XII Jornadas de la Red2025-06-16T21:02:33+02:00

ARGUMENTO

La ignorancia es en estos tiempos en que la vida se desarrolla o estanca sobre la chata luminosidad de la pantalla, una marca de la época. Ya Sócrates la anunciaba irónicamente, la ignorancia es un saber, un saber sobre la nada.

Descartes había excluido el cuerpo del cogito. Hobbes señalaba el miedo como la pasión política. Spinoza, estableció la Ética que nos da los elementos para pensar a la tristeza como pecado, desarrollando la lógica interna que habilita la manera de entretejer a la pasión con el deseo.

Hoy nos encontramos con el tono de las relaciones virtuales, muchas veces inextricable, enmarañado.

Desde el inicio de su enseñanza, Lacan ubicó al tema entre las pasiones del ser: amor, odio e ignorancia, indiferencia en Freud.

Luego en sus respuestas en «Televisión», procedió a ubicar las pasiones del alma, a las que J.A. Miller da justo nombre -en su curso Extimidad– » pasiones del objeto a».

«Aunque la pasión sin duda es imaginaria, no deja de ser pasión de a» [1], dice en su curso.

Es decir la pasión no deja de ser la relación con lo que queda de la Cosa. Las pasiones enumeradas por Lacan dan cuenta de la relación del saber (el significante) con el goce, dan cuenta de los modos de saber o no arreglárselas con lo que es éxtimo, con lo que de afuera está en el interior pero tiene vedado el acceso ( objeto a)

¿Cómo se juegan las pasiones en las redes? ¿Cómo se juega el saber que no puede decirse que es la tristeza? ¿Y el aburrimiento del todos iguales? ¿Cómo irrumpe el mal humor o la sorpresa ante lo imposible de soportar? ¿O se trata de la apatía que cadaveriza? Por otro, lado ¿hay lugar para el bien decir en las redes?

Un nuevo modo de hacer lazo estalla en el Siglo XXI: las redes sociales.

Los vínculos amorosos, el acceso al saber, los cuerpos y muchas otras cuestiones se ven impactadas por estos nuevos dispositivos y su efecto también sobre el deseo y la pasión. La infancia se encuentra atravesada por un acceso temprano a la tecnología que marca un modo diferente de lógica en el pensamiento.
Teniendo siempre en cuenta que el psicoanálisis se dirige al sujeto y sus avatares .Nuestra Red de la Escuela nos permite reunirnos para intercambiar sobre nuestra práctica en la dimensión política hacia el exterior, la extensión.

A partir de ello es que convocamos a nuestros colegas de La Red a presentar casos clínicos (derivaciones de La Red o no), y también desarrollos teóricos sobre este tema que surge como enigma convocando a los analistas a re definir y crear nuevos elementos dentro del discurso y los lazos sociales.

Por ello nuestra convocatoria es para el 11 de Junio en la Sede de la EOL cuando abrimos las puertas para que La Red de cuenta de lo que sucede entre los nudos que la componen.


[1] Miller, JA. Extimidad, Ed Paidós, Bs As. 2010, pág. 465.

BOLETINES

BOLETÍN # 12025-06-16T20:01:19+02:00

Les acercamos las colaboraciones de: Alejandro Daumas, Esmeralda Miras y Oscar Zack nos trasmiten sus valiosos aportes

El ansia de los goces. Una anticipación freudiana, por Alejandro Daumas

«El ansia de los goces» es la manera en que Freud nombra con cierto aire pasional, en «La Moral sexual y la nerviosidad moderna», cito» …las necesidades individuales y el ansia de los goces que han crecido en todos los sectores; un lujo inaudito se ha extendido hasta penetrar en capas sociales a las que jamás había llegado antes; la irreligiosidad, el descontento y la ambición han aumentado … las redes (aquí telégrafos y ferrocarriles) han modificado el ritmo de la vida todo es prisa y agitación…»

¡Qué manera de anticipar Freud lo que llegó en la edad de la ciencia y la técnica!

La velocidad, la conexión, hasta la creación de nuevas necesidades es la manera en que «el ansia del goce» prolifera en las redes. Las pasiones, indóciles, caprichosas y perturbadoras envuelven en un ánimo sin par a las maneras en que los sujetos se sumergen en la red. Nos muestran el testimonio más convincente de que el sujeto «no dispone libremente del mundo», que hay una inversión del goce en esa superficie tan particular que son hoy las redes sociales.

Freud en el texto mencionado ubica también la manera en que las pasiones son fermentadas en el fomento de una sensualidad y en un ansia del placer, despreciando así las relaciones que los sujetos mantienen con sus semejantes aportando lo que es allí en 1908 la «Nerviosidad moderna».

Hoy y recordando lo que ubica Freud, observamos como cada salto tecnológico genera nuevas prótesis sensoriales multiplicando de alguna manera este ansia del goce.

La proliferación de las redes, donde la intimidad se exhibe en una permanente visibilidad e hiperconexión son el lugar donde las pasiones, el amor, el odio e incluso el desprecio vehiculizan las maneras en que los lazos se trastocan, tanto en la imprevisibilidad de los acontecimientos como en la fragilidad que ellos revelan.

Esta anticipación freudiana revela de alguna manera los efectos que tienen en los sujetos ladeslocalización de lo real, que se produce que en el discurso contemporáneo.

La agonía de la tragedia. Amor y venganza, por Esmeralda Miras

En la antigüedad la voz de Medea nos dice «Sufro desdichas ay de mí, grandes sinmedida». «Ay hijos detestables de una madre infeliz. Así con vuestro padre y toda esta mansión fueran aniquilados».»Apenas vengaría la ofensa que me han hecho. Desahogaré mi alma colmándole de oprobios».

Entonces el amor herido, la ofensa, requería de la venganza hacia el otro, otro que representaba una ajenidad dolorosa.

Hoy, asistimos a sujetos que viven encerrados, aislados, en su mundo electrónico. En el amor virtual no conciben que él o ella chateen con otros, controlan sus movimientos de whatsapp. El tiempo que demoran en contestar un mensaje será la medida del amor. La venganza,bloquear al otro, colgar o no colgar fotos en la red, armar la escena para que el otro virtual vea y sufra.

Encuentros y desencuentros y el despecho que se juega de lo que se da a ver en las pantallas.

Chul Hanen «La agonía del Eros» plantea que la cultura capitalista actual todo lo iguala en la vidriera del mercado. Que la pasión requiere de una negatividad que no hallamos hoy ya que eso otro, ese otro deseable y lejano se sustrae al consumo y la invitación es a consumir lo que se tiene a mano y ahora. El tiempo del consumo elimina la alteridad, el otro no puede ser amado, solo consumido. Dice que hoy se vive libre del asalto, de la herida y la caída que constituyen al amor. Ese amor que es trágico que invade y que hiere. Entonces la tragedia quedará suspendida en la sociedad máquina, que solo concibe al amor domesticado, armonioso, eficiente, producto sin riesgo, sin exceso ni locura. Sin consecuencias. Agonizan la loca venganza junto al loco amor. Agoniza la tragedia.

Si pensamos la pasión como retórica de la pulsión. Que ocurre cuando falta el lazo a la palabra ya que la pulsión persiste y también el exceso sin medida. Persiste adicta. Como exposición y como pornografía.

Las nuevas sexualidades, por Oscar Zack

El desarrollo de la ciencia ha logrado que en la actualidad uno pueda elegir su sexo, elección que pone de relieve la caducidad del aforismo freudiano: la anatomía es el destino. De esta forma es posible afirmar que el destino condiciona pero no condena, ya nadie está obligado a identificarse con los límites sexuales que su organismo propone.

Siempre está la insondable decisión del ser. Decisión que contempla, a partir del uso de las biotecnologías actuales, la posibilidad de posicionarse como el deseo y el goce comanden, en las múltiples ofertas que el mercado ofrece respecto a las identidades sexuales.

Este desorden simbólico respecto de la época del reinado del Nombre del padre, produjo, una clínica múltiple y sorprendente. Clínica que deberá confrontarse con aquellos que pretenden erigir al YO como el sujeto supuesto saber acerca del goce.

Esto hace que nuevos paradigmas se presentan alrededor de la procreación donde ya es posible escuchar que tal niño es hijo de dos mamás y/o de dos papás, como también, para hacer un poco más engorrosa la cosa, debemos estar preparados para admitir nuevas figuras: un hombre madre y también una mujer padre. La técnica, con su potencialidad de operar sobre el organismo, permite adecuar el cuerpo conforme al deseo y al goce del eventual usuario.

El psicoanálisis enseña que no existe un protocolo para orientarse cómo ser hombre, o mujer, razón por la cual el parlêtre debe transitar un camino que le permita encontrar su solución respecto de la sexuación, solución que va más allá de la conformación de cualquier supuesta identidad sexual.

Así podemos exclamar: ¡Adiós a la tradición!

BOLETÍN # 22025-06-16T20:16:41+02:00

Les acercamos en este número de nuestro boletín las colaboraciones de María Leonor Solimano, Diana Dukelsky y Gerardo Battista, tres aportes esenciales al tema de nuestra Jornada.

Pasión en las Redes. Pasiones del parlêtre, por María Leonor Solimano

«…no me esfuerzo para nada cuando le pongo pasión a la palabra.» [1]

«(…) Un cuerpo que goza está marcado por las pasiones, por afectos poderosos». [2] De los cuales el más poderoso es la angustia. Descartes hablaba de pasiones del alma ¿y ahora diremos pasiones del cuerpo?

