X Jornada de la Red2025-06-16T21:52:52+02:00

BOLETINES

Enredos # 12025-06-16T21:14:39+02:00

Graciela Musachi, Déborah Fleisher y Graciela Lucci nos acompañan en este número con sus contribuciones

Feminidad al palo, por Graciela Musachi

«Yo no necesito el pene para gozar» dice una analizante que argumenta sobre sus dudas sobre su feminidad. La frase no puede responder más que por la significación fálica: en la elisión de «tener» (yo no necesito tener el pene para gozar) o en la negación (yo necesito el pene para gozar). Y es lo que queríamos demostrar: no hay respuesta más que la del sujeto del goce. Sin ninguna vacilación, otra (lesbiana) que planifica tener un hijo, decide ver a un analista cuando su ginecólogo (que apoyaba su demanda) vacila ante un enredo relativo al amamantamiento. Esta vacilación macho confirma la afirmación que Lacan recoge de Jones: si, para saber la verdad del hombre, hay que buscar a su mujer, para saber la verdad de la lesbiana hay que buscar al hombre y siempre se lo encuentra –agrega. No hay modo de escapar a la significación fálica, ni siquiera con el recurso a la botellita de semen. En el primer caso, era la madre (quien empujaba a que su hija fuera una máquina de co…ser) la que estaba en juego y la respuesta del sujeto era (no) gozar con todos o con ninguno. En el segundo, se anuda la versión del padre con el amamantamiento por un encuentro con el goce de un falo anal. Dado el silencio en el que trabaja la pulsión, la feminidad sólo se sitúa en el litoral establecido por algunos semblantes. (El caso pertenece a A Daumas)

Weib, frau, mutter, por Deborah Fleischer

La palabra weib en alemán significa hembra. Cuando se le dice a una mujer weib, para muchos es peyorativo, descalificador y generalmente tiene una connotación sexual, como cuando acá decimos mina.

Cuando se habla en forma amable se usa la palabra frau, que es señora, es una forma respetuosa de decir mujer. Sin embargo femineidad se dice weiblichkeit.

Es entonces paradojal que tenga estas dos connotaciones, salvo que pensemos que femineidad está acoplada al deseo. Si se dice bella mujer y se acopla bella a weib tiene un sentido sexual que la palabra frau no tiene, como cuando marqué lo de «respetuosa». Por otra parte mutter es madre, está en juego ahí la procreación que no necesariamente está unido al ser mujer, en esta época en la que se habla de transgenero.

El gozo-ausencia, por Graciela Lucci

Lacan en su última enseñanza revisa el concepto de goce femenino, lo transforma en el régimen de goce «como tal» que es el goce no edípico concebido en tanto sustraído. Es el goce reducido al acontecimiento de cuerpo, aísla una fracción de goce que es insimbolizable, indecible, guarda afinidades con el infinito.

Ubicar el «gozo-ausencia» como otro goce del no-toda, y que considero está en sintonía con lo indecible y lo insimbolizable. Lacan en el Seminario 19[1] ubica, «Ella….. su modo de presencia es entre centro y ausencia.» Define al Centro: como la función fálica .Y a la Ausencia: como lo que permite dejar de lado eso que hace que no participe de aquella.

Eric Laurent[2] en relación al testimonio de Silvia Salman, denomina como gozo-ausencia, una ausencia para sí misma, un gozo-ausencia con el significante, (no quedarse en él, siempre escapar).

Propongo, entonces, pensar al gozo-ausencia, como un goce femenino silencioso, que no puede ser puesto en palabras pero que a la vez no se lo puede negativizar, es rebelde a la significantización.

 


 

[1] Lacan J. Seminario 19, página 118, edit. Paidós.

[2] Laurent E., Comentario de Eric Laurent, Revista Lacaniana 14, página 118.

Enredos # 22025-06-16T21:19:17+02:00

La X Jornada de la Red de la EOL está en marcha, en este camino hoy nos acompañan Silvia Salvarezza (Neuquén), Liliana Aguilar (Córdoba) y Rosa Apartín con sus contribuciones

La decisión de Erre, por Silvia Salvarezza

«(…) Un milagro de Año Nuevo: una mujer entregó al hospital una beba encontrada a la vera del camino. Sus continuas visitas al nosocomio y ciertas declaraciones, hicieron sospechar al fiscal, sobre la posible maternidad. Sus miedos a perder el trabajo dada su situación de vida, la hicieron tomar esta determinación.» *

Subsistir, en este sistema de producción, para algunos no es fácil. Desocupación, prisa por insertarse en otros mercados laborales empujaron a Erre -extranjera con una precaria situación migratoria -a tomar esta drástica solución. En principio fue aceptada pero inmediatamente enterado y perturbado por el falso testimonio, sus vecinos la condenaron. La justicia no le imputó delito, cerró el caso. El discurso social, un periodista, en la particularidad de lo sucedido, llevó a interrogarme: Ella deja caer un objeto, entrega a su hija ¿Es un acto sacrificial de renuncia en aras de priorizar su trabajo? La sombra de la madre recae sobre la mujer, ni toda madre, ni toda mujer, es cierto pero ¿Cómo es su manera de leer la castración? Y por último, la maternidad ¿Qué forma toma para Erre, el cruzar la feminidad?

 


 

* Nota del diario LMNeuquén 02-01-14

El amor femenino, su incidencia en el siglo XXI, por Liliana Aguilar

«La posición femenina en el amor va a contrapelo del individualismo de masa»
(Eric Laurent. Conferencia Jornadas EOL 2012)

La discordancia, suficientemente señalada por Freud, entre los intereses culturales y los de las mujeres es algo que se pone en evidencia privilegiadamente en el amor, en lo que ellas hacen por amor, en lo que hacen en nombre del amor. El amor femenino, ese que algunas veces suele reconocerse un poco «loco» sobre todo por las concesiones que está dispuesto a hacer, no se deja reducir fácilmente a los discursos que se le imponen, poniendo en evidencia así una dimensión indomesticable, incivilizada que se pone en cruz frente a la dominación del Otro.
En el siglo XXI, el amor pareciera estar enmarcado entre dos tipos de discursos: por un lado, el individualismo que sobre la base de un hedonismo moderno propone hacer del amor un contrato igualitario cuyas cláusulas estarían en condiciones de evitar lo inevitable. Por otro lado, tenemos las neurociencias que en conjunto con el cognitivismo nos proponen el santo remedio. El enigma de la feminidad podrá ser develado y los impasses del amor superados a partir del estudio y de la manipulación de los cerebros humanos. Las enamoradas vienen en este punto a romper estos esquemas haciendo valer esa dimensión un tanto inapresable del amor, que entiendo que tiene que ver con eso que hace a lo particular del estilo erotómano de sus amores: apuntar a lo más singular del Otro para volverse su síntoma.

El estrago del lado femenino como la otra cara del amor, por Rosa Apartin

Freud acentuó como en la relación madre hija el odio hacia la madre se da con una diversidad de reproches por la intensidad del amor y su decepción. El estrago en las mujeres, se da como la otra cara del amor, su cara más radical, que elude la palabra, tornándose hacia el goce, en un dar todo sin límites, así como la demanda de amor, que retorna (más pide el amor, menos el otro lo da.). ¿Qué es el estrago? Lo encontramos como reivindicación fálica donde se pone en juego el significante del deseo y también como rapto vinculado al cuerpo, del que puede ser sustraído, y tiene que ver con perder la imagen de su cuerpo en el deseo del Otro. El ejemplo extremo es El deslumbramiento de Lol V Stein de M. Durás, donde aparece la devastación, el saqueo, que no conoce límites, a lo que puede llegar una mujer cuando otra le arrebata el hombre amado, donde ella es raptada de sí misma., y atraída a la vez por el deslumbramiento de su partenaire . De ahí que del lado femenino, la estructura del no todo produce que la respuesta o no de su pareja-síntoma sea vivida como pareja-estrago.

Enredos # 32025-06-16T21:22:45+02:00

Las X Jornadas de la RED de la EOL, ya están llegando, llegan los abstracts, los trabajos para las mesas simultáneas, los invitados a las Mesas Plenarias han confirmado su presencia, hoy les acercamos las contribuciones de Elsa Maluenda, Marcela Molinari y Susana Goldber

Modos de enredarse con lo femenino, por Elsa Maluenda

Una forma de enredarse con lo femenino toma la forma de la búsqueda de la Otra para las histéricas, hacer existir esa Otra que le permita aliviarse de tener un cuerpo sexuado.

