Una formación que no es homogénea
Por Mirta Berkoff

Estoy agradecida por haber podido participar de esta experiencia de Escuela que es la garantía durante los últimos cuatro años. Me despido gratamente de esta tarea y de esta comisión con la que siento haber hecho un trabajo fecundo. He escogido poner el foco esta noche en el nuevo dispositivo de las entrevistas para transmitirles en qué ha consistido nuestro trabajo de estos dos años.

Aceptar la propuesta de entrevistar a los candidatos a ser designados AME que en su momento nos transmitiera Christiane Alberti y subjetivarla nos llevó un tiempo de trabajo al interior de la comisión. Entender la lógica que la sostenía no era difícil pero implementarla por primera vez en nuestra Escuela era una apuesta en la que toda la Escuela estaría concernida y nos tocaba a nosotros encontrar la buena manera de llevarla a cabo.

Lo nuevo había también tocado a nuestra puerta. Por un lado implicaba que el trabajo de la comisión saliera de su discreta reserva para hacerse ver y que los candidatos supieran que los estábamos considerando: La Escuela los consideraba como posibles AME y quería saber en qué punto de su formación estaba cada uno. Por otro lado, esto era darle también la oportunidad al candidato de poner en juego su enunciación en cuerpo presente. Salíamos a la luz y le pedíamos que alzara su voz.

Nos pusimos en marcha. Después de acordar acerca de los posibles candidatos cada uno entrevistó a aquél que le era menos allegado . Y funcionó.

No sabíamos lo que buscábamos en las entrevistas pero podemos decir lo que encontramos. Pudimos enterarnos cómo sostuvo cada uno su formación antes y después de la entrada a la Escuela, verificamos así que no hay formación homogénea.

Escuchamos acerca del encuentro de cada uno con el psicoanálisis. Así como la contingencia que llevó a cada uno a decidir la entrada a la Escuela. Si bien hay algo del deseo de Escuela que es intransmisible, escuchar en qué punto se anuda al gusto de cada uno, eso sí fue posible.

Nos detuvimos en cómo el candidato da pruebas a la Escuela de la práctica que sostiene, leímos su producción escrita. Pusimos atención en la enseñanza que imparte actualmente, qué formación dispensa a otros, cómo inscribe su trabajo en el interior de la Escuela y en la ciudad. Nos interesamos en saber con quién había controlado su práctica y con quién la controla hoy en día como parte de una formación permanente.

Los colegas entrevistados tuvieron la oportunidad de tomar la palabra y participar así del trabajo que estaba haciendo la comisión.

Luego estuvo el tiempo de hacer pasar esa entrevista a los demás y decidir sobre cuáles la Escuela podría dar garantía. No fueron todos.

Recurrir al analista de control para constatar la posición analítica de los candidatos en las curas que conducen fue de un valor inestimable para nuestro trabajo.

De cada entrevista hemos realizado un informe que quedará como registro del trabajo realizado, también la fundamentación escrita que da cuenta de lo que decidió una designación o no. Lo que armará una memoria a disposición de las venideras comisiones.

La responsabilidad de garantizar la práctica y la formación de un miembro es grande y esta garantía debe estar fundamentada y a ojos vista de la Escuela para que funcione como una garantía confiable, sin soslayar que sostenemos una ética del fracaso que surge de lo que no podemos traducir en saber acerca de lo que es un analista.