La angustia compromete al cuerpo con palpitaciones, con nudos en el pecho, en la garganta. Lacan pone en evidencia un afecto que revela lo que el significante no puede nombrar es decir un real. Este real al que la angustia esta unida doblemente: porque él la produce y porque es su referente inamovible.

En el comienzo de un tratamiento está siempre el afecto como sufrimiento que aqueja al sujeto. Un cuerpo afectado por el amor, el abuso o el dolor. Pero lo que angustia es el vacío de significación como enigma del Otro.

La angustia hoy la denominan: stress, presión, ataque de pánico, pero no ha cambiado nada puesto que sigue siendo un camino para que un sujeto acceda a un análisis.

 


 

[1] Miller, J-A, «Experiencia del bien decir», Todo el mundo es loco, Paidós, Bs. As., 2015.

[2] Laurent, Eric, «El cuerpo hablante: El inconsciente y las marcas de nuestras experiencias de goce», Lacan Quotidien 576.

Enamoradas virtuales, por Diana Dukelsky

Dos mujeres desquiciadas por rupturas de pareja, después de vívidas descripciones de las relaciones amorosas y como dato al pasar contaron que jamás tuvieron un encuentro presencial con el partenaire. Es más, en uno de los casos el hombre en cuestión vivía en un país muy lejano. Los vínculos transcurrían por Facebook y Skype, eran absolutamente virtuales.

¿En qué se diferencian estas experiencias de aquéllas vía carta de amor?

No hay duda que nos encontramos ante la «pérdida de realidad» y «sustitución de realidad» según Freud y «diversión homosexual» o «fuera sexo» para Lacan.

Pantalla y micrófono abonan la ilusión de presencia, ni sueño ni ensoñación diurna, tienen una firme convicción en la verdad del encuentro. La pasión por el objeto plus de gozar se ha apoderado de estos sujetos.

Estas mujeres concurrieron a unas pocas entrevistas e interrumpieron. ¿Les resultaba insoportable la presencia de un partenaire analista en la realidad?

Una modalidad amatoria en las redes sociales, el amor cortés, por Gerardo Battista

Una de las respuestas de los púberes y adolescentes en las redes sociales ante el Otro sexo: son aquellos que se enamoran de quienes nunca se encontrarán del mismo lado de la pantalla.

Una hipótesis: se puede pensar una vuelta al amor cortés como respuesta contemporánea de los púberes-adolescentes ante la no-relación sexual.

La relación de los jóvenes con los gadgets tiende a sustituir la poética del trovador por la elisión de la palabra y la dirección al otro. Estos aparatos son el objeto transicional contemporáneo.[1] Por tal razón, pueden constituirse en el compañero ideal debido a su condición de ser un partenaire sin cuerpo. La reversión del amor cortés es una forma de darle consistencia a la relación sexual sustrayendo el cuerpo de la escena.

Byung-Chul Han en La agonía de Eros plantea que en un mundo de posibilidades ilimitadas, no es posible el amor debido a que la sociedad del consumo aspira a eliminar la alteridad a favor de las diferencias consumibles. Asimismo plantea que en los medios digitales se produce una eliminación total de la lejanía. Pero esta, en lugar de producir cercanía, la destruye en sentido estricto: surge una falta de distancia, Happn dixit.

En contraposición con esta perspectiva, podemos ubicar en la vuelta del amor cortés una exaltación del amor en tiempos del goce y una recuperación de la alteridad que recae en quien encarne la figura de la Dama, donde la distancia cumple su partida. El amor cortés al erigir un objeto en su centro permite regular los circuitos del goce. Técnica erótica que coloca lo prohibido en otro lugar distinto al de las dependencias del NP.[2]

Una segunda hipótesis: En el amor cortés hoy, la invención de una prohibición podría propiciar de intermitencia a la compulsión que ha tomado sitio en el púber cuando no ha podido precipitar un síntoma que localice y haga vivible la revuelta pulsional.

¿Esta modalidad amatoria podría favorecer cierta elucubración de saber al regular el circuito de goce que permita ser un trampolín para realizar, contingencia mediante, el pasaje de lo virtual al encuentro con Otro cuerpo?

 


 

[1] Laurent, E., «Conversación clínica con Eric Laurent», Psicoanálisis con niños y adolescentes 4, p. 29.

[2] Laurent, E., «De lo real en un psicoanálisis», Un real para el siglo XXI, Congreso de la AMP, París, 2014.

BOLETÍN # 32025-06-16T20:23:36+02:00

Les acercamos en este número de nuestro boletín las colaboraciones de Marita Salgado, Daniel Aksman y Paula Szabo son tres aportes que abordan, cada uno en su singularidad, el tema de nuestra Jornada.

¿Enredos tristes?, por Marita Salgado

Freud en La interpretación de los sueños nos advierte: «…muy pronto supe que las pasiones nos hacen padecer».

En nuestra época, las redes sociales producto de la técnica, se sostienen en las pantallas que les dan su marco imaginario, su visibilidad. Pantallas que proyectan imágenes pulidas, esféricas, ordenadamente encuadradas en ellas, universales e ilimitadas. Redes que despiertan pasiones, enraizadas en un lazo imaginario, «pasión que aporta a toda relación con esta imagen, constantemente representada por mi semejante, una significación que me interesa tanto, es decir que me hace estar en una tal dependencia de esa imagen que acaba por ligar al deseo del otro todos los objetos de mis deseos, más estrechamente que al deseo que suscita en mi» [1].

Un efecto posible del apasionamiento por las Redes es la tristeza, pasión por excelencia donde Lacan se sirve de Dante, cobardía moral, rechazo del inconsciente, en el que el deseo se sumerge.

Hay otras redes: es en los enredos del síntoma que el parlêtre en ocasiones se encuentra con un analista, la Red de la EOL propone y propicia ese encuentro, enredarse de la buena manera a un analista, rescatando el deseo sumergido en la pasión triste.

 


 

[1] Lacan, Jacques, Escritos I, » La cosa freudiana», SXXI editores, 1979, México, p 170

El partenaire en las redes, por Daniel Aksman

Es evidente que la subjetividad contemporánea se sumerge en los semblantes que la tecnología ofrece haciendo prevalecer lo imaginario, sojuzgando a lo simbólico, haciendo de la satisfacción inmediata el modo principal para tramitar la experiencia.

Desde la filosofía se plantea que en el chateo se constituye un sujeto virtual, sin cuerpo, sujetado a prácticas digitales, donde también la sexualidad tiene su lugar allí.

Pero cabe la pregunta. ¿Porque las pasiones en las redes y por las redes? No parece tratarse de sujetos virtuales ni sin cuerpo. El fenómeno que generó entre los adolescentes el «youtuber» G. Garmendia recientemente en Bs. As., lo prueba. No hay que confundir los medios con los fines.

Más bien habría que pensar para el parlêtre, en un cuerpo «cantoriano», como lo define Lacan en su última enseñanza, un cuerpo como saco vacío y un Real que no encaja. El cuerpo Real ex-siste a la bolsa vacía Imaginaria. Incluso le da su consistencia. Y en la metonimia infinita -Simbólico por excelencia- de sonidos, imágenes y significantes que las redes ofrecen se desliza algo opaco que nos captura, en tanto objeto de nuestras pasiones: el «objeto a» partenaire esencial del sujeto, que más allá de los semblantes, que siempre son necesarios, se le ofrecen al sujeto para consagrar su plus de goce.

El problema con las redes es que sirven tanto para encontrar un partenaire sexual como para consagrarse al partenaire asexuado del plus de gozar.

Habrá que definir en cada caso de qué pasión se trata.

Domeña mirada, por Paula Szabo

Al comenzar a pensar en el tema de las jornadas recordé el recorrido trabajado para el VII ENAPOL, surgió allí la dimensión de velamiento que las pantallas implican.

¨Domeña mirada¨ es la expresión utilizada por Lacan en el Seminario 11. Extraer del campo la mirada es la condición que permite la visión. La pantalla entonces cumple su función. Cuando la pantalla de pronto, tiene ojos y nos mira hacen irrupción los fenómenos de angustia, perplejidad.

…Todas esas bellas bacterias bien nutridas paseándose por el mundo, como las langostas bíblicas, significarían el triunfo del hombre -podríamos agregar gadgets que se pasean en los bolsillos. Pero eso no llegará jamás… Todo volverá a entrar en el orden de las cosas, como se dice. Lo he dicho, lo real ganará la partida como siempre y nosotros estaremos jodidos como siempre».[1]

Las pantallas permiten seguir durmiendo, como el sueño, pero solo por un tiempo. Lo real irrumpe y confronta al sujeto a dar respuesta. Así podemos pensar que en las redes se juegan los enredos del amor, el odio y la ignorancia según el modo singular de cada quien de hacer uso de las mismas. Tal como orienta Claudio Godoy para nada pesimista, ni optimistas. Sino a la altura de jugar la partida cada vez.[2]

 


 

[1] Lacan, J., ¨Freud por siempre¨, Entrevista a Jaques Lacan con Emilia Granzotto, Panorama, Roma, 21-11-74.

[2] Claudio Godoy ¨Para nada pesimista¨, Artículo publicado en la Revista FAPOL online Lacan XXI.