Una mujer joven en las entrevistas preliminares se quejaba porque su novio la dejó por una compañera de trabajo. Sin embargo había sido ella quien, una y otra vez, había empujado a su partenaire para que la invitara a salir, para que la acompañara a determinadas actividades que no le interesaban.

Por otra parte en las psicosis el empuje a la mujer puede alcanzar lo real del cuerpo, como en la película Tiempo de Kim-Ki-Duk, donde una mujer recurre a la cirugía plástica, no para ser más linda sino para ser otra, porque supone que su novio estará aburrido de ver siempre la misma cara.

Amores enredados, por Marcela Molinari

En tanto se ama, los espejismos velan la castración y fluye la ilusión de completud en la pareja. Pero sabemos que a poco de andar, esta frágil ilusión de unidad se quiebra.

En todas las épocas ha existido el malentendido en el amor, mujeres y hombres se han encontrado con ello, el padecimiento a veces alimenta tales vínculos. Actualmente el significante «violencia de género» da cuenta de un fenómeno que identifica y agrupa a muchas mujeres.

Sabemos de la imposibilidad de la simetría sexual, el ser hombre y el ser mujer se define por la posición del sujeto con relación al Otro y al objeto.

Lacan nos dice que la mujer es una raza, el racismo en términos generales para la mujer y para el hombre aparece conectado a un modo de goce. Se odia la manera particular en que el Otro goza, significa que goza de otro modo.

Con estas referencias de brújula, tal vez podamos estar acorde a las demandas actuales, época ligada a cierto desborde pulsional donde leemos y escuchamos mujeres enredadas con la violencia.

Pubertad. Encuentro con el Otro sexo, por Susana Goldber

Pubertad, tiempo de conmoción. La inminencia del encuentro con el partenaire sexuado prepara el camino para el encuentro con el Otro sexo. ¿De qué Otro se trata? Para varones y mujeres el encuentro siempre es con el Otro sexo. Se trata de un goce Otro que el fálico que es el goce femenino. Goce supuesto del que nada puede decirse, goce enigmático que excede al falo y que Lacan denomina goce suplementario.

¿Por qué el sujeto deberá abandonar el goce del propio cuerpo, del Uno solo, el goce solitario y articularse al cuerpo del Otro?

Por un lado hay un empuje del discurso social, del Otro social, que promueve el encuentro sexual. Por otra parte el goce del Uno fálico falla en hacer un goce Todo, porque está afectado por la castración.

Es porque irremediablemente el Uno falla que hay apertura al Otro sexo. De esta manera se abre la posibilidad de embrollarse con lo Otro. Ese Otro goce está simbolizado por un cuerpo que vale como metáfora del Otro. Pero para abordar al Otro simbolizado por un cuerpo es necesario la mediación del cuerpo imaginario y de la palabra. El cuerpo imaginario es lo que interviene entre lo Uno y lo Otro, es lo que permite acomodar el goce fálico a lo Otro.

Implica todo un trabajo psíquico que el goce del Uno se abra al Otro, como también lo es la puesta a prueba del nuevo uso del fantasma.

La pubertad es un tiempo de desamparo donde se prueban distintas respuestas que en el mejor de los casos, labran el camino de la puesta en función de la condición de goce para abordar al partenaire amoroso. Así, cada quien, con su libreto fantasmático, inaugurará la forma singular de participar en los enredos de la comedia de los sexos.

Enredos # 42025-06-16T21:28:02+02:00

Las X Jornadas de la RED de la EOL, ya están llegando, llegan los abstracts, los trabajos para las mesas simultáneas, los invitados a las Mesas Plenarias han confirmado su presencia, hoy les acercamos las contribuciones de Elsa Maluenda, Marcela Molinari y Susana Goldber

La bicicleta verde, por Lisa Erbin

La bicicleta verde es el título de una maravillosa película, dirigida por una mujer árabe, que nos sumerge en el tema de nuestras Jornadas. La pregunta de «¿Qué quiere una mujer?» se puede ir leyendo tras el hilo del recorrido de una niña//mujer que cuestiona lo permitido y prohibido orientada por su deseo. No todas iguales, no culturalmente ni biológicamente determinada. Da cuenta de cómo encontrar e inventar una posición femenina bien propia siempre será por la vía de transitar ciertos «enredos».

El enredo femenino, entre la esencia y el concepto, por Paula Husni

Las mujeres, entre nosotras, tal vez no debemos usar palabras tan grandilocuentes, basta con que guardemos silencio y escuchemos con aspecto inteligente sus discursos (…). Nosotras conocemos la esencia. Ellos conocen los conceptos. A menudo, ambas cosas no coinciden.»[1]

Sándor Márai plasma así de un modo certero lo que Lacan formalizó con las fórmulas de la sexuación asiéndose de los restos aristotélicos. Casi como la costilla de Adán, el no todo femenino toma cuerpo a partir de un resto; estableciendo un modo de goce que se transformará en el régimen del goce como tal.[2]

on qué se enredan las mujeres? Si el falo funciona como límite, el goce femenino desamarrado del falo, puede enloquecer pero no enredar. En tanto los enredos son con el sentido y la verdad, lo que enreda es el lado masculino ya que establece una lógica de conjunto limitado y contable.

Si es esta lógica la que da cuerpo al texto del fantasma desde donde se sostiene el superyó femenino, aquí la indicación de Lacan es refutar, inconsistir, indemostrar, indecidir. Consentir a aquello que «no coincide» permitiría una otra relación con el no todo femenino que, haciendo lugar a lo infinito del goce, no se pierda en los enredos con el falo. ¿Apertura al sin salida freudiano para lo femenino que no sea por la vía del padre?

 


 

[1] Márai, Sándor – La Mujer Justa – Editorial Salamandra, Pág. 62.

[2] Miller, J.-Alain. Clase n° 5, «El Ser y el Uno». Inédito.

Detrás de la madre buscar a la mujer…detrás del padre, al hombre, por Ivana Bristiel

En la maternidad, ligada a la lógica fálica, el más allá del falo se pone en juego mediante la «x» que representa el enigma del deseo materno en la metáfora paterna. Allí caerá la interdicción paterna otorgando una significación siempre fallida, pues la carencia del padre no es una excepción sino la regla que hace síntoma. La parte del deseo sin ley que escapa a dicha operación se cuela en la relación madre-hijo, sea del sexo que sea, por ello Lacan afirmará en el Seminario 17 que el deseo de la madre siempre produce estragos. El estrago no es un accidente clínico sino que es estructural, y pone en primer plano la necesidad de la división entre mujer y madre para que el niño no quede atrapado como objeto tapón que satura la falta en la que se sostiene el deseo femenino. Debe haber en el deseo «una condición de no-todo: que el deseo de la madre diverja y sea llamado por un hombre. Y esto exige que el padre sea también un hombre»[1], que una mujer siga siendo la causa de su deseo.

 


 

[1] Miller, J-A. «El niño, entre la mujer y la madre», Virtualia 13, Revista digital de la Escuela de la Orientación Lacaniana, Junio – julio 2005.

MESAS PLENARIAS

Apertura

, por Mirta Berkoff» open=»no» awb-switch-editor-focus=»» class=»» id=»» fusion_font_family_title_font=»» fusion_font_variant_title_font=»» title_font_size=»» title_line_height=»» title_letter_spacing=»» title_text_transform=»» title_color=»var(–awb-color8)» hue=»» saturation=»» lightness=»» alpha=»» fusion_font_family_content_font=»» fusion_font_variant_content_font=»» content_font_size=»» content_line_height=»» content_letter_spacing=»» content_text_transform=»» content_color=»var(–awb-color8)»]

Hemos situado lo femenino en una zona de irremediable silencio de la existencia a la que responde todo ser hablante. Vacio que lo habita y lo hace hablar.

Es porque no puede decir la ausencia que el ser hablante teje a su alrededor. Se enreda con lo simbólico tratando de alcanzar lo real y no hace más que embrollarlo Lo femenino no se deja dominar. A porfía del significante, tiene afinidad con la letra en su sinsentido radical.

No estamos, como dice Miller en su curso el «Ser y el Uno»[2] en el terreno de la castración, ni en el de la prohibición – recuperación de un goce, sino en el terreno del goce como tal, de un goce sin límite.

Opaco al sentido perturba tanto al hombre como a la mujer enredados en encontrar un modo de vivir con ese goce inhumano .

Eso es lo que hoy nos convoca, detenernos en los enredos y también en los arreglos que cada sujeto puede hacer con el goce que lo extravía.

