Volúmenes de las Jornadas |
El peso de los ideales |
Seminario de investigación "Introducción al post-analítico" |
El siguiente es un extracto del Seminario de Investigación Introducción al post-analítico dictado por Jacques-Alain Miller en el marco de las VII Jornadas Anuales de la EOL El peso de los ideales llevadas a cabo en Buenos Aires los días 30 y 3l de octubre y 1º de noviembre de l998. "Hablando de post-analítico, se introduce una manera quizás inédita, por lo menos en la investigación, de pensar nuestra experiencia. Y debemos tratar de verificar qué fenómenos, qué datos nos permite reunir este concepto transitorio, este instrumento. Trataremos de oponerlo a otros conceptos y a otros conjuntos de datos. Se trata de una suerte de experiencia de pensamiento y de trabajo. ¿De qué disponemos para empezar? Sólo de una pregunta: ¿qué es lo que pasa con el sujeto después del análisis? Esa es la pregunta del analizado, del que ha sido analizado. ¿Qué pasa con el que ha sido analizado, el que ha pasado por el discurso analítico? Propongo tomar esta pregunta con la máxima apertura; a tal punto que , si lo tomamos así, el pase mismo aparece como un caso particular, por supuesto un caso eminente en la evaluación de lo que ocurre con el sujeto después del análisis. Pero se amplía mucho hasta tocar al analista como practicante y también al analizado no practicante. No es exactamente la misma problemática que la del fin del análisis. La problemática del post-analítico me parece que desplaza la problemática del fin del análisis. La prolonga y la desplaza. Es como una invitación a nosotros mismos, desde el campo analítico, para hacernos cargo del sujeto después del análisis. Por supuesto, hay algo límite en esa interrogación, pero es lo que Lacan ha abierto con el pase. Pero no se limita al pase; tiene su fundamento en el pase pero no se limita a él. He encontrado una suerte de verificación de esta perspectiva, por lo menos he encontrado a otro que lo planteaba así, de manera independiente, leyendo un pequeño texto de Eric Laurent fechado el l2 de octubre, y que me ha dado justo antes de que viniera aquí. Es un texto que empieza precisamente con la frase: 'El momento del pase es una conclusión pero también un comienzo.' Eso resume exactamente lo que yo trataba de abrir. Es decir que, en lugar de pase y punto, ponemos un etcétera. Como lo señala Lacan a propósito mismo del pase, para lo clásico en el psicoanálisis, para las sociedades de la IPA, en el año '67 por lo menos, lo que se trata en el pase ya estaba -en esta perspectiva- como un más allá del psicoanálisis. Un más allá del psicoanálisis del cual el psicoanálisis no podía realmente hacerse cargo. Lacan desmentía eso. Y nosotros consideramos que el psicoanálisis, de un cierto lado por lo menos, tiene que hacerse cargo de las consecuencias del análisis, que no podemos no tener una dimensión de investigación de las consecuencias del psicoanálisis. Lo cual llega muy lejos y plantea una dificultad, porque son consecuencias del análisis que no podemos abordar por los medios propios del análisis, por la estructura del discurso analítico. Podemos descartar estas consecuencias, dado que no podemos utilizar nuestros medios habituales, o -y esa es la propuesta actual- tratar de hacernos cargo de ello con la falta de medios clásicos. Tenemos el ejemplo de Lacan que inventó un dispositivo propio, el del pase, para hacerse cargo de algunas de estas consecuencias. Lacan no dudó en suplementar la estructura del discurso analítico con otro dispositivo enganchado en el discurso analítico, para hacerse cargo de esas consecuencias." A continuación, un extracto de la ponencia de Javier Arambura Del ideal al síntoma, un cambio de orientación presentada en las VII Jornadas Anuales de la EOL El peso de los ideales llevadas a cabo en Buenos Aires los días 30 y 3l de octubre y 1º de noviembre de l998. "... para Freud, en Psicología de las masas..., el Ideal es el lugar donde se colectiviza, se hace masa. Estas masas se valen del Ideal, pero es necesario destacar que el Ideal no se funda en ellas sino, al contrario, el jefe, la masa, se fundan en el Ideal. El Ideal freudiano subsiste como instancia identificatoria y narcisista en cada uno, haya o no masa; el Ideal es el principio de la masa pero no se reduce a ella. También podríamos decir que hoy esa función colectivizante que un jefe ocupa, tomado por el Ideal, ese lugar no se cumple, sus funciones parecen más administrativas, burocráticas o de rápida rotación, creyendo que con esto nos salvamos de la dependencia y el sometimiento a los líderes y a la autoridad. Pero lo importante es que el lazo entre el Ideal como instancia psíquica y los ideales como nexo con el Otro colectivo y normativizante garante de la razón colectiva universal, parece haberse cortado suponiendo sujetos autónomos. Pero, el Ideal, sobre eso debemos también a Lacan su esclarecimiento: es el fundamento de la identificación constitutiva del estadio del espejo. El gesto de correr el centro del ser de la percepción conciencia, de la razón, radicalizado por el pragmatismo, que nos hace decir que el Otro no existe, ¿es suficiente para que podamos decir que el Ideal como instancia psíquica ya no opera? ¿Es que ya no nos miramos desde ningún lado? J.