Jacques-Alain Miller on line |
Curso del miércoles 12 de marzo de 2008 |
En este Curso, JAM nos entrega sus reflexiones en relación con el psicoanálisis, a partir de una posición que caracteriza como siendo del orden de una "posición de inmanencia".Ustedes leerán cómo JAM trata de dar cuenta, a partir de una intuición, bajo la forma de la metáfora líquida, del pasaje en la enseñanza de Lacan de la concepción estructural de las formaciones del inconciente hacia los efectos de lalengua sobre el cuerpo, a título de acontecimiento de cuerpo. De este modo, será conducido a proponer en lugar del desciframiento, el corte del redondel de cuerda surgido de la clínica de los nudos.Es el corte el que debe mantenerse a "nivel del acontecimiento de goce". JAM va a situar, de manera totalmente inédita, el lugar del control analítico, y finalmente reubicará la sesión corta, en la era del "psicoanálisis líquido". Esta no está ordenada al sentido del deseo, sino que "esta ordenada a los acontecimientos de cuerpo" (From TLN) El psicoanálisis líquido Digo reflexiones sobre el psicoanálisis, sería mejor sin duda decir en el psicoanálisis. Pues estas reflexiones no me surgen de una posición exterior, trascendente, sino de una posición que es de inclusión en el psicoanálisis, incluso, si puedo decir este término, de inmanencia. Un psicoanalista reside en el psicoanálisis, está contenido en él. Y puedo decir el término que me surgió, de una posición de inmanencia, puesto que no diré hoy más que lo que me surgió por vía de la asociación libre. Quiero decir que estoy inmerso allí. Es una imagen sin duda. Estar inmerso en el psicoanálisis, sumergido en el psicoanálisis como en un líquido. Como esta imagen me surgió, encontré allí la ocasión de decirme que en efecto, el psicoanálisis se ha vuelto hoy, líquido, lo que puede hacer pensar, por asociación libre, que está también li–quid–ado (risas), pero precisamente me detengo allí, digo líquido. Y veo numerosos testimonios de ello Es un término, un adjetivo, que fue utilizado por el sociólogo Zygmunt Bauman, si no me equivoco, para calificar la sociedad de hoy, la civilización de hoy, La calificó de líquida. Imagino que es en rezón de lo que se manifiesta como una movilidad de los ideales, como transformaciones tecnológicas cada vez más aceleradas, como una volatilización de los límites, de las fronteras, lo que es un modo de designar la emergencia y los efectos de lo que llamamos la mundialización – con lo cual se designa ante todo, en definitiva, un fenómeno de comunicación, que tiende a la unificación de la información, y que quizás se nos presenta primeramente por su fase, su aspecto de desestructuración.!Y bien! hay también una desestructuración del psicoanálisis, de un psicoanálisis que había encontrado con Lacan el resorte del estructuralismo y del que podemos decir, si nos fiamos en la imagen, que tiende a devenir un psicoanálisis líquido. En todo caso, es lo que me surgió siguiendo como hilo: cómo el psicoanálisis devino líquido y cómo lo practicamos hoy bajo una forma que no es más, digamos muy simplemente, el psicoanálisis sólido, de la época de la estructura..Es lo que hace también que los recursos que encontramos en la historia del psicoanálisis, en los casos princeps de Freud, en sus construcciones teóricas, en las épocas de la enseñanza de Lacan, están de algún modo hoy tomados en una cierta nostalgia. Es lo que refiero al estado actual del psicoanálisis que sería un estado líquido.Bueno, solo hago una imagen de ello, pero en fin es así como me surge, por lo tanto voy a hilar la metáfora para intentar ser auténtico. Hilar la metáfora, es adoptar, concerniendo al psicoanálisis y concerniendo las curas analítica, la experiencia analítica de aquellos que se dedican a él, que se ligan a él, la imagen del fluido, de lo que no es sólido, lo que fluye, escapa, como inasible. Hay que decir por otra parte que las modulaciones, los temperamentos, que fueron aportados a la noción del final de análisis en tanto que el pase contribuyen a esta fluidificación. Lamentamos que el final de análisis no tenga, en los que podemos decir hoy, las aristas que tenía aún hace tiempo. De allí, en ocasiones, la incertidumbre que toma el camino que Lacan había balizado y que aquí, como en otros lugares, un cierto número había emprendido, siguiéndolo, como dando una seguridad, que hoy parece sacudida. Un