Jacques-Alain Miller on line |
Entrevista de actualidad 30 |
Dominique Miller, Pierre Naveau: PIERRE NAVEAU: La ECF, 1998-2008: el corte de 2008 2000. Las ACF ejercen una presión muy fuerte sobre la Escuela a través del llamado "pase a la entrada". A partir de allí una inversión dialéctica. Se suspende el pase a la entrada, se produce una rectificación de la posición del sujeto-Escuela, para que la Escuela no se trabe y pueda, a su paso, retomar su camino. II 2004. Un informe del INSERM, más bien sin ningún miramiento, favorece a las terapias cognitivo-comportamentales en relación a las terapias por la palabra. El proceso de rebajamiento de la palabra se pone en marcha. 2005. Otro informe del INSERM, ciertamente malvado, encuesta sobre la agresividad del niño. Sale en busca del padre severo y preconiza la intimidación autoritaria. Hay entonces que afrontar el AERES y el imperativo de la evaluación. Los múltiples forums dieron a la Escuela una función de punto de apoyo en el campo psi. Su exigencia es la referencia. La Escuela es reconocida como de utilidad pública en 2006. Junio-julio 2008. Un proyecto de decreto, calificado de "criminal" por J.-A. Miller, se las agarra, de manera retorcida con el psicoanálisis. La réplica, bajo la forma de LNA N° 9, es inmediata y eficaz. III Corte, pues. Nueva inversión dialéctica. El filo cortante del reverso está restaurado. Entre el analista y el amo, hay un hiato, es decir, un desacuerdo El DA es el reverso del DM. El PP [5] debe ponerse un paso adelante del PAT, frente al cual había corrido el riesgo de cederlo (el paso). El acto, que hace a la soledad del analista, vuelve a estar en primer plano. Porque, como lo recordó J.-A. Miller, [6] el coraje, según Lacan, es descifrar su inconsciente. El inconsciente, en efecto, es lo que se lee. [7] El pase, en consecuencia, es el momento en que aparece, en un relámpago, que "la formación del analista se reduce a las formaciones de su inconsciente"8. Es este eje el que pone en acción el deseo del analista. ¿Qué es lo que hace que alguien de el paso de tomar el lugar de semblante de objeto a y se decida de ese modo a comprometerse con el discurso analítico? Las próximas jornadas de la Escuela tratarán de responder a esta interrogación. Desde esta perspectiva , yo estoy muy particularmente impresionado por la pregunta que J.-A. Miller planteó en su primer curso de este año: ¿En qué medida los ex-AE y los AE actuales se sienten responsables de lo que ocurre en la Escuela? Semejante responsabilidad supone que uno se sostenga en la cuerda de la relación al inconsciente. Sueño, lapsus, acto fallido, chiste, olvido, síntoma; se trata pues del inconsciente. Tropiezo, obstáculo, hiancia. [9] La Escuela está allí. Es su actualidad. 1- Miller J.-A., Le neveu de Lacan, Verdier, Paris, 2003, p. 193. DOMINIQUE MILLER: La ECF y el Campo freudiano 25 años que se suman a la construcción de la Escuela freudiana de París. La EFP mostró que los principios de la Escuela de Lacan eran aptos para poner en práctica el psicoanálisis en el sentido de Freud, y para transmitirlo. Uno recuerda la batalla de Lacan –sesiones cortas, nueva didáctica, Pase– que necesitó la "contra-experiencia" de la ECF. La ECF se impuso en el paisaje psi, frente a las autoridades del Estado concernidas. La complejidad para la ECF, y que no se encontraba en la EFP, es su partenariado con el Campo freudiano. Ella es un pedazo suyo, estando enteramente separada de él. Solidaria y desemejante. El Campo freudiano ofrece, a quienes desean comprometerse en el psicoanálisis lacaniano, un campo de acción muy extenso, diversificado y consecuente, para la enseñanza del psicoanálisis, su difusión y su desarrollo. El Campo freudiano anima el psicoanálisis lacaniano en el sentido de la "reconquista" indicada por Lacan. Lo hace conocer, lo promueve y lo practica. Le da su carácter abierto, accesible, emprendedor e imaginativo. Lo inscribe también en el campo público: la Universidad, la Salud mental, la Formación permanente, la cultura, el campo social y la política de la Infancia. Lo implanta en redes europeas e internacionales. La Escuela está en tensión con el Campo freudiano. Él es una tierra de acogida en la que ella tiene una posición de elite. Es un lugar de extensión, allí donde la Escuela aprieta los lazos. El abunda. Ella se concentra. Sus referencias y su orientación son las mismas: la enseñanza de Lacan. Las que difieren son las consecuencias de su transmisión y de su práctica. Solo la Escuela ofrece una formación del psicoanalista. Esto quiere decir que esta tensión entre ambos encuentra su lógica y su pertinencia en la posición de excepción de la ECF. Como Jacques-Alain Miller nos lo recordó recientemente, esta posición se funda sobre su política frente al inconsciente y al acto analítico: inscribir en el corazón de su acción la elucidación de la relación del analista al cristal y al filo cortante del inconsciente, del suyo y el de sus analizantes. El Pase, sus Jornadas de estudio y sus revistas están allí para realizar esta política. Y es de allí que la ECF extrae su fuerza preciosa. Esto la expone a resistencias. NATHALIE SEBAN: Hay como un hiato... (Un caso en CPCT de Antibes) Hace algunos años, a partir de mi práctica institucional con adolescentes, y cuya media de permanencia es de tres meses, escribí un texto breve sobre "Los efectos terapéuticos rápidos". Me interrogaba sobre los riesgos de dejar que se abra la caja de Pandora cuando uno no sabe, por supuesto, ni que males van a salir de allí, ni