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Curso del miércoles 1 de abril de 2009

Jacques-Alain Miller: Cosas de finura en psicoanálisis XIV

Prosigo con lo que he llamado el problema: la relación de la verdad y del goce.

Este problema es el problema de Lacan, es el problema del psicoanálisis, tal como fue planteado, tratado, torturado por Lacan, tal como tortura a Lacan y tal como los lacanianos lo heredan. Los lacanianos se dicen tales porque leen a Lacan, leen a Freud eventualmente en referencia a Lacan y practican el psicoanálisis en referencia a esas lecturas y a la comprensión que tiene de esos textos y de su consistencia.

Formulando este problema entiendo interpretar la enseñanza de Lacan, lo que supongo sin duda que se desprendió de ella, se separó. Obtengo, me parece, ya lo he dicho, una visión panorámica del relieve de esta enseñanza, otra mirada. Hubo en alguna parte, un pasaje, para mí, bajo la presión de la experiencia misma, de los análisis que tengo que conducir y de los que debo asumir la responsabilidad.

Durante mucho tiempo me pegué a los términos de Lacan. Fue mi mérito, por otra parte, cuando muchos -la mayoría- sobrevolaban, retenían una proposición u otra, no percibían la lógica sostenida, el hilo de lo que Lacan aporta. Por lo tanto deletreé a Lacan con una cierta obstinación y diferí el abordar su última enseñanza y su muy última enseñanza, anticipando que cuando accediera a ella, la trama que yo cuidaba recomponer se desharía. Finalmente me enfrenté a ello, a mi manera, es decir dejando un lugar secundario a la manipulación de los nudos, pero de ningún modo el concepto que está allí en juego. Ahora, a mi vez, sobrevuelo, pero sobrevuelo no por negligencia, sino por el contrario para restituir estos términos que deletreaba, esta mecánica significante de la que percibo que me deleitó durante largos años.

Veo la enseñanza de Lacan como algo terminado, encontró su finitud, y de una finitud, él mismo lo señala a propósito del pase, algún efecto de libertad debe esperarse. Desde ese punto, podemos ver lo que precede bajo otro ángulo.

Conforme a la matriz del esquema del eje cronológico (JAM dibuja un vector horizontal), cuando estamos en el punto terminal (JAM inscribe un punto sobre ese vector cerca de la punta de la flecha), está permitido resignificar lo que precede (JAM dibuja un vector retroactivo a partir de este punto). En relación con la continuación de las lecciones y de los escritos de Lacan, estoy finalmente allí (JAM refuerza el punto terminal del primer vector), y por lo tanto veo un poco de otro modo lo que precede (JAM dibuja a partir de este mismo punto otros dos vectores retroactivos).

Esto es lo que abordo bajo el título de la relación de la verdad y del goce en psicoanálisis.

Voy paso a paso, distingo por lo tanto tres términos, relación, verdad y goce.

La relación.

La relación de la que se trata es una relación de causa a efecto.

El problema se tramita en la pregunta siguiente: ¿en qué y cómo la verdad puede ser causa de efecto sobre el goce?,en tanto que la verdad y el goce no están hechos de la misma madera, si puedo decirlo, son heterogéneos, existe lo heteróclito allí.

Este lenguaje causal fue adoptado por Lacan, asumido por él, en una época en que el espíritu de los tiempos, en la gente que piensa, estaba marcado por la fenomenología de Husserl -hablo de Francia- y donde el causalismo no tenía buena prensa; fue por parte de Lacan una provocación haber recurrido a la causa y el efecto. Y esto quedó, pasó en el lacanismo. Luego, hay que decirlo, el espíritu de los tiempos, como lo llamaba, adoptó con gusto el término efecto que Lacan había sido el primero en acentuar. Este término efecto se volvió popular, y me parece que continúa siéndolo -quizá por su uso científico y popularizado a partir de allí-.