MESAS PLENARIAS

PASIÓN EN LAS REDES. Amor - Odio - Ignorancia. Pasiones del objeto a

Quiero agradecer la invitación de quienes dirigen la Red a que pueda participar de esta mesa. Cabe decir que, por más que se trate de amigos, me invitan en mi calidad de Presidente de la EOL. Desde ese lugar voy a encarar lo que quiero decirles. Ya que el tema de estas jornadas se encuentra ligado a los temas que vamos a trabajar a lo largo del año en la Escuela. De hecho, nuestras Jornadas Nacionales llevan el título de «Hiperconectados», los psicoanalistas frente a los lazos virtuales. La semana que viene serán las Jornadas de la sección Córdoba de la EOL y van a trabajar «La vida On-Line» y en otras jornadas el tema va a estar presente. Por lo tanto voy a tratar de plantearles, por lo menos en lo personal, de donde surge el tema.

Sigo la siguiente idea: el último Lacan es el envés de esta cultura que llamamos de «hiperconectados». Voy a tratar de justificar esto en lo que voy a decir hoy.

En primer lugar quiero tomar del título de esta mesa el tema de «los objetos a», especialmente en plural porque es una indicación que da Lacan, en un momento, y que habría que retomar, porque así como se pluralizan los Nombres del padre, se pluralizan los goces, también se pluralizan los objetos a.

Leo la indicación que da Lacan en el «Breve discurso a los psiquiatras», donde Lacan compara la época actual con la locura…Mi idea es que la época de Freud es la época de la perversión y la nuestra es la época de la locura. Vamos a ver si esto se puede sostener. Lacan dice lo siguiente: «las transformaciones de la ciencia, más es lo que domina toda nuestra vida cotidiana y hasta la incidencia de nuestros objetos a… (subrayo el plural) si hay uno de los frutos más tangibles, que ahora pueden ustedes tocar todos los días, de lo que son los progresos de la ciencia, eso es que los objetos a (nuevamente en plural) se meten en todas partes, aislados, solos y siempre listos para capturarlos en la primera vuelta de esquina. Con esto no aludo a otra cosa que a la existencia de lo que llamamos los mass-media, a saber, esas miradas errantes y esas voces caprichosas por las que ustedes están muy naturalmente destinados a estar cada vez más rodeados ― sin que haya para soportarlas otra cosa que [lo que está interesado] por el sujeto de la ciencia que se les mete en los ojos y en las orejas.» (Inédito)

Es una idea de Lacan que viene luego de la famosa indicación de que el loco tiene el objeto a en el bolsillo, es decir, que el loco tiene el objeto en el bolsillo también es una referencia a la época; es a la locura y a la época a la vez.

Mi idea del asunto es que esos objetos a aislados, solos, sueltos, son objetos que van en contra de la perversión de cada quien, quiero decir que van en contra del fantasma de cada quien.

Si hay algo que muestra la época, y que muchos autores llaman el fetichismo del mercado, es que el fetichismo del mercado va en contra del fetichismo del fantasma. Quiero decir, que cada quien esta aferrado de una manera fija a un objeto a en su fantasma y sin embargo la ciencia nos fuerza con objetos a, aislados y sueltos. Que es la lógica de la locura que plantea Lacan en esta época ya que dice que el hombre es libre; ¿libre de qué? Es libre del Gran Otro porque tiene su objeto a en el bolsillo. El neurótico, con su fantasma, va a buscar el objeto en el campo del Gran Otro. Lo cual lo aliena al Otro. En cambio, el loco es libre del Otro porque no tiene que buscar el objeto allí. Es una libertad insoportable que deja al loco frente a la tiranía de los objetos a.

Lo digo de otra manera, estos objetos a son amorfos, lo planteo como una manera de nombrar lo contrario a lo unimorfo de Freud; la perversión unimorfa de Freud. En efecto, Freud dice perversión polimorfa, pero pensando en las variadas formas de la perversión a lo largo del desarrollo libidinal. Sin embargo, para Freud una vez que se establece la perversión es unimorfa.

La uniformidad de la perversión se debe a que cada quien está agarrado a su objeto del fantasma de una manera fija. La época de Freud es la época de la perversión, de la versión paterna del goce unimorfo. Por el contrario, en esta época Lacan nos indica que nos meten LOS OBJETOS por todos lados y de manera aislada y suelta.

A mi gusto esto lleva a lo que Miller, en los últimos cursos, llama la omnipresencia del goce (…) Pasamos de una lógica del goce localizado perversamente en el fantasma de cada quien, a la presencia loca del goce por todos lados. Lo he propuesto así en otro momento: mientras más la ciencia quiere extirpar el goce localizado, el tumor del goce, más el goce se hace omnipresente. Lo llamé en su momento la metástasis del goce (cuestión que luego lo encontré dicho así por Slavoj Sizek, aunque con otra perspectiva). La ciencia intenta cirujear el goce, extirparlo, y sin embargo el goce hace metástasis y aparece por todos lados. Es una deslocalización del goce.

Por otro lado, cuando Lacan habla de la máquina, en los términos de Lacan es una referencia a la computadora, aunque aún no es la época de la PC. La época de Lacan era la época de las habitaciones llenas de botoncitos y lucecitas donde había una máquina enorme. Es importante ubicar este pasaje de la máquina a la PC, que más que personal computer deberíamos decir partenaire computer, PC partenaire computer, que es la lógica del blackberry, que es esa piedra que uno lleva atada al pie, que llevaban los presos, es la lógica que eso va a ser atado al cuerpo.

¿Pero cuál era la idea de Lacan? … para el parlêtre se trata del encuentro de lalengua con el cuerpo, esto diferencia al hombre del animal y de la máquina. El animal tiene cuerpo y no tiene el impacto de lalengua en ese cuerpo (amén de los animales domésticos y toda esa problemática). La máquina tiene un lenguaje, pero no tiene cuerpo y como parletres le podemos suponer el goce al animal y el goce a la máquina, aunque no deja de ser una suposición del parletre.

En la última enseñanza de Lacan, cuando hace un esfuerzo denodado por agregarle cuerpo a la teoría, cuando transforma al sujeto en parletre, también le agrega cuerpo al Otro. Ya que el Otro no va a ser el Otro del lenguaje, sino que va a ser el Otro sexo. Lo que Lacan, a mi gusto, llama el Otro sexo es el Otro más el cuerpo. En efecto, la fórmula de la sexuación entre otras cosas indica, que cuando se trata del Otro sexo el objeto a se localiza en dicho lugar. La $ barrada con la flechita hacia objeto a indica una localización del goce a partir del objeto a. El sujeto para abordar lo que hay del Otro lado se localiza por el objeto a. Es decir, para que el objeto a se localice tiene que haber un Otro encarnado, y la época actual empuja a un encuentro con un Otro sin cuerpo.

La película «Her» muestra muy bien que es un partenaire (el sistema operativo) sin cuerpo, a tal punto que cuando le quieren mandar un cuerpo lo rechaza.

Stephen Hawpkins, después de todo lo que él descubrió, luego de poder explicar los agujeros negros, etc. Plantea que el misterio es el misterio de lo femenino, el tipo está bien orientado, no se pierde en las redes, él ubica que el misterio es lo femenino.

Lo que quiero plantear es que, cuando Lacan le pone cuerpo al Otro es una manera de hacerle el envés a la época actual. La época actual empuja a sacarle cuerpo al Otro, a pluralizar los objetos a y contra toda fijeza perversa del fantasma. La época empuja a que tengamos un Partenaire computer sin cuerpo y el análisis lleva a cada quien en el camino del partenaire – síntoma que no es sin un cuerpo encarnado en un partenaire.

Transcripto por Silvina Rojas.

Desde la antigüedad, el desafío fue cómo moderar las pasiones por medio de la razón, haciéndolas entrar en la común medida del para todos.

El sueño humanista fue domesticar a los hombres mediante relatos, según el modelo del «amigo lector». De este modo se proponía, con la cultura y la literatura, proteger al hombre del salvajismo que históricamente lo amenazó.

Para algunos, el surgimiento de internet fue, tal vez ingenuamente, motivo de renovada esperanza. La globalización permitiría afianzar los lazos entre las naciones, acortando las diferencias culturales y fomentando la armonía internacional. Pero lejos estamos de estos sueños.

Hace unos años, bajo el irónico título de «Un mundo feliz», un periódico inglés[1] mostró su preocupación por el hecho de que la añorada desaparición de las diferencias culturales mediante los mass media y las telecomunicaciones desembocó, paradójicamente, en el surgimiento de la intolerancia a otras culturas y naciones.

Después de los atentados en las escuelas americanas, numerosos jóvenes declararon en Facebook su felicidad por los asesinatos. Muchos de los que cometieron los atentados habían publicado, antes, mensajes de odio dirigidos a otros y a sí mismos.

Alemania, Francia y otros países intentan hoy en día intervenir en el denominado «odio cibernético», que muestra su cara más real en los «asesinatos suicidios».

Una primera aproximación a Facebook puede sorprendernos: amigos por todos lados, caritas, me gusta, expresiones como «sos genial», «divino», parecen convencernos de que el amor al prójimo es posible. Pero cuando nos alejamos de estos muros hacia horizontes políticos, por ejemplo, nos topamos con otras expresiones: «ladrones», «facho», «negro cabeza», «yegua».

