Viernes 14 de noviembre de 2008
Francisco Hugo Freda con Jacques-Alain Miller (fin)
Publicada en 74, rue de Assas, Paris 6ème por JAM
Del CPCT a las Escuela
Le decía la semana pasada que, a mi parecer, la energía, la libido del Campo Freudiano había sido aspirada por los CPCT, el psicoanálisis aplicado, y la preocupación por el efecto terapéutico rápido. Le di tres elementos para apoyar esto: la elección del director del CPCT-Chabrol como Presidente de la Escuela de la Causa freudiana; el proyecto a su vez de lanzar la Escuela a la búsqueda de subvenciones para financiar sus "grupos de investigación", creados por usted el año pasado; en tercer lugar, el hecho de que casi la totalidad de los textos suscitados por el tema "Nuestra Escuela, nuestro psicoanalista" aparecidos en internet no hablaban de otra cosa que de los CPCT. Luego se han añadido a estos, otros elementos.
¿Usted se refiere a la reunión del Envers de París?
Por ejemplo. Hace tres días he tenido un intercambio con su responsable. Ella me ha comunicado su informe moral y me ha informado sobre una próxima mañana de debate que concerniría al sector sanitario y médico social, bajo el titulo "Malestar actual en nuestras instituciones de atención", con invitados que pertenecen al ámbito socio-político-administrativo. Le respondí que a mi parecer esta acción se inscribía en el marco de una política "CPCT en todo" y "Primacía del psicoanálisis aplicado", cuya orientación hay que rectificar. Ella concluyó, supongo que teniendo su acuerdo, que esta jornada no tenía razón de ser.
De acuerdo, sí. Había que rectificar, es verdad.
Seguidamente he interrogado a la tesorera de la Escuela sobre el presupuesto provisional que me había enviado en julio pasado, y que yo había dejado de lado y no había leído: "psicoanálisis aplicado, 20.000 euros". Me enteré en ese momento que estaba prevista una nueva política de publicaciones: obras para el "gran público" sobre temas de psicoanálisis aplicado, editadas por la Escuela a pérdida.
Es eso. La última Asamblea General de la Escuela lo aprobó.
No pude estar. En la misma línea, supe entonces que algunos proyectos de los cuales había tenido alguna noticia, antes de las vacaciones de verano, se inscribían en el marco de la misma política. Estoy pensando en el proyecto de dotar a la Escuela de un nuevo local, un loft, en el barrio X, o en Bercy, vendiendo la rue Huysmans o conservándola, se plantearon las dos opciones.
Desde que llegué a la presidencia se me dijo: el local es demasiado pequeño, muy pronto no habrá más lugar para archivar, para los libros, para las estanterías… Por lo menos, el Consejo de la Escuela aprobó por unanimidad el proyecto del nuevo local, y Dominique Miller se puso en contacto con usted después.
Pienso igualmente en el nuevo procedimiento de admisión puesto en marcha recientemente, donde son seis miembros de los más recientes los que se entrevistan con los candidatos.
De esto le informé por anticipado.
Es exacto. Pero no compredí el pattern. Pero le pedí poder entrevistarme con esos seis miembros y seguir de cerca las operaciones. Pienso también en la creación de los doce "grupos de investigación de la Escuela" de los cuales conozco ahora el tema: todos salvo uno están consagrados al psicoanálisis aplicado, y la mayoría están a caballo entre el CPCT y la ECF, hasta el punto que sus participantes no saben dónde tienen que inscribir su trabajo. Me lo dijeron ellos mismos el jueves por la tarde.
Sobre eso, la verdad, no entiendo nada. Estaba muy claro. En los grupos de investigación uno se inscribe uno por uno. Se trata de la Escuela, no del CPCT.
Un elemento del cual le hablé en nuestra entrevista precedente se confirma: la búsqueda de subvenciones para estos "grupos de investigación de la Escuela" fue planteada en el pasado mes de mayo.
No tengo el recuerdo.
