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Entrevista de actualidad 25

Yves-Claude Stavy: En los servicios
A. Bande-Alcantud, Yasmine Grasser, Ursula Seibert, P. Tagle-Barton
Viernes 28 de noviembre de 2008 (2)

YVES-CLAUDE STAVY: En los servicios
Trabajo desde hace un año en el CPCT-Chabrol. Por lo tanto no formo parte de los que pusieron en marcha la experiencia. Fabien Grasser me propuso que contribuyera con lo que se había organizado en rue de Chabrol. Acepté en seguida, complacido. Lo que desarrollo allí es apasionante.

De todos modos me sorprendí al no encontrar grandes diferencias con lo que hacemos, en las consultas en Aubervilliers: allí también cada uno se asocia con otro para aventurarse en la práctica clínica con el recién llegado, gratuitamente, apoyándose en Freud y en Lacan. Una vez por semana, allá también, se reúnen todos los actores para jugarse por la transmisión, y además discutir un caso clínico determinado.

Es cierto, hay diferencias que persisten. El CPCT Chabrol no es la consulta de Aubervilliers. En Chabrol se permuta. En Auber quienes trabajan en la consulta, son menos numerosos, no permutan. Tampoco hay un límite de tiempo en lo que se lleva a cabo con cada paciente. Algunos siguen con uno de nosotros durante varios años.

Hay diferencias, si. Y sin embargo, en lo que me concierne, el mismo entusiasmo, hasta una clase de mismidad: el desafío de una comunidad que comparte una orientación, en la que se fomenta que cada uno exponga sus avances, sus atolladeros, los problemas que encuentra en cada caso, orientándose en Freud y en Lacan. ¿Entonces por qué en Auber aparecemos como una excepción en el campo de la psiquiatría pública, al no ceder en este punto? Los servicios dirigidos por un miembro de la Escuela no son muy numerosos. Pero tampoco son tan pocos. ¿Por qué tanta discreción sobre lo que se hace en cada institución, una por una?

Me pregunto si los problemas que ahora señala J.-A. Miller respecto a los CPCT, no se originan en el tipo de desarrollo progresivo que se produjo en el seno de la mayoría de los servicios públicos de psiquiatría. No hablo de cualquier servicio de psiquiatría. Hablo de los servicios cuyos responsables son miembros de la Escuela.

¿Qué hacemos hoy en esos servicios? ¿En qué, cómo, somos hoy allí subversivos, innovadores, molestos, temores (por qué no?) de los psiquiatras responsables de otros servicios de un mismo hospital? ¿Por qué ese perfil bajo? ¿De esta manera, con qué dioses obscuros estamos colaborando? ¿Alcanza con recibir una vez por mes a una Unidad de la Sección clínica y a sus docentes para que se lo considere un servicio de psiquiatría orientado por Freud y Lacan?

¿Qué sucede con nuestra práctica cotidiana? Antes nos formábamos en clínica en algunos servicios determinados y mientras iniciábamos un psicoanálisis y empezábamos un control dirigiéndonos a tal o cual psicoanalista de la Escuela; por un lado la formación clínica y por otro, lo que estaba comprometido personalmente, bajo la égida de la Escuela. Parece que Lacan le daba mucha importancia a lo que emprendían los jóvenes internos en los servicios de psiquiatría. Pero la Escuela era otra cosa: en los servicios la presencia de los mayores, la pericia de la experiencia, los lugares de formación clínica en los que cada uno se compromete; en la Escuela, los desafíos del psicoanálisis puro, también otras ofertas pero que no significarían nada sin aquella, prevalente, causal.

Evidentemente hoy las Secciones clínicas son recibidas en ciertos servicios de psiquiatría. ¿Qué sucede con los actores tomados uno por uno, en cada uno de esos servicios? ¿Podemos todavía hallar hoy, en el seno de los servicios públicos de psiquiatría, a lo largo del tiempo, ocasiones indispensables para transmitir, conversar, discutir, confrontar, una formación clínica coherente orientada en la enseñanza de Freud y Lacan?

