Colofón |
Número 18 |
La musica |
Por Adriana Abeles Presentación En primer lugar, llamamos música a aquel sonido cuya regularidad puede ser reconocida individualmente. Se diferencia, pues, del ruido, que es un sonido irregular. La música aporta la regularidad y también el entusiasmo, afirma Lacan, quien cita a Nietzche. Ditirambos dionisíacos es el único libro de poesía que deja publicado Nietzsche antes de su entrada a la locura. El título hace referencia a las fiestas celebradas en honor a Dionisos. Cabe agregar que en El Seminario 7 Lacan habla de los "arranques dionisíacos" que la música es capaz de producir. Las fiestas dionisíacas se realizaban en varios lugares de Grecia, especialmente en Atenas, y comprendían procesiones de bacantes, ménades y tíadas, como se denominaban las mujeres devotas del dios, que llevaban el tirso o varita sagrada y se adornaban con guirnaldas de hiedra. En estas fiestas se bebía en abundancia y se cantaban himnos llamados ditirambos. También puede mencionarse a Aristóteles, para quien la música se relaciona con la matemática, con la métrica. Y es posible vincular esta métrica con los afectos, con el entusiasmo y aun con la felicidad, que son referencias de Lacan. Esta concepción esta contenida en el origen mismo del ditirambo. Esto que fue triambos - justamente, la repetición de ese verso sostenido por la música - y que dará origen al tragus de lo trágico. En términos clásicos el tragus es precisamente el daimon o la felicidad. En términos pre-clásicos, remite al bramido del macho cabrío. Articulando las referencias a Aristóteles y Nietzsche, digamos que la música está entre la métrica y la felicidad, más aún, es una métrica de la felicidad; se trata de la exaltación y la dicha. He aquí algunos versos de Ditirambos dionisíacos de Nietzsche: Por resbaladizos caminos rocosos ………………………………………………… Baila sobre mil espadas, ¡Tomemos un capullo Recordemos otra referencia de Lacan a Nietzsche: el ornamento es una posibilidad que la música brinda, según testimonios de la música barroca; orna, por lo tanto, pliega y, en tanto pliega, puede desplegarse. Continúa Nietzsche en Ditirambos dionisíacos: ¡Vete, música, vete! ¡Deja que las sombras se espesen y crezcan hasta ser bruñida y tibia noche! Buenos Aires, noviembre de 2000 |