Que no todo responde a la vertiente del Nombre del Padre es ley para todo ser parlante sin embargo las mujeres por no estar tan comprometidas con el falo, pueden nadar más a sus anchas en la lógica del No-todo . Aunque también sean más propensas a quedar atrapadas en un estrago que toma el giro de la pulsión de muerte, en la entrega sin límites en la locura amorosa o en la ferocidad del Superyo que llama a gozar más allá de toda regulación fálica.

Nos detendremos hoy en las irrupciones de goce y los desenfrenos así como en las soluciones que encuentran una por una. Por ejemplo, del lado de las cirugías o de la maternidad.

Lo simbólico , decía, enreda lo real al que podemos acceder sólo através de construcciones secundarias. Lo son el binario hombre mujer, pero ¿en el desorden actual de la sexuación los seres vivientes pueden estar hoy repartidos tan nítidamente? Cuando el goce no pasa por las mediaciones simbólicas que el Edipo ponía a su disposición ¿es tan fácil ubicar hoy en día a aquél que no experimenta el goce fálico y quiere liberarse del error que transladó a lo real corrigiendo su anatomía o cambiando su nombre?,

La cultura ha sido armada para controlar lo femenino, lo ha rechazado instituyendo el fantasma fálico. Ahora en la época del Otro que no existe la atadura fálica desprestigiada parece dar lugar a cierta aspiración a lo femenino través de la feminización del mundo, ¿ podemos anticipar cómo será la mujer promediando el siglo cuando hoy «una niña se impone a su madre con mano de hierro»?[3]

Como decía Miquel Bassols en la entrevista recientemente publicada por EOL postal [4] estamos en un momento donde la presencia de lo femenino y de la mujer cambia los ejes de las coordenadas del sujeto contemporáneo en relación a su goce.¿ Cómo entender el nuevo lugar de lo femenino en la experiencia subjetiva?

«Lo femenino no es sólo asunto de mujeres»[5] Lacan no explora el más allá del Edipo sólo en beneficio de la mujer. Aún así en esta jornada se presentan 39 trabajos, 37 son escritos por mujeres, 36 son casos clínicos, 32 son de mujeres…. Es evidente que lo femenino en ellas se encuentra más a cielo abierto…aunque nunca pueda decir quién es.

Explorar esa zona de alteridad y cómo cada sujeto ata ese goce demasiado real a las redes del lenguaje es a lo que esta jornada apunta, precediendo y entonces, preparándonos para las Jornadas Nacionales de la Escuela.


[1] Entrevista realizada a Leonardo Gorostiza «El goce femenino en el siglo XXI», publicación online

[2] Curso dictado por JA Miller en 2011, inédito

[3] Referencia al trabajo presentado por Damasia Amadeo de Freda

[4] Newsletter 12 de las XXI Jornadas Anuales

[5] Título de la VIII Jornadas de la NEL

«Hay un horror básico, a la mujer, acaso se funde en que ella es diferente al varón, parece eternamente incomprensible, misteriosa, ajena, y por eso hostil», decía Freud, en «El tabú de la virginidad».

En el final de su vida, también Freud afirmará: «No corresponde al psicoanálisis, tratar de describir que es una mujer, lo que sería algo impracticable para nuestra ciencia, sino mas bien corresponde investigar de que modo de esta disposición, bisexual infantil, surge una mujer».

Ser mujer no es algo natural, la escritora e impulsora del feminismo, conocido como de la segunda ola, Simone de Beauvoir, postulaba que la mujer no nace se hace.

La mujer ha sido segregada a través de los siglos, por lo desconocido misterioso que ella despierta y engendra, y esto es lo que produjo su persecución, y así fue acusada de brujerías y subversiones.

Pero el psicoanálisis, sabe de la amenaza que el enigma femenino representa en el inconciente, pero eso no implica que haya en el un saber sobre ser mujer.

Los analizantes, dan cuenta a lo que se encuentran expuestos por la lucha de encontrar su singularidad frente a lo femenino.

Lacan responde a esa búsqueda con su matema «la mujer no existe».

Lacan genial, con estas cuatro palabras condensó la complejidad que a través de los siglos se manifestó como la búsqueda fallida por encontrar y descifrar que es una mujer, cual es su deseo y su goce.

Una verdad que al mismo tiempo de mostrar algo insoportable, permite y toca a cada uno, y uno por uno de los seres hablantes.

Enredos de lo Femenino

Voy a comenzar con una diferenciación central en la conceptualización de la femineidad en la enseñanza de Jacques Lacan. Se trata de la diferencia entre goce femenino y posición femenina que Lacan va persiguiendo a lo largo de toda su enseñanza -a partir de la diferencia entre madre y mujer- y sobre todo en el momento en que escribe el texto de «Ideas directrices para un congreso sobre la sexualidad femenina«. Ese es un punto de basta que le permite retroactuar sobre lo anterior y avanzará hacia el otro punto de basta que es el Seminario 20, Encore, donde situará con precisión esta diferencia en el así llamado teorema de la sexuación.

La ultimísima enseñanza de Jacques Lacan nos enseña que si no nos orientamos por lo real del goce nos perdemos en los espejismos que lo imaginario nos ofrece.

Teniendo esto en cuenta, tomaré el goce femenino como cuestión preliminar para situar la diferencia entre madre/histeria y mujer/posición femenina.

Ya que el goce femenino es lo que le permite a Lacan, a partir del Seminario 20, situar al goce como tal, es decir, al goce en tanto real. Ese goce real en tanto fuera del sentido lo conduce hacia su posterior enseñanza que se centra en torno del sinthome como real sin ley.

Intentare relacionar el goce femenino, (o goce suplementario u Otro goce) que Lacan ubica del lado femenino en las fórmulas de la sexuación en el Seminario 20, con el goce del sinthome del Seminario 23.

Ya que este sinthome, definido ya no como una formación del inconsciente sino como un acontecimiento de cuerpo, en tanto cuerpo que goza a partir del S1 solo, es el dato primero en la última enseñanza de Lacan. El dato primero ya no es el Otro, es el síntoma en tanto Uno, en tanto goce del cuerpo propio. Esta última enseñanza se inicia en el momento en que la experiencia analítica verifica que «no hay relación sexual», ya que lo que se impone es el Uno del goce, Uno que Lacan formalizará como sinthome.

Ese punto de partida del «no hay relación sexual» se articula con el Otro goce –el femenino- que, en el Seminario 20, Lacan afirma que tiene que ver con el amor y que se manifiesta como estrago, en tanto la otra cara del amor.

Es decir, que la última enseñanza pone al goce en primer plano. Se trata del goce del cuerpo propio, del goce del cuerpo del Uno, que da cuenta de que el S1 produce un acontecimiento en el cuerpo: eso que produce en el cuerpo es ese goce que, a su vez, es causa de la realidad psíquica.

Pero decir que es causa, implica afirmar que ese goce no es la realidad psíquica ya que la realidad psíquica remite a lo que Lacan llamaba anteriormente fantasma, y que a esta altura de su enseñanza, ubica del lado de las ficciones, vale decir, del semblante, en la juntura que en el nudo borromeo se produce entre lo imaginario y lo simbólico: nos referimos al goce del sentido (jouissence) que, en tanto no es real, no es realmente un goce.

Como lo dice Miller, a nivel de lo real, el Otro del Otro del significante es el cuerpo y su goce, o sea, el conjunto del Uno y del cuerpo.

Es decir, que cuando se quita el tapón del objeto a en tanto semblante de ser, se desnuda un más allá, que es la existencia real del parlêtre.

La existencia que remite al Uno solo es la del sinthoma. El sinthoma como el modo en que cada uno goza del inconsciente en tanto el inconsciente lo determina. Pero no hablamos acá del inconsciente de la cadena significante, sino del inconsciente como S1 solo que remite al inconsciente Real.

La experiencia analítica da testimonio de que hay ‘solamente’ dos tipos de goce que puede experimentar el parlêtre, y, por lo tanto, solo dos goces que pueden calificar a las posiciones sexuadas.

En relación a los dos goces, entonces, tenemos, por un lado, el de la localización por la vía del órgano fálico, que remite a la alternancia presencia/ausencia (detumescencia/menos phi, potencia) común a hombres y mujeres. Se trata del goce fálico que puede ser representado por un órgano simulacro, es decir, por cualquier objeto a (desde un pene hasta un hijo).

Por el otro, un goce que aparece más difuso, no localizable en un órgano, y por esto mismo, no sometido a la decadencia, susceptible de ser múltiple y envolvente. (Recuerden que ‘envolvente’ es un término que Lacan utiliza en «Ideas directrices», para hablar de ese Otro goce.)

Es decir, que más allá del goce fálico, hay un goce privado de órgano, un goce Otro que no se acomoda –vía la alienación- a lo simbólico, al significante.