Mi opinión es la siguiente: tanto lo bien fundado como los problemas que actualmente ha aislado JAM a partir de las iniciativas de los CPCT residen en una función suplencia, inquietante, que se ha operado via la Escuela, debido a la falta de servicios de psiquiatría que estén a la altura de ofrecer hoy, a los jóvenes, un campo de formación clínica digno de ese nombre. Mediante los CPCT, la Escuela, de un modo más o menos directo, "se ocupa" hoy, ella misma, de la formación clínica de los jóvenes. Es una suplencia inquietante, porque reposa sobre una grave confusión de géneros. En esta confusión de géneros resuena la evolución del interés acordada a las actividades propuestas en la Escuela: de los desafíos del pase (a los que se les ha ido quitando interés progresivamente), se pasó a un interés en aumento por las noches y jornadas sobre el psicoanálisis aplicado. Urge salir de este doble embollo.

1) Las estructuras asociativas tipo 1901no pueden continuar sirviendo de velo a lo que es, o no es, abordado en el seno de los servicios de psiquiatría públicos dirigidos por miembros de la Escuela. Si realmente queremos, hoy es posible trabajar en psiquiatría pública con Freud y Lacan. Hasta diría que se puede hacerlo más que nunca. Freud y Lacan no es psiquiatría del pasado, es el porvenir, a condición de ocuparse ya mismo.

2) A condición de que la Escuela, por su parte, logre ya mismo apostar, con renovados esfuerzos, a los desafíos del psicoanálisis puro. Sin concesión. Mañana sería demasiado tarde.
12 de noviembre 2008

YASMINE GRASSER: Las lenguas que hablamos
- A (un administrativo): Buenos días, tome asiento… ¿Usted es del CPCT? ¿Nos va a explicar qué quiere decir CPCT?
- Yo: Si, el CPCT es.…
- A.: ¡Ah, es muy interesante!... Psicoanalistas voluntarios....
- Yo: Quisimos poner el psicoanálisis al alcance de todos…
- A: Sin embargo el psicoanálisis es terapéutico… ¡Ah! si ustedes hicieran como los asistentes sociales: grupos de palabra con un tema, una vez por mes, entonces puede ser que pudiéramos considerar el darles una subvención, 1000 euros por año por ejemplo…
- Yo: ¡Ah! ¡si nos hacemos los asistentes sociales! ¡Es una idea, no dejaré de comunicársela a nuestro director!...

Estas respuestas no me dejaron tranquila, aunque no se hayan reproducido. ¡Pero buscar subvenciones significa también encontrarse algunas veces frente al odio hacia el psicoanálisis, apenas simulado! Buscamos subvenciones para funcionar y darnos a conocer. No creo que la unidad Familias sea un pseudópodo (las unidades CPCT). El CPCT-Chabrol se abrió al que llegara sin distinción de edad. Muy pronto un elemento de seguridad mostró la dificultad de recibir, al mismo tiempo, niños muy pequeños y adolescentes, o niños y adultos. Actualmente se atribuyen 9hs a los niños, es un poco reducido. Probablemente en Paris el CPCT no dispondrá nunca de un local gratuito. De ahí mi preocupación por ampliar el debate sobre lo que decimos según el interlocutor. Está la lengua:
- La que hablamos con los administradores, los políticos y el exterior
- La que hablamos en las entrevistas
- La que hablamos entre nosotros, en nuestras discusiones clínicas.

Con los administradores o en el exterior, utilizo, como dice Francesca Biagi Chai, los términos de los psicoanalistas y del psicoanálisis. Esas palabras pertenecen, hoy en día, al lenguaje común, aunque su empleo popular sea impreciso, o lleno de prejuicios. Esto hace que sea necesario explicitar el contenido que nosotros les damos. Se trata pues de hablar del trabajo que hacemos en la Escuela de la Causa Freudiana sobre la "precariedad simbólica", nombre que le damos al malestar contemporáneo, y de hablar de la formación prolongada y sólida de sus miembros. Lo que lleva a que se valore el hecho que en el CPCT hay analistas experimentados (equipo A) que garantizan las supervisiones (en grupo) y los controles individuales (fuera del CPCT) de los más jóvenes que están en formación (equipo B). Una vez me habían preguntado si había supervisiones, término que se ha implantado en muchas instituciones. También están los términos que se usan para hablar de los objetivos del CPCT, que son, más bien, recibidos favorablemente, y permiten hablar con nuestros interlocutores y a veces los alivian. Por ejemplo: "el encuentro con un psicoanalista", "tratar con la palabra una dificultad", "no hay cura psicoanalítica en el CPCT".