Esto es lo que me incitó a diferenciar el odio entendido como afecto del sujeto y el odio entendido como afecto social.

¿El registro imaginario alcanza, por sí solo, para explicar esta pasión?

Para mostrar cómo la imagen del otro genera celos, Lacan remite al ejemplo de San Agustín, el del niño que mama, que ilustra la envidia y el deseo de muerte hacia ese rival poseedor del objeto del cual somos privados. Frente a esta rivalidad mortífera, lo simbólico pone orden en esta estructura general del sujeto resumible en la fórmula: el otro es insoportable. El problema es, pues, cómo hacer del otro un otro soportable. La relación con el semejante siempre bascula. Cuando el otro no nos devuelve la imagen ideal, deviene amenazante, malo. Pero la dialéctica imaginaria, con sus pasiones, no alcanza para dar cuenta de esto, pues el otro puede ser lo imposible de soportar para el sujeto.

Lacan retoma los desarrollos freudianos acerca de la constitución del sujeto para situar cómo la realidad depende y se constituye a partir del goce que es rechazado. Este goce es real y exterior al saber y a lo simbólico. Hay un goce que no es reconocido como propio, que permanece como un resto inasimilable para el sujeto. Este goce, inicialmente conceptualizado por Lacan como el objeto malo, es al mismo tiempo lo más íntimo y ajeno para el sujeto.

Según Freud, la pulsión no odia ni ama: se satisface; y el odio es anterior al amor. La satisfacción pulsional puede ser objeto de odio, de rechazo cuando el sujeto lo experimenta como goce Otro[2]. Aquí podemos agrupar una serie de fenómenos, tales como el odio a lo más querido, a lo más próximo, como la violencia ejercida contra los hijos, las mujeres, los enfermos.

Hay diversos retornos de la pulsión en el sujeto. La melancolía es una estructura de la relación con el Otro (del goce) que el sujeto no reconoce: «Eres esto que no quieres reconocer, y es por esto que te odias en el objeto».[3] Si el objeto a es situado en el Otro, como en la paranoia, el Otro deviene malo –una voluntad que quiere mi mal.

En su análisis de las pasiones, Lacan retoma la clásica distinción entre afectos y pasiones. Los afectos serían la materia de que están hechas las pasiones, pero éstas pertenecen al ámbito de la ética, y las virtudes resultan de las pasiones.

Interrogar los afectos nos permite aproximarnos al problema de la diferencia entre los afectos sociales y los del sujeto. Los afectos articulan el cuerpo, el lenguaje y el goce. El goce es en el propio cuerpo, pero los afectos, por ser efectos del discurso, conectan con el Otro. El cuerpo es tomado en el discurso, y esto nos permite articular el cuerpo político y los afectos sociales.

Lacan no considera el cuerpo a partir del organismo, como lo hace Hobbes, sino a partir del discurso. Y Laurent señala que el cuerpo político es afectado por el discurso y puede experimentar angustia, amor u odio por su líder.[4]

Lalengua afecta nuestro cuerpo, con efectos de goce. Podemos servirnos de los afectos y de las pasiones para abordar lo real del goce, que escapa al decir. El amor y el odio tienen relación con lo real. El primero suple la «relación sexual que no hay». El odio es más lúcido que el amor porque tiene como soporte, las unaridades, el Uno.[5] En el nivel del goce no hay comunicación ni acuerdo. El odio apunta a la diferencia absoluta: Te odio porque no gozas como yo. Nada concentra más odio que el decir de excepción, donde se sitúa la existencia[6], lo singular de un modo de gozar; por esto, el odio «es el único sentimiento lucido».[7] Lacan lo enlaza al saber: el odio es condición de la lectura, para leer es necesario de-suponer el saber. Aquí el odio corresponde a la separación, más que a la alienación.

Para concluir, lalengua impacta en el cuerpo y produce efectos de goce. Los afectos son efectos de discurso en el cuerpo social y en el cuerpo del parlêtre. A lo largo de su enseñanza, Lacan reformula el odio, lo saca del registro puramente imaginario para resaltar su valor epistémico, haciendo de él la condición de la lectura. También resalta su conexión con el goce, ya sea el goce pulsional que el sujeto desconoce en el fantasma, como lo real del goce que hace a lo singular y que es lo que desencadena el odio. Esto último puede introducir alguna luz, en los fenómenos de racismo y segregación.


[1] Cyber-nationalism, the brave new world of e-hatred, The Economist, July 24th, 2008.http://www.economist.com/world/international/displaystory.cfm?story_id=11792535

[2] Bassols, M, El odio como vinculo y rupturahttp://ea.eol.org.ar/04/es/index.php?file=lecturas_online/textos/bassols_odio.html

[3] Miller, El desencanto del psicoanálisis, clase del 29 de mayo de 2002.

[4] Laurent, E,Pensar con su alma o hablar con su cuerpo. Texto original publicado en francés en L’Hebdo Blog, N° 69, Retour de Rio, el 8 de mayo de 2016, disponi-ble en: http://www.hebdo-blog.fr/e-laurent-m-foucault/

[5] Lacan, J, clase 10 de mayo de 1977.

[6] Lacan, J, Aun, Buenos Aires, Paidós, 2014,p.147.

[7] Lacan, J, De un discurso que no fuera del semblante, Buenos Aires, Paidós, 2009, p.97

Decimos que el psicoanálisis no hubiera existido sin el nacimiento de la ciencia, pero a su vez el psicoanálisis no lo es.

Las ciencias señalan dos tipos de saberes:

Primero: el Tácito, que se ejecuta sin pensar (leer, andar) son situaciones complejas a nivel neurológico que provienen de esa oscuridad que, como su nombre lo indica, es el reino del conocimiento tácito. Segundo: el Explícito. Es descriptivo (como resolver una ecuación matemática o armar un mueble). El software es un conjunto de instrucciones y se encuentra dentro de este saber. Por eso es que las computadoras u objetos tecnológicos sean excelentes en el saber explícito y su ejecución; pero fallan en el tácito.

Para estar a tono con la jornada, podríamos decir que «algo» en el instrumento tecnológico apasiona: se lo suele pensar como «automatización». El tiempo se vuelve inmediatamente virtual; produce confort; pero también llega a disminuir las responsabilidades. Va sustituyendo la otra realidad, (la del fantasma). De hecho, el saber televisivo se instituyó como antecedente: así, lo que no está en la televisión no existe, hoy si no está en internet ¿no existe? Luego, el concepto se fue tiñendo de rentabilidad, asociado a lo que sería la puesta en valor de la verdad con el índice de éxito o medición de audiencia, llamado raiting.

Por otro lado, Wikipedia llama a los lectores a colaborar con una especie de departamento llamado «desambiguación», que es la confesión tácita de un requisito inalcanzable para un sistema excluyentemente cuantitativo.

Porque, salvo que se elimine a la singularidad, no existe concepto que excluya del todo a lo ambiguo. Más, toda regla es tal porque admite la excepción.

Lo que aquí interesa, es que se trataría de la implantación en el mundo de una circunstancia opuesta y contradictoria con la existencia del psicoanálisis.

El psicoanálisis, en cambio, trabaja en esencia en la consideración de las vidas, dentro de una praxis teórica, que incluye esa singularidad. El psicoanálisis implica, como estructura, a la ambigüedad.

Llevado a un hipotético final, el pensamiento opuesto, algún día, podría llegar a creer que es posible descomponer y reducir a la más mínima expresión los síntomas de cada alteración psíquica y recetarle una determinada pastilla.

Enseguida, podríamos imaginar lo mismo para las vivencias, alegres, placenteras o tristes y desgraciadas. La panacea sería un botón para evitar la desgracia, podríamos llegar al botón de la felicidad. Incluso, se podría librar de guerras al mundo mediante la personalización de una luz particular para hacer el mal, o ejercer la venganza privada, o aliviar la envidia, pero con la limitación del número de enemigos. Ya lo escribió Aldous Huxley en el «Mundo Feliz» y Rodolfo Walsh lo desplegó en un cuento memorable, «La máquina del bien y del mal».

Dos pícaros estafadores le venden a una vieja que vivía rumiando de odio encerrada en un altillo, «La máquina del bien y del mal», por supuesto, era trucha pero tronaba infernalmente para el mal y lanzaba una melodía dulce para el bien. Antes de que llegaran a salir de la casa escucharon horrorizados los truenos metálicos y comprobaron que la vieja había logrado destruir a varios vecinos que, encerrada en su impotencia vitalicia, ella odió desde siempre.

Ahora, podríamos anticiparnos y llevar la hipótesis a su extremo. Desplegar la escena de un mundo totalmente computarizado. Es decir, viendo como irreversible la influencia de esta inteligencia artificial, en curso, sobre los valores y capacidades humanas.

Si ponemos la ciencia ficción entre paréntesis, deberíamos imaginamos que, finalmente la tecnología fue exitosa en tal misión, y entonces cabría preguntarnos ¿qué transformación, que reducción debería acaecer en el espíritu humano para que su Ser se acomodara, finalmente, a los requisitos tecnológicos?

Pero podríamos ir haciendo un inventario, siempre, inconcluso y como dijo Philipe Lasagna «se queda colgado de un futuro líquido».

El problema en un sentido de la automatización es poder decir «¡Basta!», aunque más no sea por un rato. Alfred Whitehead dijo: «La civilización avanza aumentando el número de operaciones importantes que pueden efectuarse sin pensar en ellas».