fluido es también lo que califica un cuerpo que se deforma bajo la acción de fuerzas mínimas. Y esto no puede no evocarnos aquello a lo que Lacan recurrió en su última y muy última enseñanza, el nudo, que prometió, ampliamente en vano, como la referencia del psicoanálisis. Algunos trataron, tratan de desarrollar este esbozo, pero no creo ser excesivo diciendo que estas tentativas no obtienen la aquiescencia de la comunidad informal de aquellos que practican. Esta referencia no es quizá más que una metáfora, y el psicoanálisis nodal ganaría quizá siendo resituado a partir de lo que llamaba el psicoanálisis líquido.El psicoanálisis nodal, si es aquel que Lacan propone al final de su camino, estudia digamos deformaciones – porqué no–, estudia deformaciones que responden, en efecto, a la acción de una fuerza mínima, de una fuerza que está totalmente concentrada en, no veo otra manera de decirlo, en la acción de tirar, tirar de las cuerdas.¿Cómo llegamos a esto, cuando pasamos por donde pasó Lacan, a centrase en esta acción de tirar de las cuerdas y proponer esta acción como referencia para el psicoanálisis? Les digo verdaderamente como reflexiono en todo esto, en su carácter incoativo, emergente, apenas puesto en forma. ¿Cómo es que llegamos a centrarnos, a partir del psicoanálisis, en la acción de tirar de las cuerdas?Tiramos de las cuerdas para obtener, sobre ciertas figuras, cambios de aspectos, inmediatamente constatables, es decir visualmente – es a lo que tienden las demostraciones y las mostraciones de Lacan en el pizarrón.Estos cambios de aspecto introducen en general un problema que podemos extraer, que es siempre el mismo, y que es este: esos aspectos nodales diferentes, ¿responden o no al mismo nudo? Y Lacan concluye su enseñanza interrogando, de manera apasionada, esta reducción posible. Entonces, en relación con estos aspectos diferentes, ¿qué es el mismo nudo? ¿Por qué su práctica y su reflexión por el psicoanálisis lo condujeron a ello? El mismo nudo. Lo que hace a su mismidad, sería el hecho de que puede ser identificable por su estructura matemática. Esta estructura matemática por otra parte, Lacan la guardó a distancia, no entró en ella verdaderamente, pero la guardó, me parece, como referencia, y lleva con ella la noción de este nudo fuera de todo aspecto.Dicho de otro modo, exploró de manera repetitiva, el clivaje entre estructura y aspectos. Se empeñó en mostrar en qué sentido una multiplicidad de aspectos: x x x x x, podía ser referida a la unidad, a la unicidad de un mismo objeto: N. Entonces, esta multiplicidad de aspectos, es una multiplicidad cuyos elementos, tomados visualmente, pasan los unos en los otros: x–x–x–x–x, sin solución de continuidad. Tiramos, tironeamos, y eso se presenta de otra manera. Podemos preguntarnos si es siempre el mismo cuando les presentan estados diversos de lo que se ha manipulado. En la línea de la imagen, que me conduce aquí, diría que esta multiplicidad testimonia de un modo líquido, mientras que la estructura nodal, ella, se desprendería del modo sólido..Por este hecho, este extraño nudo, que Lacan aportó en el psicoanálisis, podría en el contexto donde lo inscribo, ser definido de este modo. Podríamos decir que el nudo permite pensar lo que subsiste de la estructura que responde al estado líquido del psicoanálisis, que el nudo nos presenta una articulación – diría para emplear un tèrmino estructuralista – entre lo que hay de líquido y lo que hay de estructura subsistente. Tratemos de encarnar la intuición que me conduce a hablar del psicoanálisis líquido. ¿Qué es lo que tiene que hacer el líquido aquí?¿Donde se inscribe exactamente, Hablamos de dinero en efectivo (liquide). Se le supone al psicoanálisis lacaniano tener una preferencia por el dinero en efectivo (liquide). (risas) Cuando el consumidor de psicoanálisis viene y propone pagar con cheque, siempre hay un pequeño índice de transferencia negativa (risas). Lo he constatado. Y a medida que la transferencia se torna positiva, el paciente propone comprar sus cheques (risas), lo que quiere decir que no hay que encasillarlos inmediatamente. En el fondo queda el testimonio de una resistencia al efectivo (liquidité). Entonces, el dinero en efectivo (líquide) es llamado así porque pasa de mano en mano, sin dejar huellas, sin inscribirse en las escrituras, y escapando a las estructuras que de otro modo lo