La expresión "psicoanalista voluntario" me parece que está bien establecida. El voluntario es el que tiene ganas y está bien dispuesto a abocarse a una causa. El voluntariado hace lazo social, es nuestra época. Nuestros interlocutores lo entienden muy bien, ellos también sirven a una causa, pero ignoran en qué consiste. Nosotros, nosotros sabemos que la causa a la que servimos en el discurso analítico ofrece una forma de lazo social limpio de todo goce. El término "militante", que se usaba en el comienzo de la Escuela, hoy está bastante desvalorizado. No creo que haya que utilizar el término de "psicoterapeuta" demasiado ambiguo según mi opinión.

Entonces me parece muy importante que elaboremos entre nosotros una forma de hablar que surja de las elaboraciones colectivas que ensayamos en nuestras discusiones clínicas. Afuera, nuestra forma de hablar debería diferenciarnos, deberíamos también poder dar respuestas precisas sobre cuestiones como la transferencia, sobre las que se esperan de nosotros.

En la entrevista. Los pacientes llegan con el término psicólogo que muchas veces les es dado junto con la dirección del CPCT. Este término parece estar bien arraigado y más bien positivamente en el público que viene a vernos. Es un término que, por ejemplo, entró en el vocabulario de los niños, saben lo que es. Es más variado en sus padres. En una entrevista, dejamos las convenciones sociales, esgrimimos los significantes del Otro, nos servimos de los semblantes en el sentido de que un semblante es lo que engaña en oposición a la angustia que no engaña. Uso muy poco los términos psicoanálisis o psicoanalista salvo si forman parte de los significantes del sujeto como en la entrevista que relaté. ¿Qué viene a buscar el que se dirige al CPCT? ¿Una confirmación de que el Otro no existe? Me tienta retener esta interpretación que me evoca que EL psicoanalista no existe (del psicoanalista puede ser, y sin dudas no en cada oportunidad, tanto en su consultorio como en el CPCT).

Entre nosotros, acaso la lengua no nos hace también algunas jugarretas? Por ejemplo, en cuanto a la formación: sabemos que ese término es difícil de asimilar en psicoanálisis ya que implica dar cuenta de una mutación subjetiva para verificar esa formación. Aparte del análisis personal participan en ella la lectura de los textos de Freud y de Lacan, la experiencia clínica, el encuentro con lo real de la clínica. Sabemos que la formación analítica de cada uno está en juego cada vez que un consultor (equipo A o equipo B) se encuentra con alguien. Por eso son útiles los controles. Está también la confrontación con lo real del grupo que produce efectos de formación subjetivables. Cuando irrumpe este punto es difícil, pero el saber que podemos obtener puede ser también saber alegre.

La lengua con la que hacemos los intercambios está un tanto desprovisto de los prejuicios que encontramos en el afuera, pero no del todo. Así, el problema que Hugo Freda señala varias veces y que es retomado en una Entrevista de actualidad con J.-A. Miller, me parece que tiene que ver con esos malentendidos que crea la lengua. Por qué, decía, cuando queremos hablar del pase hablamos del CPCT y cuando hablamos del CPCT volvemos continuamente al pase! Opino que esta confusión entre ECF y CPCT tiene que ver con un malentendido acerca de lo que entendemos por formación. Todo el mundo quiere hacer una formación, ¿acaso la experiencia del CPCT vale como formación en el mercado del trabajo? ¿Y en la ECF? La Escuela no está bastante articulada al CPCT, no está lo suficientemente cerca. Así pues la constitución de un primer seminario de investigación, de un segundo, de un tercero, por lo que se, responde a una falta, una falta de lectura. El estudio de los casos es muy riguroso, pero el CPCT abre demasiado poco el acceso al texto, según dicen algunos. Quizás la ECF podría encarar una enseñanza más específica para los jóvenes en formación. La Escuela debería ser el lugar en el que se pueda distinguir: una demanda de producción de saber que apunte a obtener de la cura un real conclusivo, de una demanda de reinserción; o un llamado al sujeto supuesto saber, de un llamado al saber-hacer lacaniano.

