Lacaniana |
Número 14 |
El pase |
Comentario |
Eric Laurent Al escuchar el testimonio de Gustavo Stiglitz y su recorrido por las ciudades analíticas, uno evoca a Dalí y Perpignan. De la estación de Perpignan, centro del mundo, ahora tenemos Monte Grande, centro del mundo. El punto de anclaje de este recorrido, el punto de capitón, en el que no hay paz, es el lugar donde surge el ruido del predicador que nos lleva a Dios y a todas estas hazañas (la prueba de orquesta, como diría Fellini) con lo que esto implica. Se le podría preguntar a Gustavo, después de haber escuchado a Graciela, finalmente en Monte Grande ¿quién sube? ¿Quién se hace escuchar en este ruido incesante? Esta es la exploración que de un cierto modo Gustavo hizo a lo largo de sus años de testimonio: arreglar la presencia, saber qué es esta presencia que lo acompaña, cualquiera sea el lugar en el cual se haya desplazado: de Barcelona a Paris, Buenos Aires y finalmente al resto de las ciudades analíticas, a lo largo de su periplo como AE... |