En Lacan el lenguaje causal está puesto de relieve por ejemplo en la expresión de causa de deseo, afectada al llamado objeto a minúscula.

Esa es una expresión, que inmediatamente dijo algo, como se dice, que fue fácil de ilustrar, y que para cada uno puede llevar a interrogarse sobre: ¿dónde está para mí la causa del deseo?

Estos efectos de evocación hacen mucho para validar lo que de hecho es una concepción teórica. Pero como en el psicoanálisis, no se demuestra, en el lugar de la demostración existe a menudo la evocación: cuando eso evoca, cuando da la sensación de dar en el blanco, que es eso exactamente, ¡y bien! Eso ocupa el lugar de la demostración. Por supuesto, Lacan lamentaba que no hubiera demostración en psicoanálisis. Es por ello que agregaba periódicamente un cierto número de apéndices de orden matemático y lógico donde la demostración es posible, al mismo tiempo que se esforzaba en mostrar que los términos de esos apéndices lógico matemáticos eran homológicos, homólogos a términos y a problemas de orden psicoanalítico. Por lo tanto, extraía incesantemente de su bolso de astucias trozos de matemáticas, si puedo decirlo, se rompía la cabeza con esto tratando de hacer surgir de ello demostraciones y luego lo informaba en su discurso concerniente al psicoanálisis, la teoría de Freud, la experiencia.

Causa del deseo dio en el blanco.

Podemos señalar, lo hice hace tiempo, que esta expresión retoma en el lenguaje causal, la de Freud Liebesbedingung, condición de amor -se trata de un amor que implica también la noción de atracción sexual-. Lacan supo pescar esta expresión de Freud, y adosarla con una expresión que habla por sí misma, que podemos transcribir en términos de matema indicando la relación causal con una flecha: a minúscula, flecha, d minúscula para deseo.

Encontramos también el lenguaje causal, cuando Lacan menciona -allí la expresión fue menos retenida-, cuando habla de causa del sujeto, y hace del significante causa del sujeto como barrado.

Esta noción se encuentra aún en su esquema llamado del discurso del amo, que es también el discurso del inconciente -como lo precisa- donde la S del significante se encuentra desdoblada -S1, S2- y donde el efecto de sujeto, o el efecto sujeto, se inscribe bajo el S1. Podría utilizar lo que ya he escrito en el pizarrón, poniendo aquí S1, S2 y el efecto sujeto en el punto terminal del primer vector retroactivo.

Hay en Lacan una referencia constante a la relación de la causa al efecto. Podemos decir que piensa en esos términos, según ese esquema -lo que le es propio, y lo que pertenece a la mecánica que ha puesto en marcha sobre la experiencia analítica-.

Tomemos el segundo término que yo traía, el de verdad.

Hubiera podido decir el sentido (sens), que tiene asonancia con goce (jouissence) -y Lacan explotó esta asonancia-, conservo verdad, porque este término marcó el comienzo de la enseñanza de Lacan quien no abandonó jamás esta referencia, entendiendo que podríamos decir que la verdad es una especie del sentido, que es un sentido afectado del coeficiente verdad. Pero no entremos allí, sino para poner de relieve que conservo el termino verdad, en singular, designando con ello un registro.

El comienzo de la enseñanza de Lacan está marcado de un modo esencial por esta referencia.

Si volvemos a su comienzo, para él un análisis era ante todo para el sujeto un progreso de la verdad, y allí el singular tiene el valor más fuerte, porque la verdad era supuesta inscribirse en la continuidad de una historia. La historia, no son las pequeñas historias que cuenta el analizante -lo que está desvalorizado-, cuando Lacan decía historia, la historia del sujeto, era por el contrario con una valorización extrema: la verdad estabaligada a esta historia en singular.

Lo que Lacan llamaba la historia del sujeto era un término que respondía al de inconciente -llegaba hasta ese punto-.

