Colofón |
Número 22 |
Editorial |
Por Judith Miller Esta entrega testimonia el desarrollo de las Bibliotecas del Campo Freudiano, que por primera vez han asegurado una jornada propia en el marco del Encuentro Internacional del Campo Freudiano. Es una hermosa puntuación. Es también la demostración de la deuda inmensa que tenemos con respecto a Montserrat Puig que desde la creación de la FIBCF en 1992 veló sin cesar por ella. Su gestión tan rigurosa como discreta sostuvo los deseos más decididos, acogió todas las cuestiones, orientó a los recién llegados, solicitó los intereses, renovó los intercambios, veló por la realización de las tareas, casó las particularidades y mantuvo la unidad de los componentes de la FIBCF. Montse ha escogido permutar, y si otras iniciativas la esperan, podemos contar con sus consejos como lo prueba el modo amistoso y atento con el que ha trasmitido, tras el Encuentro internacional, la experiencia adquirida a Marisa Álvarez que toma el relevo. Ese Encuentro, el duodécimo, marcaba un corte con relación a los precedentes, necesario a causa de las transformaciones logradas por el conjunto del Campo freudiano: el desdoblamiento del Congreso de la AMP y del Encuentro internacional, permitió elaborar un trabajo propio de las Escuelas, que se refirió esta vez al efecto de formación, para estar a la altura de las exigencias de su estatuto, que se imponían con bastante insistencia en tanto cuatro nuevas Escuelas, la NEL, la ELP, la SLP y la NLS se añadieron a las cinco que ya reunía la AMP en el 2000. Esa Jornada de las Bibliotecas demostró la fuerza que puede tener la función de las Bibliotecas pero también su fragilidad actual. Su fuerza, en el momento en que Jacques-Alain Miller dirige sus Cartas a la opinión ilustrada, responde al deber de precaverse de aquello por lo que están amenazadas sin interrupción las instituciones tan pronto como encuentran sus cimientos, la autosegregación de la que Jacques Lacan subrayaba sus consecuencias desastrosas para el psicoanálisis en intensión. El callejón sin salida es despiadado en efecto para la doctrina analítica si los psicoanalistas, limitándose a una gestión cada vez más pesada de sus asociaciones, no tienen ninguna curiosidad por las ciencias afines ni por el contexto intelectual y político en el cual viven. El círculo vicioso se vuelve infernal, la gestión prima sobre la doctrina y la doctrina al esterilizarse no orienta ya la gestión. El rizo es cerrado, la autosegregación es inevitable. Con sus Bibliotecas, el Campo freudiano puede evitar esta desecación: son uno de los instrumentos que obligan a mantener una actitud rigurosa a propósito de las producciones de los colegas que inscriben el trabajo en su seno. De estas producciones, el Campo freudiano se hace responsable en el mismo momento en que no ignora que es a su propio riesgo que estos colegas publican un artículo, una conferencia, un libro o las actas de trabajos hechos en común. Responsable quiere decir aquí que lo devuelve al asegurar la discusión y el reconocimiento de los avances propuestos, la práctica del comentario, de la cual los colegas de la EOL tratan con familiaridad y supieron convencer a los demás, constituye desde este punto de vista una disciplina ejemplar. Asegura a las Escuelas y a las redes del Campo freudiano el ejercicio de lo que Jacques Lacan no vacilaba en llamar "censura crítica" en su Acto de fundación. Esta censura crítica por supuesto concierne también al conjunto de la literatura analítica, supone pues que el Campo freudiano se toma en ello interés por más extraño que le sea, a falta de lo cual se privaría de un instrumento esencial para la reconquista en la que encuentra su finalidad. El tema de la Jornada de julio de 2002, que demandaba nuestro interés por la noción de género y por los usos que engendra así como por las variaciones a las que da lugar, resultó propicio para esta dimensión de la reconquista del Campo freudiano y hay que agradecer a Graciela Brodsky que nos condujera particularmente a explorar -todavía muy poco sin duda- las tesis a las cuales los sectarios del gender son conducidos, apoyándose en los hallazgos de la genética. Que el Campo freudiano no apunte como la IPA a dorar el blasón del psicoanálisis por su pretendida consonancia con las investigaciones de la ciencia no significa que descuide esos descubrimientos sino que los sitúa como alimentando el flujo del empuje al Uno del discurso del amo mientras que es el reconocimiento del Otro como tal el que constituye el fondo de una clínica de la sexuación digna de ese nombre. El tema de la siguiente Jornada de Bibliotecas, en el marco del Encuentro de 2003 invita a perseverar en esta censura crítica: la epistemología de las instituciones psicoanalíticas nos conduce a aprender cómo los filósofos y los politólogos, incluso los pedagogos, intentaron y todavía intentan engalanar el malestar en la cultura y a conocer las diversas modalidades institucionales que el psicoanálisis en el curso de su historia inventó a tal efecto. El texto de Jacques Lacan sobre la psiquiatría inglesa es directivo al respecto. Las Bibliotecas contribuirán a recensar en la obra de Freud, la de Lacan y también los textos de otros psicoanalistas, lo que concierne al lugar del psicoanálisis en las instituciones que tratan los malestares que la ciudad padece en la persona de sus miembros. Esa reseña ciertamente no consiste en hacer ninguna llamada al ítem "instituciones de cuidados" en internet ni a ninguna otra cosa de este orden, sino en proponer lecturas que puedan tener una incidencia en la orientación lacaniana del mañana, y particularmente en contribuir al Programa internacional de investigaciones sobre el psicoanálisis aplicado de orientación lacaniana (PIPOL), puesto en marcha desde su anuncio en Bruselas por Jacques-Alain Miller. Queda desear que las Bibliotecas cuya inmensa mayoría nos abastecen de un trabajo precioso y vivo no olviden hacer compartir los resultados, ofreciendo un eco de ellos no sólo a la redacción de COLOFON sino también a la lista que hace lazo entre las Bibliotecas, y entre la FIBCF y el Campo freudiano. Marisa Álvarez asegura su agilidad. Deseemos que la permutación de la redacción de COLOFON sea la ocasión para la FIBCF de pasar a una nueva etapa, como permitió hacerlo el equipo precedente alrededor de Adriana Abeles, tanto por la calidad de los números cuya responsabilidad tuvo como por los cambios que alentó. El Encuentro internacional a cada lado del Atlántico dirá si este deseo toma efecto en la experiencia. PS. Un acento especial tiene que ponerse sobre las donaciones hechas en julio de 2002 a las Bibliotecas del Campo Freudiano en construcción, cuya ocasión se da tradicionalmente en el Encuentro internacional, para dar las gracias a Anne-Charlotte Gauthier que se ocupó de ese encargo en la ECF. Encontraron así su amplitud las atenciones que revistas y Escuelas toman para el trabajo que construye el Campo freudiano allí donde todavía tiene que afirmar su lugar. |
Traducción: Javier García Orcero |