Sin duda, aunque existe un acta. En fin, si la mayoría de textos enviados a la tribuna de internet sobre el tema: "Nuestra Escuela, nuestro psicoanalista" ponían por delante a los CPCT, y elogiándolos, esto no era por generación espontánea, esto respondía a un anhelo explicitado por su parte a Fabien Grasser, como lo muestra un documento que me ha sido comunicado.
No solamente está Grasser. He hablado de ello a muchos otros.
Sí, usted defendía un proyecto al que estaba ligado, pero bajo otro ángulo, podemos decir también que se trataba de un montaje. Poco importa. Y bien, escuche, es más de lo que hace falta para confirmar ante mis ojos todo lo que yo presuponía. En Argentina se diría: "El CPCT avanza sobre la Escuela". Considero que esto no es para mañana, esto es lo que ocurre actualmente.
Puedo explicar muy bien cada uno de esos puntos. Uno por uno.
Usted puede explicarlo todo, pero eso no cambiará nada al hecho de que tenemos diferencias sobre el diagnóstico. El mío, es que todo lo que ha sido hecho desde hace un año apunta en la misma dirección: nublar, borrar, tachar, la frontera entre CPCT y ECF, transportar a la rue Huysmans lo que se hace en la rue Chabrol, e incluso, si lo puedo decir, transportar la rue Huysmans a la rue Charbrol.
Ahí yo no estoy en absoluto de acuerdo. Tengo mi estilo, no lo puedo cambiar, pero al menos sé muy bien que la Escuela no es el CPCT. Usted no puede decir lo contrario.
Yo no digo lo contrario.
Siempre lo puse al corriente.
Ciertamente.
El Consejo aprobó todo.
Sí.
Siempre estuvimos atentos a distinguir bien el lugar de la Escuela, el lugar del psicoanálisis puro. Nunca se dijo que la formación del psicoanalista se hacía en el CPCT.
Estoy seguro de que usted tiene argumentos. Escuche, dejémoslo: esta controversia sobre el pasado no es interesante, no nos llevaría a ningún lado. Más vale trabajar juntos para volver a hacer entrar al genio en la botella.
La Escuela más viva
Tomemos el problema desde una posición más elevada. Think positive. Plantearé la cuestión en estos términos: ¿cómo hacer para que la libido en el Campo Freudiano se vuelque también en otros sectores que no sea el psicoanálisis aplicado?, en particular sobre el psicoanálisis puro, el pase, el estudio de los textos fundamentales, todas esas actividades que aun hace diez años, eran mucho más vivas que lo son ahora. ¿Cómo ve usted esto, en tanto que presidente de la Escuela?
¿Cómo hacer la Escuela más viva? Me parece que uno de los puntos esenciales concierne al pase. Entre otras cosas, habrá que intentar estudiar en detalle, yo diría en el interior mismo de la concepción del pase, en qué estado se encuentra hoy. Hay muchos momentos del pase. Usted ha mostrado diferentes facetas, diferentes caras, diferentes definiciones del pase.
La primera definición, la que nos ha orientado durante años –el pase en tanto que travesía del fantasma, al final del análisis–, no digo que este muerta, pero no es la única manera de comprender hoy el pase, no la única manera de intentar comprender este momento. Considero que no hemos hecho aún un verdadero estudio de este desarrollo y que hay ahí una cierta fluctuación. Esa fluctuación produce en algunos, que podrían presentarse al pase, una cierta contención, y no solamente del lado de aquellos que querrían presentarse, sino también del lado de aquellos que reciben, es decir los pasadores, las Comisiones, los carteles, etcétera.
El pase es un motor esencial de la Escuela. Una de las primeras cosas a hacer, es intentar hacerlo audible, es decir, de hacer saber, de trabajar en torno al pase. Podríamos considerar el pase como una especie de momento de evaluación de lo que hemos hecho. Esto ya plantea un cierto tipo de pasante. Pero si no tomamos el pase como un momento en el interior del análisis, las cosas se presentan de otra manera. Habría que estudiar las consecuencias que comporta el pase para los pasantes, los pasadores, los carteles, la Escuela. Existe, digámoslo, un cierto riesgo en ese sentido. Hoy es así, mañana no sabemos. Esto puede comportar una cierta incertidumbre en lo que concierne a lo que para nosotros es capital, a saber, el AE.
