e-Textos |
Relativos a la AMP - IV Congreso AMP: La práctica lacaniana |
Nº6 –30 de Enero de 2003 |
Hacia la Conversación sobre "Los Principios de la Práctica Analítica" |
SUMARIO: Línea 21 Línea 34 Línea 146 Línea 229 Línea 370 |
Línea 21 PRESENTACIÓN |
Por Andrés Borderías
Esta es la última entrega de 125 Líneas antes de nuestro encuentro, este próximo Sábado 1 de Febrero. La Conversación ha empezado con fuerza, con los textos y las respuestas de numerosos colegas. Más de cien de los miembros de la ELP han confirmado ya su asistencia. Acudan entonces, provistos de los 6 números editados así como de los Papers, que constituirán nuestra base para la Conversación. ¡Sean bien recibidos y hasta pronto! |
Línea 34 NOTAS PARA LA CONVERSACIÓN DE MADRID |
Por Hebe Tizio
1) He tomado la invitación de leer la cita de la "Dirección de la cura" que aparece en relación con la primera pregunta pero que va más allá. Ha sido una sorpresa volver a leer ese punto 2 que se abre con la afirmación de que el analista dirige la cura: "La dirección de la cura es otra cosa. Consiste en primer lugar en hacer aplicar por el sujeto la regla analítica o sea las directivas cuya presencia no podría desconocerse en el principio de lo que se llama "la situación analítica", bajo el pretexto de que el sujeto las aplicaría en el mejor de los casos sin pensar en ellas. Estas directivas están en una comunicación inicial planteadas bajo forma de consignas de las cuales, por poco que el analista las comente, puede sostenerse que hasta en las inflexiones de su enunciado servirán de vehículo a la doctrina que sobre ellas se ha hecho el analista en el punto de consecuencia a que han llegado para él. Lo cual no lo hace menos solidario de la enormidad de los prejuicios que en el paciente esperan en ese mismo lugar: según la idea que la difusión cultural le ha permitido formarse del procedimiento y de la finalidad de la empresa"(1). Este párrafo permite ubicar, en relación con la regla fundamental, algo del lado del analista y algo del lado del analizante. Del lado del primero, la relación del enunciado, por la vía de la enunciación, con "la doctrina que sobre ellas se ha hecho el analista en el punto de consecuencia a que han llegado para él". Lo que leo como las consecuencias de su análisis y se puede pensar también, el control. Del lado del segundo, los prejuicios que la difusión cultural le ha permitido formarse. La "solidaridad" que Lacan señala, en palabras de la época porque analista y analizante están ubicados como dos sujetos, puede sernos de interés si reactualizamos su lectura. 2) Los prejuicios culturales son cambiantes. Los criterios cuantitativos que presionan en las instituciones dan cuenta de la forma de entender la subjetividad como un objeto más del mercado. Hoy se hallan en primer plano los efectos que el discurso capitalista introduce con el borramiento de la dimensión subjetiva y la consecuente desregulación del goce, extravío y aceleración. No hay que olvidar que es la Época moderna la que trae a Descartes que introduce el sujeto, y que es Freud el que le da su casa (2). Ese sujeto que promueve la introspección, el romanticismo y el individualismo…Por eso la pregunta es si se trata de un cambio de paradigma en el mundo moderno(3). Si esto es así ¿podría pensarse que cambiaría también la cuestión del sujeto, dado que es por la vía del antecedente y del consecuente que Descartes lo introduce con el "pienso, luego existo"?. 3) Cabe diferenciar el discurso del amo como momento de la sociedad que se refiere al amo antiguo, del discurso del amo como el discurso del inconsciente que produce un efecto sujeto y un plus de gozar. ¿Cuál es la particularidad del discurso del amo tomado del lado del inconsciente?: Que establece una imposibilidad entre el sujeto y el plus de goce, lo que da como resultado que el objeto sostiene la realidad por el fantasma y da una satisfacción regulada. Esta es la función civilizadora o lo que es lo mismo la inclusión del goce en el vínculo social de manera sintomatizada. El semblante del padre encarnado en las formas culturales y en los ideales unificadores de la época dio una determinada consistencia y regulación al goce, basta pensar en el horizonte victoriano y su relación con el síntoma. ¿Por qué hablar ahora de los efectos del discurso capitalista cuando en lo social ese discurso existe desde hace siglos y ha organizado la Época moderna? Porque no es lo mismo la Época moderna que el mundo moderno donde la relación del discurso científico con el discurso capitalista ha gestado una nueva revolución tecnológica que se inicia después de la Segunda Guerra Mundial. El cambio marca el pasaje de la realidad sostenida por el fantasma a la realidad como realización del fantasma, dado que se suprime, como lo escribió Lacan, la barrera que separaba al sujeto del goce. 4) Regresemos a la cita de la "Dirección de la cura" para retomarla del lado del analista en lo que podemos llamar "el punto de consecuencia". De las inflexiones del enunciado Lacan pasará al deseo del analista su función de causa. Lacan opone al uso ciego de la regla el deseo del analista. Analista que, como señala en el Seminario XX, lee en lo que ha incitado al analizante a decir. Esto es una cuestión de fundamento, incitar a decir para leer. La escucha analítica es así una lectura y en esto se diferencia de las psicoterapias. El analista en su función de causa incita a decir al analizante porque lo que él dice es corte. Lacan siempre ubicó la lectura en relación con la función de la escritura en el discurso analítico y relacionó el corte con la escritura. En "Función y campo..."