De este modo encontramos en la página 80 de los Escritos 1, en "Función y campo…", que es su primer gran texto, la definición que hace del inconciente un capítulo censurado, el capítulo censurado de un texto que es la historia del sujeto. Como se expresa: "[…] es ese capítulo de mi historia que está marcado por un blanco y ocupado por un embuste." Dicho de otro modo, para él el inconciente era correlativo de mi historia en tanto que sujeto, en tanto que, en esta historia, algo no había podido inscribirse, figurar, manifestarse, y exactamente: ser dicho. Entonces, lo que retuvo ante todo la atención al comienzo de la enseñanza de Lacan, fue el acento puesto sobre la palabra y sobre la estructura de lenguaje. Muy bien. Por supuesto. Es eso lo que produjo debate. Es allí que Lacan apareció como radical. Pero, desde donde estamos, lo que aparece, es otra cosa, es esta correlación establecida entre inconciente e historia, una historia que es propiamente hablando el lugar de la verdad.

Nada más que con la definición que les recuerdo, podemos ver que verdad era para Lacan antónimo de represión.

Entendía que las represiones metódicamente levantadas en la experiencia analítica, se integraban, si puedo decirlo, muy naturalmente en una historia continua, restableciendo una continuidad allí donde ella desfallecía, siendo medida con la vara de esta continuidad que puedo decir ideal. Continuidad -la palabra está allí- no es consistencia. Más tarde Lacan hablará de consistencia -eso se sostiene, tiene peso- evidentemente, la consistencia, es lógicamente menos exigente que la continuidad. Es gracias a la continuidad ideal, en referencia a esa medida, que Lacan pensaba que se podían ubicar los puntos donde la represión hacía su trabajo. Hace falta un esfuerzo para recomponer esto, ¿no? porque por supuesto hemos perdido en la experiencia analítica la referencia a esta continuidad histórica ideal, esta referencia no nos sirve más, mientras que en esa época tenía aún su credibilidad.

Lacan aísla dos modalidades de la represión: el blanco y el embuste-el silencio, o no decir la verdad, camuflar, hacer concordar el relato con la ayuda de artificios. Lo que nos es claro para poder pensar esto es que hay allí un uso de la palabra verdad donde ella es completamente exterior a la mentira. Es: o la verdad, o la mentira.

La mentira es uno de los nombres de la represión, mientras que la verdad es lo que sanciona el levantamiento de una represión.

Estamos allí por lo tanto, en el comienzo de la enseñanza de Lacan, en una configuración de la verdad en su relación con la mentira, que es completamente opuesta de aquella que se expresa en su escrito último donde figura la expresión que he subrayado, verdad mentirosa. Del mismo modo, el nuevo régimen lacaniano de la verdad está marcado, de manera completamente explícita, en este último escrito, por una referencia a la historia y la introducción de un neologismo que viene a afectar este término clave y donde historia se vuelve hystoria con una y griega.

De este modo, tan tenue como sea el último escrito de Lacan recopilado en los Otros escritos, tan modesto como sea al lado de la sinfonía de "Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis", sin embargo, como vengo de mostrárselos, se responden.

Hystoria en lugar de historia, volatiliza la noción ideal de la historia con la cual Lacan había comenzado, la reinscribe en el marco de la relación del analizante con el analista, se vuelve una historia transferencial: la hystoria no tiene la continuidad de la historia ideal.

Es allí que la verdad podría ser puesta en plural, que podría perder el artículo definido. No se trata ya más que de una verdad, que emerge, que no es forzosamente coherente con otra que emerge en otra parte, más tarde; no se prejuzga que constituyan una continuidad, son más bien resplandores, dispersos.

Allí también encuentra su lugar lo que Lacan formula, en su muy última enseñanza, como la varidad (varité), la verdad variable.

