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Tumba del Hombre de izquierda

Por Jacques-Alain Miller

Pertenece a la naturaleza de una izquierda de gobierno el gobernar. La única cosa de la que puede considerarse culpable es de perder las elecciones. ¿En qué condiciones va a ganarlas en el 2007?

La izquierda va a resurgir, dice Pierre Mauroy. No. No habrá ninguna oportunidad en tanto que una tercera izquierda de gobierno luego de Blum-Mollet y Mitterrand-Jospin no haya sido repensada con nuevos aires. El primer prejuicio del que tendrá que librarse es creer que existe el Hombre de izquierda.

Si, hace mucho tiempor existió el Hombre de izquierda. Se distinguía por su memoria de elefante. Francois Mitterrand, cuando era candidato, sabía hacer desfilar aceleradamente, como en un video clip, la gran gesta de la izquierda, 89,48,36, las vacaciones pagas, El tiempo de las cerezas, los niños en la minas. Napoleón el pequeño y el Petit Père Combes. Hugo y Gambetta. Dreyfus y Zola. Jaurès y Clemenceau. La Resistencia. Los mineros, los ferroviarios, los obreros textiles de Lyon. De este popurri de imágenes y de símbolos, la hábil Charentais hizo una comprensión a la César. Le sirvió de peldaño hacia el poder. Fue el triunfo del Hombre de izquierda, y su fin a la vez. Había prosperado hasta entonces en una suerte de Lotharingia apresada por tenazas entre poder y contra poder (los gaullistas, los comunistas). Su impotencia política le permitía erigir allí castillos en el aire hasta hacer con ellos rascacielos. Una vez coronado Mitterrand, el Hombre de izquierda, habiéndose estrellado contra el Muro de plata, desea hacer de Francia un Estado sitiado, cerrado. Buen plan de pauperización, que la Serpiente monetaria europea se comió de un bocado. Pero no es su abrazo el que dio razón del Hombre de izquierda, ni tampoco la caída del otro Muro, el de Berlín. Es algo que está en todas partes en estos días, cuando nos aproximamos a las fiestas de fin de año : llamemos a esto la Lluvia de Objetos.

El Hombre de izquierda presentía que la abundancia sería su pérdida. ¡Oh ! ¡el clamor indignado, a mediados de los años 50 cuando Francoise Giroud se le ocurrió promover el gadget en L’Express ¡Ah! ¡qué emoción, la primera vez que Le Nouvel Observateur se ocupó del placer de conducir un auto último modelo! A comienzo de los 60 todavía, se discutía intensamente en los Temps modernes a favor o en contra del paperback. ¡Vanidad de Syllabus! El Hombre de izquierda se reconcilió poco a poco con la sociedad de consumo. La Serpiente no se cerró, el Muro no cayó, sino porque desde hacía mucho tiempo el Hombre de izquierda había mordido la manzana que le tendía la seductora Madame Express. Como aquel de Adan, fue el pecado de todos y cada uno. Nadie escapó a él en todo el mundo, salvo los integristas, fundamentalistas, y otros terroristas pero qué! son locos. No logo ? No future. Navidad! Navidad! «Ha nacido el Objeto divino!».

Esta historia puede contarse como un psicoanálisis : El Hombre de izquierda, con el paso del tiempo, se confiesa lo que ya sabía. Se confiesa que estaba reconciliado con el consumo, e incluso que gozaba de él. Se confiesa que estaba reconciliado con la democracia parlamentaria, incluso plutocrática. Se confiesa que estaba reconciliado con el capitalismo y con el mercado aún si con retrocesos. Se confiesa, finalmente, después del 11 de septiembre que en última instancia está del mismo lado que los Americanos en « el choque de las civilizaciones » - forma imprevista de lo que Friederich Engels llamaba la lucha de las clases a escala internacional. Todo esto, por supuesto, con pinzas, y atenuantes, y caras de disgusto que le aseguran que no se confunde en ningún caso con los horribles de derecha, ellos, que no tienen vergüenza.

Y bien, el Hombre de izquierda se confesó tantas cosas que no le queda más que confesarso esto, que está muerto.

¡Atención ! No quiere decir que esté enterrado. No, no lo está. Solamente, le han reemplazado sucesivamente, el corazón, los riñones, el bazo, los ojos como en Minority Report, todos los órganos, más el cuerpo sin órganos, el thumos y el logos. Si agregamos los injertos óseos y el transplante del rostro como Chéri-Bibi, más una pequeña lobotomía para hacer bajar todo esto, ¿sigue siendo el mismo?

Podemos decir que sí, podemos decir que no. En verdad, el Hombre de izquierda es de ahora en más un híbrido, o más bien una multiplicidad de híbridos. La tercera izquierda de gobierno querría resucitar el Hombre de izquierda pura cepa, no podría hacerlo.

Primero, no sería más que un producto de síntesis, mientras que el Hombre de izquierda fue durante mucho tiempo una realidad conmovedora, vivida con pasión. Luego, sería una camisa de fuerza perfectamente impotente para contener la proliferación de híbridos. Finalmente, el Hombre de izquierda como significante puro, vacío, fuera de sentido, en nombre de lo cual hablar, juzgar, actuar, no será nunca más el poderoso elixir que fue aún en 1981, cuando reunió a la mayoría del cuerpo electoral.