¿Qué piensa usted de lo que en un momento intenté en el Campo freudiano y que había sido ampliamente seguido: "el pase a la entrada"? Fuimos llevados a suspender esta experiencia –pero siempre lamenté que no se hubiera podido continuar. Hay que decir que había dado lugar a una propaganda masiva bien lamentable, del tipo: "¡entrar es fácil!" Se presentaron candidatos a este pase –algunos en análisis desde sólo hace tres años– y estuvimos a punto de tomarlos porque testimoniaban, en efecto, de que habían tenido la experiencia de efectos analíticos, que soñaban, por ejemplo, y que sus sueños eran analizables, lo que es sin duda un poco estrecho para reclutar miembros de la Escuela.
He lamentado en aquel momento que el pase a la entrada fuera suspendido. Me parece que se trataba de un procedimiento muy interesante, y que daba un servicio a la Escuela, a saber, por ejemplo, la idea de que no es solamente bajo "títulos y trabajos" con lo que se entra en la Escuela, que hay para algunos una cierta relación con el inconsciente que merecería ser escuchada. Con los "títulos y los trabajos", no sabemos verdaderamente cuál es la relación del candidato con el inconsciente.
Como usted sabe, he hablado con los colegas que tenían el cometido de hacer las entrevistas de admisión en el nuevo procedimiento que usted puso en marcha, y son los primeros que lamentan que a menudo los candidatos hablen muy poco o nada de su análisis, lo que me condujo a preguntarme si no haría falta, quizás, dos tipos de entrevistas: una primera entrevista donde el candidato expondría lo que hace en el Campo freudiano, las Secciones clínicas, los CPCT, los diversos grupos, las ACF, sus trabajos, sus motivos para desear entrar en la Escuela, la duración de su o sus análisis y de sus controles, a raíz de la cual se haría una primera selección; y en un segundo momento, el candidato en cuestión tendría la posibilidad de intentar la entrada por el pase, o incluso sería invitado a ello. Se corregirían así los excesos anteriores, conservando al mismo tiempo el beneficio del pase a la entrada. ¿Qué diría usted de esto?
Entonces, dos ejes: por un lado, los "títulos y trabajos" y, por el otro, que la persona diga algo de su relación con el inconsciente, aunque no se trate de una relación definitiva, para testimoniar de otro momento de su análisis. Podríamos nombrarlo como el "pase de los momentos". Podría incluso hablar de ellos en lo que a mí me concierne.
Yo hice el pase. Me acuerdo del momento clave de mi análisis, donde ya tenía en ese momento una convicción: no se trata de la travesía del fantasma, se trata de un encuentro inesperado. Estaba llevado a continuar el análisis más allá del titulo de AE porque quería saber más de eso. No hace mucho tiempo, hice un segundo descubrimiento que no apareció en el momento del pase. Puedo incluso decir que mi analista dijo: "Ah, por fin puedo comprender por qué está usted aún aquí". Para mí era muy útil: el pase con mi nominación como AE ha redefinido mi análisis y este otro momento ha redefinido mi pase. Pienso que esto ha sido totalmente saludable.
Hay ahí un esbozo de lo que debe ser la posición del analista. Sería muy útil para cualquier analista y para la Escuela, que una persona pueda clasificar toda esa serie de momentos. Una manera de volver a dar vida al pase es estudiar esos momentos y eventualmente poner en marcha de nuevo un pase a la entrada. ¿Por qué? Porque nosotros mismos hemos pervertido la admisión al hablar de "títulos y trabajos": con eso la Escuela se convierte en un lugar de reconocimiento de lo que se ha hecho en otro lugar. Ahí el CPCT ha alimentado quizás lo que yo ataco. Una persona puede decir: "He hecho una experiencia clínica importante en el CPCT o en todo un conjunto de instituciones, luego me presento a la Escuela". Pero quizás no es precisamente por esta razón por la que esta persona puede entrar.