Un poco antes, habrá inscrito la verdad, su famosa verdad, en el registro lógico, diciendo que la verdad, no es nada más que una serie de significantes afectada por la letra V mayúscula: V (JAM escribe V en el pizarrón), como en lógica. Decimos: Esto es verdadero. Pero ser verdadero no es nada más que esto: se escribió una letra, la letra V mayúscula, al final de esta cadena significante, y por lo tanto no es nada más que una convención de escritura. Lacan podía decir entonces: La verdad soporta todo -podemos hacer todo en nombre de la verdad-.

O incluso es llevar la verdad a no ser más que una significación de verdad, es decir un efecto de la cadena significante, un efecto de sentido especial.

Entonces, he conservado la palabra verdad porque, en este caso, nos da la continuidad de la enseñanza de Lacan, está presente allí desde el comienzo hasta el final, a despecho de esta fractura que marco entre dos regímenes de la verdad. Y la palabra verdad me parece justificada por el hecho que no llego a borrar de mi concepción de la experiencia analítica, de lo que percibo en ella -e incluso cuando trato de depurar esta concepción-, no logro excluir de ella la palabra revelación. Poco importa que supongamos que la verdad se teje en un continuo o que hay emergencias dispersas, se producen, en la experiencia, efectos de revelación, levantamientos del velo, que indican la relación retorcida, la relación complicada que el sujeto mantiene con el saber. No podemos decir que no-saber sea lo contrario de saber, está allí implicado también el no-querer-saber, el saber pero no-prestar-atención, el saber pero no-querer-sacar-consecuencias, el saber y pensar-en-otra-cosa, el saber así pero no el saber asá. Es en esta relación compleja que se producen sin embargo -¡valgan lo que valgan! sin duda- efectos de revelación, momentos donde se ve de otro modo, se toma otra perspectiva, o esta perspectiva se impone.

Señalo al pasar que este término saber, que Lacan introdujo en el psicoanálisis, que hizo sobrevalorar, es muy cómodo para que no nos planteemos la pregunta por la conciencia, por el ser conciente de. Entonces, ¿en qué medida está justificado reducir los problemas de la conciencia introduciendo el término saber, que es de una dimensión no psicológica sino lógica? ¿Hasta qué punto hay que seguir a Lacan en eso? ¿Hasta qué punto él mismo no cuestionó esta sobreimposición de una problemática lógica a un cuestionamiento psicológico? Dejo esto abierto por el momento, pero ustedes ven en qué términos tengo tendencia a tratar la cuestión: desconfío del procedimiento de Lacan que consiste en sobreimponer a un dato -¡que vale lo que vale! Ciertamente- un ordenamiento, que tiene sin duda efectos de clarificación, pero quizá también de desviación.

Entonces, conservo el término verdad porque conservo el de revelación.

En cuanto a la interpretación misma, hago de ella ante todo, una ayuda a la revelación, si puedo decirlo. La interpretación, digamos, es un factor de la revelación.

Tomo ahora el tercer término de mi problema, el goce.

¿Qué es lo que ha marcado las mentes en la elaboración de Lacan a propósito del goce? ¿Qué es lo que encendió la luz? Primeramente, es su introducción en el binario: placer versus goce. Es un gran momento. Ciertamente para mí, puesto que lo escuche proferido por Lacan en el primer Seminario al que asistí, Los Cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, cuando oponía homeostasis y repetición.

Ya he hecho ese esquema en el pizarrón. Una homeostasis (JAM dibuja un vector con forma de bucle) donde el equilibrio está preservado -equilibrio psíquico, fisiológico, físico- de donde resultaría un estado de bien estar -es el famoso silencio de los órganos que definiría la salud- y por lo tanto reino de una regulación que controla las variaciones para conducir las cantidades, cualesquiera sean, a su valor óptimo. Y luego un exceso, una ruptura de este equilibrio (JAM dibuja una flecha que sale del círculo). En la medida en que este equilibrio podemos calificarlo de estado de placer (JAM escribe arriba del círculo), esta ruptura de equilibrio, se la llama goce (JAM escribe goce en el extremo de la flecha), experiencia de goce, o ¿por qué no? acontecimiento de goce. Encontramos el goce, no en el funcionamiento de algún modo circular que traduce la regulación (JAM muestra el círculo), sino por el contrario tomado en una serie repetitiva (JAM dibuja una serie de trazos separados unos de otros) escandida por estos puntos de exceso, que pueden llamarse de placer extremo, de placer desequilibrante, pero que son próximos a una experiencia de dolor.