La memoria, en efecto, ya no es lo que era ; ya no constituye una autoridad, no confiere más la legitimidad, contribuye muy poco a la formación de las identidades sociales, está de ahora en más superada en todas partes por la innovación acelerada, la obsolescencia programada. El pasado está golpeado por una minusvalía, no es el factor determinante, la palabra clave es el porvenir. Un psicoanalista puede testimoniar que los ideales han dejado de ser causas de deseo ; que la ganancia de goce Lustgewinn de Freud, objeto pequeño a de Lacan está en el puesto de comando ; que los modos de acceder a ello se diversifican. Le habrá sido necesario a la izquierda de gobierno la muy mala sorpresa del 21 de abril para que se entere que debería haber « reducido la oferta », es decir que su elector se había vuelto consumidor.

Laboratorios de biotecnología política se ocupan actualmente de confeccionar un Hombre de izquierda redivivus. ¿Es esta la buena vía hacia una victoria en 2007 ? Está permitido dudar de ello cuando constatamos que el encarnizamiento terapéutico que mantiene con vida la otrora figura del Comunista al precio de un coma prolongado, no ha sido de ningún provecho electoral al PC, muy por el contrario. Preguntarse sobretodo : « ¿Qué es hoy el Hombre de izquierda?, y responder definiendo estrictos criterios de pertenencia al conjunto determinado por este concepto, conduce directamente:

1) a una práctica dulzona del anatema metódico : son los « nuevos reaccionarios », ofrecidos por M. Lindenberg como víctimas expiatorias a la izquieda en duelo (ver su reciente obra aparecida en Seuil, Le rappel à l’ordre);

2) al insulto apasionado: « monstruosa tentativa de fascistización del pensamiento libre », protesta el coro de chivos emisarios (L’Express de la semana pasada);

3) a la caza, por todos los medios posibles, de los híbridos

El pinchazo del opúsculo despertó con un sobresalto a la Bella durmiente del bosque al debate público. ¡Bien jugado ! La vía que indica M. Lindenberg no por ello permite una salida desde el momento en que no hay más magisterio que esté a la medida de validar ninguna definición urbi et orbi del Hombre de izquierda.

Más allá, la idea misma de promover una categoría política cerrada sobre sí misma y justificando excomunicaciones, aparece, no solo, mucho más caritativa, sino extrañamente en desuso. Su tentativa como todas aquellas del mismo género que no faltarán, se revelarán a corto plazo inoperantes en un espacio social de ahora en más estructurado según otra lógica muy diferente.

En materia de híbridos, en efecto no hemos visto nada aun. Los híbridos van a crecer y multiplicarse : homosexuales autoritarios, feministas católicas, judíos belicistas, musulmanes voltarianos, racistas libertarios, nacionalistas pacifistas, nietzscheanos populistas, sindicalistas derridianos, orleanistas energúmenos, leninistas reaccionarios, trotsko-capitalistas, comunistas preciosos, izquierdistas anti izquierda, antimundialistas de seguridad, verdes rosas, verdes rojos y de todos los colores del arco iris, húsares demócrata cristianos, humanistas neocelinianos, estetas comprometidos, i tutti quanti. El matizador llegará al infinito.

La descomposición de la izquierda ha comenzado. En 1965 como en 1981, todavía era en singular. Bajo Jospin, se resignó a acoger el plural. Deberá hacerse a la idea de que de ahora en más ha estallado, está dispersa, intotalizable, una « multiplicidad inconsistente » (Cantor), un « no todo » (Lacan).

Por el momento, la izquierda de gobierno no entiende nada. Ella querrá hacer que vuelva a entrar el genio en la botella. Se anuncia un penoso momento sectario. El PS sufre. Fue hace mucho tiempo el gran partido del Hombre de izquierda. Ya nada subsiste de la transferencia de masa que Mitterrand había sabido atraer. Vestigio de una gloriosa conquista electoral del poder, « la vieja casa » ve todos los días con estupefacción crecer su descrédito en la opinión. ¿Hasta donde no subirá si sigue la via retrógrada que le recomienda en sordina M Lindenberg ? Poner en órbita un maniquí de Hombre de izquierda celebrando el retorno a Guizot como realización de las Luces. En suma, la salvación por M. Homais. Apostemos que en un segundo tiempo, M. Rosanvallon tomará el relevo para explicitar este motivo y ponerle música.

Es difícil preveer cuánto tiempo le hará falta a la tercera izquierda de gobierno para reubicarse antes de la curba. Para hacerlo, deberá reconciliarse con la sociedad del « no todo », aprender a manejar con delicadeza las paradojas de la inconsistencia lógica, y reconocer en ello su oportunidad. La hibridación generalizada de la izquiera quiere decir en efecto que esta ya no tiene fronteras asignanbles a priori. Todos los espíritus por lo tanto le están permitidos. Hemos visto en Brasil disputarse la segunda vuelta de elección presidencial entre dos candidatos de izquierda.

Todo indica que ha llegado el tiempo de dar una supultura decente al Hombre de izquierda, y volverse hacia el futuro según la palabra evangélica : «Sígueme, y deja a los muertos entrerrar a sus (o a los) muertos» (Mat. 8-22)

Tal es la solución que creemos poder aportar este 1ro de diciembre de 2002, y abstracción hecha de toda preferencia personal, al problema de politología que hemos planteado.

 
Traducción: Silvia Baudini | Traducción de lacarta de Jacques-Alain Miller publicada en Le Monde el lunes 2 de diciembre del 2002.