiere a este ¿acontecimiento? (los signos de pregunta son de M. Blanchot) en los siguientes términos: "Mayo del 68 ha mostrado que, sin proyecto, sin conjuración, podía afirmarse (afirmarse más allá de las formas usuales de la afirmación) que lo súbito de un encuentro feliz, como una fiesta que sacudiría las formas sociales admitidas o esperadas, la comunicación explosiva, la apertura que permitía a cada uno, sin distinción de clase, de edad, de sexo o de cultura, departir con el primero que pasara, como con un ser ya amado, precisamente porque era lo familiar-desconocido. Sin proyecto -esa era la característica, a la vez angustiosa y afortunada, de una sociedad incomparable que no se dejaba aprehender, que no estaba llamada a subsistir, a instalarse, ni siquiera a través de los múltiples "comités" por medio de los cuales se simulaba un orden-desordenado, una especialización imprecisa. Contrariamente a las revoluciones tradicionales, no se trataba solamente de tomar el poder para reemplazarlo por otro, ni de tomar la Bastilla, el Palacio de Invierno, el Elíseo o la Asamblea Nacional, objetivos sin importancia, ni tampoco de echar por tierra un viejo mundo, sino de dejar manifestarse, fuera de todo interés utilitario, una posibilidad de estar-juntos (sic) que diera a todos el derecho a la igualdad en la fraternidad por medio de la libertad de palabra que exaltaba a cada uno (...) el decir prevalecía sobre lo dicho"(pág.42). 6. Chienlit. Palabra con la que el general De Gaulle insultó al movimiento estudiantil. Consulté el Dictionnaire des injures de Robert Edouard [2], pero para no complicar el asunto me quedo con la mascarada. ¿Qué dice Blanchot cuando escribe "... se simulaba un orden-desordenado"...? Una vez más, recurro a Roger Callois: "La realidad de la guerra corresponde a la realidad de la fiesta. Además, la conciencia inventa mitologías paralelas a partir de una y otra. La guerra y la fiesta son dos períodos de movilidad y estrépito, de reuniones masivas en el curso de las cuales una economía de derroche sustituye a una economía de acumulación (...) Guerra y fiesta se acompañan también de un cambio radical de los mandamientos morales (...) el ciclo de la guerra y la paz reproduce al de la fiesta y los tiempos profanos, con sus alternaciones de concentración y dispersión, de turbulencia y trabajo, de dilapidación y economía". [3] Cuando Maurice Blanchot, en el párrafo citado en último término, reduce Mayo del 68 a la igualdad, fraternidad y libertad (de palabra) lee lo ocurrido como una fiesta, en el sentido de Roger Callois (a quien manda al olvido junto con el Colegio de Sociología). El paso siguiente introduce la presencia del pueblo ("no traducirlo por Volk", pág.45), para luego pasar al mundo de los amantes: "Hay seguramente un abismo que ninguna superchería de retórica puede suprimir entre la potencia impotente de aquello que no se puede nombrar más que con esa palabra tan fácil de desconocer: el pueblo (..) y la ajenidad de esta sociedad antisocial o de la asociación siempre lista a disociarse que forman los amigos y las parejas. Sin embargo, ciertos rasgos las distinguen y las acercan: el pueblo (sobre todo si uno evita sacralizarlo) no es el estado, así como no es la sociedad en persona, con sus funciones, sus leyes, sus determinaciones, sus exigencias que constituyen su finalidad más propia. Inerte, inmóvil ..."(pág.46). Este pueblo será comparado con el mundo de los amantes por el tenue relajamiento del vínculo social: "...afirmación de una relación tan singular entre los seres que el amor mismo ya no les es necesario De la búsqueda de Bataille, búsqueda de "la comunión, la fusión, el éxtasis pasando por la aporía comunitaria de Mayo del 68 que introduce al "sucesor bastardo del pueblo de Dios" (sic), llegamos por fin a las aporías del amor: "¿es éste el tormento que Marguerite Duras ha llamado 'la enfermedad de la muerte"' (...) el mal, en el exceso, el mal como enfermedad de la muerte, no puede ser circunscripto a un "yo" consciente o inconsciente por principio al otro..." (pag.47). 