La Escuela está rodeada de una serie de instituciones importantes, y la gente las recorre. Al final del recorrido, la Escuela se convierte para ellos no en un lugar de formación, sino en un lugar de reconocimiento del trabajo efectuado. Eso hay que modificarlo. La Escuela no es el lugar del reconocimiento, sino el lugar de la formación del analista, a partir de lo que dice de su relación con el inconsciente. Y por definición es una relación inacabada.
Una de las propuestas que vamos a hacer para las próximas Jornadas de la Escuela va en ese sentido. Ha sido ya anunciada a raíz de una reunión que he tenido con usted y con los otros miembros del Bureau: se trata de consagrar las salas simultáneas, eventualmente ampliadas a toda una jornada, a los temas que agitan la psicopatología de la vida cotidiana. Cada uno estaría conducido a exponer un sueño, o un olvido sintomático, o un acto fallido y a dar el ejemplo de la manera como él analiza sus formaciones del inconsciente, como Freud también lo hizo, como lo hizo también Lacan, de una manera sin duda menos abundante. Ahí veríamos bien que si en efecto somos una Asociación de 1901, como las otras, reconocida de utilidad pública, es sin embargo una asociación constituida sobre bases totalmente diferentes de las otras, una asociación donde se cree en el inconsciente para reclutarse, para retomar la expresión de Lacan. Hemos previsto esto para las Jornadas 2009, pero podríamos también darle su lugar en la Escuela de manera permanente. Hay que tener cuidado, pero esto sería una especie de "pase permanente"; quiero decir que en la Escuela no seríamos simplemente eruditos en literatura psicoanalítica y clínicos experimentados, sino también sujetos del inconsciente, es decir con su no saber o más bien "su no quiero saber nada", donde yace lo más interesante de cada uno. ¿Utopía? Quizás…
¿Pero cuál es el caso más interesante para mí? Es el mío, es el que conozco mejor.
Entonces, si queremos llevar la libido a la Escuela, hace falta que sea el lugar donde esto pueda encontrar una escucha, evidentemente bajo una forma más sofisticada, no en directo. Pero lo que se hace en la Escuela debería tender a singularizarse por este rasgo: conservar siempre una ligazón con el sujeto del inconsciente.
Al mismo tiempo, esto redefine muchas cosas: la geografía de la Escuela, su interior. Esto redefine también qué es un caso clínico. El caso clínico, es el psicoanalista. Lo que interesa en el caso clínico es lo que hace el analista. Quizás hemos cometido ahí ciertos errores. Hemos puesto mucho más el acento sobre el paciente que sobre lo que provoca el psicoanalista, el terapeuta. Esto es un cambio de perspectiva. Recuerdo haber dicho muchas veces que el caso clínico que me interesa más es la intervención del psicoanalista. Saqué eso de Lacan cuando reinterpreta los casos de Freud Lacan se ponía en la posición: "¿cómo habría hecho yo en el lugar de Freud?" Esta idea toca a la cuestión clínica, a la cuestión de la formación de un analista, toca a la misión misma de la Escuela. Podemos redefinir toda una política en función de esto. En el fondo, para renovar la libido en la Escuela no hay que hacer cosas dispares.
En una óptica de formación, la Sección clínica tendría que contribuir a la formación clínica a partir del estudio de textos, incluyendo textos de casos, mientras que el CPCT es un lugar de stage clínico. ¿Y la Escuela? Debería ser el lugar donde elaborar para cada uno, por cada uno, su relación con el inconsciente. He aquí lo que sería un esbozo de distribución de tareas que hay que afinar.
Estoy completamente de acuerdo con esta óptica. Al mismo tiempo, el punto de partida es el pase. Si nos apoyamos seriamente en el pase, podemos cambiar verdaderamente el panorama de la Escuela en tanto tal. Esto supone una cierta doctrina del pase. ¿Qué concepción nos hacemos hoy del pase, entre la Proposición de Lacan y el pase hoy? Sabemos bien que el tiempo mina, usa el concepto y las prácticas.
Justamente.
¿El psicoanálisis aplicado al psicoanálisis?
