Comunicado del Directorio
El Directorio se complace en comunicar a los miembros de la Escuela, a los miembros de las ACF, y también a sus amigos, que la ECF acaba de recibir por parte de la ONU, el reconocimiento de su calidad de organización no gubernamental, y desde ya figura en la lista oficial de las ONG acreditadas como “interlocutoras” ante las instancias de la célebre organización internacional.
A nuestra colega Julia Richards, encargada por el Directorio de promover la candidatura de la Escuela, se le anunció telefónicamente la noticia, una confirmación escrita debería llegarnos antes de fin de año.
La ECF tiene el carácter de organización especial consultora. La ONU puede convocarla en el campo de su competencia, el psicoanálisis. A su vez la Escuela debe hacerle llegar al Departamento de asuntos económicos y sociales de la ONU, cada cuatro años, un informe sobre sus actividades.
El próximo Directorio deberá abocarse a determinar las propuestas de acción específica que la Escuela podrá someter las autoridades de la organización internacional.
Paris, 7de septiembre 2009
Philippe La Sagna: El sueño de los animales-sinthomas
Theodor Reik, psicoanalista sorprendido, señala que el inconsciente sorprende al sujeto operando como el chiste para el levantamiento de la represión y de las inhibiciones.
Mientras leía a Reik y el número 279 de la Lettre mensuelle referido a las Jornadas de noviembre. Me quedé dormido…
Para seguir pensando en el asunto, tuve el siguiente sueño: “La escena transcurre en Italia, una plaza soleada, Siena o, evidentemente, Orvieto. En esa plaza hay animales jóvenes de tamaño adulto, todos raros de una u otra forma, tienen como un aire de peluche, un aire también unheimlich. Hay un león, una hiena, un gran buitre blanco, y un extraño mono albino. Estos dos últimos animales bañados por sus propios excrementos o por un líquido que también podía evocar el meconio (¿el nacimiento, las membranas?) Me sorprende la manera en que los habitantes de la ciudad, que parecen abuelos bondadosos, los reciben y los cuidan”.
Me despierto por el extraño aspecto del mono albino.
Me evoca a un músico de jazz y, de allí pienso enseguida en la música, en el Carnaval de los animales de Saint-Seans. En la música y también en el hecho que el músico había censurado esa pieza hasta su muerte. Quería provocar la risa, y no lo habían comprendido. De “saint sens” (santo sentido), asociando, paso a sin-thoma, o sea a la inversa del sentido; esos animales raros tienen la singularidad de los síntomas, y también están pegados a algo que me evoca el objeto a, y también el “humor malsano” que evoca Lacan.
Cómo operar, en efecto, esta separación del objeto a y del sínthoma que este sueño nos muestra unidos, según un analista? ¿Cómo operarla para él y con los otros? Es un problema sobretodo en la medida en que los analistas deberán usar el análisis como soporte de la operación de transferencia.
Esta operación coloca del lado del analista el peso del objeto a que puede llegar a desviar el camino del analista. Esta operación de transferencia del objeto explica el alivio que le produce la transferencia al analizante y también la inercia de la que el analista debe escapar, no con la técnica, sino con el deseo. El deseo que allí , más que en otra parte, es su interpretación. Entonces estos animales del sueño son sínthomas que no hablan y se ocupan de despegarse. Y esos abuelos son, sin duda, imágenes de mi Ego de joven abuelo ocupado en cuidarlos (¿demasiado cuidado, y entonces, cuidado terapéutico?) para aliviarlos de su desamparo!
Este “essaim” (enjambre) de animales jóvenes contrasta, aquí, con el “saint sens” al que pueden adherirse. ¿Igual que yo tomando a veces ese sentido como si fuera miel? Pero al mismo tiempo esos “animales” (¿esas animaladas, tonterías?) muestran el lazo unheimlich que existe entre símbolo y real. ¿La interrogación del sueño es también la de saber lo que hay que soportar del sentido y del goce- sentido del objeto, y cómo operar para entorpecerlo sin cortar demasiado pronto el hilo de los fantasmas y el de la transferencia? Para finalmente permitir una separación del objeto y del sinthoma, separación que, como el pase, siempre se recomienza. No que haya que recomenzarla en el sentido de un hacer de nuevo, sino, en sí misma, re-comienzo y ya no repetición. Esos animales del sueño son sínthomas pero no lo son sin un lazo con los nombres, los nombres de la creación, los nombres-del-padre, son, pues, la figura de un paraíso irónico.
Pensándolo mejor, el mono gibón quizás era también, un perezoso que me despertó con un gesto lento (¿de mi pereza?). Y el buitre sin duda es una alusión a Leonardo da Vinci y a la siempre tentadora sublimación. La sublimación, que justamente tiende a esta confusión del sinthoma como real y del objeto plus de goce. El objeto plus de goce ya está siempre como el arte y el artificio, demasiado socializado, a diferencia del sinthoma que agujerea los efectos de grupo.
En una frase agregada por Francis Blanche en un viejo disco del Carnaval de los animales se dice respecto al asno. “El asno se puso un bonete de hombre!” Ya no le falta más que ponerse, en cambio, el de sinthoma.!