Como lo afirma Miller, si las mujeres tienen un acceso más decidido a dicho goce es porque no padecen la angustia del propietario[1]. Y eso es lo que les posibilita, a algunas, no ceder sobre la exigencia amorosa.

Una mujer está siempre dispuesta a dar todo de sí misma pero ….a cambio de no dejar de pedir «más/encore«. En cambio, un hombre se contentaría, al decir de Eric Laurent[2], sólo con «uno más».

Pero es fundamental en la época en que vivimos tener claro que este ‘Otro goce’ no es patrimonio de ningún género en particular, tal como nos lo mostró Lacan ya en 1972 cuando nos da como ejemplo de dicho goce al místico San Juan de la Cruz. Los místicos le permitieron a Lacan demostrar cómo, a todo llamado de amor razonable, es decir, menos apasionado, le responde del lado femenino el ‘Otro goce’ que pone en evidencia la no reconciliación con el significante, o lo que es lo mismo, la no existencia de la relación sexual, la no complementariedad.

Esto permite reconocer que el goce fálico, que se acomoda a lo simbólico, es el goce orientado por la per-versión, por la versión del padre o nombre del padre edípico, es decir, que es el goce perverso, que puede manifestarse en una mujer por la vía de la histeria y la de la maternidad. (Lacan dice que la perversión de las mujeres es la maternidad.) Es el goce fuera del cuerpo –en tanto cuerpo imaginario-, que se ubica en el nudo borromeo en la juntura entre lo simbólico y lo real.

Mientras que el goce femenino, el goce Otro o el suplementario al que Lacan se refiere en el Seminario 20, retorna en el Seminario sobre Joyce como el goce del Otro que no hay, goce del A barrado en tanto no hay Otro del Otro simbólico, goce que se ubica en el nudo entre real e imaginario, y por fuera de lo simbólico.

Es decir, que se trata de un goce fuera de la ley, que se aislará en la experiencia analítica por la vía del sinthoma como acontecimiento del cuerpo, de ese cuerpo recortado, traumatizado por el S1 solo.

Es por eso que lo estragante para un hijo no es una mala madre sino que se puede manifestar la ‘verdadera mujer’, toda del lado del goce femenino, en cualquier mujer, incluida la propia madre.

Y la verdadera mujer es terrible porque, en tanto es toda mujer, pierde la brújula fálica y está dispuesta a sacrificar todo lo patológico, o sea, todo lo fálico, incluidos sus hijos en tanto objetos a, en nombre de la exigencia de amor. Mientras que una mujer en posición femenina, sin dejar de estar en relación con el goce femenino, mantiene la otra pata en la brújula fálica, tal como lo demuestra Lacan en el teorema de la sexuación.

Por ejemplo, el caso de una verdadera mujer es ilustrado por Lacan con Medea, que mata a sus hijos en el momento de enterarse que ha perdido el amor de Jasón, o el de Madeleine que quema las cartas de Gide, que eran sus objetos más preciados, cuando piensa haber perdido su amor. A lo que podemos agregar el caso de Coral, la intérprete de la película «Profundo carmesí» de Arturo Ripstein, que deja a sus hijos en un asilo para seguir a un hombre.

Como lo apunta Laurent[3] las mujeres están en relación con el lugar en el que falta la última palabra sobre el amor: A barrado. Del lado masculino esta falta es obturada por el objeto del fantasma, mientras que del lado femenino llegará al final del análisis, o de un recorrido, el goce de la palabra, vale decir, el silencio. Sólo gozamos de la palabra cuando callamos. Si del lado femenino la palabra se calla, es porque en ese punto se goza de la palabra. Se trata de que en este punto de desfallecimiento de la palabra se manifiesta la propia esencia de la palabra. Es ahí donde una mujer recobra el silencio de un amor más digno que la charlatanería que describen sus ficciones.


[1] Miller, J.-A., El partenaire- síntoma, cap. Una repartición sexual Paidós, Bs. As., 2008.

[2] Laurent, E., Los dos sexos y el Otro goce, Enlaces 7, 2002.

[3] Laurent, E.: Un amor más digno.La Cause freudienne, N° 40.

Cada Jornada es un acontecimiento, en ella se tejen nuevos lazos libidinales que hacen palpitar el psicoanálisis. Estoy en la EOL desde sus comienzos y tuve la oportunidad de trabajar en La RED desde su fundación en 1997. La Red está siempre en movimiento. En el 2008 se realizó un plan de reorganización y relanzamiento y este año continuamos con su puesta a punto trabajando en el anudamiento clínico político y epistémico que enlazan La EOL, el ICde BA, la RED y Pausa como sus dispositivos clínicos[1]. En esta línea hemos alentado a que el trabajo que se viene realizando en los grupos clínicos se formalice en Carteles, llevando la clínica de la RED al interior de la Escuela. En uno de esos carteles estoy investigando sobre el deseo del analista, es orientada por este concepto que escribo este trabajo.

Entre enRedos y desenRedos hemos construido un dispositivo que cara a la ciudad, no olvida que existe el prejuicio terapéutico. Nos abrimos advertidos, como nos señala Miller, que no salimos sino, dejamos entrar y está ahí nuestra oportunidad de jugar Judo con la época utilizando la fuerza, «de nuestro adversario», eso sí, hay que evitar que la máscara de la psicoterapia se nos quede pegada.

Un caso que me llegó por la RED[2] me enseñó sobre lo que implica el prejuicio terapéutico, a través del cual aprendí de mis enredos con lo femenino, cuando pude articular la posición del analista con el caso. El analista puede ocuparse de las «formas renovadas de la angustia» y compartir el malestar en la cultura contemporáneo. ¿Cómo responder?[3]

Todos corremos detrás de la verdad embrollándonos. Pero no todos sabemos que ésta es mentirosa. Lacan[4], comenta que hay manera de equilibrar el embrollo que causa correr detrás de ella si tenemos en perspectiva que estos enRedos producen satisfacción y que la satisfacción no se alcanza sino por el uso. El analista lacaniano formado por su uso en el anudamiento que implica su propio análisis, el control y el saber epistémico hace transmisión de su experiencia.

En la clínica ¿Cómo hacer para ubicar el deseo del sujeto? Me guía poner atención en cómo satisface el sujeto su modo de vivir la pulsión. Hay una frase de Lacan que se mantuvo enigmática para mí, porque dice que las mujeres analistas pueden ser de las peores o de las mejores ocasionalmente. Elisa Alvarenga apunta a situar lo específico de la mujer en la función analítica, dice que la autorización femenina en el psicoanálisis es de tal envergadura como que la mujer no existe y señala que el analista como la mujer solo existen uno por uno. Sabemos que en el psicoanálisis no se trata solo de hombres o mujeres sino del tratamiento de un goce más allá del falo pero no sin relación a él. El caso me enseñó acerca de la incidencia de un goce que escapa al significante y que tiene consecuencias clínicas propias tanto para el sujeto como para mí. El análisis del analista, el control y la formalización marcan la diferencia en la dirección de la cura.

M.H.Brousse nos enseña que en un análisis se puede pasar de la posición histérica a la posición femenina, devenir mujer, otra para sí misma, pero devenir analista es otra cuestión. La posición del analista es inédita en el sentido que se diferencia de una posición descante organizada por el imperio del falo y de una posición femenina que permanece organizada por el objeto»[5].

El caso del que les hablé me dejó en una encrucijada, haré referencia a la ganancia de saber que tuvo para mí cuando el prejuicio como uno de los síntomas del analista se liga con la demanda de ser perito de parte. Este prejuicio obturaba el qué hacer en el caso e impedía que ocupara la posición del analista.

En función de los detalles del caso decido, a modo de estrategia, organizar un «encuadre» que me permitió aceptar. Demandaba un perito de parte que avalara su «juicio» en todo sentido de la palabra. Entonces, acepté, a modo de inscripción simbólica «ser perito de parte» y realicé la inscripción en el juzgado correspondiente; esto produjo efectos, se pacificó.

En las entrevistas, un tratamiento sobre el goce fue posible. El sujeto se enfrentó a otro discurso, el del psicoanálisis. Poco a poco se produjo un viraje y comenzó a manifestar amor odio hacia mis intervenciones. Desistió del juicio penal y decidió ocuparse sobre los asuntos de su goce. Demanda análisis. Entró en análisis, fue su viraje en la cura. En cuanto a mi posición como analista desde ese saber no sabido que tiene quien se analiza me permití «lidiar» con mi prejuicio. ¡Cómo iba a aceptar ser perito de parte siendo analista! Atravesando el prejuicio, estableciendo una estrategia pude verificar lo que el deseo del analista causa tanto en el sujeto como en el practicante, cuando éste consiente a ser socio de la pulsión. Esta vez el prejuicio, como un trozo de real que obtura, hacía de velo al furor curandis. La ganancia de saber radica en verificar que en un análisis no es sólo de curar de lo que se trata, sino, de los efectos que se producen cuando el analista, advertido de su goce, se arriesga a ofrecer transferencia por goce. Trabajo en transferencia que permite la pulseada entre el deseo del analista y la pulsión.


