Colofón |
Número 17 |
Editorial |
Por Judith Miller Este número 17 aparece al fin, con dos años de retraso. No se parece en nada al número casi acabado que en 1998 no pudo ser publicado. 1998 fue para el Campo Freudiano una año en el que descubrió que albergaba en su seno a sus enemigos, quienes, trabajando en contra de los fines del Campo Freudiano, como se sabe, no pudieron esconder por más tiempo su juego. ¿Y después? Después las Bibliotecas de la Federación Internacional del Campo Freudiano han seguido un trabajo de fondo y a veces inventivo, como lo testimonia esta entrega de Colofón. En efecto, es a la Biblioteca madrileña a la que debemos este compenio que trata de la amistad. Nos ha parecido que este tema venía en el momento oportuno. Es una suerte que en este número, un amante de los libros como Antonio Ramírez, en quién la F.I.B.C. y el Campo Freudiano con ocasión del X Encuentro Internacional encontraron un amigo, pueda ilustrar un anudamiento del lazo amistoso. Sin duda son poco numerosas las Bibliotecas del Campo Freudiano que pueden asegurar una serie de veladas tan coherentes y tan interesantes como las que nos ofrece la Biblioteca de Madrid. Esta es desde luego la segunda razón de la elección de este número. La tercera completa la segunda: el equipo de la Biblioteca, sensible a las ponencias de los autores que invita, los toma en serio; también desean que circulen más allá del auditorio de una tarde, procurándose los medios al plegarse a las exigencias de su edición. Que sean dadas las gracias a Marisa Alvarez, Pilar Gonzalez, Mirta García Iglesias, Graciela Amorín, Pía López Herrera, Elisa Zamorano y Elizabeth Matusevich. Y ahora le corresponde a las Bibliotecas, preocuparse no sólo de la renovación de sus actividades, sino también de continuar el camino trazado por Colofón. Deseamos consagrar los números siguientes a tres temas que ya están en preparación: la música, la locura y la clínica de las psicosis. Todas las contribuciones serán bienvenidas. Finalizaré con un testimonio personal, uno entre otros, que me convence de la contribución que las Bibliotecas aportan a la construcción del porvenir del psicoanálisis. Desde julio de 1998, el Campo Freudiano ha emprendido el trabajo de reconquista deseado por Jacques Lacan en Europa del Este. Esto nos ha conducido a construir los primeros anaqueles de una Biblioteca que responde a los principios de la F.I.B.C (abierta al público, de orientación lacaniana). A medida que los clínicos están mas interesados en Freud y en Lacan nuestras estanterías son cada vez mas consultadas. El número de préstamos puede funcionar como un termómetro del arraigo del psicoanálisis en la cultura y en la práctica de cada uno de los países en dónde comienza a echar raíces el Campo Freudiano. El Otoño pasado, en Sofía, al atardecer, dispuse de una hora sin tener que trabajar, en la que pude conversar amigablemente con una colega, pediatra de formación, que me hablaba de su fatiga extrema, al mismo tiempo que me explicaba el motivo: la lectura de un libro de Winnicott le hacía perder el sueño, pues por primera vez se encontraba con un libro de estudio, frente al cual, se dijo, "esto no es la verdad". Me pregunte entonces si yo todavía era capaz de ser despertada de esa manera por una lectura, es decir, si todavía leía. París, Junio de 2000 |