Eso, eso habla, eso habla a cada uno, podemos referirnos a ello. Debería por otra parte hacer una pequeña pausa aquí para permitir a cada uno tranquilamente (risas) revisar una vez más cómo ocurre esto para él. Allí, sentimos que no estamos de ningún modo en abstracciones, sino por el contrario tocamos verdaderamente cómo eso ocurre. Ese esquematismo está tomado prestado muy directamente del texto de Freud "Más allá del principio de placer", es una formalización, una clarificación potente, bien articulada, que habla de lo que Freud trae en ese texto.

Es en la misma línea que Lacan, por otras vías, hablará del objeto a minúscula como plus de gozar. Está construido en otro contexto, el de la revuelta de la juventud y de una parte de la clase obrera en mayo 1968, en el momento en que la referencia a Marx es prevalerte. Allí Lacan toma prestado de Marx la noción de plus valía, es decir de esta cantidad de valor, de esta cantidad de dinero, que se apropia el patrón después de haber pagado a su justo precio el salario. Hay por lo tanto allí un equilibrio, hay por lo tanto como una homeostasis (JAM muestra el círculo del placer), se paga un salario conforme a lo que quiere el mercado, por lo tanto equilibrio. Sin embargo, hay una parte suplementaria, como milagrosa, que se acumula de un lado que es exterior al asalariado. Y sabemos que en efecto, desde que el mercado da, ¿cómo decirlo?, algunos signos de desequilibrio, algunos signos de extremo goce, como actualmente (risas), inmediatamente se vuelve muy destacada la cuestión de quien se apropia de la plus valía: tomamos conciencia, súbitamente, que hay cantidades fantásticas de esta plus valía que son embolsadas por una elite lo que por otra parte sabíamos muy bien, pero, ¡qué curioso! En ciertos momentos, lo sabemos mejor que en otros (risas). Por lo tanto, tomando el término marxista plus valía, Lacan construye el plus de gozar, pero conforme al esquema que había extraído de "Más allá del principio de placer" (JAM subraya los términos goce y placer en el esquema).

Podemos señalar otro régimen de goce en la enseñanza de Lacan: una extensión del concepto.

El concepto de goce, que había sido presentado como el antónimo del placer, y de una modo completamente esencial, plus de (JAM escribe P, barra oblicua, J), el concepto de goce encuentra un nuevo uso donde la diferencia entre placer y goce aparece como inesencial (JAM escribe una J mayúscula arriba de la diferencia de la línea superpuesta entre P y J).Y al mismo tiempo Lacan le da lugar a una cierta difracción del goce, su multiplicidad, oponiendo, de un modo más agudo que en el pasado, el goce sexual y el goce no sexual, el goce pulsional y también el goce del órgano.

Digamos que allí, los lacanianos fueron conducidos -y aún no lo logran verdaderamente- a desaprender el esquema que Lacan les había enseñado. Ellos tienen, nosotros tenemos que desaprenderlo, porque la extensión del concepto de goce comporta un cuestionamiento, muy profundo, del reino de la castración sobre el goce, si puedo decirlo, mientras que era, parecía, un rasgo completamente esencial de la enseñanza de Lacan.

Lacan logró hacer penetrar la dialéctica en el registro de la libido freudiana. Es la hazaña de su Seminario IV consagrado a una crítica de la relación de objeto, donde logra hablar de la libido en términos de falta, de sustituto de falta, por lo tanto en términos de operación, e introduciendo también el agente de la operación. Es decir, de allí desde donde estamos -¡desde donde estamos!- desde el punto donde Lacan mismo nos condujo en su muy última enseñaza, nos damos cuenta cómo se esforzó en poner la articulación significante en el registro libidinal.