de cuanto tiempo se dispone para – si es posible –tratarlos. Esto para decir en qué pudo haberme interesado la oferta de una formación en un CPCT para Adolescentes. En estos tres lugares distintos: la institución, el CPCT y mi consultorio, practico el psicoanálisis aplicado a la terapéutica. ¿Qué es lo que diferencia estas prácticas? Es una pregunta frecuentemente en debate. A mi modo de ver: ¡todo y nada! Nada, en lo que concierne al sujeto que uno recibe en el momento en que lo recibe. La misma atención puesta en lo singular de su palabra, el mismo compromiso, el mismo riesgo. Todo, en la elaboración de aquello de lo que testimonia. A la avaricia extrema de la institución en la que el arancelamiento del acto comprime el tiempo para extraer de allí la mínima gota de rentabilidad, el tiempo del CPCT –acordado benévolamente– ¡parece un exceso! También, lo verifico, en los efectos de formación que produce esta experiencia que necesita dirigir el discurso, solicitar o canalizar su flujo, orientarlo. Desde el principio, esto no cesa de cuestionar. Sobre la extracción de un punto a tratar. Sobre los efectos de ese "querer" inicial. Pero también: sobre lo que queda si uno se dedica a no hacer consistir demasiado la transferencia, a dejar de lado la asociación libre y las formaciones del inconsciente… Esta experiencia inédita, retomada en grupo, nos confronta a que el trabajo en el CPCT permite, yo creo, reinterrogar nuestras prácticas personales. Hay otra cuestión que agita mucho dentro y fuera de los CPCT: ¿cómo nombrar a sus practicantes? ¿Consultantes? ¿Analistas? ¿Rango A? ¿Rango B? Es una cuestión viva porque condensa manifiestamente el corazón de lo que se debate. "¡No se trata de que se crean analistas!", se nos advirtió antes de que se planteara un: "¡en el CPCT: todos analistas!". En cuanto a mí, si debo nombrarme frente a los sujetos que recibo hablo de consultante. La pequeña viñeta que sigue puede quizás ser considerada como una "falsa maniobra" en relación a lo que se espera en el CPCT. Tiene por única vocación ilustrar cómo a veces la transferencia consiste, cómo el inconsciente se interpreta a pesar de todo, cómo una demanda puede emerger haciendo surgir una pregunta en una consultante de rango B, que no "se cree" analista... El caso Así, Mme O. pide hablar del surgimiento de un insoportable para ella: su hijo puso fin a brutalmente su escolaridad, en pleno año de finalización. Se vuelve colérico, incluso violento verbalmente hacia ella. Rápidamente, ella asocia este acontecimiento con su propia historia: ella también interrumpió sus estudios en el último año, para seguir al hombre del que estaba embarazada. La pareja se separó 4 años más tarde. Lo que marca su discurso, es que ella denigra su queja y su "bla, bla" desde que aparecen, para, en cambio, ponerse en cuestión, y buscar una verdad. El conjunto de los significantes que deja en el transcurso de las consultas se cristalizan en un enunciado que hace síntoma: quiero tener siempre razón En el curso del tratamiento despliega sus coordenadas siguiendo el hilo rojo de la relación, que se trata de pacificar, con su hijo. El marco del trabajo le fue planteado claramente: gratuidad; voluntariado del consultante; dieciséis sesiones como máximo. Después de doce sesiones abundantes que hubo que canalizar, le señalo que las cosas van mejor con su hijo. Efectivamente. Además se encontró con un hombre y querría utilizar las las últimas sesiones para ver cómo hablarle de esto a su hijo. La vez siguiente, trae por primera vez un sueño que interpreta así : hace mucho tiempo que quiero reflexionar sobre mí…yo me decía que el psicoanálisis no era para mí. Creo que este sueño traduce que no quedan más que tres sesiones y yo querría continuar. Responde que, tal cómo habíamos hablado desde el comienzo el trabajo en el CPCT tiene límites y le recuerdo los puntos sobre los que avanzó. Pero usted, si trabaja en un centro psicoanalítico, quiere decir que usted es psicoanalista, tiene seguramente un consultorio en la ciudad, yo estoy dispuesta a pagar. Esto me tomó de imprevisto y me refugié "doctamente" detrás del marco y le dije algo así como: no es deontológico hacerse una clientela a partir del CPCT. Por otra parte, es verdad que ella trajo mucho material y que manifiestamente está comprometida en un trabajo de elaboración que puede conducir a una demanda de análisis. Si ella quiere, le daré el nombre de un analista. El hiato... ¿Cómo, después de haber alentado a esta joven mujer a llevar su demanda de hacia un analista, podría yo recibirla, en la medida en que la cuestión de ocupar este lugar está aún al trabajo, en el lugar mismo, en el que yo tendría que decidir al respecto? ¿No habría allí algo así como una impostura…? En la última sesión, Mme O. me recuerda que yo le había propuesto darle el nombre de un analista. Mantengo lo que había sido dicho y le doy las coordenadas de una persona que no interviene en el CPCT. Seis meses más tarde, llama para una entrevista. No hizo nada para contactar a ese analista. Las turbulencias de su vida cedieron, salvo que cansada de las vacilaciones de su amigo, le dijo que, o se comprometía o renunciaba, para luego retroceder y darle un plazo de un mes. Dice: quiero tener razón siempre. De golpe mato todo lo bello, lo destruyo. Esta vez quiere que sea distinto y quiere reflexionar sobre eso en el CPCT. El marco permite, en algunos casos, renovar una vez el tratamiento... Publicado en 74 Rue D‘Assas París 6è por JAM |
Traducción: Graciela Esperanza |