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1° CONVERSACIÓN: "¿Cómo se forman los psicoanalistas en la EOL 20 años después"
Sábado 13 de agosto de 2011 de 9 a 14 hs

Boletín N°6

Diana Wolodarsky, Formación y a-tipicidad
Eugenia Molina, Alicia y los analistas
Osvaldo Delgado, La formación y "las dos escuchas"
Gisela Smania, ¿Generaciones?
Marita Salgado, La transmisión de una hiancia
Florencia Lafourcade, Efectos de Escuela
Raquel Narbona, Hacia la Conversación

* los textos deben ser enviados a mauriciotarrab@arnet.com.ar y adrianatesta@arnet.com.ar

 

Formación y a-tipicidad
Hubo un tiempo que marcó el inicio de aquello que se daría en llamar la orientación lacaniana y que dio nombre a nuestra Escuela.

Ese tiempo estaba en continuidad con la ruptura de Lacan respecto de una formación que se proponía como modelo, el cual le valió la llamada excomunión de la IPA (año 64´). Así se consolidaba un estilo propio y singular.

Bajo el significante Escuela nos encontramos, entonces, con una formación que no hace modelo. A cambio de una ejemplar, propone el estudio y transmisión de los principios fundamentales del psicoanalisis. El trípode análisis, control y formación implica acceder a una enseñanza dispensada por la Escuela y su Instituto (y hoy también una Maestría), considerando a la experiencia analítica y a la practica de control como pilares de esa formación.

El cartel, si bien está vigente aún, no tiene el reinado de aquellos inicios, en tanto es un espacio que está hoy en competencia con renovadas modalidades de la formación.

En estos 20 años se ha ido concentrando un interés fundamental por demostrar, cómo finalizan los análisis. Desde esa perspectiva se lee e interpretan los distintos momentos de la enseñanza de Lacan, que toma el relevo del impasse freudiano, llevándolo hasta las últimas consecuencias con el concepto de sinthome y poniéndolo a prueba en el dispositivo del Pase.

-¿Qué diferencia hoy, 20 años después? .Sin duda, los efectos y resultados que esta formación ha producido en nosotros. Finalmente, somos resultado de esa formación. Aquella en la que se espera un sujeto sea afectado por ella, en tanto analizante, a fin de tener una practica autorizada. Pertenecer a una comunidad que no hace del modelo un ideal, pero que reconoce una ‘a-tipicidad’ en cada uno, exige dar cuenta de cómo cada cual sabrá hacerla pasar.

Podemos decir que 20 años después, los recursos para formarse están en plenitud y verificamos sujetos deseantes de formar parte de nuestra comunidad

Si bien sabemos que la formación es permanente, a la hora de aceptar un postulante que quiere ser miembro de nuestra Escuela, ¿que se debería privilegiar?

¿Qué haya recibido la formación necesaria o que esté dispuesto a recibirla?

Diana Wolodarsky

 

Alicia y los analistas
Hay que estar locos, como le dice el gato a Alicia, para estar aquí?

Tal vez como a Alicia, la formación de los analistas nos supone un recorrido topológico, en el que al mismo tiempo que lo atravesamos, también somos atravesados, lo cual requiere un cierto consentimiento a dejarse atravesar, movimiento que no es sin el forzamiento propio de la experiencia de un análisis.

La experiencia de la formación, como la del análisis supone un recorrido diferente para cada quien se decida a embarcarse en ella eligiendo así un modo, una vía que consuene con su modo de gozar, sin por eso caer en el eclecticismo y en la imposibilidad de dejarse orientar por una política.

Hemos escuchado muchas veces que la formación no es sin la Escuela, pero que quiere decir esto para cada analista? Debo decir que eso también se experimenta cuando se está del otro lado de la puerta, o cuando el deseo empuja a enunciar las razones de por qué y para qué se pide el ingreso a la Escuela; también cuando se atraviesa la puerta de entrada y nos encontramos que dimos ese paso que vuelve a colocarnos en relación a la ignorancia, a seguir poniéndonos cada vez como analizantes.

Como lo plantea J.A. Miller, la Escuela es la fuerza que puede reinocular en el analista el deseo de saber y ponerlo en posición de analizante.

Entiendo entonces que como en Alicia, el recorrido de la formación no es ni tranquilo, ni seguro, no tiene precisiones y es más bien incómodo, inadecuado por momentos, tan incierto en la planificación del trayecto, como vivo en el empuje a continuarlo.