Terminemos con Theodor Reik que ilustra con una historieta la intuición que requiere el analista sorprendido.
Es una historia del sur de los Estados Unidos. Un caballo se perdió y nadie lo encuentra. Le preguntan a hombre viejo, negro, si no lo había visto. Responde que sabe dónde está el caballo y enseguida conduce a la gente hasta el lugar. Cuando le preguntan cómo hizo para encontrarlo, el viejo dice que se preguntó: “¿Si fueras un caballo, dónde quisieras ir?”.
Puede que ésta sea la manera de saber dónde nos conduce el sinthoma: a identificarnos con él, a partir de nuestros sueños, entrecortados por despertares demasiado cortos…
Agnès Aflalo: Observaciones sobre el tema
Analizarse. La condición para hacerse analista es analizarse. Para hacerlo hay que encontrar un psicoanalista. Pero El psicoanalista no existe. Lo que existe es un acto del que solo los efectos après-coup podrán legitimar que digamos que hubo un análisis. La pregunta “¿Cómo se convierte uno, en analista?” se declina entonces de diferentes maneras, una de ellas es la del testimonio expuesto, que permite verificar si la decisión de funcionar como psicoanalista es pertinente. Lacan formalizó un final lógico de la experiencia a través del testimonio de pase frente a un jurado restringido. El tema de las Jornadas que usted ha elegido apela a un testimonio no muy distinto al pase, ya que se trata de exponer el recorrido propio y la decisión que se ha tomado de ocupar el lugar de variable en la función de psicoanalista. Hay con qué relanzar la experiencia, si los testimonios están realmente seriados en su diversidad.
El hecho. Con frecuencia el momento de instalarse como analista precede al momento lógico del fin de la experiencia. Es un hecho, el analista solo se autoriza por sí mismo, pero, también debido a algunos otros y esto también es un hecho en una Escuela de Lacan.
No dejar jamás de trabajar la paradoja. Es necesario un psicoanalista para que exista el inconsciente. Y no hay psicoanálisis sin psicoanalista. Que exista el inconsciente depende del acto analítico.
La puesta a punto del deseo del analista. Uno se hace analista porque lo desea. Ese deseo puede datar de antes del análisis, de la adolescencia, si, como me ocurrió a mí, la lectura de Freud produce acontecimiento. Pero esto no es suficiente. Este deseo se decide al azar en el curso del análisis. Se impone como la alternativa de una elección forzosa (las únicas que cuentan):”esta o nada”. Uno se hace analista si está tomado por el deseo de que el psicoanálisis no desaparezca con nosotros mismos, cuando decidimos que la experiencia subjetiva del análisis es tan inaudita que vale la pena trasmitirla a los demás.
Sacar consecuencias radicales del hecho que el Otro no existe. Pero no hay forma de analizarse sin la presencia real del que se dedica a trabajar de analista. El psicoanálisis y los analistas son dos cosas distintas, pero no hay manera de que exista el discurso analítico sin psicoanalista.
Lo que a cada uno lo hace analista, es, finalmente, un avatar del síntoma, cuando se decide que ya basta de descifrar el querer decir del síntoma, y que lo que resta del querer gozar está suficientemente vaciado como para alojar la queja de otro. En otras palabras, decidir hacerse el partenaire de otro sinthoma aparte del propio, para que se cumpla el recorrido que va de Otro al otro [(a)utre].
Hacerse analista y seguir siéndolo: relanzar la apuesta ética, depende del acto para cada paciente y en cada sesión. Implica reinventar el análisis con cada uno, para que los efectos de verdad desencadenados por el acto puedan erigirse en un saber singular que alcance lo real del síntoma. Implica controles, y retomar un tiempo de análisis cuando los restos activos del síntoma lo requieran.
No dejar de creer en el inconsciente, y de responsabilizarse por el síntoma. Es saber que lo real del inconsciente nunca deja de generar su propio desconocimiento. Es cierto antes, durante y después del análisis, Uno se hace analista cuando consiente a la ascesis prescripta por la causa analítica, que prescribe deshacer el desconocimiento engendrado por lo real, y por lo tanto no estar nunca exento. Es darle su lugar al inconsciente post- analítico, y no solo para retomar un tiempo, sino también interpretar otras formaciones del inconsciente, si fuera necesario, como el hecho de analizar la lógica de un acto fallido.
En la Escuela de Lacan. Hacerse analista en la Escuela de Lacan es decidirse a hacerse responsable con otro de la transmisión del discurso analítico. Implica recorrer la enseñanza de Freud, de Lacan, sin fetichizar sus conceptos. Cuando la Cosa analítica no lo deja en paz, y uno decide convertirla en su causa, e impulsa a reinventar el psicoanálisis, pero no sin una serie de otros que tomaron la misma decisión, y por razones en común.
La cuestión es de actualidad, ya que faltó poco para que el discurso analítico desaparezca. Ahora bien, para que la cuestión pueda seguir planteándose, hace falta que al psicoanálisis no se lo decrete fuera de la ley del amo que nos gobierna. Nos convertimos en analistas cuando tenemos la idea de que el psicoanálisis es responsable de que exista el discurso analítico. Lo que implica analizar el malestar contemporáneo. |