Se llega a tener tal confianza en la tecnología que el sujeto se desconecta de su medio circundante, la realidad puede llegar a ser virtual. A esto se le llama «complacencia automatizada». Inmediatamente lo asociamos con «complacencia somática» de Freud. La de la histeria, esa del SXIX, XX.

Me preguntaba ¿qué rasgos comunes podría haber entre estas complacencias? Un error en ambas, y es suponer una función al cuerpo que falla en su imaginario. Con una diferencia la computadora es un cuerpo herramienta por fuera del nuestro, llegando a funcionar muchas veces como su extensión, cuelga como modo del objeto a.

Debate archiconocido ¿buenas o malas? Que nos deja en un callejón sin salida.

Durante estos siglos en que el ser humano habita este mundo, se han inventado numerosas herramientas que modificaban la vida y señalaban un antes y después en la historia. Cada una de ellas, el fuego, la rueda, imprenta, TV etc. generó efectos no deseados además de su importancia. Tanto aquellos instrumentos como la tecnología han sido y son cruciales dentro del discurso capitalista, para saber producir y producir saber.

La tecnología se diferencia en que yendo más allá del límite, puede también auxiliar el cuerpo inutilizado, el caso de Hawking, y del diputado Jorge Rivas que hace emerger la voz de la máquina escribiendo con la mirada letra por letra.

Altera, también, la percepción del mundo, por ejemplo con el microscopio, pues la tecnociencia no es solamente lo informático. Abre nuevos caminos en el mundo y a su vez altera profundamente los lazos con él. Una herramienta depende de la destreza y responsabilidad del que la maneja, así ocurre con sus usos.

Pero cuanto más automatizado sea el artefacto, se vuelve más extraño e implacable, fuera de nuestro control e influencia y quedamos enredados en sus redes.

Hay una fe nueva puesta en la tecnología. Para el psicoanálisis no es lo mismo plantear esta problemática teniendo siempre en el horizonte que la relación con esos objetos, no es sin Otro.

Esos objetos pasan a cumplir una función en el campo pulsional, con diferente temporalidad. A los intervalos de la pulsión el objeto técnico responde hasta el final sin interrupción.

Esa es una paradoja, la inoculación de otro lenguaje que metamorfosea al mundo. El panóptico ya no es arquitectónico sino RED, entonces como dice JAM: «Es la máquina óptica universal de las concentraciones humanas» extendida en red. Lógica de poder que tiene una íntima relación con la biopolítica.

Se está produciendo una reconfiguración de los lazos sociales. Y es la incidencia que debe interesarnos, de ahí esta propuesta de trabajo. Observar los impasses que se producen en nuestra práctica con relación a la forma nueva que se impone.

Es un tiempo, aún, extraño en nuestra disciplina donde los conceptos clásicos tienen su incidencia pero son insuficientes para que la propuesta del psicoanálisis sea propicia a los parlantes.

En general hoy se degrada la subjetividad, se tiende al individualismo, suele haber un rechazo al saber o una facilitación en acceder a ese ya que hay un menoscabo de la llamada intelectualidad, a su vez, el saber sufre la deformación del mercado. El empuje es reducir la subjetividad a un cálculo estadístico y una verdad.

Se pone en evidencia el cambio e influencia de estos otros lenguajes por ejemplo en las redes y la pornografía. En el S XIX y XX el porno sex se manifestaba en Toulouse Lautrec y De Gass. El goce sexual autoerótico en el burdel o con bailarinas. La máquina y el aislamiento priman hoy, la reconfiguración de los lazos. Se está con la pantalla, y esta permite un supuesto infinito, es el cuerpo el que pone el Stop.

Este nuevo lenguaje, el de la tecnología, es una herramienta a veces amable, otras no. Sí sabemos que tenemos que incluirlas siempre en el horizonte de que hay allí un sujeto con una relación singular con la máquina y su red, que despierta la pasión haciendo de ese un palêtre, que apostará, o no, a un saber no automatizado, ni complaciente, sino singularmente propio del sinthome.

Lacan menciona que la entrada del significante en lo real, y cómo de ahí surge un sujeto, y cómo el sujeto de la enunciación entra en el enunciado es un problema con el que tenemos que vérnosla en la vida y en nuestra práctica. Esa irrupción provoca: deseo, goce, afectos, angustia, pasiones.

Pasiones del ser, de su falta: amor, odio, ignorancia. Pasiones del alma: tristeza, gay savoir, culpa, vergüenza, felicidad, aburrimiento, mal humor, que en su curso Extimidad JAM, las llama Pasiones del objeto a, del cuerpo.

Pasiones todas que se encuentran enganchadas al saber. Un saber que en esta época tiene un estatuto diferente. A partir del mundo tecnológico ya no está depositado en los adultos sino que se encuentra disponible en un almacenamiento maquinal, «no es más un objeto del Otro» como dice Miller. Es la incidencia de ese lenguaje digital el que hace que en el mundo se prolongue lo posible, de manera exponencial.

El psicoanálisis ante estas perspectivas e instilación de otros lenguajes nos conmina a construir un abordaje del parlêtre que requiere de nuestra inventiva; no sin antes previa lectura de la contemporaneidad lo que nos permitirá un horizonte que sabemos es el de la experiencia de un real.

¿CÓMO SE JUEGAN LAS PASIONES EN LAS REDES?

Voy a realizar, a lo largo de este trabajo, una breve mención de algunas referencias de Lacan sobre el aburrimiento, son todas interesantes y útiles para el tema de nuestra mesa. En el Seminario 5 (clase 9), encontramos la función del aburrimiento en el estándar de los analistas, un todos iguales (los analistas) que apunta a homogenizar (y diluir) el acto analítico: «Todo está ahí. Una gran parte, al menos, de las prescripciones, de lo que se llaman reglas técnicas a observar por el analista, en el fondo no son sino dar a esta ocupación todas sus garantías de lo que se llama su estándar profesional. Si miran el fondo de las cosas, se darán cuenta de que esto es en la medida en que ellas crean, sostienen y mantienen, como en el corazón, la función del aburrimiento.»

Quizás convenga, para iniciar nuestro trabajo, interrogar el precepto del «todos iguales» en la actualidad comparándolo con alguna referencia que nos sitúe en los tiempos de Freud o Lacan. El todos iguales de hoy dista de aquel del siglo pasado, que Benjamin, en su conocido estudio «La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica», describiera en la década del 30, es decir, de un modo contemporáneo al último Freud y al joven Lacan. Benjamin menciona en ese ensayo a Chaplin, quien en su conocida película Tiempos modernos nos trae una parodia del todos iguales de la modernidad industrial: todos obreros, engranajes idénticos de una línea de montaje única, frente a un Otro consistente que los proletarizaba a todos, y frente al que cabe la sumisión o la rebelión. Este ensayo de Benjamin, al igual que la película de Chaplin, es de 1936, seis años posterior al Malestar en la Cultura de S. Freud. Benjamin leyó a Freud, lo atestigua este mismo texto, en el cual compara la percepción del detalle que permite el cine, con los detalles relevados por Freud en su Psicopatología de la vida cotidiana. Desde la Psicopatología un lapsus es absolutamente otra cosa, Benjamin percibe muy bien la invención del sujeto del inconsciente por Freud, su lazo a un modo nuevo de percepción y análisis del mundo y del sujeto, instaurado por la ciencia misma[1]. Por otro lado, a Freud tampoco se le escapó el malestar que la ciencia y la técnica, ese modo extremo de dominio de las fuerzas elementales, conllevaban adicionalmente para la cultura de su época. Con esta pregunta finaliza ese texto aún tan inquietante que es el Malestar en la Cultura[2].

No es éste el «todos iguales» de nuestro tiempo, ya hiper-moderno, como dice Jacques-Alain Miller, tomando ese término de G. Lipovetsky, de su ensayo Los Tiempos hipermodernos[3]Actualmente es el fenómeno de las comunidades de goce (tribus urbanas y comunidades on line) el que representa mejor la modalidad actual de lazo, dichas comunidades se organizan alrededor de una determinada práctica (skaters, floggers, emos, pokemones, etc)[4]. Nuestro colega Fabián Fajnwaks ha investigado de un modo muy lúcido este fenómeno[5], describiendo, por ejemplo, las «comunidades de consumidores de iphone o de blackberry, (…) existe todo esto por internet, forums, donde hay miembros de comunidades de todos los sujetos que puedan ser consumibles, comunidades de anoréxicas, comunidades de no consumidoras, esa es la forma que toma hoy el lazo social, la comunidad a partir de un modo de goce.» Estas comunidades se ordenan alrededor de un significante que colocan en el lugar de insignia, tomando el término que Fajnwaks rescata de «Los signos del goce» de J. A. Miller, insignia que le permite a un grupo de individuos identificarse a ese rasgo, en bruto, de un modo fanático muchas veces, y a la vez rechazar al Otro social por este mismo fanatismo.