Hay que estar todos locos para embarcarse en ello como le dice el gato a Alicia? Me separo un poco del cuento que tanto me gusta para decir no totalmente…tal vez un poco.

Eugenia Molina

 

La formación y "las dos escuchas"
La formación de los analistas en la EOL adquiere una perspectiva nueva, a partir de lo que J. A. Miller avanza en su último seminario, respecto a lo que formula como "más allá del pase".

Formula que respecto al quehacer del analista, "no es lo mismo orientarse tomando la perspectiva del fantasma, siguiendo la línea de la cuestión del ser, que hacerlo a partir del síntoma como respuesta de la ex -sistencia".

La posición del analista respecto a la perspectiva de la "iteración" del síntoma, no se resume en hacer resonar el vacío, con la producción del des-ser que le es concomitante.

Miller lleva la cuestión a formular que hay dos escuchas, en la medida de cada una de las dimensiones en juego: la del ser y la de la ex - sistencia.

Son "… dos dimensiones empalmadas por un hiato, una abertura".

Un quehacer implica acompañar, incluso orientar hacia ese vaciamiento de ser, el otro se orienta en relación a la letra.

Es en el marco de esta elaboración, donde Miller va a plantear lo que considera un cambio (indudablemente es más que eso) en su propia práctica; en tanto ya no ordenada por la interpretación del deseo.

Es en este punto donde aborda lo que se enseña en las supervisiones.

¿Cómo enseñar esa doble escucha además de instilar el aprender a callarse?. ¿Cómo hacernos cargo de que "del enunciado de las reglas servirán de vehículo a la doctrina que sobre ellas se ha hecho el analista, en el punto de consecuencia a que han llegado para él" (Donc. J. A. Miller)?; si el punto de consecuencia, da cuenta de la relación de cada uno con su propio inconsciente, pero no solamente, ya que "la otra escucha" se orienta a constatar el acontecimiento del cuerpo fuera de sentido.

Osvaldo L. Delgado

 

¿Generaciones?
El pasado 5 de mayo en la EOL Sección Córdoba, tuvimos la posibilidad de conversar con M-H.Brousse, alrededor del porvenir del psicoanálisis en el siglo 21, la formación del analista y –por último y anudado a los dos primeros- el asunto de las generaciones. Respecto de este último, he tomado algunos de los aspectos que allí desarrollé –muchos de ellos preguntas- como punto de partida para la discusión que nos espera en torno a "la formación veinte años después".

Situar aquello que ha transcurrido en estas dos décadas ¿pone "lo generacional" en juego?, ¿qué real capta, muerde este significante "generación"? y fundamentalmente ¿cómo abordar el asunto de lo generacional sin hacerlo consistir?, ¿cómo situar esta lógica del conjunto, de la clase, propia de las generaciones, dentro de lo que es el colectivo de la Escuela que -tal como leemos en la Teoría de Turín- se trata de "un conjunto inconsistente de soledades no sindicalizables, conjunto abierto que colectiviza pero no identifica"?

Están las generaciones por-venir y también esas de las que venimos: la generación de Freud, la generación de Lacan, también aquí en Argentina esos que tuvieron la ocasión de estar junto a él en el 80, los que participaron de ese momento fundacional, en la institucionalización, la gesta del movimiento psicoanalítico. También, la generación que soportó las marcas del exilio, esa que llevó adelante la causa de la implantación del psicoanálisis en nuestro país. Y más acá, desde hace veinte años hasta hoy, la generación de los que leen a Lacan desde el sintagma la Orientación Lacaniana, con J.-A. Miller como intercesor.

Hoy, a la hora de pensar el porvenir del psicoanálisis en el siglo 21, parece ineludible problematizar cómo hacemos pasar la enseñanza de Lacan a las "nuevas generaciones", y fundamentalmente cómo hacemos existir el discurso analítico allí donde Lacan enuncia claramente "No seré yo quien vencerá, sino el discurso al que sirvo".

Encuentro en El Banquete de los analistas un pasaje donde Miller sitúa precisamente este punto "generacional", haciéndonos saber que la duración del psicoanálisis depende de que "analistas haya", subrayo esto, Se tratará entonces –propone él- que "obremos con la mayor astucia posible". ¿De qué cosa estaría hecha hoy nuestra astucia y con qué interlocutor nos toca jugar la partida?