Ese mundo, ese mundo libidinal que creó, lo hizo girar en torno de un significante, el falo.

Falo. Eso también lo dijo todo para todo el mundo. ¡Y cómo!

Tanto más lo decía cuanto que ese significante es, esa debe ser la única vez donde se encuentra la expresión significante imaginario en los Escritos. Cabalgando entre lo simbólico y lo imaginario. No es un significante abstracto, no es una letra, no es un signo convencional, es un signo natural, pero elevado a la calidad de símbolo. Significante imaginario.

Y por lo tanto nos presentó toda una gravitación del goce en torno de ese significante imaginario que quiso dotar de un estatuto lógico.

Con este fin, en un momento dado, por ejemplo, hizo de él el signo de la transformación de todo en significante.

Una cosa, un objeto del mundo, para devenir significante, debe estar tachada, sus propiedades naturales deben ser evacuadas, debe se estilizado, está transformado, está elevado -y Lacan fue a buscar el término de Hegel, Aufhebung-, está sublimado (JAM escribe Sa arriba de la palabra cosa tachada y separada por una barra con una flecha de elevación), y el falo, él mismo tan significante sublimado, es al mismo tiempo el signo de esta operación misma (JAM hace una llave y escribe el símbolo fi).

Es decir, no solo el falo es, si puedo decirlo, el pene negado, sino el falo marca al mismo tiempo la operación misma (JAM tacha nuevamente la palabra cosa y escribe pene negado debajo luego borra Sa y escribe el símbolo fi minúscula en su lugar).

Por ello digo que falo es un signo, de algún modo, metasignificante.

Construcción de Lacan. Esfuerzo para hacer entrar la lógica en el goce, si puedo decirlo.

A partir del momento en que aceptamos eso (JAM borra toda la parte derecha del pizarrón hasta la V y guarda fi minúscula a la derecha), entonces en efecto ordenamos el goce.

Tenemos el falo, imagen del flujo vital (JAM muestra fi minúscula)

Pero funciona a partir de la castración, con un menos (JAM escribe menos fi entre paréntesis al lado del fi minúscula); y por lo tanto, siendo el índice de una falta, hay sustitutos, que son objetos a minúscula (JAM escribe a minúscula arriba de menos fi y los separa con una barra); y de este modo el goce se encuentra repartido sobre la base de esta castración. De allí que Lacan puede recordarnos que el vacío de la castración está envuelto por su continente, el objeto a minúscula; que el objeto a minúscula está centrado por la castración; o incluso que estamos equivocados en hablar de objetos pregenitales porque su sucesión está profundamente ordenada, finalizada por la castración.

Lo que fue lacaniano -hasta que Lacan mismo se deshace de ello- es este ordenamiento del goce por la castración.

Por lo tanto, crecimiento de extraordinarias arborescencias significantes, donde el goce es tratado a partir de la falta de significante, colmada pro objetos a minúscula. Dejo esto.

Destaco de todos modos, vayan a ver en la página 335 de los Escritos 1 un pasaje, que ya he señalado muchas veces en otras lecturas, un pasaje donde aparece que Lacan, en su construcción, estaba obligado a desdoblar su símbolo del falo.

Entonces, de un lado, ya está desdoblado entre el falo como imagen del flujo vital (JAM subraya fi minúscula) y el falo, si puedo decirlo, castrativo (JAM subraya el menos fi entre paréntesis). Pero en esta pagina 335, donde maneja el símbolo del falo bajo laforma operatoria, es decir marcada con un menos (JAM acentúa el signo menos delante de fi minúscula), como símbolo de la castración imaginaria y como imaginario, es conducido a escribir lo que marca con una Fi mayúscula, a la que llama el falo simbólico (JAM escribe Fi mayúscula. Digamos que ese falo simbólico, es el modo de retomar el falo imagen del flujo vital (JAM refuerza el subrayado de fi minúscula)

Es decir, no se maneja en esas escrituras sin agregar este símbolo Fi mayúscula, que el llama exactamente: el falo simbólico imposible de negativizar -el falo simbólico que resiste, si puedo decirlo a la castración-, y agrega en aposición: significante del goce -única vez que a mi conocimiento aparece esta expresión en los escritos de Lacan-.