capturan. Pero no es en ese sentido que hablamos de psicoanálisis líquido. Es más bien la palabra misma la que merece esta adjetivación, es la palabra que es líquida. Freud abrió la puerta simplemente diciendo que invita al paciente a decir lo que quiera. Pero, ¿la palabra voluntad está aquí en su lugar? Puesto que se trata más bien de sustraer la palabra a la voluntad, de tener la voluntad de sustraer la palabra a la voluntad, y de decir lo que se les pasa por la cabeza, sin tener en cuenta lo conveniente, sin tener en cuenta la verdad como exactitud, sin la aprobación que ustedes podrían dar a lo que dicen, etc. Es lo que recogemos con el vocablo de la asociación libre y que, de hecho, si consideramos aquello de lo que se trata en el límite, es una invitación a usar la palabra sin la imposición de comunicar, es una asociación libre de la comunicación, liberada de la comunicación. Este modo, este modo tan especial de la palabra, en efecto pone en evidencia lo que llamo su aspecto líquido.Entonces, tomó mucho tiempo en afirmarse esta liquidez de la palabra. Y esto pone al tiempo en el análisis mismo. La palabra esta más constreñida al comienzo de la experiencia, cuando esta experiencia se prolonga más allá de los límites medios que Freud le imponía, cuando la experiencia dura, podemos decir que este aspecto líquido de la palabra se afirma cada vez más. Sin duda – es una hipótesis –, es este aspecto líquido el que condujo a Lacan, luego de veinte años de enseñanza, a aportar la noción de lalengua en su diferencia con el lenguajeLa palabra lenguaje llama a la palabra estructura. Lacan no profirió este término de lenguaje más que apoyándose en el discurso, que consideraba como científico, de la lingüística sausuriana y jakobsiana. Y hizo derivar de él, al comienzo, la palabra, la palabra apareciendo de este modo como palabra de estructura, si puedo decirlo, palabra esencialmente referible a la estructura, que distingue el significante y el significado y que remite la significación a la sustitución y a la combinación de elementos significantes. Es el punto de Arquímedes a partir del cual Lacan tomó la obra de Freud y la reordenó.Es en este punto de Arquímedes, el suyo, que se empeñó introduciendo otra perspectiva, haciendo resaltar el estatuto de lalengua, de la que puedo decir hoy que responde más bien al estado líquido de la palabra. La báscula, que introduce Lacan, de un modo que me parece, de todos modos, sorprendente, en su última y muy última enseñanza, esta báscula se produce al final del Seminario XX titulado Aún. El concepto de lalengua está destinado a destruir al psicoanálisis sólido. Es ya un concepto que anuncia que la palabra es del orden de la secreción, que es un fluido lingüístico. Es lo que anuncia ya que el significante no es más que el producto del discurso científico sobre lalengua, y pondría científico entre comillas puesto que ya no estamos en el momento donde podemos decir que la lingüística de Saussure es la ciencia del lenguaje – la lingüística de Saussure fue un modo de atrapar la palabra líquida. Lo que Lacan llamó el lenguaje, en el surco dejado por Saussure, era una estructura que terminó por descubrir que estaba a distancia de lalengua. Es sin duda porque prefirió el nudo al lenguaje (JAM subraya el esquema del pizarrón), pues en el nudo, el nudo–estructura es adecuado al nudo–aspecto. Por el contrario, y es lo que Lacan planteó en el umbral de su última enseñanza, no solo hay lalengua, sino también hay una distancia, una distancia necesaria, entre lalengua y el lenguaje..Es el valor que hay que dar a este esbozo de cronología que él podía presentar diciendo que –lo cito– el lenguaje, primeramente, no existe. No se pone a existir, comento yo, sino una vez que hemos tratado de saber algo sólido en lo que concierne a lo que es lalengua: entonces, elaboramos la estructura del lenguaje, que no es –lo cito– más que una elucubración de saber sobre lalengua.Me parece que esta distancia es verdaderamente la distancia mayor a partir de la cual pivotean no solo la teoría sino la práctica del psicoanálisis. Es incluso a partir de lo cual la teoría del psicoanálisis se descarga de su herencia y que Lacan trata de proveerle un sustituto con su psicoanálisis nodal. Es a partir de allí que entramos en la práctica contemporánea del psicoanálisis, al mismo tiempo, sin duda, que podemos hablar más generalmente, de una civilización donde el Otro no existe, donde la evidencia de la inexistencia del Otro se hace cada vez más presente – lo que pudo traducirse en los términos de la sociedad líquida. Y esto recae, repercute, muy directamente sobre la práctica del análisis, si me atrevo a decirlo, su nivel de apercepción de la palabra del analizante.