La formación sinthomática [*] | ||||||||||||||||||||
Hebe Tizio | ||||||||||||||||||||
Para dar un nuevo giro sobre el tema de la formación me referiré a lo que he llamado formación sinthomática en el postanalítico. He hablado en otro lugar -y hay que tomar este texto no como un artículo sino como parte de un working progress -, de la necesidad del trabajo analítico para permitir la construcción de la premisa fantasmática que sostenía la formación y así poder separarse de ese asidero profesional. Lacan señalaba que había que estar formado como analista para ver como el síntoma se completa -y yo agregaría, también para ver como la formación se descompleta-, lo que pone en primer plano el modo de goce y abre a otro momento de la formación que nombré como formación sinthomática y que remite a la formación en el postanalítico. Utilizo esta denominación para diferenciarla de la formación sintomática en el marco de lo que puedo considerar como una clínica de la formación del analista. Pero, ¿qué es lo particular de esta formación sinthomática? Para pensarla tomé apoyo en Lacan cuando formula que S + S da lugar a un nuevo simbólico completado por el síntoma en una relación de circularidad.[1] Esta circularidad, a la que se le da pleno ejercicio con la interpretación en la cura, se soporta de lalengua. Circularidad porque nunca se llega al agujero de la represión primaria por lo cual hay que contar con el real que queda. Lo interesante es que Lacan ubica la creencia en el punto en que el síntoma se anuda al inconsciente. Por eso lo que hay de sorprendente en el síntoma, en ese algo que se besa con el Inconsciente, es que uno allí cree (on y croit). [2] De este modo se plantea un nudo donde el síntoma encuentra sus límites anudado al cuerpo, al inconsciente y a lo real. Creer allí es creer que los seres hablantes pueden enunciar lo que se distingue como verdad o como mentira. La fragilidad de este creer allí remite a la no-relación, al A barrado. El analizante cree que el síntoma dice algo y que puede descifrarse. Es porque se trata del gozar que se cree allí. [3] Lacan se pregunta si se puede apretar el nudo, hasta el punto que el ser hablante no crea más. Creemos porque hablamos y a esto Lacan le da el valor de un errar que funcionaría como un rasgo unario. Se trata de una imbecilidad orientada de la que da cuenta el pensamiento. La creencia es una tendencia al cierre porque funciona como tapón si se cree demasiado, y me refiero en este punto a la dimensión fantasmática y no a la certeza. Por eso es interesante registrar los efectos de formación que se producen cada vez que se toca algo de la creencia como "obstáculo epistemológico" y que redundan en un saber operativo. Digo saber operativo, pragmático, que llamamos saber hacer ahí con eso, que es un saber que, como ha señalado Miller, está todo en el hacer. Quisiera volver a un ejemplo de efecto de formación en el postanalítico en un momento del pase III. El malestar aparecido en ocasión de ciertas dificultades institucionales me llevó a hacer la diferencia entre la Escuela como síntoma y el psicoanálisis como síntoma. En mi caso creer demasiado en la Escuela funcionaba como un imperativo superyoico. Se trataba de la Escuela como síntoma patológico, si se puede decir así, y en eso me había embrollado. Desembrollar ese embrollo fue un efecto de formación en relación con lo real y me abrió una nueva perspectiva que intento formalizar no sin ciertas dificultades. El trabajo que tuve que realizar sobre ese punto, que comprometía mi posición como AE, me permitió entender la referencia de Lacan a los incautos. Hay que recordar que Lacan nos presenta a Freud como incauto. Freud consideraba lo real como lo oculto y por ello como imposible y Lacan se pregunta cómo es posible que alguien como Freud haya podido perseguir con obstinación, la sombra de eso oculto que él consideraba como una cavilación de imbéciles. Freud era incauto de lo Real aunque no creyera en ello, y de eso se trata, que haya un real en juego del que se sea incauto.[4] Creer en lo que decimos tiene efectos en el cuerpo y nos remite al síntoma como acontecimiento del cuerpo. Conocer el síntoma quiere decir savoir y faire, saber desembrollarlo, manipularlo. De esto se desprende que lo que el hombre sabe hacer con su imagen permite imaginar la manera en la cual se las arregla con el síntoma. Se trata aquí del narcisismo secundario, que es el narcisismo radical, estando el narcisismo llamado primario excluido en este caso.