Promover una práctica que acoja lo real, que establezca una relación nueva con el psicoanálisis, una relación más directa con el no-todo, con S(A/), es útil para el futuro del psicoanálisis. M e parece que se trataría de rearticular mejor nuestros significantes: ECF y UP; Escuela del pase y sujeto supuesto saber; CPCT y pragmática. ECF, Escuela, CPCT, no son equivalentes, pero me parece que se anudan bastante bien con este 4° término: S(A/). Ligados estructuran nuestro mundo analítico que es un mundo de discurso, pero también de palabras.

7de noviembre 2008

ADELA BANDE-ALCANTUD: Un año en el CPCT, testimonio
Termino mi tercer año de APA y mi primer año de pasantía en el CPCT (General y CPCT-familias). Considero que tuve mucha suerte al poder participar en esta experiencia de transmisión trans-generacional [1] de una clínica analítica particular e inédita, no sin agalma efectivamente. ¿De dónde viene?

Hace cuatro años le pedí a F. H. Freda, director entonces del CPCT, poder participar en la experiencia clínica y política del CPCT. En ese momento me orientó a la formación del Atelier de psicoanálisis aplicado que formaba parte de la Sección clínica. Seguí su indicación.

El impacto en dos tiempos
El trabajo del Atelier de psicoanálisis aplicado fue un descubrimiento para mí. Doce años después de haber empezado a seguir las enseñanzas y las presentaciones de enfermos de la Sección clínica de Paris-Saint Denis, descubrí la orientación clínica de la APA y la encontré muy diferente. El psicoanálisis de orientación lacaniana daba un paso adelante en su implicación en la ciudad. En ese mismo momento, lo real de la última enseñanza de Lacan y el sinthome orientaban la clínica y su elaboración de un modo muy distinto. En el seno del Atelier el encuentro de un deseo de transmisión decidido entre los docentes y un deseo de formación de los participantes (que forman un grupo muy heterogéneo) creó un nuevo lazo de trabajo en el que cada uno puede evocar, a través de las construcciones de casos, a los pacientes con los que se encuentra en instituciones. Primer tiempo.

El segundo tiempo corresponde a mi entrada en el CPCT como pasante. Recuerdo mi primera RIM, y mi sorpresa al descubrir ese ejercicio que consiste en analizar detenidamente la lógica y el saber clínico de un caso, de un paciente tratado siguiendo las condiciones específicas del CPCT (número máximo de sesiones limitado de entrada y tratamiento gratuito). Una vez más me di cuenta de la suerte que tenía al participar en esta experiencia tan singular y a la vez tan común. Para mí se trató de un acontecimiento. A continuación descubrí el grupo clínico en el que pude medir lo pertinente de lo que llamaría una clínica del CPCT.

Para la Escuela
Siempre pensé que el CPCT forma parte de la Escuela de Lacan, que existe gracias al sostén y al deseo de los analistas de la Escuela de Lacan, pero que también está hecho para la Escuela de Lacan, ya que esta Escuela se fortifica porque una gran parte de sus miembros y de sus AE participa también en la tarea propia del CPCT, la de "subvertir cada vez la demanda dirigida por el Otro social". [2]

Entonces no dejé de sorprenderme y asombrarme al ver al CPCT puesto «en el banquillo de los acusados» durante la Conferencia institucional de la École de la Cause freudienne, el 13 de septiembre. [3] En efecto, no veía dónde estaba el riesgo, ni el peligro, para la Escuela del Pase. Esta Escuela en la que anhelé inscribir mi práctica.