En tanto que Presidente de la Escuela, ¿qué puede decir sobre el estado actual del pase? ¿O se trata de una encuesta que está por hacerse?
Es un trabajo que hay que hacer. Pero una de las cosas que habría que hacer primero, es definir lo que entendemos por los problemas cruciales del psicoanálisis hoy. Una de las cuestiones a definir es el pase. Es una de las cosas que hay que hacer muy rápidamente, e incluso que exista un gusto por hacerlo. Que exista el gusto en los analistas de elegir a los pasadores, de nombrarlos.
¿Ese gusto ha decaído en la Escuela?
Sí. Es un gusto, y es un riesgo. ¿Se trata de riesgos a tomar? Hay que tomar un cierto riesgo cuando se presenta un pasador, y la Escuela debe aceptar ese riesgo. Hay que intentar reanimar, pero habrá incidencias directas sobre el psicoanalista.
¡Es de alguna manera el psicoanálisis aplicado al psicoanálisis!
Ahí, ¡usted me provoca!
Prefiero decir "psicoanálisis aplicado al psicoanálisis", a la expresión "psicoanálisis puro", porque el psicoanálisis no es nunca puro.
Y sí, se habla aún de eso. Este es también un verdadero debate.
Esta pareja, "puro" y "aplicado" hay que tomarla verdaderamente con pinzas.
En cada caso clínico hay una parte aplicada.
… aplicada a la terapéutica.
Luego está la terapéutica. Freud decía: "el análisis comienza verdaderamente para un paciente cuando él se desprende de su síntoma", cuando ya no sufre, empieza a analizarse seriamente. Se dice: cuando el paciente sufre, es aplicado, y luego está el puro. Si decimos que el puro es lo que lleva al pase, hay un problema. El pase es ser tocado por los ángeles. En la última conferencia institucional sobre el pase, usted dijo que los AE son artistas. Esto no quiere decir sin embargo que hagan cuadros.
Usted sí…
El artista en el sentido en el que usted lo ha dicho, es aquel que a través del pase puede volver a dar la forma a su Otro. Es esto lo que remodela también enormemente el pase. Es un punto esencial para realizar la Escuela. La libido va a volver, si verdaderamente ella se ha ido, a condición de que la Escuela no sea el lugar de reconocimiento del recorrido efectuado. Por el contrario, el recorrido efectuado va a redefinirse a partir de lo que usted, el candidato, usted haga en el interior.
Entonces, hace falta que en el interior tengamos algo específico que hacer, lo que no ocurre exactamente hoy día. Y desde hace muchos años. Y desde los inicios de la Escuela.
Ahí también, ¿qué hay que hacer?
Lo que es erudición, saber de los textos, saber de los stages, conocimiento de la clínica y de los clásicos, todo eso se hace en la periferia, en los alrededores de la Escuela. Lo que debería hacerse esencialmente en el centro, es cultivar la relación singular con el inconsciente, y elaborarla bajo un modo todavía inédito que hay que encontrar.
Cuando se empieza a tirar de la noción del pase, el abanico se abre. Podemos organizar todos los seminarios que querramos, eso tendrá seguramente un cierto éxito, pero el verdadero sujeto supuesto saber de la Escuela debe ser la formación del analista, que no pasa únicamente por la cantidad de conocimientos.
Freud quería que el analista volviera a análisis cada cinco años. No es lo que se hace normalmente. Los que prosiguen su análisis más allá del pase no son numerosos, pero la Escuela podría ser el lugar donde, cuando se es analista, se testimonia de la relación que continuamos teniendo con el sujeto supuesto saber y con el inconsciente.
Usted mismo en Buenos Aires había dado cuenta de esto: que la enseñanza era una manera de testimoniar de esto, a condición de saber hacerlo. Igualmente no podemos decir: "no soy analista cuando soy Presidente de la Escuela". Es el analista el que es Presidente, es el analista el que preside. Y hay que concebir la Escuela a partir de esto.
Si usted quiere esta será la última palabra.
Palabras recogidas el sábado 1º de noviembre de 2008. |