Serie "Testimonios y Conferencias" |
La experiencia del psicoanálisis |
Prólogo |
Por Gabriela Dargenton Que una experiencia psicoanalítica tiene un principio y un final, es una cuestión planteada en el seno del movimiento psicoanalítico ya desde su creador: Sigmund Freud. Sin embargo, que esta experiencia se haga transmisible en su lógica a la comunidad analítica tanto como a la comunidad científica es algo que le debemos a la enseñanza de Jacques Lacan y a la puesta en marcha, por Jacques-Alain Miller, de los dispositivos que lo posibilitan en las Escuelas de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Una pregunta siempre vigente será: ¿por qué la experiencia de un psicoanálisis, que es una experiencia íntima, de lo que se le puede decir a uno solo, puede pasar a ser transmitida a todos? ¿Cuáles son los resortes de ese pasaje? Es la invención de J. Lacan del dispositivo del pase lo que la Escuela oferta para todo aquel que quiera transmitir, poniendo a disposición de ella, el modo en que su transformación subjetiva lo llevó del sufrimiento inicial a volverse psicoanalista. Cuando esto ocurre, y es verificado por la Escuela a través del dispositivo que lo prueba, la Escuela otorga el título de Analista de la Escuela (AE). Lo hace a aquel que ha dado las pruebas necesarias y suficientes de que aquella transformación pudo demostrarse a partir de los resultados de una experiencia psicoanalítica. Otro tiempo se abre, a partir de allí, para quien alcanzó ese título. Es el tiempo de ofrecer a la comunidad el testimonio de cómo esos resultados, esos efectos de saber y de deseo, que extrajo de su análisis personal, trabajan en el analista mismo, en el interior mismo (le su posición de sujeto. El texto que entonces se escribe a partir de allí demuestra cada vez aquella transformación. Este libro, segundo de la serie de los testimonios, recoge el trabajo que Guillermo Belaga ha entregado a la comunidad durante su función como Analista de la Escuela en el periodo que va desde octubre de 1999 hasta octubre del año 2002. A lo largo de todo el texto el lector podrá encontrar entre líneas, tácitamente, el modo en que el autor bordea la transformación que el pase le produjo rapto en su dimensión de acto como de hecho institucional. El análisis minucioso que desarrolla sobre las consecuencias de aquel acto van desde las que se inscriben en la práctica clínica, en la relación al saber textual y referencial, en la pertenencia a distintas comunidades de trabajo (la pasada, la actual, la hospitalaria, la política, la de las marcas del Ideal, etc.) Basta las del amor, la paternidad y límite mismo de su posición ética (estilo) como AE, allí donde: "Sólo es eso, o todo gira alrededor de nada trás que eso". Algunas vías se recortan en su iteración para situar el centro, que es el resto fecundo que lo trabaja: "el pase como salto", "la referencia vacía", "el deseo del analista v los efectos de creación", "el superyó y sus figuras". Es así que el texto no sigue el orden cronológico de sus ponencias, sino que tiene una fuerza centrípeta que va de "los fines", como efectos de enunciación, hacia "las razones": el núcleo de su transformación en el testimonio de la experiencia analítica. De allí entonces las "lecturas" recorren desde su experiencia personal las nuevas perspectivas de los lazos que inscribe a la ciencia y a la Escuela, para que en el cuarto capítulo, "La experiencia de la Escuela", interrogue y cerque las relaciones posibles entre lo más íntimo de una identidad al final de un psicoanálisis en su lazo al Otro. Podrá el lector encontrar, seguramente, el hilo imperceptible que sin embargo colorea todo el texto: "Si hay algún despertar fugitivo a lo Real, estará pues marcado por la pulsación del amor al síntoma". |