La pregunta por el porvenir entonces es una pregunta absolutamente política. Nos importa el relevo de la formación de las nuevas generaciones pero fundamentalmente debe importarnos qué hacemos con aquellos a los que formamos. Muchas veces celebramos lo masivo de nuestras Jornadas o la asistencia abultada de jóvenes en nuestras actividades, principalmente jóvenes que vienen de la Universidad o de distintos espacios de formación que dispensa el Instituto (lo que nos lleva a afirmar cómo el Psicoanálisis está vivo en Argentina). Ahora bien ¿qué estatuto y qué tratamiento darle a esa llegada cada vez más creciente? ¿Cómo hacer para no quedarnos en la entropía de nuestra lengua privada, entre algunos pocos, pero a la vez no correr el riesgo de que se banalicen en la trasmisión los principios que orientan nuestra praxis? ¿Cómo trasmitir en ese contexto de "muchos" que el psicoanálisis no se diluye en la terapéutica y que la experiencia de un análisis, así como la experiencia de Escuela, no son sin el horizonte del final y el pase?, ¿en qué se autorizará cada uno para operar en nombre del psicoanálisis?

Sabemos que el futuro del psicoanálisis no estará entonces en la ecuación numérica de cuántos se entusiasmen con Lacan, sino en el real que se pone en juego en la formación analítica, formación de la que se espera "que analista haya". En este punto vale la pregunta sobre la autoridad analítica hoy, cómo habitarla, dónde la ponemos.

Para concluir, me quedo con una acepción de "generación" que encontré, no ligada a un asunto de clase sino más bien a "la acción y efecto de generar, engendrar". Cómo reinventar en el colectivo de la Escuela hoy (con sus gradus, con sus garantías, con sus dispositivos, con sus nominaciones, con el ejercicio de las funciones y su permutación), cómo reinventar un lazo que soporte esa « tensión fecunda » entre las distintas generaciones, esa tensión fecunda entre los que estaban, los que hoy están y los que estarán.

Gisela Smania

 

La transmisión de una hiancia
La autoridad de una hiancia, pienso que es el intento de transmisión y formación de la Escuela en estos veinte años. De qué modo nos formamos en torno a esa hiancia, que la comunidad de la Escuela de la cual formamos parte, nos trasmite, pero que a la vez esa transmisión, es una construcción que realiza la transferencia de trabajo de cada uno en ella?

La formación abreva en el encuentro con esa barra, esa hiancia que el Otro de la Escuela como vacío, causa al trabajo. Los sitios de la Escuela donde se aloje la transferencia de trabajo de cada uno con su estilo, construyen una formación en movimiento.

La Red de la EOL, su dispositivo, es uno de esos sitios de la Escuela en los que, el trabajo está causado y en el cual se producen efectos de formación, a partir de los diferentes lugares que la Red propone, admisión, clínica, grupos de trabajo, reuniones y seminarios. El recorrido por sus diferentes lugares, produjo enseñanzas acerca de la construcción de la Escuela y sus dispositivos, desde el vacío del Otro de la Escuela, es decir, a partir de la responsabilidad de cada analista que la forma. Desde la admisión, se verifica la oportunidad de deponer el nombre propio, su reducción, para que advenga la posibilidad de encuentro con un analista a aquel que consulta.

La ubicación de la Red, como borde hacia la ciudad, a través del cual se perfila una apertura a la clínica en la época, nos enseña la oportunidad de confrontarnos con el malestar actual como expresa C. Licitra Rosa desde un anacronismo del presente. La formación desde la perspectiva de la hiancia y su potencia, enseña acerca de la Escuela y sus dispositivos como piezas sueltas que no forman un todo sino que la reescriben cada vez.

Marita Salgado

 

Efectos de Escuela
La invitación del Consejo Estatutario a conversar a los miembros sobre nuestra Escuela, es poner en acto que la Escuela piensa a través de sus miembros. Este conjunto de aportes, contribuciones, efectos uno por uno, hacen presente y vivifican el espíritu del psicoanálisis, la causa freudiana con nuestra orientación lacaniana. Me sentí concernida a tomar el texto de J.A.Miller: La teoría de Turín acerca del sujeto de la Escuela.