Podemos, a esta altura, interrogarnos acerca de estas redes, qué son a fin de cuentas, cuál es su lógica y su soporte. Se trata de artificios técnicos que, de alguna manera, hacen presente lo que Lacan llamó los surcos de la aletósfera, esa red que nos circunda y envuelve, tejida por el modo como el discurso de la ciencia opera y avanza con su arsenal simbólico sobre la naturaleza, y transitada por las letosas, esos «pequeños objeto a minúscula, que se encontrarán al salir, ahí sobre el asfalto en cada rincón de la calle, tras los cristales de cada escaparate, esa profusión de objetos hechos para causar su deseo, en la medida en que ahora es la ciencia quien gobierna, piénsenlos como letosas»[6]. Esta atmósfera, en la que todos respiramos, se halla atravesada por estos surcos ya no tan sólo como ondas aleatorias que cada tanto nos harán llegar noticias fantásticas (Lacan relata al respecto la de la llegada del hombre a la luna[7]), sino que se encuentran ya completamente instalados, determinando distintas modalidades subjetivas y de lazo. Ya no hace falta estar en la luna para necesitar conectarse a su red, sino que más bien, en nuestros días, quien no está conectado a esa red es considerado como un lunático. Interrogada sobre este punto, la investigadora brasilera Paula Sibilia nos da una respuesta muy precisa, útil para lo que al final situaremos en relación a un caso: «¿Que revelan sobre la sociedad contemporánea, las redes sociales como Facebook, Orkut, Twitter y Myspace?- Estas nuevas herramientas, que aparecieron en los últimos años y de repente se tornaron tan populares, sirven para dos propósitos fundamentales. En primer lugar, ayudan a construir el propio «yo», o sea, sirven para que cada usuario se auto-construya en la visibilidad de las pantallas. Además, son instrumentos útiles para que cada uno pueda relacionarse con los otros, usando los mismos recursos audiovisuales e interactivos.» [8]

Introdujimos el término individuo, para nombrar el modo como los sujetos hacen grupo hoy (comunidades de individuos, individualismo de masa, según propone J. A. Miller), por el uso y las resonancias que tiene este término en la última enseñanza de Jacques Lacan. Las fiestas electrónicas son fenómenos interesantes de nuestra época, en donde los sujetos se reúnen alrededor de dos letosas fundamentales, una música extremadamente repetitiva y monótona, aburrida para muchos, producida por los DJ, expertos técnicos, y diversas drogas de síntesis. Hace poco tuvimos en nuestro país un terrible acontecimiento surgido en una de ellas. Los relatos de jóvenes respecto al uso de esa droga novedosa, Superman, tenían claras resonancias con una suerte de necesidad de encontrar un goce ilimitado que los saque del aburrimiento. Lacan es muy preciso en Radiofonía (Segunda pregunta), al definir la relación del aburrimiento con el deseo de Otra cosa, es decir, con un deseo que se extravía respecto al objeto singular que funciona en el lugar su causa: «Bastaría el ascenso al cenit social del objeto llamado por mí a minúscula, por el efecto de angustia que provoca el vaciamiento a partir del cual nuestro discurso lo produce, al fallar en su producción. Que sea por tal caída como el significante se reduce al signo es algo que se vuelve evidente para nosotros porque, cuando ya no se sabe a qué santo encomendarse (dicho de otra manera: ya no hay significante que freír, es lo que el santo provee), se compra cualquier cosa, un coche en particular, con el que hacer signo de inteligencia, si se puede decir, de su aburrimiento, es decir, del afecto del deseo de Otra-cosa (con una O mayúscula). Esto no dice nada delaminúscula, porque él no es deducible sino del análisis de cada uno, lo que explica que pocos psicoanalistas la manejen bien, incluso al conocerlo en mi seminario. «Mónica Torres lo sitúa también con precisión, en un trabajo que aborda el problema por el sesgo inespecífico de la depresión: «Se trata de evitar el vacío, el resto, ese resto que resulta de la operación de separación que el sujeto deprimido no logra inscribir. Así, el ser hablante profundamente separado del Otro, pretende sin embargo no separarse de su objeto. Y el mercado le ofrece lo que sea para que su adicción al objeto sea ininterrumpida. Pero esta ansia generalizada, esta ansiedad, es en verdad la otra cara de una tristeza cada vez más agravada.»[9]

«Si no hubiera descubierto a los animes me hubiera aburrido en mi casa…», dice algún bloggero Otaku, de donde podemos deducir que las comunidades Web son un modo de tratamiento del aburrimiento. Todos conocemos anécdotas de jóvenes o niños que cuando son privados de su gadget preferido, de su letosa predilecta, se quejan del aburrimiento en el que quedan sumidos. El todos iguales de estas comunidades se presenta, a veces, como la única modalidad posible de algunos jóvenes de sostener un lazo «social» (entre comillas). Esto nos recuerda, finalmente, a Lacan en «Televisión», puesto que allí sitúa la cuestión del aburrimiento con una fórmula muy adecuada a este fenómeno contemporáneo, la clave del aburrimiento, nos dice, surge al reducir el Otro al Uno, o de confundirlos a ambos.


[1] «Y aquí es donde interviene la cámara con sus medios auxiliares, sus subidas y sus bajadas, sus cortes y su capacidad aislativa, sus dilataciones y arrezagamientos de un decurso, sus ampliaciones y disminuciones. Por su virtud experimentamos el inconsciente óptico, igual que por medio del psicoanálisis nos enteramos del inconsciente pulsional.» BENJAMIN, Walter Discursos Interrumpidos I, Taurus, Buenos Aires, 1989

[2] «He aquí, a mi entender, la cuestión decisiva para el destino de la especie humana: si su desarrollo cultural logrará, y en caso afirmativo en qué medida, dominar la perturbación de la convivencia que proviene de la humana pulsión de agresión y de autoaniquilamiento. Nuestra época merece quizás un particular interés justamente en relación con esto. Hoy los seres humanos han llevado tan adelante su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza que con su auxilio les resultará fácil exterminarse unos a otros, hasta el último hombre. Ellos lo saben; de ahí buena parte de la inquietud contemporánea, de su infelicidad, de su talante angustiado. Y ahora cabe esperar que el otro de los dos «poderes celestiales», el Eros eterno, haga un esfuerzo para afianzarse en la lucha contra su enemigo igualmente inmortal. ¿Pero quién puede prever el desenlace?» FREUD Sigmund, El malestar en la cultura.

[3] LIPOVETSKY, Gilles. (2004). Les tempshypermodernes. Paris, Francia : Éditions Grasset.

[4] http://todas-las-tribus-urbanas.blogspot.com.ar/p/inicio.html

[5] «Lacan y los genderstudies». Fabián Fajnwaks. Universidad del Claustro de Sor Juana, México DF (http://www.nel-mexico.org/index.php?sec=Actividades-internacionales&file=Actividades-internacionales/Textos-Conferencias/13-11-08_Fabian-Fajnwaks.html)

[6] Lacan, Seminario 17, Capítulo XI.

[7] Lacan, Idem: «Esos astronautas, como se dice, que tuvieron en el último momento algunos probemillas, se las habrían arreglado mucho peor –y no hablo de sus relaciones con el aparatito, ya que tal vez se las habrían arreglado bien ellos solos- si no hubieran estado acompañados todo el rato por ese minúscula de la voz humana. (…) lo importante es que sigan estando en la aletósfera».

[8] http://virtualia.eol.org.ar/019/pdf/opinion_ilustrada_sibila.pdf

[9] Monica Torres, «El reverso de la fiesta». Virtualia 17. http://virtualia.eol.org.ar/017/default.asp?dossier/torres.html

El mayor de los pecados, nos dice Dante, es la tristeza(…)(//) Todos saben que soy alegre, hasta dicen que soy chiquilín: me divierto (…) Es verdad. No soy triste.(//) ¿Qué alegría encontramos en eso que constituye nuestro trabajo? Lacan[1]

Se ha llamado Generación Y a quienes han nacido entre los años 1980 y 2000, son nativos digitales, el empleo de la tecnología es parte de su vida desde sus primeros años, han nacido y se han criado con al menos un dispositivo electrónico al alcance de la mano.

No perteneciendo a esa generación, no me divierto con esas modalidades a las que encuentro tristes…. Pero hago el esfuerzo por ser contemporánea.

Estos dispositivos empujan a mostrar todo lo que se hace, contar nuestras emociones, poner los estados de ánimo conectados todo el tiempocon conocidos y desconocidos.

Se trata de no poner nada negativo porque según señalan es una herramienta de «marketing personal». Sin embargo no se pueden ignorar los momentos de dolor o malestar. Algunos « especialistas en duelo »encuentran en Facebook un medio para expresar la tristeza que consideran una emoción básica. Se recomienda entonces apoyo social, pasar tiempo con una mascota, o crear una lista para expresar la tristeza. El sitio ofrece descargar imágenes especialmente seleccionadas a quienes busquen expresar sus sentimientos de tristeza -como pedir perdón o luto por la pérdida de un ser querido-.Es una interacción que además resulta cómoda, cercana y ayuda a minimizar la sensación de soledad.

Se señala que a pesar de la alegría que puedan proporcionar las redes, hay factores que producen depresión, como los sentimientos de envidia por la creencia distorsionada que otras personas llevan una vida mas feliz y exitosa, o se puede estar expuesto a un acoso cibernético, o sentir tristeza cuando no se recibe un «me gusta» a lo publicado. La propuesta es entonces dejar de lado todas estas cuestiones de significantes para preferir el poder de las emociones dichas con imágenes o frases prefabricadas por el mercado.