Una vez pasada la emoción, me dije que esta disparidad de juicio respecto al CPCT (agalma/peligro) podía ser relativa a la posición de cada uno, según se halle adentro o afuera. Después, siguiendo mi razonamiento, pensé en otro adentro y en otro afuera, esta vez referido a la Escuela. Tomé dos círculos de Venn, cada uno representando a un conjunto, uno llamado Escuela, el otro CPCT y me entretuve dándoles forma a todas las posibilidades. Hay analistas miembros de la Escuela, a veces AE, trabajando en el CPCT; hay analistas de la Escuela que no están en el CPCT; están quienes practican el psicoanálisis aplicado que están inscriptos en el Atelier, como pasantes en el CPCT y que no son miembros de la Escuela. Hasta hay participantes en el CPCT, independientes de APA y de la ECF; en fin casos excepcionales. Dejo de lado a los camaradas inscriptos en APA que no son pasantes en el CPCT pero que ejercen por ejemplo en Intervalle o en otras instituciones de psicoanálisis aplicado que pertenecen a la Red de instituciones de psicoanálisis aplicado de orientación lacaniana (RIPA).

No hay una relación de identidad entre la Escuela del Pase, institución abocada a la formación del psicoanalista como producto del psicoanálisis, y el CPCT, institución de formación en psicoanálisis aplicado de orientación lacaniana, pero hay correspondencias directas entre una y otro, a la vez que una parte en común entre los dos círculos de Euler (ECF y CPCT). Pienso que lo que le da el valor de agalma al CPCT, es, justamente la presencia de analistas de la ECF que hicieron el pase (F.H.Freda, ex director del CPCT y miembro fundador, Y. Grasser, D. Laurent, L. Naveau, P.Naveau, M-H. Roch, E. Solano, R-P. Vinciguerra).

Sobre el tiempo que le damos al CPCT
Fabien Grasser, director del CPCT-Chabrol, me acababa de pedir que diera una hora y media de mi tiempo para recibir pacientes; se sumaba, claro está, a la presencia obligatoria a la RIM y al grupo clínico. Por mi parte yo quería participar también en la Unidad familias del CPCT en la que todo un abanico de acciones variadas se ofrece al examen de nuestras intervenciones analíticas (admisión de niños, atelieres de conversación, etc.), a fin de poner a prueba nuevamente la subversión psicoanalítica frente a la demanda del Otro social en la que el niño juega un lugar tan particular.

Claro, hay quienes trabajan más de tres horas por semana en el CPCT, pero esto depende, en cada caso, exclusivamente del deseo de la persona, no es obligatorio.

Un efecto de interpretación
Ahora, después de la lectura minuciosa de las diferentes entrevistas que usted ha llevado a cabo, me doy cuente que tras ese deseo por el CPCT se anida discretamente, el deseo de un "Otro social", que en su voraz demanda, no siempre es condescendiente frente a lo particular del psicoanálisis. Por lo tanto, sin duda alguna, debemos protegerlo. Me parece que es desde su posición de extimo que puede ver y comprender los peligros corridos respecto a la autonomía de la experiencia analítica, allí donde por mi parte, presa del entusiasmo, yo estaba simplemente enceguecida.

Espero la conversación del 22 de noviembre a fin que no se arroje todo junto por la borda; a fin que se pueda definir claramente el límite del CPCT frente a la voracidad del Otro social, pero también respecto a la formación del analista que, debemos recordarlo, se hace principalmente a través de un análisis personal llevado a término.

Paris, 12 de noviembre 2008

1- Varias generaciones de analistas, a los que en 1998 se los llamaba «la juventud de la Escuela» se reúnen para una conversación clínica alrededor de un caso (RIM). Los grupos clínicos, con un reducido número de participantes, posibilitan un control del tratamiento llevado a cabo en el CPCT.
2- Tercer punto del punto 2 de la propuesta de conversación para el 22 de noviembre de 2008 enviado por r Fabien Grasser, Director del CPCT-Chabrol.
3- Como adherente de la lista de la ACF-IdF, le había pedido a P. Naveau poder asistir.

PATRICIA TAGLE-BARTON (NEL): Reflexiones a partir de Lima
Estimado Jacques-Alain Miller,

Le escribo para contribuir con mis reflexiones en la conversación en torno a los CPCT.

Mencionaré, para iniciarla, una viñeta de Mafalda, la conocida tira cómica del humorista Quino (tal como la conservo en mi memoria y como tal dispensada de la exactitud) publicada décadas atrás. La pequeña e incisiva Mafalda descubre la diferencia horaria existente entre ambos hemisferios y exclama ¡cómo no vamos a ser subdesarrollados, si las horas nos llegan usadas!