Dicho de otro modo, reparte el goce en sus diferentes cajones, lo muestra bajo la forma de objetos que se sustituyen a la castración, que se suceden unos a otros; tenemos todo un pueblito (risas), un pueblito que no lleva librea – todos llevan la librea goce pero no está escrito, un pueblito que hace olvidar justamente que se trata del goce.

Y todo esto está concentrado en el símbolo menos fi (JAM refuerza la marca bajo menos fi), símbolo cuya raíz es imaginaria, que está tomado del cuerpo, y Lacan de manera abundante, muy convincente, explica en qué este órgano tiene el mérito de ser simbolizado, si puedo decirlo.

Pero, sin embargo, es necesario que él reserve el significante de la libido (JAM muestra Fi mayúscula), con el cual aparece un término estrictamente positivo -que no puede ser negativizado como el falo imaginario- es decir, el único término de toda su arquitectura, el único que escapa a la castración. Porque en efecto, el se ocupa bien de decirnos que los objetos a minúscula: ¡en absoluto! los objetos a minúscula no entran en función sino en relación con la castración.

Vuelve a sacar a la luz el término freudiano libido cuando choca contra lo que no se deja negativizar.

Yo podría decir que ya es allí que está presente, al menos bajo la forma de esbozo, el goce en el sentido extendido, es decir el goce positivo: si el sinthoma -como decimos- hace su aparición en alguna parte, es allí, en el momento en que Lacan choca con un término que no va a funcionar conforme al régimen de la castración es decir con el régimen de las faltas y de los sustitutos de falta y operaciones. Entonces, Lacan desprende esto bajo una forma muy paradojal, porque si es imposible de negativizar, ¿por qué conserva la forma Fi (JAM señala Fi mayúscula)? ¿Qué relación tiene esto con el falo que entra esencialmente en esta dialéctica como negativizado? ¿Qué es lo que justifica aquí que conserve resta referencia fálica?

Y al mismo tiempo estamos obligados a señalar que en la página anterior, 334, Lacan intentaba por el contrario, mostrar porqué el goce cae necesariamente en la castración.

Ese es el valor de lo que exponía y que he comentado a menudo.

Exponía que el goce siendo infinito -como tal, en su construcción- exige una interdicción, exige él mismo un no-demasiado-lejos, él mismo exige un no, exige un menos. Escribe: es la mera indicación de ese goce en su infinitud lo que implica la marca de su prohibición. Y agrega: esta marca está constituida por el sacrificio fálico (Escritos 1, p.333). Ven ustedes el razonamiento: el goce siendo infinito, yo agregaría: sería mortal si no encontrara un menos, el complejo de castración, y para dar cuenta del complejo de castración, se inventa el complejo de Edipo, si puedo decirlo. Seria entonces, la amenaza del infinito allí, la amenaza mortal del infinito de goce, lo que volvería necesario un menos, que luego es elucubrado bajo la forma del Edipo.

Pero lo que aparece es la solidaridad de todos esos términos -la castración, el falo, el objeto a minúscula-, la coherencia, la consistencia, todo esto que Lacan indefinidamente remienda, arregla, complejiza, en relación con lo que emerge aquí como el goce, y en la página siguiente, el goce imposible de negativizar.