Sin embargo no alcanza con los emoticones para expresar las emociones negativas . Estudios indican que han aumentado el número de menores con ideas de suicidio y autolesiones, señalando que detrás de este drama y a pesar de las redes sociales, se encuentra una gran soledad. Da cuenta de esto la cantidad de visitas a las páginas en donde se explica cómo autolesionarse como forma de expresar la desesperación.

Los dispositivos que se conectan al cuerpo lo hacen al modo en que se vive la pulsión actualmente: velocidad, intensidad sin límite, de manera insaciable y constante. Todo queda aplanado a la pantalla, a la imagen rectificada y sin fallas, a una metonimia sin cesar que vehiculiza el objeto ‘a’ -partenaire del sujeto-.

Un Otro inexistente e incompleto y un sujeto cada vez mas fragilizado, sin deseo, pendiendo de un imaginario pasional, casi sin recursos, porque falta el lazo a la palabra, a la singularidad de lalalengua y lo real deslocalizado. No hay forma que el sujeto sepa algo de lo que le pasa.

El psicoanálisis impulsa al saber : tu puedes saber cual es la articulación significante testimonio de lalangue y sus efectos en el cuerpo !

La ideología de las redes toma a la tristeza como un estado de ánimo, al contrario de lo que dice Lacan que coloca a la tristeza, o la llamada depresión, como la primer pasión en la modernidad. La ubica como un saber triste, cortado de la vida y separado de lo real del goce. Dice que no es un estado de ánimo, sino una falta moral – como Dante, Spinoza y Tomas de Aquino- una cobardía que se sitúa en el pensamiento, a partir del deber del bien decir que implica orientarse en el inconsciente.

Sin duda no toda palabra es un decir. Un decir es del orden del acontecimiento porque opera una modificación en lo real, es un abordaje significante que no es sólo semblante sino que tiene conexión con lo real, no es lo mismo antes que después.

La tristeza es una falta porque es un rechazo del inconsciente que va hasta la psicosis. Así pone en serie la depresión y la melancolía. La ubica como una pasión que concierne a la relación del saber con el goce. A diferencia del saber alegre –gaya ciencia- que goza con el desciframiento, con lo que se produce a partir de la letra y el efecto de verdad que anima el cuerpo;el saber de la tristeza- puesto que Lacan dice que es un saber lúcido- no puede decirse o se mal-dice.

Lacan atribuye a Dante la idea según la cual la tristeza es el peor de los vicios. En el infierno de Dante los tristes están sumergidos en el agua nauseabunda por toda la eternidad, lo que puede ilustrar la posición de la melancolía psicótica como el estado de la tristeza en general que es considerada como una profunda cobardía moral por la cual los sujetos son castigados y ellos se castigan a sí mismos incesantemente. Lacan llega a decir que es la pasión por excelencia, la peor, la que es completamente imperdonable. La tristeza consiste en hundirse en ella misma, en complacerse en ella misma, es ésta la falta irremediable.

Está ubicada como falta del pensamiento. El depresivo siente que sufre en su cuerpo, cuando en realidad comete una falta en su pensamiento que consiste en que se trata mal en todo sentido, dice mal de sí mismo.

Una joven mujer es traída después de un intento de suicidio. Manifiesta que no tiene ganas de venir porque no tiene nada para decir. Con esfuerzo me comenta que se trató de un «suicidio mentiroso», «No aguantaba más y me tomé de golpe todas las pastillas del día. Sabía que no me iba a morir pero necesitaba que algo pase. El día es intolerable, sólo quiero dormir». Su vida no tiene sentido, insiste en que no es buena esposa, es una mala madre, no sabe cómo estar con su pequeño hijo y tiene miedo de estar sola con èl, entonces lo obliga a dormir desde que llega de la escuela. Sabe que es perjudicial para su hijo y se siente culpable, por eso no le quiere transmitir nada al hijo y para evitar eso llama a cada momento a su marido que está en el trabajo. Le pregunta cómo tiene que hacer para vestirlo, llevarlo al baño, darle la merienda, etc. Escribiéndole esos mensajes logra esperar sin tanta desesperación hasta que él llegue.[2]

En este caso, este sujeto más que hacer uso de la conexión hace un trabajo con las letras que le permite «distraerse» de sus negros pensamientos, perola mantienen en el mal-decir.


[1] J. Lacan Alocución sobre las psicosis del niño. Otros Escritos

[2] Eric Laurent, «El punto al que nos remite es el de un ejercicio recomendado por Burton para distraer al melancólico: iniciarlo en la variación de las veintitrés letras», Melancolia, dolor de existir, cobardía moral. manatial. Pg 124

¿Cómo irrumpe el mal humor o la sorpresa ante lo imposible de soportar? ¿Cómo se juega esto en las redes? Son preguntas que me causanalgún saludable desconcierto.Orientarme a partir del argumento que realizó la comisión organizadora de esta jornada (a la cual agradezco tanto las referencias como la invitación), me llevó desde el curso de Miller «Extimidad» al texto de Lacan «Televisión» pasando por algunas referencia de su seminario «…O peor, y me permitió ensayar la siguiente respuesta.

Lacan en televisión, respondiendo a los que le reprochaban no haberse ocupado de los afectos, habla del «mal humor» ubicándolo dentro de la serie de las pasiones: la tristeza, la gaya ciencia, la felicidad, la beatitud, el aburrimiento y el mal humor. En dicho texto se refiere al «mal humor» en los siguientes términos: «Así el afecto viene a un cuerpo, lo propio del cual sería habitar el lenguaje -aquí me arrendajo[1] con unas plumas que se venden mejor que las mías-, el afecto, digo, por no poder encontrar alojamiento, o por lo menos no a su gusto. Se llama eso morosidad, mal humor también (Comentario al margen del Miller: …el afecto es desacuerdo…)¿Es un pecado, es un grano de locura, o un verdadero toque de real?» (P553 Televisión)

El presente recorrido parte, entonces, de una contra-pregunta. Releyendo el último Cap. de Extimidad, un pasaje del texto de Miller me permitió formular la pregunta que me pareció más pertinente y ordenadora en relación a la por Uds. Formulada: ¿El mal humor de quien?

En la Pág. 466 de dicho curso Miller dice: «Lacan se refiere a otras seis pasiones del alma: la tristeza, la gaya ciencia, la felicidad, la beatitud, el aburrimiento, el mal humor. Desde esta perspectiva, el analista no es el sabio de sus pasiones sino el santo de sus pasiones. No es el que, como el sabio, nunca se conmueve o que se esfuerza por ello. Es el principio de la apatía de los estoicos y lo que conduce al analista -al analista extraviado- a tomarse a sí mismo por el Otro, es decir, por la cosa borrada, el cadáver. El santo por el contrario, es sede de las pasiones, está asediado por pasiones que suscita y para las cuales no hay sosiego.»

Sabio de sus pasiones Santo de sus pasiones
Se toma a sí mismo por el Otro Es sede de las pasiones
Cosa borrada (Cadáver) Asediado por las pasiones que suscita (y sin sosiego)
Extraviado Orientado

Seguimos las formulaciones de Miller en el Cap. La consistencia lógica de «a» (P466) Extimidad

  • La pasiones son relativas al saber
  • La tristeza concierne a la relación del saber con el goce, a la relación del Otro con la Cosa, o más bien con lo que queda de la Cosa bajo la forma del objeto a
  • El gay saber se opone a la depresión (Saber triste). La gaya ciencia no es un saber omnipotente, sino, por el contrario, es el que sabe pasar de la impotencia de saber -que constituye la tristeza- a lo imposible de lo real. La ética del bien decir prescribe encontrar un acuerdo, una armonía entre el significante y el goce.

El mal humor:

  • Podría ser pecado si no fuera más que tristeza
  • Podría ser una pizca de locura, sino fuera paranoia.
  • Puede ser un toque de real. …el mal humor supone que lo real es imposible a soportar, porque no concuerda nunca con el significante, sino que se define por sus impasses.

En este punto se articula el mal humor con el gay saber

La pasión, la gaya ciencia, es soporte de la ética del bien decir, que prescribe un acuerdo, una armonía entre el significante y el goce. No sin la pasión, el «mal humor» concomitante, que da cuenta que ese acuerdo entre significante y goce no es sin lo real, que bajo la forma de lo imposible a soportar, determina el impasses que hay entre el significante y el goce.

Conclusión. ¿Cómo irrumpe el mal humor o la sorpresa ante lo imposible de soportar?

  • Cuando el analista no es el sabio de sus pasiones y en cambio es el santo de ellas, estará conmovido por ellas y las por las que suscita en el analizante.
  • Se trata, por lo tanto, de la transferencia. Del lazo social inédito y original del psicoanálisis como soporte de la experiencia de lo real.
  • En cambio, lo que hoy llamamos «redes sociales» que promueven la orientación a un lazo social virtual muestran su limite a lo que Lacan denomina el mal humor, por lo menos en tanto se refiere a un» toque de real» al que se espera poder alcanzar en un análisis.
  • Lo que no quita que el mal humor pueda producirse en las redes sociales quizás como el pecado de la tristeza o como una pizca de locura de la paranoia.

[1] Pájaro de unos 35 cm de longitud, parecido al cuervo, de plumaje pardo o rosado con la cola y las alas negras; se caracteriza por su vuelo pesado y por la facilidad con que imita el canto de otras aves; vive en bosques espesos y abunda en España.