¿A qué nivel se sitúa el inconciente?¿A nivel del lenguaje o a nivel de lalengua?¿A nivel del lenguaje como estructurado o a nivel de lalengua que ya esboza, implica más bien su desestructuraación, su fluidificación? Lacan dio una respuesta que comenzó por ser ambigua, que comenzó a mezclar las cosas, hasta bascular del lado de lalengua, es decir de lo que yo llamaba la palabra líquida. Primeramente el inconciente está a nivel del lenguaje.El Inconciente está a nivel del lenguaje en tanto que estructura, es decir, el inconciente se estructura como un lenguaje, y en particular se estructura en la oposición del significante y del significado. Es a este nivel que Lacan pudo reformular las grandes estructuras clínicas que dio la psiquiatría clásica y los primeros tiempos de la elaboración freudiana. Es a ese nivel que debemos lo que en la clínica continúa orientándonos como estructura.Pero allí es donde hay que poner de relieve lo que Freud mismo decía del inconciente, que no es más que una hipótesis. Y es lo que Lacan retoma: el inconciente no es más que hipotético como estructura, no es más que hipotético en relación con lalengua. Es lo que hace al psicoanálisis ser no newtoniano: está obligado a forjar hipótesis. Estamos obligados en el psicoanálisis a forjar una hipótesis sobre la coherencia, la conjunción y la conjugación de lo que, a propósito del nudo, yo llamaría aspectos.¿Cómo decirlo de la manera más simple y mas cercana a la práctica? El inconciente es una construcción. Cualquier control está allí para atestiguar de ello. En su práctica, un analista no tiene que vérselas con el inconciente más que como una construcción, intenta la edificación, que trata de verificar, que corrige sin que pueda sacar a esta construcción del registro de la hipótesis. Y cuando este analista entrega su trabajo a un colega en el marco del control, entrega una hipótesis, que se presta a discusiones, a correcciones. Es decir que el inconciente es una construcción, del lado de la práctica del analista. No sé cómo ser más realista que esto: es así como esto ocurre, no lo obtenemos más que como esto. Entonces, en segundo lugar, el inconciente a nivel de lalenguaPara tratar siempre de ser realista, o auténtico, diría que esto, es el lado del analizante. En el sentido en que, cito a Lacan, el inconciente es un saber hacer con lalengua. Esto califica, si puedo decirlo, la práctica del analizante. Y esto la califica precisamente en tanto que escapa a lo que él enuncia. No le escapa como un mensaje a descifrar, en cuyo caso, queda incluido en el enunciado. Si tomamos en serio que esto le escapa, hay que decir que esto califica, y es lo que dice Lacan, califica afectos, lo que el llama afectos, lo que llamará también más tarde acontecimientos de cuerpo, extiendo ese término hasta allí –, afectos que restan enigmáticos, y que hay que referir a la presencia de lalengua.Hay allí una distancia entre lo que el sujeto es capaz de enunciar y esos afectos cerrados sobre su enigma. Es al menos así como entiendo lo que Lacan pudo formular en los términos siguientes: Los efectos de lalengua –lo cito– van mucho más allá de todo lo que el ser que habla es susceptible de enunciar.Hay que decir que esa frase, abre a un campo no balizado por la estructura del lenguaje. No dice que lo que el sujeto es susceptible de enunciar nos permite alcanzar todos los efectos de lalengua, sino por el contrario que lo que enuncia no nos permite alcanzar todos esos efectos. Lo que se enuncia, agregaría: incluso para ser descifrado por el analista, lo que se enuncia incluso para ser descifrado por el analista no nos permite alcanzar todos los efectos de lalengua. Y por lo tanto, incluso si se imputa aquí a la palabra el resorte de esos afectos, esos afectos son de todos modos rechazados fuera del reino del enunciado.Me parece que Lacan dará a esos afectos su pleno desarrollo, dará su esencia, su Wesen, en el sentido en que Heidegger emplea el término: el traductor del curso recientemente aparecido subraya que en Heidegger Wesen quiere decir