Lacaniana |
Número 1 |
Editorial |
Aunque fuera muy deseada desde la fundación de la Escuela de la Orientación Lacaniana, tuvieron que pasar diez años para que esta revista pudiese salir a la luz. Pero, a partir de ahora, cualquier lector de esta publicación puede saber lo que dicha escuela piensa, y así es como ella se abre a la posibilidad de escuchar -y razonar- lo que en verdad se le critique. Para el tiempo de concretar este primer número una fisura económica y política se anunciaba en esa lava hecha del malestar del hambre y la preocupación, que fluía y fluye en nuestro país y en los demás países, cuando pasa que a cada cual según su lamento, y de cada cual según su propuesta. Por eso, no es toda la verdad decir que su primer tema, la economía del psicoanálisis, responde con premura a esa urgencia dando a saber en su multiplicidad precisa, en su docta ignorancia, lo que la Escuela ha pensado al respecto. También es verdad que para eso hubo un largo tiempo de trabajo previo de muchos, y de varios que no han tenido ni tienen por qué identificarse con nuestra escuela. Un trabajo colectivo, es decir, un trabajo social, hecho de esos vínculos que se llaman sociales -porque no es bueno que ni el hombre ni la mujer estén solos-, donde, a pesar de algunos disgustos, lo diverso se puede pensar, no unidos, pero sí juntos. Este primer número es suficientemente pródigo en esa oferta. Su tema es equívoco, porque alude tanto a la inserción del psicoanálisis en la economía (en esa de la que se dice que gobierna el mundo producto), como a la inserción de la economía en el psicoanálisis (en ese que, de hecho, dirige cada analista, y cuyo resultado verifica y testimonia cada analizante, porque también es un hecho que otra respuesta no es prueba suficiente de algo real social, es decir, de algo que sea realizable si necesariamente es pensable, no unidos, pero sí juntos). Para mantener esa equivocidad, en este número se intentó dar solamente información. Ni en ella ni en él habita ninguna tesis. Se da información que se espera que atraiga "a los que están algo formados en su uso", en tanto leen y descifran noticias diarias, porque así admitimos juntos que no todo se deduce de nuestros libros, siendo, como somos, de vida diaria. Pero pasa que somos un diario que precisa del intento de textos que sean documentos sobre lo que realmente ocurre. No todo se deduce de nuestros libros, más allá del amor que tengamos por esa biblioteca (personal, la que cada cual tiene) cuyo embeleso fue confesado por el argentino Borges, para vergüenza admirada de tantos pensadores fríamente excitados según sus apegos a la Universal de Babilonia. No es hora de pensar para el Otro, la Historia, el Progreso... No es hora de pensar para estar unidos. Es hora de pensar si algunos más pueden llegar a concebir respuestas juntos, sin compartir ideales, admitiendo la diversidad en las maneras de gozar, hasta el borde tan sincero como real de lo insoportable..., que se discute tres veces antes de abandonarlo a su suerte, es decir, segregarlo. Fue sencillo, entonces, pensar un orden para los recursos con los que contamos, y que son los nombres de los lugares de trabajo que las secciones de la revista explicitan: Orientación lacaniana, Estudios, El pase, Clínica, Repercusiones, Polémicas, Documentos, Comentario de textos, Bibliografía. Este orden variará a partir de su constante, un poco, según las circunstancias, pero, tal como está, tiene mucho de escrito documentado sobre lo que se ofrece desde un ejercicio de la práctica psicoanalítica que trata de orientarse en la orientación lacaniana. Digamos, para simplificar, que ya es un poco tonto o canalla argumentar sobre lo total de esa orientación, cuando se trata de saber si cada analista podrá inscribir su orientación, como una entre otras, de una manera que resulte tan ética como real para el vínculo social. Apuesta, diríamos en nuestra jerga que, como cualquier otra, se hace odiosa. Seguramente no mejorará las cosas sugerir que como apuesta no es la de Pascal. Queda en pie, despejando tantas ideas que no son de inmediato para cualquiera, que la apuesta de cada cual, y la de esta revista también, es verificar si alguien quiere lo que una apuesta ofrece cuando no hay ni habrá nadie para hacer de banco banca. C. E. |