Extraigo dos cuestiones que me interesa rescatar: la paradoja en la cual la Escuela se funda, (la colectividad de singularidades) y su orientación en la descompletud, en una Escuela barrada, lógicamente inconsistente. Regida por los principios analíticos que anima a cada uno a situar y subjetivar su trabajo de hacer- escuela. La Escuela revela así su paradoja en tanto es una formación colectiva que no pretende hacer desaparecer la soledad subjetiva, sino que su fundamento es sobre ella. Subjetivar la Escuela significa para cada uno: ser miembro de la Escuela en la soledad de la propia relación con la Escuela.

Ser miembro de la EOL, en el interior del país donde no está la Escuela o sus Secciones, es orientarnos por el instrumento que es el IOM, como política de Escuela y promover la extensión del psicoanálisis en consonancia con los principios rectores analíticos en cada ciudad. Esto no es sin el psicoanálisis puro. El IOM es la invención hace 10 años, de un dispositivo que se fundamenta en la coherencia entre su forma y la transmisión del psicoanálisis, los docentes viajan, enseñan, se prestan a los requerimientos de cada ciudad en las invenciones de actividades, motorizan las transferencias de trabajo que promueve cada docente con la causa psicoanalítica.

El interlocutor de cada ciudad orienta el rumbo, conversa con la particularidad de la misma a través de sus responsables y por sobre todo transmite la política de Escuela que promueve la AMP. Esto no es sin tropiezos, que permiten ajustar, cambiar, re pensar sobre ese fondo de invención cada vez.

Mas allá…la Escuela, que es no toda, es en sus efectos, está en sus miembros uno por uno y a su vez en su lógica colectiva de trabajo. Lleva en su creación la responsabilidad de ofrecer los instrumentos, dispositivos… todo aquello que considere conveniente para sostener los principios de la orientación lacaniana que la fundan. Leer la Escuela orientados por el bien decir, es Conversar sobre esa trama de no saber , escandir 20 años para interpretar , sobre ese fondo de fracaso, de la repetición siempre fallida, en ese mas allá se asegura nuestro éxito.

¡Por el porvenir de muchos años más!

Florencia Lafourcade

 

Hacia la Conversación de la EOL
Alrededor de la pregunta sobre la formación se ha instalado esta conversación, una pregunta para mi provocadora que invita a la reflexión y al debate vía Internet, modalidad de este siglo XXI.

Lacan nos mostró muy tempranamente un hilo de Ariadna que se mantuvo a lo largo de su enseñanza considerándolo como lo más deseable y lanzó desde el inicio un grito de alarma con una significación muy precisa: que sea un llamado, una exigencia primera concerniente a la formación del analista. (Entrevista con Jacques Lacan- Uno por Uno Nº 25/26- 1992)

Condición ineludible al que Lacan mismo respondió con la noción de Escuela, instrumento esencial para la transmisión del Psicoanálisis - con sus dispositivos centrales del Cartel y el Pase - no tan solo para los propios psicoanalistas, sino a los otros que aún no participan de esa experiencia que constituye un análisis.

Hemos sido cada uno de nosotros en una responsabilidad compartida, que hemos respondido a ese llamado, manteniendo la llama viva de un deseo que recogió el guante ya sea como "obrero calificado", "trabajador decidido", "practicante", y sin embargo siempre bajo esa posición "analizante", de la cual llegado el caso se podrá testimoniar.

La experiencia de un análisis, que atribuyo como principio y razón de la formación es singular, es decir no hay analista en juego sin análisis, es su formación continúa en la intensión.

Hoy en día y también desde esta última década contribuyen a ésta formación diferentes y nuevos dispositivos a favor del Psicoanálisis en intensión, así mismo es un hecho que el Psicoanálisis se extendió en diferentes ámbitos de la cultura y se insertó en lo social.Considero que fue un cambio de política y perspectiva de la AMP, podemos recordar el texto de Miller "Alocución para el deshielo" del año 2001, como también "Improvisación sobre Rerum Novarum" del 2003.

A mi modo de ver las nuevas generaciones interesadas en la enseñanza del psicoanálisis han encontrado y se han encontrado en esa transmisión que paso fuertemente a la extensión con nuevas puertas de entrada en lo que hace a diferentes trayectos en la formación de estos jóvenes.

Vale la pregunta entonces ¿de qué manera incide en este programa que ya no es el de hace 20 años atrás, el querer la Escuela como punto de partida y puerta principal de acceso en la formación epistémico y clínica donde insiste la pregunta qué es un analista?

¿Cuál la necesaria articulación entre este binomio que constituye la intensión-extensión- Escuela –Instituto?

Raquel Narbona