[5] En este sentido conversar, enseñar… también regula, civiliza, permite redistribuciones libidinales. Podemos reflexionar sobre este punto ya que la circularidad se relanza en el análisis con la transferencia y la interpretación, como ha sido señalado, y con la transferencia de trabajo en el postanalítico. Si, como lo he mencionado anteriormente, el síntoma se anuda al cuerpo, al inconsciente y a lo real, se puede entender que la transferencia de trabajo pueda relanzar la circularidad y evitar una cierta cronificación. Desde esta perspectiva la formación permanente en el postanalítico son los nuevos giros que regulan la identificación al síntoma para evitar que se cierre sobre sí mismo. La estructura comporta agujeros y esto da lugar a la invención, sino es la cronificación. Hay que introducir una precisión respecto al hablar, se trata de un hablar que tenga consecuencias y allí es necesario el Otro de la Escuela. Creer en el psicoanálisis como síntoma es creer que se puede hablar sobre la experiencia y que aportará algo para el futuro de ese discurso. Eso necesita de la Escuela, pero de una Escuela que convenga al psicoanálisis. Por eso Lacan tomaba la posición de analizante en el seminario, hablaba de psicoanálisis creyendo que eso podría decir algo para el auditorio marcado ya por su enunciación. Por eso testimoniaba de la experiencia analítica que era la suya y le daba valor de control. Transcribo la cita a la que hago referencia porque también aporta otro uso del término control: "Que dé testimonio de una experiencia, experiencia que he especificado que es analítica y que es mía, está ahí supuesto como veraz. Ver adónde me conduce esta experiencia por el hecho de haber sido enunciada, tiene un valor de control (sé que palabras utilizo)".[6] Pero uno siempre se embrolla, por eso tal vez podría decir que la formación en el postanalítico tiene que ver con eso, embrollarse y desembrollarse en los nuevos giros. El texto de Lacan, "Carta de Disolución" me permite abordar este punto e introducir un comentario. "Pues en el intervalo entre la palabra que desconoce y lo que cree que es pensamiento, el hombre se embrolla, lo cual no le alienta". Podemos agregar que este ejercicio con los registros no lo alienta a continuar. Efectivamente, hay una tendencia a retroceder frente a los embrollos, si se retrocede eso queda fijado. Pero también hay que tomar en cuenta que el ser hablante está consagrado a la debilidad mental[7]. Esto resulta de la noción de Imaginario en tanto que el punto es la referencia al cuerpo. No va de suyo que un cuerpo esté vivo, lo que lo atestigua es la "mens" que introduce a la debilidad mental. Es en el efecto de escritura de lo Simbólico que se sostiene el efecto de sentido, de imbecilidad, que es también aquello por lo cual el soporte que es el cuerpo nos da testimonio de estar vivo. "De suerte tal que el hombre piensa débil, tanto más débil cuanto que rabia… justamente por embrollarse". Por esto Lacan mantiene los objetivos de la Proposición, esta vez podríamos decir que es porque el embrollo amortigua el filo cortante de la verdad freudiana. Dicho en otros términos, se trata de saber que el semblante está en el sentido y hacer de lo real una referencia. Eso es la orientación lacaniana que causa para mi la transferencia de trabajo. Pero Lacan dice algo más: Por eso disuelvo. Y no me quejo de los susodichos "miembros de la Escuela Freudiana" –antes bien les estoy agradecido, por haber sido por ellos enseñado, donde yo, por mi parte, fracasé-, es decir, me embrollé. Esta enseñanza es preciosa para mí. La aprovecho.[8] Efectivamente, si no se retrocede, los embrollos enseñan. Ser incautos sabiendo que pensamos débil y que nos embrollamos y con eso hay que arreglárselas. Por eso Lacan dice que no hay que mirar tan de cerca lo que tiene que ver con el psicoanálisis pues entre locura y debilidad mental, no tenemos sino la elección.[9] Lacan en el Seminario XI abrió la pregunta del final del análisis interrogando sobre cómo se vive la pulsión después de haber atravesado el fantasma fundamental. Al final de su enseñanza la reformula pues ubica el fin del análisis como saber hacer allí con el síntoma. Entonces, ¿cómo se practica? y aclara que eso es lo que se esfuerza por transmitir . Por eso entiendo la formación sinthomática como saber hacer allí con los embrollos, embrollarse y desembrollarse y dar testimonio de ello. |
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Notas | ||||||||||||||||||||
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