[1] Todo esto para decir que hacer uso de la RED es parte de la formación del analista junto al análisis y a al control.

[2] Por la ley de salud mental está prohibido la publicación del caso.

[3] Laurent, Eric., Entrevista: «La nueva mirada social de Lacan», Revista Ñ, Febrero 2005.Enfatizo el pensamiento de Eric Laurent, quien en una entrevista, dice que el psicoanálisis no está en crisis sino en transformación.

[4] En el «Prefacio a la edición inglesa del seminario 11»

[5] Brousse, M.H., Posición sexual y fin de análisis, Tres Haches, Bs. As., 2003, p.74.

Parto de dos frases de dos testimonios de Ana Lydia Santiago («Separarse del mito: el duelo por el objeto de amor»): «En consonancia con la clásica tríada de la clínica analítica «Inhibición, síntoma y angustia», comprobé que el síntoma se manifiesta en forma de cólera y celos, afectos insensatos para quien, desde la infancia, intentaba identificarse con una niña modelo«, y que en un segundo testimonio, «Flechazo», reafirma del siguiente modo: «efectos contradictorios para una niña que quiere ser una niña modelo y alcanzar el bien decir».

¿Qué es un Modelo? Un TODO, un modo de hacer masa a la manera freudiana, lo mismo y la serie, pero que no puede ser pensado sin su contrapartida de fracaso que se añade como malestar. Un «para todos» que produce el colectivo imaginario del nosotros.

El modelo, al decir de Lacan (Seminario XXII), «por ser hecho de escritura, se sitúa en lo imaginario», fundando consistencia. Apelan a lo universal y promueven los particularismos. Por ejemplo, las niñas modelos del siglo XIX.

Imágenes que engañan y seducen, discursos que comandan lo que la relación sexual debe ser, semblantes, artificios, hechos culturales. Pero siempre que hay un modelo, hay síntoma, ya que el sujeto fracasa en el intento de estar a la altura de ese modelo.

Primado del Otro, articulación de lo real que reprime la falta de relación sexual, donde la neurosis hace su esfuerzo por hacerla existir.

Miller se pregunta por la existencia hoy en día de estas niñas modelo, para terminar diciendo que pueden existir, así como las madres modelo, pero no las mujeres modelo. No hay La Mujer.

Pero también destaca su sorpresa al encontrar una niña modelo en el marco de un Congreso acerca del desorden de lo simbólico en el siglo XXI, y destaca una referencia al Seminario 19 que queda como enigmática.

Lacan enfatiza allí que no hay repetición primera, no hay posibilidad de identificación imaginaria sin su falla. Para el ser hablante, «nada más fácil que reproducir naturalmente, su semejante, o su tipo» (niña modelo).

La niña modelo es un modelo de lo que significa la represión en la neurosis, el saber sobre el goce que queda al margen de la civilización y retorna como malestar.

Pero en el Seminario 19 Lacan nos presenta a un amo up to date en relación a lo que llama su progenitura, las niñas modelo-modelo.

¿Podemos pensarlo a ese amo up to date como el amo que ordena gozar en nuestra época? Que el Otro no existe quiere decir que el Uno es el que existe, explicando así el surgimiento de nuevos amos, más consistentes y dispuestos a barrer con la diferencia.

Esta niña modelo-modelo es ilustrada por Miller al referirse a la anorexia como nuevo modelo de la época, ligada al goce y no al Ideal que esconde un goce. Pero en esa misma clase Lacan aclara: «no todas son Modelo-modelo», «y esto hace época», enfatizando ese desplazamiento al lado femenino. En este sentido, ¿cómo definir lo contemporáneo? Solo partiendo de la imposibilidad de compartir un sufrimiento común, lo que no permite un nosotros sobre la base de una cosmovisión, una ideología política o aquello definido por una posición fantasmática.

Laurent dice que «Las mujeres son quienes quieren mantener su particularidad sin la identificación al todo fálico». Podemos agregar que lo femenino llama a vivir la pulsión de manera singular, no convocando al afán clasificatorio, ni la serie, ni los universales, ni los grandes Ideales. Tendrá más que ver con los cuerpos y su goce, que con la ideología o con la encarnación de un significante amo, con la consecuencia del colapso del régimen del Otro. Ya no se trata de lo que el objeto te hará ser, sino del establecimiento de los particularismos de goce, donde muchas veces el cuerpo «ya no obedece» a esas premisas identificatorias (citando al Lacan del Seminario 16), sino a los cuerpos liberados a su propio goce solitario.

Un goce que se revela en la niña modelo que es Ana Lydia, produciéndose como su reverso, la cólera y los celos; de arrebatada a arrebatadora; de la madre buena y sacrificada, a la furia del amor, al tiro de fusil, al flechazo, pero ya no del amor, sino de aquel que indica el sonido de un destino de muerte para el sujeto, si sigue conducida por aquello que la determina.

Es el trabajo del análisis, orientado por un analista que va más allá del padre, el que puede separar a Ana Lydia de ese modelo-destino que implicaba el sacrificio al amor del Otro, recubriendo su propia dimensión gozante, aquello que toma cuerpo desde lo pulsional.

Lo Femenino: un vacío que hace hablar

Tomar la perspectiva del tema de las Jornadas desde los distintos dispositivos con los que nos proponemos una inserción en la ciudad me da el marco desde donde interrogar los embrollos de lo femenino en la época.

Voy a tomar entonces lo que se presenta como un dato en nuestras consultas a la Red y es que recibimos cada vez con más asiduidad casos de mujeres jóvenes que tienen relaciones homosexuales establecidas, me refiero a que no es una atracción o una fantasía sino una relación sexual consumada.

La cantidad de casos podemos considerar que es un signo de la modificación producida en las demandas efecto de los cambios operados en los usos del goce en nuestra época.

Usos del goce en la civilización: tres hipótesis

Tomaré sucintamente tres hipótesis para interpretar los factores que inciden en los cambios operados a nivel del modo de gozar de la civilización actual, y particularmente los que se relacionan con el aumento de relaciones homosexuales en las mujeres. Para luego tomar un caso clínico.

En una entrevista realizada a M. E Brousse por Ana Simonetti en la Revista Enigmas (1) del cuerpo editada este año, ella nombra dos hipótesis, ambas son en sí mismos una invitación a investigar.

La primera es que son las perversiones las que hacen avanzar la civilización la cultura misma, según Lacan, avanza a partir de las soluciones minoritarias. La respuesta de una minoría al impasse sexual, empuja a un cambio a nivel de la civilización, este cambio del modo de gozar de una época a partir de un uso de goce minoritario, puede comprobarse con la homosexualidad. La homosexualidad ha dejado de ser considerada una perversión y se ha operado una modificación en el modo de vivir la pulsión de una época.

M. E. Brousse relaciona también estas modificaciones con los tipos clínicos tal como se presentan actualmente. Se refiere al pasaje al acto homosexual y lo relaciona con la histeria. Desarrolla la hipótesis de que hoy la histérica ya no necesita más al hombre para dirigirse al Otro sexo, es decir ya no necesita a un hombre de paja como el Sr K lo fue para Dora, sino que la histérica va directo a la dama, va directo al La .

La tercera hipótesis que querría tomar es algo que Eric Laurent dice en el artículo «Porqué Lacan hoy» (2).

El considera allí que los impasses de la relación entre los sexos hoy, se consideran a partir del goce femenino como tal, así como antes esos impases se leían a partir del goce fálico.

Según Laurent, hoy la enumeración de formas no heterosexuales de la relación, más que una asignación a una sexualidad nueva se trata de una puesta en cuestión de las asignaciones identitariasLo no asignable a una identidad del goce femenino … está siendo el punto de vista a partir del cual la civilización considera los impasses de la No Relación.

Como el goce femenino no asigna identidades, lo femenino y masculino se borra como diferencia, lo no asignable a una identidad del goce como tal, anula las diferencia hetero, homo. Por lo que son posibles diferentes relaciones con uno y otro sexo.

Estas hipótesis que son cada una de ellas una invitación a investigar, y la elaboración preliminar a la que nos llevan son parte de un trabajo de cartel en curso.