Entonces, ¿cómo el goce imposible de negativizar estaría marcado con un menos? Digamos que allí sentimos que se desdoblan dos planos; hay un plano donde en efecto está el falo, el objeto a minúscula, el menos, el Edipo, etcétera. (JAM escribe y enmarca esta serie de términos al lado de Fi mayúscula), donde no se trata sino de negativización; y en otro plano, está lo imposible de negativizar (JAM muestra Fi mayúscula).dos planos entonces. Y en el fondo, poco a poco, Lacan va a extraer lo que escribo aquí con una J mayúscula: poco a poco va a considerar que allí esta lo esencial de la apuesta.

Bajo este ángulo del goce como imposible de negativizar me parece que hay que reconsiderar el problema de la relación de la verdad y del goce.

Esta relación, en la enseñanza clásica de Lacan, se juega esencialmente en el fantasma.

Si hubiera que dar aquí un sentido al atravesamiento del fantasma, en corto circuito yo diría que es atravesar el fantasma en dirección a lo imposible de negativizar.

De tal forma que se desvanece todo un aspecto de la experiencia donde el neurótico juega su partida, su partida fantasmática, con un Otro que demandaría su castración, que demandaría su castración para gozar.

Ya cuando Lacan se plantea la cuestión del goce, cuando trae la doctrina del fantasma con la cual termina su escrito "Subversión del sujeto…", ya puede decir: Este Otro no existe. El Otro mayúscula con el cual se juega la partida fantasmática cuyo apuesta es el goce, la prohibición de goce, el goce mal a propósito, el goce que no haría falta, ese Otro no existe. Es decir que no hay Otro que demanda vuestra castración, no hay Otro para gozar de vuestra castración, ese Otro no existe, y el goce de ese Otro tampoco existe.

De este modo, toda una dimensión de la experiencia se supone que se disipa.

Ya en "Subversión del sujeto…" Lacan termina diciendo que: la castración quiere decir que es preciso que el goce sea rechazado, para que pueda ser alcanzado. (Escritos 1, p.338). No hay que hipnotizarse con el rechazo del goce, eso es lo que ocurre en la lógica de la castración, si puedo decirlo. El término importante es la idea que él puede ser alcanzado, es decir que podemos salir del teatro del sacrificio fálico.

El Otro que no existe, en la materia, si puedo decirlo, es el Otro de la verdad, es el Otro del sentido.

Es allí que despunta que, el lugar del Otro, hay que tomarlo en el cuerpo, y no en el lenguaje.

Y es el esfuerzo de Lacan para abandonar el régimen lógico que dio al goce, para pasar a su régimen óntico (JAM escribe óntico en el pizarrón) en una palabra (risas), es un término filosófico.

Aquí Lacan no dice ontológico. La primera vez que le hablé, en efecto, yo había subrayado el uso que hacía del término ontológico, y él me respondió de lado como si fuera yo quien quería que él hiciera ontología, mientras que justamente yo no quería que él la hiciera. Bueno. El ubica el goce, no en el plano ontológico, sino en el plano óntico, es decir, no en el plano del ser, sino de lo que se tradujo en francés como el siendo, lo que es, no el ser, como tal, sino lo que es.

El esfuerzo de Lacan en cuanto al goce es pasar del plano lógico al plano óntico y se dedica a esto en su última y muy última enseñanza.

De este modo, podemos entrever en efecto lo que podría realizar una revelación en el fantasma, una revelación que tendría por efecto hacer disiparse al partenaire -el partenaire imaginario del fantasma, los partenaires del fantasma-, de hacerlo borrarse, precisamente para liberar el acceso al goce como imposible de negativizar, que el sujeto no esté obligado a robar el goce a escondidas, si puedo decirlo, que no esté mas separado, sino que pueda, con él, pasar una nueva alianza.

Continuaré la semana próxima antes de la interrupción. (Aplausos).


(Primer pizarron de JAM)


(Pizarrón intermedio de JAM)


(Pizarrón final de JAM)

Encadenamietno progresivo de los esquemas de JAM


(1)


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Traducción: Silvia Baudini