plena esencia, irradiación de la esencia –, y bien, a estos efectos Lacan dará su plena esencia implicando, mas tarde, acontecimientos de cuerpo. Hace tiempo acentué esta expresión, que luego tuvo mucho éxito, y que Lacan, después de todo, no lanzó más que una vez, pero me parece indicando una dirección esencial. Me veo conducido aquí, a lo más cercano de aquello en que estoy inmerso, a hacer la diferencia de las formaciones del inconciente y los acontecimientos de cuerpo. El inconciente, cuando lo limitamos, como concepto, a lo que el ser hablante es susceptible de enunciar, cuando decimos que el inconciente se refiere a lo que el sujeto enuncia –digamos para ir rápido–, en esas condiciones el inconciente, permite aislar las formaciones del inconciente. Bajo esta dirección Lacan reunió lo que Freud descubrió en sus primeras obras: La interpretación de los sueños, Psicopatología de la vida cotidiana, El chiste y su relación con el inconciente, donde la función del desciframiento del significante está en evidencia, al menos después que Lacan nos enseñó a leerlo según la estructura saussuriana.Pero el inconciente cuando lo ampliamos a los efectos enigmáticos, incluye los acontecimientos de cuerpo, donde nada demuestra que tengan la misma estructura que lo que llamamos las formaciones del inconciente. Las formaciones del inconciente es una categoría del psicoanálisis sólido, si puedo decirlo. El grafo de Lacan está hecho para dar cuenta de las formaciones del inconciente – con el fundamento de que existe el Otro mayúscula, es decir con el fundamente de que la hipótesis es una tesis. El Otro mayúscula, es decir el lugar de las estructuras. Las pongo en plural pues ellas pueden extenderse a todo lo que el Otro llama la sociedad o la historia o la civilización, pero podemos también decir de la estructura, en singular, si referimos todas estas estructuras a la estructura del lenguaje. Las formaciones del inconciente es también una categoría que supone que existe la Ley – con mayúsculas–, en relación con la cual el deseo se presenta como autónomo, entendiendo que puede demostrarse que la ley misma encuentra sus orígenes en el deseo.¿Cómo opera el desciframiento de las formaciones del inconciente? Y bien cuando tenemos que ver con los acontecimientos de cuerpo, se trata –¿qué voy a decir?– de entidades, que tienen sentido de goce. A pesar de la correlación de las fórmulas, el sentido de goce es totalmente diferente del sentido de deseo.Cuando se trata de sentido de deseo, hay comunicación – y podemos captar cómo el significante que falta a la palabra del analizante puede ser aportado por la del analista bajo las especies de la interpretación. Hay comunicación cuando hay sentido de deseo, mientras que, cuando hay sentido de goce, hay satisfacción. No comunicación sino satisfacción. La distinción aquí de la comunicación y de la satisfacción recubre la distinción del lenguaje y de lalengua. Entonces, esto tuvo una traducción teórica a la cual quedamos evidentemente ligados. La traducción teórica de las formaciones del inconciente y del sentido de deseo, es lo que practicamos, ciertamente, como psicoanálisis del sujeto, ligados al lenguaje, a su estructura, al inconciente como estructura de lenguaje. En este orden, el fin de análisis, es la resolución del enigma del deseo, es la emergencia de lo que quiere decir el deseo, recubierto y al mismo tiempo oculto en las formaciones del inconciente. El psicoanálisis del sujeto, como lo llamo aquí, está ciertamente en evidencia al comienzo del análisis y por hipótesis en su fin.Pero está el curso del análisis, donde tenemos que ver con el nivel de lalangua y de los afectos singulares que engendra en el cuerpo. El final que dibuja, no es un final que es del orden de la solución, sino más bien del orden de una nueva satisfacción. En el curso del análisis, lo que impone su presencia, es la conexión del sujeto y del cuerpo, en tanto que el cuerpo es el lugar del goce.Entonces, evidentemente, los dos se articulan. Los dos se articulan si queremos admitir con Lacan, en su último texto escrito, que el espejismo de la verdad – lo cito – no tiene otro término que la satisfacción que marca el final de análisis. Es un corto circuito, que promete que el comienzo, que se ordena al psicoanálisis del sujeto, encuentra como en diagonal su final en el psicoanálisis del parlêtre, si puedo decirlo, que