7. Blanchot ya había invocado a Levinas: "El Otro irreductible", "la asimetría", "la comunidad de ausencia". Deixis en fantasma: cada sexo imagina que ¡allá! del otro lado, ocurren maravillas! .... ella, indeterminada, desconocida, irreal, por todo ello inapresable en su pasividad, ausente en su presencia adormecida y eternamente pasajera (...) la falta de sentimiento, la falta de amor: eso es, pues, lo que significaría la muerte, esa enfermedad mortal que golpea a uno sin justicia y de la cual la otra está aparentemente indemne, por mucho que sea ella la mensajera y, como tal, no carezca de responsabilidad" (pág.49). El crimen en suspenso en la comunidad Acéphale, reaparece como la misma imposibilidad: "... se encuentra sin defensa, es la más débil, la más frágil y se expone a través de su cuerpo, sin cesar, ofrecido a la manera del rostro, rostro que en su visibilidad absoluta es una evidencia invisible - y con ello llama al asesinato (...) pero, por su debilidad misma, por su fragilidad misma, no puede ser asesinada, preservada como está por la prohibición que la vuelve intocable en su constante desnudez..." (pág.50). La enfermedad de la muerte es ahora el hombre que ignora lo femenino o que -sigamos con el oxímoron- "...aun conociéndolo, no lo conoce". Hay contrato, hay dinero de por medio, pero no se trata de prostitución. Hay impotencia, pero no es impotencia sexual- dice Blanchot. Se trata de Levinas: "Demás está siempre más cerca de Dios que yo (...)... el reparto de lo humano entre masculino y femenino es un problema en las diversas versiones de la Biblia..." (pág.54). En la afirmación de lo Mismo tiene que surgir lo heterogéneo, lo Otro absoluto (pág.55). 8. Sobre un tono apocalíptico adoptado recientemente en filosofía [4] es el título de Kant usado por Derrida en su conferencia pronunciada en julio de 1992 en Cerisy-la-Salle, en un curso dirigido por Jean-Luc Nancy y otro. Dice Derrida: "La palabra sin la pronunció aquí dentro de sintaxis tan necesaria de Blanchot, quien a menudo dice X sin X. El sin marca una catástrofe interna y externa del apocalipsis (...) La catástrofe aquí, sería tal vez la del apocalipsis mismo, su repliegue y su fin, una clausura sin fin, un fin". Blanchot cita esta conferencia, ya convertido en libro: "Sobre la palabra 'Ven' conviene tener presente el libro inolvidable de Jacques Derrida (...) y en particular la frase que está en singular consonancia con lo que se acaba de leer (extraída de Le pas au-delá): "en este tono afirmativo, Ven no indica por sí mismo ni un deseo, ni una orden, ni un ruego, ni una demanda". Otra reflexión que al menos hay que presentar aquí. "Lo apocalíptico, ¿no sería una condición trascendental de todo discurso, aun de toda experiencia, de toda marca, de toda huella?" Como puede leerse, Blanchot se alejó de la inmanencia de Jean-Luc Nancy, para preguntarse: "¿Sería entonces en la comunidad donde se escucharía, antes que toda espera y como su condición, la voz apocalíptica? Quizás" (pág.22). En su conferencia, Derrida dice: "Apokalupto fue sin duda un buen término para gala. Apokalupto : yo descubro, yo desvelo, yo revelo la cosa que puede ser una parte del cuerpo, la cabeza o los ojos, una parte secreta, el sexo o cualquier cosa oculta, un secreto, lo que hay que disimular, una cosa que no se muestra ni se dice, que se significa tal vez, pero que no puede o no debe ser entregada a la evidencia". Como Kant habló de emasculación (Entmannung) de la razón, Derrida puede decir: "Si la castración es una metáfora o un simulacro -y debe serlo, al parecer, por concernir al falo, no al pene o al clítoris- entonces el juego metafórico está claro entre los dos equipos adversarios establecidos por un Kant que además es parte interesada (...) ¿cuál de los dos desviriliza, entmannt a ese descendiente del logos que es la ratio? (...). Y en este debate falogocéntrico de una parte y otra, es decir parte por parte, podríamos sacar a escena a Freud como a un tercero en discordia buscando la llave, verdadera o falsa, 'la teoría sexual', para saber en que ese estadio de la razón en donde no hay más que la razón varonil, en donde no hay más que un órgano o un canon de la razón, masculino o castrado, sucede como en aquel estadio de la organización genital infantil en el que ya hay un masculino pero nada de femenino". 9. De terceros en discordia. También Blanchot cita a Freud, ya veremos de qué manera, en dos momentos. Y una vez a Lacan. La cita de Derrida es breve : "¡No hay diferencia sexual en tanto que oposición, sino solamente lo masculino! Se podría seguir esta extraña lógica (la razón a partir de Freud, diría Lacan) bastante lejos en el detalle del texto, sobre todo en los momentos en que el velo de Isis desencadenada lo que Freud llama pulsión de dominio". Isis velada, "principio universal de la feminidad", fue excluida por inadmisible para poner la ley por encima del cuerpo, etcétera. Derrida se pregunta : "¿Por qué seducir o someter, intimidar o hacer disfrutar?" Y él mismo cita El último hombre (de Blanchot), para continuar con Nietzsche. En la página 26 Blanchot cita Los demonios, de Dostoievski. Y continúa: "Se sabe, asimismo, que al reflexionar Freud sobre el origen de la sociedad, busca en un crimen..." Continúa con un resumen de la tesis de la horda, para luego advertir: "Uno se equivocaría totalmente, al menos así me parece, si no viera la diferencia entre la ensoñación de Freud y la exigencia de