Dejando de lado la perspectiva del "desarrollo" situaré mi reflexión en la tensión entre la actualidad "global" en la AMP, y la temporalidad lógica de cada comunidad de trabajo existente en su seno.

En lo que concierne a la NEL-Lima, este debate nos sorprende en el tiempo de encaminarnos hacia la creación de un CPCT en nuestra ciudad, más específicamente, en el momento de un tiempo de comprender que se desarrolla en este momento en carteles de trabajo que están abocados al estudio de los textos epistémicos y clínicos que en torno a los CPCTs hemos recompilado.

Habiendo asumido recientemente el cargo de Directora de mi sede, me encuentro frente a la responsabilidad de encaminar esta experiencia y de diseñar con quienes me acompañan en el Directorio los pasos a seguir. La reciente realización de las Jornadas de la NEL en nuestra ciudad introdujeron una necesaria escanción, y fue en ese marco que nos sorprendió el presente debate. Hemos sido golpeados, pues, por este "giro de timón" que usted introdujo. Mis reflexiones, sin embargo, no eran ajenas al rumbo que usted esboza, aunque responden a realidades distintas.

Fuimos víctimas en la NEL del "empuje" al CPCT, frente al cual Lima se encontraba rezagada en comparación con los "avances" de otras sedes de la NEL que implementaron la experiencia en sus ciudades. En lo local algunas voces levantaban críticas al celo demostrado por los Directorios anteriores, calificado como inacción, voluntad de aislamiento, falta de inserción "en lo social", etcétera.

Asumí la Dirección -acabándose de implementar el trabajo de los carteles- en medio de rumores que ponían en cuestión a priori dicha gestión siendo acusada de representar una línea "dura", "recalcitrante", desalentadora de la "juventud". ¿La razón? La insistencia en la consideración necesaria de una evaluación prudente de la formación de los analistas y los practicantes de la Escuela para no precipitarnos a una experiencia que pudiera, fácilmente, deslizarse hacia la psicoterapia llana antes que a la terapéutica del psicoanálisis bien entendida.

Sin embargo pesaba también en mí la convicción de que era necesario encontrar las vías para la inserción del psicoanálisis de nuestra orientación en la ciudad, ante la realidad de la hegemonía que la IPA tiene en el Perú, básicamente en Lima. En mi ciudad, los analistas de la NEL, hasta el momento y por distintas razones, no tenemos una inserción institucional, ningún miembro de la Escuela en Lima trabaja regularmente en instituciones ni hospitales públicos ni privados, y la práctica clínica se desarrolla mayoritariamente en los consultorios privados. ¿Quiere decir esto que estamos desconectados de lo "social"? No lo creo así. Y sin embargo contemplé en mi programa de trabajo el objetivo prioritario de la inserción institucional de las generaciones de futuros analistas que se forman en la Escuela y estudian en el Instituto (CID).

La generación de los "jóvenes" se encuentra llena de entusiasmo por extender el psicoanálisis y alberga el deseo comprensible de iniciar una práctica clínica, a la vez que demanda de la Escuela alguna suerte de "aval " y compromiso. Ellos encarnan ahora en mi comunidad de trabajo, antes que cualquier otro, el Otro de la demanda. Debo decir, también que se trata de jóvenes que están seriamente comprometidos en su experiencia, en su formación, aunque sus recorridos sean de reciente data.

Soy consciente en este punto, y en este particular momento de mi recorrido subjetivo, de lo que pudo haber ahí de desviación y de falta de claridad en lo que atañe a los alcances de la "oferta" de formación, que errónea e inadvertidamente hemos podido transmitir. Y entiendo que el debate que usted ha lanzado incide precisamente sobre este aspecto.