la cuestión sobre el sentido de deseo y la verdad encuentra su respuesta en la satisfacción, lo que supone que las ondas de la verdad se han apagado, que el espejismo se volatilizó. Digo diagonal porque es bajo las especies de una diagonal como Lacan escribe el final de análisis en uno de sus Seminarios.Y bien, sería necesario sin duda introducir aquí una tripartición de la experiencia analítica, que comienza por la verdad y el deseo, en la vertiente de la estructura, que concluye en la satisfacción, y entre las dos, está lo que pasa, y eventualmente lo que produce acontecimiento.Cuando Lacan dice del síntoma que es un acontecimiento de cuerpo, lo dice exactamente en la frase siguiente que está en su escrito "Joyce, el Síntoma": Dejemos el síntoma en lo que es: un acontecimiento de cuerpo. Relegar el síntoma al acontecimiento de cuerpo, a mi juicio, quiere decir que no es una formación del inconciente, y se sostiene no en el sujeto del significante, sino en el cuerpo concebido como un tener cuerpo investido de libido – y es por lo cual Lacan puede decir que vacía.En este sentido, y creo ser aquí tan realista como puedo serlo en tanto que practicante inmerso, propongo entender como acontecimiento de cuerpo un acontecimiento de goce. ¿Hay acontecimientos de deseo? Sin duda hay acontecimiento de deseo, y es lo que llamamos revelaciones, porque son siempre acontecimientos de verdad, donde estamos acostumbrados a distinguir un antes y un después de la emergencia. Acontecimiento de cuerpo. ¿Hay que entender que está fijado de una vez y para siempre? Hay algo de eso sin duda. El síntoma es una fijación de goce. Pero abre también la cuestión de saber lo que, en psicoanálisis, puede ser desplazado del goce. Es decir, ¿cuales son los acontecimientos de goce que ocupan lo que llamaba el curso del análisis y donde la palabra líquida se demuestra capaz de desplazar el goce? No podemos desconocer sin duda la distancia que separa la clínica estructura y la clínica acontecimiento.Incluso es en esa distancia que encuentra su lugar la práctica, que evocaba hace un momento, del control. Es porque hay un hiato entre la clínica estructura y la clínica acontecimiento que hay lugar para el control. Por que no podemos deducir el acontecimiento a partir de la estructura. Y es precisamente esta deducción imposible que ubica el lugar de la interpretación En el psicoanálisis del sujeto, la interpretación juega en relación con la verdad, pero en el análisis más largo, no es el caso. Como lo dice Lacan: no es porque el sentido de su interpretación tenga efectos que los analistas están en lo verdadero. Digamos que la interpretación se juzga por el acontecimiento de goce que es capaz de engendrar a término.El psicoanálisis juega en relación con lo que produce como goce. Entonces, ¿es necesariamente soportado, este psicoanálisis, por la idea de que lo que trabaja para el goce es un saber? Lacan lo martilló, como él decía, que es un saber inconciente que trabaja para el goce. Pero ¿hay que mantener este concepto de saber? Hay que mantener el concepto de saber por el cual se mantienen las nociones de cifrado y de desciframiento? ¿Es allí donde se impone el ejercicio del psicoanálisis líquido? Me parece por el contrario que si la estructura que es adecuada al psicoanálisis líquido es el nudo, como lo indicaba Lacan, entonces hay que relativizar incluso desechar el descifrado en provecho del corte – el corte del redondel de cuerda. Si, para entregar esos aspectos, el psicoanálisis nodal de Lacan pone en escena la acción de tirar, implica también otra acción, que evoqué el año pasado, una acción quirúrgica: cortar.Y bien, podría suceder que será, no el descifrado, sino el corte lo que hace acontecimiento, que sea el corte lo que pueda mantenerse a nivel del acontecimiento de cuerpo. En cuyo caso, podría ocurrir que lo que llamamos la sesión corte, que Lacan ya había evocado al comienzo de su enseñanza, en otro contexto, podría ocurrir que la sesión corta sea la sesión de la era del psicoanálisis líquido, aquel que no está ordenado por las formaciones del inconciente, sino por los acontecimientos de cuerpo. De allí, como la experiencia más auténtica lo revela, la contingencia, aquella que califica al amor, es también la suerte del psicoanálista en su interpretación Hasta la semana próxima.
Fin de la Undécima Sesión del Curso JAM 2007-2008 - 12.03.08 |