Acéphale" (pág.27) La muerte está presente -escribe-, pero se trata de algo diferente a un chivo expiatorio: "...no sería ya asesinato de uno solo o asesinato de todos, sino don y abandono, infinito del abandono" (pág.27). A lo largo del libro se va dibujando la diferencia entre la finitud masculina y la infinitud -primero del grupo, después de la mujer- que conduce a lo absolutamente femenino. En la página 55/56 - siempre en nota a pie de página, sin atravesar el umbral hacia el texto -vuelve Freud: "Simplificando mucho, se podría reconocer aquí la confirmación del conflicto que, siguiendo a Freud (un Freud bastante caricaturesco), se declara, implícita o explícitamente, entre los hombres, hacedores de grupo, gracias a su tendencia homosexual, sublimada o no (los S.A.), y la mujer, que es la única que puede decir la verdad del amor, el cual es siempre invasor, exclusivo, excesivo, aterrador. La mujer sabe que el grupo, repetición de lo Mismo o de lo Semejante, es en realidad el sepulturero del verdadero amor que nutre la diferencia". La mujer, entonces, es -como en el famoso cuento de Borges- la intrusa: "Ella participa de lo inconfesable". 10. Los no a Freud. No se trata del crimen, quizás de la homosexualidad, pero "simplificando" y de manera "caricaturesca". Pero sí reconoce las dos vertientes de la pulsión, según Freud: "...la pulsión de muerte actúa en la civilización, por cuanto tiende, para conservarse, al desorden de lo homogéneo definitivo (la entropía a lo máximo). Pero no actúa menos cuando, por iniciativa y con la complicidad de las mujeres, lo heterogéneo, la alteridad exclusiva, la violencia sin ley, unen a Eros y Tánatos y se imponen hasta el final" (pág. 56). Lo anterior apela a la autoridad de Eugéne Enríquez. "La homosexualidad, para llegar a este nombre que no se pronuncia jamás (se refiere al texto de M. Duras), no es 'la enfermedad de la muerte' solamente la hace aparecer de una manera un poco artificial, puesto que es difícil negar que todos los matices del sentimiento, del deseo al amor, son posibles entre los seres, sean semejantes o desemejantes" (pág. 67). Albertine es nombrada, pero Blanchot pasa por alto la tesis radical de Proust, en tanto afirma que el hombre es para el hombre y la mujer es para la mujer (versión anticipada del otro hombre en la obsesión y la otra mujer en la histeria). La invención de la heterosexualidad es algo más que el abandono a lo radicalmente Otro. Es evidente que Jacques Lacan podría visitar el texto de Blanchot y en realidad lo hace. Con más suerte que Freud, atraviesa el umbral y entra en lo que se llama el cuerpo de la página. Pero una sola vez y de esta manera: "¿No es Lacan quien decía (cita acaso inexacta): desear es dar lo que no se tiene a alguien que no lo quiere?" (pág.57). El rechazo cubre la falta. Es otro tema que Phillippe La Sagna desarrolla en su artículo "Bataille / Lacan : Le sujet acéphale". [5] Esta vez Blanchot hace una confesión de nombres (J.L. Nancy, E. Morin, J. Derrida, Enriquez, J.P. Sartre, A. Breton, M. Duras, R. Char, R. Debray, Levinas, etcétera) y, al parecer, se distancia de Jacques Lacan, quien introdujo el exceso del lado femenino y sin ninguna obsecuencia frente a la Medusa, las Parcas y otras figuras de la infancia, también dijo que el deseo era otra cosa. Es, me parece, por su Lacan sin Lacan que Blanchot sólo puede hablar -o, aun puede hablar- de "... el acercamiento riesgoso a un cuerpo capaz de traer hijos al mundo", cuando es en la transformación de la feminidad en maternidad donde se refugia la inquietud masculina. 11. Thomas el oscuro, la novela de Maurice Blanchot, es citado por Jaeques Lacan en su seminario sobre la identificación como ejemplo de un fin de análisis. En ella leemos: "Aquello no era ningún malentendido. Él estaba realmente muerto y al mismo tiempo fuera de la realidad de la muerte". Parlêtre. Al final de La comunidad inconfesable cita a Wittgenstein para decir, que, en definitiva, para callarse hay que hablar: "¿Pero con qué clase de palabras? He aquí una pregunta que este pequeño libro confía a otros, menos para que la respondan que para que quieran llevarla en ellos y acaso prolongarla. Así encontrarán que también tiene un sentido político exigente y que no nos permite desinteresamos del tiempo actual, el cual, abriendo espacios de libertades desconocidas, nos hace responsables de relaciones nuevas, siempre amenazadas, siempre esperadas, entre lo que llamamos obra y lo que llamamos inacción" (pág.74). Ese sentido político exigente es, me parece, una transpolítica, que parte de la inconsistencia del origen y no imagina que cualquier aparecida sea el Otro, en tanto deja que el amor decida y el deseo haga su obra. |
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