[1] «Histeria, feminidad. Entrevista a M.H. Brousse» en Revista Enigmas del Cuerpo N 5 Publicación del Centro de Estudios de Psicoanálisis y Cuerpo – CIEC Córdoba.

[2] Laurent E.» ¿Por qué Lacan hoy»- www.wapol.org

Se podría escribir como un neologismo holofraseado «Lamujernoexiste», obteniendo un efecto provocador, subyugante. Solo el genio de Jacques Lacan ha podido en cuatro palabras resumir la complejidad universal del género humano.

La mujer no existe abre un agujero en el universo inconsciente de hombres y mujeres, allí donde se espera una simetría entre ellos.

Es la causa mayor de esa otra verdad enunciada por el Dr. Lacan en el Seminario 18 que genera escándalo: no hay relación sexual.

¿Cómo comprender una vez pasada la sorpresa, que hay en el inconsciente una diferencia sexual aunque ella no sea simbolizable?

Efectivamente en el inconsciente contamos con un hay que define una parte del género humano y con un no hay que define el otro. Lado masculino contamos con un significante mayor que representa su goce: el falo. ¿Y del lado femenino? No hay significante que especifique el goce de La mujer en el inconsciente. De allí el enigma de lo femenino y sus efectos sobre los seres hablantes.

Sin embargo la solución fálica es accesible a las mujeres puesto que el falo juega en la estructura el rol de representación significante. El valor de semblante del falo es lo que permite a las mujeres el tenerlo o serlo. La posición femenina no se reduce a aceptar no tener el órgano sino a una relación con ser el falo. Relación compleja que confronta la feminidad con la histeria pero también con la psicosis.

En un primer sentido ser el falo significa la mascarada fálica, el «pareser» para ser amada y deseada por lo que no es. Detrás de la máscara asoma el vacío de la mujer no existe. Figuras actuales de la mascarada se constatan en jefas de empresas, mujeres políticas, modelos o estrellas del espectáculo, donde al saber, poder, prestigio, éxitos, invenciones, se les adiciona tener objetos del mundo. A veces más fálicas que los hombres, alejadas de sus pretensiones de ser verdaderas mujeres ellas hacen el hombre, como decía Lacan.

En otro sentido ser el falo sería encarnarlo con la totalidad del cuerpo poniendo un obstáculo al goce en el cuerpo, insensibilizándolo, pagando con la frigidez sexual.

Para Lacan ser una mujer supone consentir a un goce suplementario una vez de pasada la forma fálica, castrable de su satisfacción. El Otro goce incastrable le es propio y la hace mujer: Lacan en el Seminario 20 escribe hay un goce de ella, del cual quizá nada sabe ella misma, a no ser que lo siente: eso lo sabe. Lo sabe desde luego, cuando ocurre.

Las mujeres no saben hablar de su goce suplementario. No por pudor sino que ese goce no se sirve del significante para operar. Lacan escribe este hecho de estructura que orienta la sexualidad femenina: S (A barrado). Si el registro fálico sitúa al sujeto en el universo simbólico e imaginario, este Otro goce, femenino, acarrea las mujeres a un mundo donde los cuerpos están imbrincados en la ausencia de representación significante, consecuencia de la imposibilidad para la lengua de enunciar un universal de la mujer. Este goce femenino posee adherencias muy estrechas con el registro de lo real que las transporta sobre el borde, sobre el vacío donde se encuentran en desequilibrio, sentimiento de vértigo que provoca sea la intuición de un precipicio sin fondo, sea la impresión de una elevación extática. Abismo y éxtasis conforman los extremos donde se sustentan sus modos de gozar.

Allí donde la representación fálica obedece a un orden de satisfacción se incrusta un Otro goce sin sentido, raro, inquietante, infinito, absoluto. El Otro goce para una mujer la sitúa ante todo como Otra de ella misma.

Ella es una extranjera en su goce, la desborda, la estremece, la invade, la transforma, la arruina, la estraga.

En el seminario «Silet«[1] Jacques-Alain Miller dice que «más allá de la anulación del goce que lo simbólico supone, queda un resto«. Entonces, la repetición no es anulación del goce, sino su conmemoración. Ya no es repetición significante, sino repetición de goce. Es lo que Miller llama en «Silet» «sínfisis, collage del significante y goce«.

Lo que ex-siste a la insistencia significante no es el vacío, la tachadura, sino el resto de goce. Y es lo que lleva a Lacan a formular que el goce necesita la repetición, que no es la repetición de la anulación del goce, sino la conmemoración de ese resto. El goce ha sustituido a la verdad. O mejor, se ha emparejado a ella: a eso apunta la expresión «jouis-sens«, el significante, no solo produce sentido, sino que conmemora, es memoria de goce. Y es aquí donde repetición y pulsión se anudan.

La repetición de goce se presenta de dos maneras, sea articulada con la cadena significante como evitación ante un real, sea como goce opaco, fuera de sentido, antinómico de la ley, puro empuje pulsional, trozo de real » como el puro encuentro con lalengua y sus efectos de goce en el cuerpo»[2].

En el primer caso el goce articulado con la cadena S1-S2 no es más que elucubración

de saber que oculta e indica el real que lo suscita y que convierte cada contingencia en la primera vez, lugar de la pasión del vacío del ser por el fantasma.

La función del analista es perturbar esta defensa con su presencia libidinal, el acto y la interpretación. Es la sorpresa, el corte, lo imprevisto.

La otra forma de la repetición es lo que Jacques Lacan nombró como troumatisme[3]. El encuentro del Uno solo del lenguaje que conmemora la irrupción del goce como autoerótico, fuera del saber y el sentido, disyunto del Otro. Goce y cuerpo quedan ligados de manera indisoluble.

Hay de lo Uno (Yadl´Un)[4] es el neologismo inventado por Lacan en su última enseñanza para establecer la iteración del significante vaciado del significado, reducido a letra de goce.

Más que situar el estrago en una mujer a partir de la identificación de los actores y agentes ineludibles que son el hombre y la madre, el estrago es debido esencialmente a la incidencia del lenguaje sobre el cuerpo, a su incidencia de goce.


[1] Miller, J-A., Silet, Curso de la Orientación Lacaniana 1994-1995. Inédito

[2] Miller, J-A., «Un real para el siglo XXI «. Presentación del tema del IX Congreso de la AMP, p. 25.

[3] Lacan, J., El Seminario, Libro 21, «Les non dupes errent» lección del 19/02/74. Inédito.

[4] Lacan, J., El Seminario, Libro 19, … o peor, Buenos Aires, Paidós, 2012.

Misterios del cuerpo hablante

Hay algo que no es muy difícil producir y es hacer hablar a las estadísticas. En realidad uno puede hacerles decir cualquier cosa. No es mi gusto aunque confieso que es un recurso que he usado. Sólo traje un hecho incontestable acerca de PAUSA, la mayor cantidad de demandas se reciben por parte de mujeres. No hemos hecho nada especial al respecto. Hace algunos años una nota en la revista Vosotras trajo gente, mujeres. Pero atención, porque la cifra que al inicio rondaba el 75 % de las consultas ahora eso se ha nivelado hasta tener un 63%. Puede ser que las mujeres un poco más satisfechas o un poco más lúcidas en cuanto a su insatisfacción logren que sus hombres, maridos, novios, hijos, pidan tratamiento. También hemos recibido demandas de taxistas enviados por colegas. No extraigo consecuencias de facticidades tan disímiles. Hacer estadísticas es contar, algo que va del lado de lo masculino.

Les agradezco mucho la invitación para hablar y cuento en 10′ no mas de 13′. Eso prometí.

Hablar es demandar y la demanda termina siendo siempre demanda de amor. ¿Cuál es el rasgo que diferencia a una de la otra? Es un detalle, como dicen los ingleses el diablo está en los detalles. Los divinos detalles, los diabólicos. La demanda de amor no hace del partenaire un semejante sino el gran Otro. La demanda de amor se dirige al Otro, a quien lo encarna y es de nada. El objeto nada con sus distintas declinaciones, se demanda el ser, el propio, el del otro, se demanda su ignorancia. En una palabra, se demanda la castración. Incluimos por supuesto a la transferencia analítica, es un lugar esencial en donde el nada está en causa. J-A. Miller dirá que el divino detalle cuando funciona en el estado amoroso, es un signo de la castración. Te amo por algo que está en ti y que es lo que te falta.

Más allá está la pulsión, que no habla, que es muda, es una demanda quizás que no se enuncia. Una demanda de goce, una voluntad más bien, por lo tanto una demanda ininterpretable. Lacan concluye al final de su enseñanza que hablar es gozar.