Intuyo fuertemente que esta situación no se presenta exclusivamente en mi sede, y que ella pudo llevar, aparejada a este "empuje al CPCT" tomado como consigna, a la apuesta precipitada por la extensión del psicoanálisis en el seno de la NEL sin contar con el necesario respaldo de la intensión; apuesta que, a mi juicio, no ha sido seriamente evaluada hasta el momento. Del mismo modo, podemos caer ahora en la figura contraria, la consigna al "no CPCT" -"¡cuidado, peligro!"- que juzgo igualmente contraproducente, al poder pecar de a-criticidad, y de una suerte de anacronismo (lógico).

Después de este aparente rodeo, me permito plantear la necesidad de formalizar la tensión entre la actualidad y la temporalidad en nuestras respectivas comunidades de trabajo, en el marco de lo que usted llamó en su momento la tensión entre lo global y lo local ("piensa global y actúa local", lo recuerdo formulado así).

No podemos dispensarnos de la crítica, entendida no como gratuita expresión de pareceres, sino como el necesario examen que supone la ponderada aplicación de las políticas de orientación en el marco de los contextos singulares, lo cual conlleva deponer honestamente la necia reivindicación de "las pequeñas diferencias".

Admito, para concluir, que esta pequeña contribución es un work in progress, y me confieso absolutamente causada y dividida por su enunciación.

Cordialmente,

Patricia Tagle Barton

URSULA SEIBERT (EOL): ¿Límites?
Contribución a la conversación de colegas franceses.

"[...] Lo ilimitado está unido justamente al carácter limitado del tratamiento mismo, en el sentido del reverso del límite. Lo esencial en el CPCT no es un tratamiento corto, rápido, gratuito, lo esencial es el límite del objetivo. Es a la vez, la dificultad del psicoanálisis aplicado, ya que, en realidad, en el psicoanálisis puro, el límite es un producto interno. En psicoanálisis lo que hace límite es el objeto. Efectivamente, pienso que el que participa en el CPCT maneja ese límite según los límites del psicoanálisis que encontró en su propia cura. Contrariamente, este límite debe ser modelado, en el CPCT, en el tiempo de la consulta. ¿Por qué lo ilimitado es el reverso de lo limitado: puede ser por dialéctica? […]"

A propósito de este párrafo del colega Philippe La Sagna, hace años en la EOL, en ocasión de la introducción del término "analisis aplicado a la terapeutica", hice una afirmación en una reunion en la que presidia Eric Laurent. En Argentina, dije, muy asombrada de lo que se proponía, se practicaban tratamientos llamados "Terapìas de Objetivos limitados" muy denostadas por aquel entonces por los psicoanalistas que sosteniamos la práctica analítica en los hospitales públicos gratuitos. Eric contestó a mi intervención, con otra pregunta: "¿y cuándo un tratamiento no es de objetivos limitados?"

Se trataba del tema del tiempo del tratamiento y de la obtención o no de un objetivo en la dirección de una cura.

Había alrededor de esos dos temas, una interminable discusión y diferencias entre psicoanalistas y autoridades, las que esgrimían como argumento de acortar los tratamientos (o de la necesidad de proponerse una mejoría rápida) unas listas de espera que se abultaban cada vez más, porque claro, como en Europa también lo comprueban , la oferta de un dispositivo idóneo provocaba una demanda creciente.

Y aunque quizás suene pretensioso decirlo, pudimos mejorar satisfactoriamente el asunto recurriendo a lo que Lacan nos enseñaba acerca del uso del tiempo de sesión (la diferencia entre el tiempo disponible y cómo usarlo efectivamente), o sea recurriendo estrictamente ¡a conceptos del psicoanálisis!

Debíamos salir de la disputa de la duración de la sesión o la cantidad de sesiones "permitidas".o si el paciente estaba o no "curado". Cada encuentro duraría según su lógica interna: ni más ni menos. En general este outlook producía sesiones cortas. Tambien era válido para la duración del tratamiento en la institución: nunca era muy prolongado.

No se buscaba, se encontraba el propio límite
Quizas debamos volver a revisar las cuestiones del tiempo... y del espacio (van juntos a mi juicio) para inventar dispositivos , que estén a la altura de la época, Lacan recomienda....y que fracasen de la buena manera.

Ursula Seibert, psicoanalista miembro de la EOL y la AMP.

Publicado en 74 Rue D‘Assas en París 6è por JAM

 
Traducción: Gabriela Roth