-A. Miller dice: 'La identificación que cuenta, la que comanda, no es del orden de lo observable sino de lo deducible, es más bien de orden lógico. Así pues, se trata de captar en lo que el sujeto dice desde dónde se identifica. Veremos surgir entonces los diferentes espejismos que el sujeto muestra y comenta en el análisis. La sentencia de Lacan 'Tú no me ves desde donde yo te miro' subraya, justamente, esta separación. Este desde dónde es lo que Freud, gracias a Lacan, llamó Ideal del yo.' Estas preguntas debieran hacernos pensar nuevamente el estadio del espejo y el sistema de identificaciones que constituyen la trama del sujeto, porque el Ideal como instancia simbólica no es totalmente conciente. Actúa, pues, sin que sepamos desde dónde actúa, por ello -nos recuerda Miller- no es del orden de lo observable sino de lo deducible. No es reducible por tanto a la percepción conciencia ni a la razón, no es igual a los ideales, a la aspiración altruista de ser mejores. Sin embargo, el lugar desde donde el Otro me mira y desde donde creo verme, desde donde puedo decir que tengo un cuerpo, es decir, donde puedo asegurarme mi pertenencia al orden de los semejantes, parece hoy en crisis. Los sujetos creen mirarse desde donde se ven; manía de la imagen. El precio de esto es un goce extraviado, sin Otro para situarlo, por la dispersión de los S1 que dejan al cuerpo en la angustia y al sujeto en el fastidio y la pesadumbre de una comunidad uniana; sin supresión, como dice Lacan en Televisión: 'Aún si los recursos de la supresión familiar no fueran verdaderos habría que inventarlos y de ello no nos privamos. Eso es el mito, la tentativa de dar forma épica a lo que se obra de la estructura.' Parece que los mitos que se construyen en la actualidad son mitos de autoengendramiento del sujeto transformado en yo ideal; se es el cuerpo que se tiene, el sujeto se nombra a partir de los objetos que posee para salir de un deseo anónimo, efecto de esta destitución del Otro. Sabemos que la función del Ideal da el marco simbólico a la constitución del campo imaginario del yo ideal, pero para ello es necesario que el punto del Ideal no se confunda con el espejo mismo ni con lo que en él veo. El Ideal, para que opere, no debe ser degradado a lo imaginario, debe permanecer como un punto exterior al reflejo mismo de los espejos, pues en ese caso no podría saber ya si me devuelve su propia imagen y yo sería transparente o al contrario sólo refleja mi cuerpo reproducido infinitamente a la manera de los espejos paralelos-borgianos. Un mundo siniestro, claustrofóbico, es también el origen de todos los fenómenos de doble, despersonificaciones, cuerpos fragmentados, de las anorexias y bulimias, y otros síntomas modernos; se desorganiza el campo de la representación, se borra la diferencia entre imagen real e imagen virtual. El Ideal pasa a ser un mero otro, un semejante rival; el padre imaginario, degradado, un congénere sin autoridad reemplazado por los comités de ética o el derecho universal. El Ideal es pues una instancia simbólica constitutiva del yo ideal, la ficción de una totalidad desde donde localizo esa mirada, desde donde me veo o me pienso, desde fuera de mi yo ideal. 'El punto del Ideal del yo es el punto en el que el sujeto se verá, según dicen, como visto por el otro -esto le permitirá sostenerse en una situación dual satisfactoria para él desde el punto de vista del amor'- ubica Lacan en El Seminario sobre Los cuatro conceptos... Es lo que permite no reducirse a un cuerpo, habitar un espacio discriminado pero también un cuerpo erotizado. El amor nace de esa dependencia al Otro, es para esa mirada que busco ser amable, para capturarla pues no se trata sólo del espacio cartesiano del cuerpo como mecanismo, ni sólo como forma, sino del sujeto deseante. Ya aquí tenemos problemas pues en tanto es la mirada del ideal la que constituye mi yo ideal, cualquier semejante que para mi aparezca en el centro de esa mirada, tomará por ello el lugar de mi yo ideal, será él, entonces, mi yo ideal, el otro, un semejante, quien logra el dominio, la perfección buscada en esa mirada. Cualquier semejante en esas condiciones podrá despojarme de ese yo ideal, de mí mismo. Así pues, será: yo o él; la agresividad, la envidia, están aseguradas entre los semejantes." |