Yo estoy hablando en este momento y estoy jodiendo. Advertirán que estoy usando la traducción hispana del Seminario 7, del 20 cuando Lacan se refiere a la sublimación. Se goza hablando. Algo autoerótico. ¿Cómo incluir al Otro?

Es en esta breve arquitectura que voy armando sobre lo femenino, nos dicen que esta mesa, igual que la arquitectura primitiva, es algo organizado alrededor de un vacío.

Miller nos hizo divertir en el año 98 con el partenaire síntoma y el reparto sexual, «un reparto de tonterías» que armó para encontrar en los dichos de amor los grandes lugares comunes de la relación entre los sexos. Como es un poco de la psicología no admite la singularidad, pero seguimos el divertimento. Era muy necesario en el año 98.

Para intentar responder al tema que nos reúne, hablando, consideremos en primer lugar, sin un orden exhaustivo, la cuestión de la alteridad de la mujer, ser otra, incluso para ella misma. Si las mujeres encarnan la diferencia en cuanto tal, eso les deja un vacío esencial que las puede hacer muy dependientes del fantasma del hombre. Es un vacío que precisa del amor, y el amor precisa las palabras, aunque no se sepa lo que se quiere. Pero sí que se desean palabras.

A las mujeres, por lo general, les gusta hablar y que las escuchen por supuesto. También a los analistas, fuera del consultorio. Muchas mujeres son muy hábiles para detectar en el rostro de su partenaire la cara de «estoy pensando en otra cosa», algo bastante masculino por cierto. Los hombres llenan su vacío con pensamientos, más si son un poco obsesivos.

A las mujeres les encanta que los hombres les hablen. Un analizante muy apasionado por su mujer se quejaba de que antes de ir al dormitorio había que pasar por el living. Para charlar. Hasta que un día advirtió que podía agarrarla por sorpresa en el camino al living. Un modo de living que duró sólo un tiempo.

Quiero destacar un punto esencial en la repartición y que muestra la complicación de los seres parlantes, y es que el hombre, me refiero al lado izquierdo de las fórmulas, el hombre busca su objeto fetichista, silencioso y constante, inerte, un elemento capaz de encontrarse como Uno en los distintos partenaires. El objeto en la mujer es Otro, el objeto de la mujer es el Otro que no es Uno y que fundamentalmente es parlante. Puede ser por carta, puede ser por chat, whatsappto go… Del lado mujer lo que dice el Otro es tanto una exigencia que concierne al objeto, como una queja con respecto a lo que el Otro dice. O no dice. Pataditas debajo de la mesa o codazos disimulados suelen ser un signo de fastidio, que no dejan de constituirse en demanda de amor.

El fantasma vale para los dos sexos, pero tiene más peso para el hombre en tanto parecido a sí mismo y como ya dijimos, mudo. Para la mujer el Otro del deseo tiene que hablar para que el sujeto pueda reconocer su objeto.

Una mujer de cierta edad, casada por más de 35 años, se reencuentra con su primer novio y con él entabla una relación erótica. A diferencia de su marido, el amante es impotente por una operación de cáncer de próstata. A pesar de ello o quizás en parte por ello, obtiene su primer orgasmo con él. Y los siguientes. En un primer tiempo, la ignorancia y la sorpresa por este don caído del cielo, le impedían formular en el análisis, algo acerca de este goce alcanzado. Si bien las caricias, besos y juguetes son importantes, lo que exacerba su libido son las palabras de su amante. Él relata historias, una especie de cuenta cuentos chanchos, en esas historias habladas, muy habladas, ella encarna personajes degradados, por lo general prostituidos. El cuerpo es penetrado por las palabras.

Se constata que las zonas erógenas son como bocas abiertas al mundo.

Surge así el lazo estrecho entre el amor y la suposición de saber sobre el sexo atribuido a él. El análisis la condujo a descubrir que esas palabras tenían el carácter antitético pero continuo de las injurias que la madre le propinaba ante sus provocaciones. Las fantasías histéricas, escribía Freud a Fliess en la carta del 6/4/1897 se remontan a lo que los niños oyeron en épocas tempranas y sólo con posterioridad entendieron. Se trata de casi las mismas palabras, los insultos y las oídas en el acto sexual pero fue la significación del primer amor, el que no había sido consumado, el que le permitió vaciar el valor injuriante del estrago materno y permitirle entregarse a un hombre que vale por el Otro. Es por esta vuelta que esas palabras han despertado una satisfacción novedosa con un acontecimiento de cuerpo sorprendente para ella. Sin embargo una vieja demanda insatisfecha se hace oír en pulsaciones arrítmicas, lo que la lleva a desear concluir con esta relación con frecuencia bajo las formas sentidas de demandas de amor no correspondidas. Extraños devaneos cuya causa es aún, lo insoportable del goce alcanzado. Idas y vueltas, llenos y vacíos de la conjunción-disyunción del amor y el goce.

El amor es uno de los nombres del padre. Se puede pensar que lo imposible de la relación sexual encuentra su límite y que existe por el encuentro amoroso, en este caso signado por el goce que parece prescindir del órgano fálico. Lacan al final del Seminario 20 dirá que no hay sino encuentro, encuentros, en la pareja, de los síntomas, de los afectos, de todo cuanto en cada quien marca la huella de su exilio, no como sujeto sino como hablante, de su exilio de la relación sexual.

Comenzamos así a transitar uno de los misterios del cuerpo parlante: lo femenino que hace hablar.

1. Cheng con Lacan
Conocen uds seguramente esa relación extraña y de la que tenemos solo fragmentos, entre Lacan y François Cheng, aquel escritor chino al que Lacan utilizó durante algún tiempo como su Virgilio cuando se adentró en el enigmático y laberíntico mundo chino. Un mundo que a Lacan le preocupaba en la época en que también le preocupaba como salir entre otras cosas del mundo del falo. Leían juntos textos antiguos, de taoísmo en especial, y también algo de esa inextricable poesía china.

En uno de sus textos, «Lacan y el pensamiento chino» [1] François Cheng, cuenta como interpretaban un antiguo poema de Wang Wei. Digo bien «interpretaban» porque toda poesía china que se precie llama a la interpretación, es decir que no solo produce en quien la lee o en quien la escucha, ya que se la recitaba públicamente, un efecto de significación y un goce estético, sino que además hay que interpretarla, convoca a ser interpretada, ya que una trama se oculta pero también se despliega a partir de mínimos signos, letras a interpretar, letras que hacen hablar.

En ese texto al que me refiero, Cheng dice que finalmente él tiene la convicción que finalmente fue para acorralar ese misterioso Femenino que el Dr. Lacan -lo estoy citando- emprendió en su modesta compañía, pero con ingeniosa paciencia, su búsqueda china».

Ese Femenino (que Cheng escribe con mayúsculas) «frágil y tenaz» en aquella poesía interpretada por el psicoanalista francés y el escritor chino en el banco de un jardín cerca de Paris, ese Femenino aspira a tomar múltiples formas porque lleva en si la nostalgia del infinito. A través de ella, lo Femenino busca -al desgarrarse el corazón- decir lo infinito, ese infinito que no es otro que su propio misterio.»[2]

La referencia vale aún más si la ponemos en serie con aquella de un Lacan mas joven que el de estos encuentros, como lo era el de Acerca de la causalidad psíquica, en 1946, donde pone en serie la «ley del corazón y el desorden del mundo» por donde lo femenino y la locura se tocan, se enlazan, se funden de manera difusa, fascinante y sin bordes.

2. ¿Qué hacer con un vacío?
Si lo femenino hace hablar, no es tanto por el atributo que lo haría femenino sino porque es un vacío.

¿Y que se hace con un vacío? , es mucho más fácil saber que se puede hacer con un palo, o con una piedra, si quieren, ¿pero con un vacío? Para hacer algo con el vacío hay que circunscribirlo, dibujarlo, trazar sus bordes, contenerlo en una vasija…son formas de darle un uso.

«Se trabaja el barro y se modela un jarrón pero en su vacío reside el uso del jarrón.

Se levantan paredes para hacer una casa, pero es en su vacío que reside el uso de la casa»

dice Lao Tsé 400 años antes de Cristo, no en el siglo XXI que nos fascina tanto a los lacanianos.

3. Lo femenino no es solo cosa de mujeres.
Cometeríamos un error si nuestro interés renovado por lo femenino se redujera a la relación de las mujeres y lo femenino. De hecho pienso, que de un modo un poco malicioso, quienes han puesto este nombre a esta Mesa deben haber pensado inmediatamente después de escribirlo: Lo femenino: un vacío que hace hablar…a los hombres!!!