La pasión por la imagen

Clotilde Leguil considera[1] que en el siglo XXI hay un cambio respecto al estilo de las pasiones, ellas-a diferencia de Descartes-se centran en el cuerpo y no en el alma. Pero ¿en qué sentido? Si las pasiones siempre tocan el cuerpo: ¿cuál sería ahora su particularidad? Basta recordar la afirmación de Lacan:

….. «la simple resección de las pasiones del alma, como Santo Tomás nombra mas pertinentemente esos afectos, la resección desde Platón de esas pasiones según el cuerpo (…) ¿no es el testimonio ya de lo que es inevitable para su abordaje, pasar por ese cuerpo, que yo digo no estar afectado más que por la estructura?»[2].

Entonces: ¿qué novedad? Es que Clotilde Leguil no alude a las pasiones clásicas que sin duda se asientan en el cuerpo, pero que son causadas-al modo de Spinoza[3]-por algo exterior que lo conmueve, sino pasión por el cuerpo mismo que ha tomado el relevo del ser

Una de las pasiones por el cuerpo se vincula con su imagen que debe ser la de un cuerpo que responda a la demanda social portando salud, belleza y potencia .En definitiva un cuerpo imaginario capaz de hipnotizar la mirada haciendo desaparecer cualquier huella de castración: ningún signo de desfallecimiento, ninguna marca de edad, ningún trazo de angustia o de inquietud .Veremos de qué manera tal pasión se juega muchas veces en las citas por Internet impidiendo el encuentro amoroso…y el bien decir

Luego de haber concretado diversas citas por Internet, una mujer define esas experiencias en términos de «casting amoroso». Se había sentido examinada, comparada con lo que se esperaba de ella, sometida a una prueba de evaluación. Esta palabra, utilizada clásicamente para la elección de modelos o de actores en vistas de una producción, hoy extiende su empleo para otro tipo de situaciones, indicando de qué modo los sujetos son evaluados mucho más allá de lo laboral. Escuché hace poco a alguien decir, luego de una pronta decepción tras el casamiento, que se había equivocado en el «casting». El vocablo es inglés y en su traducción nomina la fundición, el molde, la forma, el elenco, el enyesado y también el vaciamiento.

Alguien podría decir que siempre buscamos al otro de acuerdo a un molde previo, que tenemos patrones, que nos interesan determinadas características, que preferimos determinadas cualidades, viendo como muy natural esta forma de elección. ¿No nos dice acaso el psicoanálisis que existen rasgos de fijación que dirigen la orientación hacia determinada persona y no otra? Sin embargo, tales adhesiones son inconscientes, y se distancian de las del mentado «casting» en el que, por el contrario, intentan ser calculadas y sometidas al control .Por otra parte, Lacan nos dice que el amor es contingente, no planeado y si hay siempre un misterio, este se enraíza en que en la atracción hacia el objeto amado hay algo inexplicable que trasciende en mucho lo evaluable de sus atributos.

El «casting amoroso» rechazaría esta verdad del amor que hizo que Kierkegaard dijese que era tan difícil definir lo que es su esencia, como lo es definir la esencia de una persona[4]. Es que el amor bordea ese núcleo innombrable e inexplicable en la lógica de la evaluación. Cuando se trata de convencer a un enamorado de la no conveniencia del objeto amado, se comprueba que es inútil tal como argumentar en el desierto ya que la atracción no contempla razones. Y quizás en tal «inutilidad» se revela el corazón del amor, incompresible en términos del costo-beneficio. No ocurre lo mismo cuando se tasa a un producto, sin embargo en el «casting» se buscan determinados atributos y los sujetos se ofrecen cual mercancías, ya no solo ellas mismas como valores de cambio sino los mismos sujetos. De ahí la depresión cuando ellos advierten de su lugar como objetos desechables: no ser el producto buscado

Marx describió que uno de los rasgos fundamentales del capitalismo es la sustitución del valor de uso por el valor de cambio y ello se extiende al campo de las relaciones personales. Jacques Lacan dice que el discurso capitalista excluye al amor. No solo por el aspecto romántico que hace que los enamorados se basten a sí mismos y en esto se alejen del consumo, sino porque en el amor, el otro no es una moneda de cambio sino que se revela insustituible. Pensemos en la nostalgia que surge del recuerdo de un amor que se ha perdido, seguramente se hará presente el lenguaje privado compartido con el que fue amado, un lenguaje que fue ese, único, no intercambiable con el de ningún otro. Dice Borges que uno está enamorado cuando se da cuenta de que la otra persona es única.En el lenguaje privado, los epítetos indican la manera en la que lo nombrábamos, queriendo de ese modo intentar expresar su unicidad, y el tiempo que demanda el duelo amoroso testimonia ,en última instancia, que los seres no pueden sustituirse tan fácilmente por otros, que no son descartables, que lleva tiempo el proceso de desasimiento, que hay apego , viscosidad libidinal. Y a la inversa, Marx descubrió que en el capitalismo el valor de uso, subjetivo, es sustituido por el valor de cambio: las cosas no valen por sí mismas sino por el valor de mercado. El detalle que se agrega en el capitalismo tardío es que lo mismo vale para los sujetos, y de ahí el drama de devenir obsoleto como los objetos.

Claro que la palabra «casting» también remite a «vaciamiento» y ello nos introduce al campo de la temática de la evaluación. Es que cuando medimos al otro de acuerdo a requisitos previos lo despojamos de su singularidad. Jacques Alain Miller[5] la presenta como el fenómeno central de nuestra época y define su operación en el pasaje de un ser de su condición de único, al estado de ser uno entre los demás. Así, los sujetos se prestan a ser comparados, accediendo al estado estadístico, proceso idéntico al descripto por Marx cuando se refiere a la pérdida del valor de uso, subjetivo por el valor de cambio. En su célebre libro El capital, aborda los dos valores de la mercancía: valor de uso y valor de cambio. El tema del valor tiene una importancia fundamental, ya en el Prólogo a la primera edición alemana señala que la forma de valor que reviste la mercancía, es la célula económica de la sociedad burguesa. Podríamos resumir diciendo que el valor de uso es subjetivo, es el valor de la cosa en sí misma en su relación al hombre, mientras que el valor de cambio es el valor de las cosas respecto a otras y ese valor será otorgado por el mercado.

«Lo que se confirma aquí es la extraña circunstancia de que el valor de uso de las cosas se realiza para el hombre sin el intercambio, o sea, en la relación directa entre cosa y hombre, y que, al contrario, su valor sólo se realiza en el intercambio, es decir en un proceso social «[6]

El quid consiste en entender que el trabajo mismo se convierte en mercancía y ello ocurre cuando grandes masas son despojadas súbitamente de sus bienes de subsistencia y lanzadas al mercado de trabajo. Entonces, el valor de uso de la fuerza de trabajo, el trabajo mismo, deja de pertenecer al vendedor. Así el valor de uso de la fuerza de trabajo, ya no es del obrero. Marx da el ejemplo de una fuerza de trabajo que se paga como media jornada laboral, aunque su valor de uso sea el doble de su valor como valor de cambio. Así, Marx y Heidegger se dan la mano ya que el proceso analizado por Marx se entrama con lo que Heidegger describió en términos de dominio de la cifra y de la técnica. Cuando se habla de «recursos humanos», no nos engañemos creyendo que son «humanos» pues son en verdad numéricos. Por ello dice Miller que el siglo XXI es el siglo de las listas, es el siglo de la evaluación cuantitativa y considera ello fue muy bien captado de modo profético por el escritor Robert Musil en su gran novela El hombre sin cualidades.

En definitiva el hombre sin cualidades es el hombre numérico. Cuando el ser se cifra lo que no reacomoda a ella se elimina, de ahí el dramatismo de no valer lo suficiente. El «casting amoroso» obedece a este principio, sin embargo pueden darse en esas citas por Internet un posible encuentro con el «adorable» descripto por Barthes. Seguramente allí el «casting» ha fallado ya que ese encuentro habría dado lugar a lo que excede toda forma de evaluación. Surgimiento entonces de lo contingente del amor como lo no calculado, lo no computable y si es el amor quien da lugar a un cambio de discurso….tal vez puede advenir el «bien decir»


[1] Leguil, C.,» Las pasiones del cuerpo en el siglo XXI» en Freudiana 73, Barcelona ,2015

[2] Lacan, J.,» Televisión»en Psicoanálisis. Radiofonía &Televisión. Anagrama, Barcelona,1977

[3] Cuando experimentamos una pasión, somos realmente afectados por una causa exterior real que aumenta o disminuye realmente nuestro conatusy esto bajo la influencia de una infinidad de otras causas también reales«La fuerza y el incremento de una pasión cualquiera, así como su perseverancia en la existencia, no se define por la potencia con que nosotros nos esforzamos por perseverar en existir, sino por la potencia de la causa exte­rior, acompañada de la nuestra.» B. Spinoza: Ética, IV, prefacio. Trad. Vidal Peña. Madrid, Alianza Editorial, 1987, p. 294.

[4] Kierkegaard, S, (2006): Las obras del amor , Salamanca ,Ediciones Sígueme ( trad: Demetrio Rivero)

[5] Miller, J: A, Miller, J.-A., «Piezas sueltas», en Los cursos psicoanalíticos de J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós, caps. XI y XII.

[6] Marx, K.,( 2000) El capital. Libro I.» Mercancía y dinero» Sección primera, Tomo I Trad. Vicente Romano García. Madrid, Axal, pág.117

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