Lo femenino es cuestión de mujeres y de hombres.

Es más fácil encontrar esa preocupación por circunscribir lo femenino en los pases de algunas de nuestras AE que en los testimonios de los AE varones, pero sin embargo algunos de ellos hemos dicho algo sobre eso.

En un testimonio que dio entre nosotros en una Jornada de la EOL hace unos años Ana Lucia Lutterbach-Holck, mostró ese esfuerzo por circunscribir ese vacío encontrado en lo más íntimo en su propia experiencia analítica en un un largo trayecto que desembocó en una nueva letra que nombra lo imposible y en lo que aún resta sin embargo: «una isla de goce sin nombre».

Sin embargo lo femenino no solo una cosa que concierne a las mujeres.

Está también el esfuerzo de salir por parte de los varones, cuando podemos, de lo que Miller llama los tejes y manejes del macho.

En una conversación con Varon Horne le pregunté por esto en su pase y me contestó que para él la posición femenina al final del análisis fue encontrar

una vía del amor en que la mujer entra como alteridad, ya que hasta ese momento como hombre solo se relacionaba con el elemento de su goce en el fantasma . Y por otro lado encontraba que lo imposible de decir era permeable a cierta delicadeza o a cierta delicadeza en el ser, la poesía, las palabras de amor…»[3]

«…hasta ese momento como hombre solo me relacionaba con el elemento de mi goce en el fantasma».

4. El rechazo de lo femenino…es cosa de hombres y fantasmas…y de mujeres
También hay que decir que el rechazo de lo femenino no solo es cosa de hombres. El rechazo de lo femenino es también cosa de mujeres. Toda la lógica fálica es también cosa de mujeres desde Freud en adelante.

Tenemos una larga experiencia en el Psicoanálisis en una clínica del rechazo de lo femenino en hombres y mujeres. Y es el rechazo de lo femenino lo que ubica Freud en el final del análisis como roca. Para los hombres y para las mujeres.

En algún momento Silvia Salman contó que el analista comentando los elementos que encontraba como constatación en su final ubicó entre ellos la salida del impasse sexual.

Impasse sexual que en el caso hay que leer como salida del impasse fálico, que hace de defensa contra lo femenino también en las mujeres.

5. Facebook
Como seguramente saben en Facebook, al hacer el perfil de cada usuario, ya tenemos la posibilidad de elegir entre 52 categorías para decir a que sexo, género sexual, uno pertenece si clickea Personalizar

Femenino , Masculino, Androginx, Andrógino, Andrógina, Trans, Trans masculino, Trans femenino., Varón trans, Hombre trans, Mujer trans, Transexual, Travesti, Transgénero, Transgénero femenina, Transgénero masculino, Queer, Intersex, Intersexual, Ninguno, Neutro, Pansexual varón, Pansexual mujer, Mujer, Hombre, Varón, Lesbiana, Gay, Asexual mujer, Asexual varón, Mujer bisexual, Varón bisexual, Poliamorosx, Poliamorosa, Poliamoroso, Mujer heterosexual, Varón heterosexual, Mujer homosexual, Varón homosexual, Puto, Torta, Trava, Mujer heteroflexible, Varón heteroflexible, Lesboflexible, Cysexual masculino, Cysexual masculina, Cysexual femenina, Cysexual femenino, Cysexual mujer, Cysexual varón.

Y quizás haya otras que se irán agregando.

El vacío que hay entre los sexos, pero también el que hay entre el sujeto y el sexo al que pertenece, y finalmente el vacío que hay en el parletre mismo entre el sujeto y su cuerpo, es lo que hace hablar. Hace necesario nombrarlo para ser más preciso.

6. Nombrar
Alejandra Pizarnik escribía al borde de un vacío en el que terminó precipitándose:

ella se desnuda en el paraíso de su memoria
ella desconoce el feroz destino de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar lo que no existe
[4]


[1] L’Écriture poétique chinois, Editorial Seuil .Paris 1996 /La Escritura poética China. Pre-Textos. Valencia 2007

[2] Idem 1

[3] M.Tarrab, No-todo varón. Texto inédito. 2010

[4] Pizarnik Alejandra .Poesía completa . Lumen 2005 . Poema 6. En El Árbol de Diana

Cierre

Muchos trabajos, muchas intervenciones de analistas preocupados por el psicoanálisis en esta época.

«Estar a la altura de la época que nos toca vivir», esta es la nota que insiste en los trabajos de estas Jornadas. Es un desafío «no quedar ubicados como guardianes de un orden conservador propio del Siglo 19» dice Daniel Aksman en su trabajo, en relación a las encrucijadas que nos plantea la ley argentina de identidad de género por ejemplo.

Damasia Amadeo de Freda se pregunta por la mujer en el 2050, niñas que hoy encarnan el capricho sin ley, «si hay síntoma no es para ser descifrado. Está ahí como instrumento de poder. No hay SsS, no hay indicios de amor dirigidos al saber.»

¿Cómo anticiparse con lo que disponemos hoy, a la subjetividad del futuro?

¿Cómo escuchar para poder ubicar para cada uno lo que puede ser lo más cercano a una solución posible o cuando se trata de un acting out o pasaje al acto del lado de lo peor?

La insistencia en una cirugía detrás de otra, en el caso que presentó Gabriela López, puede ser la manera de extraer un exceso en el cuerpo que no se puede tratar de otra manera, que funciona a la manera de un apoyo y anudamiento. Modo singular de una mujer que se nombra «transformista»

Un Síndrome Vertiginoso en el caso de Claudia Zampaglione , que además, es cada vez más frecuente hoy en día, ofició de anudamiento y «el vértigo, como acontecimiento de cuerpo metaforiza el fantasma de desequilibrio» que la amenaza , cada vez.

Cito a Eric Laurent en Piezas sueltas, menciona las «nuevas demandas»

«¿Qué tienen de nuevas?», se pregunta «Que ya no son inhibidas por la tradición. Son nuevas porque el pasado ya no cuenta. Lo que siempre se ha hecho, ya no es una garantía. Todo ocurre como si estuviésemos en un mundo compuesto por individuos iguales, incluso virtualmente semejantes y entre los cuales todo es cuestión de arreglos, de montajes que conciernen a la unión de dichos individuos, es decir a lo que antaño se llamaba matrimonio….la innovación semántica es activa. Se plantea la reutilización de antiguas palabras o, al contrario, la invención de nuevas.» P 377

Nuevas palabras, nuevos arreglos, soluciones singulares para cada uno.

Agosto 2014

Un cierre pretende merecer estar a la altura de lo acontecido, eso es por sí mismo una petición de principios. Dado que lo bueno y la condición del éxito es que sólo pueda decirse de la forma en que se dijo, como un poema.

También a la manera de Austin (referencia de Lacan), podemos pensar que estamos haciendo cosas con las palabras. Y, la palabrea cierre, contiene una petición de principio, porque lo que se pretende es abrir. En todo caso, es un cierre que abre. Implica hasta la próxima, se agradece la amabilidad de los tolerantes que se han quedado a acompañarnos.

Voy a aprovechar decirles el secreto de esta Jornada ha sido un buen enredo… en Red. Y continuará desovillándose en noviembre durante los Bordes femeninos.

Jornada organizada por Mirta Berkoff e Inés Szpunt a quienes en nombre de la Secretaría Ejecutiva agradezco.

Hoy tuvimos el gusto de escuchar, los 39 trabajos presentados por los que me gusta llamar las manos que sostienen La Red.

Las excelentes Mesas plenarias. ¡Cómo han participado!, como nunca, el Consejo, con Ana Ruth Najles, Mauricio Tarrab, la Dirección: Silvia Baudini, Alejandra Glaze, Marisa Chamizo y Marisa Morao, las Secciones: Córdoba y Rosario, Pausa y todos los que sostenemos esta Red en una muy buena transferencia de trabajo.

Es que con Pausa somos la pata de la escuela en la que se transmite, al decir de Éric Laurent, cómo practican los analistas de nuestra Escuela de la Orientación Lacaniana.

Hablamos mucho de lo indecible, de las madres, del estrago, de la locura, de hombres, mujeres, lo femenino que es otra cuestión, el desenfreno, del exceso ese que de alguna manera Lacan formalizó como el embrollo, diríamos el Enredo de lo femenino, ese que se toca pero queda inatrapable y por eso se intenta decir una y otra vez más, enredo que se escabulle como La Mujer.

Entonces como corresponde ahora me llamo a silencio para que nos quedemos con el gusto de lo que resuena de ese vacío.

Hasta el año próximo acá en un trabajo de Red

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