(4) ya tomaba el corte como puntuación que fija el sentido. Demos un salto al 20.12.77, allí Lacan señala que lo que el analista dice es corte, es decir, participa de la escritura. En lo que dice el analista y el analizante hay escritura. Del lado del analista se trata de otra forma de escribir, corta porque lo que lee es diferente de lo que el analizante quiere decir. No se trata del corte en la linealidad de una cadena sino del análisis como giros que permiten, si es llevado hasta el final, ver la cara real de eso en lo que se está enredado. Real que aparece por un artificio ligado al hecho de que hay un decir que se halla al final de los dichos (10.1.78). El análisis es un vínculo social que se funda sobre lo que se llama el pensamiento que se expresa como puede con lalengua. En el análisis no se piensa cualquier cosa (11.4.78) y a eso tiende la "asociación llamada libre", se querría pensar cualquier cosa pero eso no es posible. El pensamiento linda con la debilidad mental. Por ello Lacan se pregunta, de qué modo dirigir un pensamiento para que el análisis opere? Lo más cercano es convencerse de que eso opera…Creo así, que muchos años después, este "convencerse" viene al lugar de la "doctrina" porque se halla en relación con las consecuencias que ha tenido el análisis para quien va a ocupar la posición del analista. |
NOTAS 1- Lacan,J., "La dirección de la cura…". En Escritos 2 2- Lacan,J., "Seminario XI". 3- Arendt,H., "La condición humana". 4- Lacan,J., "Función y campo…" En: Escritos 2 1989. p.301-02 |
Línea 146 RESPUESTAS A LAS TRES PREGUNTAS |
Por Marta Davidovich
1. El psicoanálisis se diferencia de las psicoterapias por no forcluir la verdad particular, el goce de cada uno. Más allá del efecto terapéutico de la cura de un sujeto, Freud y Lacan asignan al psicoanálisis la posibilidad de tratar el malestar en la cultura. Siguiendo a Freud, lo que esta en juego en el enunciado de la regla fundamental es la celebración de un pacto (Vertrag). El analizante se compromete a decir sin censuras y el analista se compromete a la más estricta discreción y pone a su servicio su experiencia en la interpretación de lo inconsciente. El psicoanalista lacaniano no reduce la experiencia al registro de la interpretación, proceso de elaboración semántica, sino que considera el modo de gozar del analizante. Por esto el acto del analista, que tiene como política alcanzar el fin lógico de la experiencia, permite un cambio de estatuto del inconsciente. Si pensamos al inconsciente ligado a la repetición, que no tiene estatuto de semblante sino que tiene relación con lo real, la transferencia es en efecto su puesta en acto. A partir de las enseñanzas de Lacan tenemos un nuevo nombre para designar el fenómeno de la transferencia: el Sujeto supuesto al Saber. En el prefacio de su texto Esquema del Psicoanálisis, escrito en 1938 y publicado en 1940, después de su muerte, Freud explicita que su propósito de reunir los principios del psicoanálisis y exponerlos. Su designio no es, desde luego, promover credulidad o despertar convicción. Las enseñanzas del psicoanálisis están basadas en un número incalculable de observaciones y experiencias y sólo quien haya repetido estas observaciones en sí mismo y en otros individuos está en condiciones de formarse un juicio propio sobre aquel. 2. Es indispensable en el dispositivo analítico: la presencia. La presencia del analizante para que se realice la sesión. Y la presencia del analista, él aportara su presencia para hacer semblante. Dice J.A.Miller, que preste su presencia en sustracción. La presencia del analista actualiza en la contingencia del encuentro el funcionamiento del engaño del amor y más allá de éste, permite que se ponga en juego la pulsión. Si algo justifica nuestra intervención como señala Lacan, es por las consecuencias que se esperan de un análisis, respecto de lo constituido como satisfacción pulsional para un sujeto. 3. La sesión analítica es el lugar privilegiado para el despliegue de la transferencia, es por eso que según la concepción que se tenga de ella, así será la práctica que se realice. Así como, según la noción que se tenga de sesión, será la manera de maniobrar sobre la transferencia. Priorizar el corte sobre el standard permite desplegar la idea del inconsciente como realizándose cada vez. Si para Lacan el inconsciente es fugaz, evasivo y, la repetición se plantea como una elaboración de saber a partir del fenómeno del inconsciente, la sesión es un instrumento al servicio del corte y de la contingencia. La sesión implica un modo particular de tratamiento de la transferencia, de la demanda y del amor. Tratamiento del que se espera que tenga consecuencias respecto de lo que se constituye como satisfacción pulsional, el síntoma y su goce fantasmático. El termino solidificación que se utiliza en la pregunta me parece inadecuado. En el seminario 11 se utiliza el término "solidifica" para hablar de la holofrase donde no hay intervalo entre s1 y s2, proceso inverso a lo que se busca en cada sesión. Tanto en mi experiencia como analizante, como de analista encuentro que las sesiones breves obligan a precisar cada vez lo que se quiere decir, y lo que no puede decirse. Prefiero como lo plantea Rosa López, el término solidez, para nombrar la sesión tomada por el tiempo de la prisa. J.-A. Miller nos propone ubicar a la sesión como: "...el acontecimiento regular instituido por el discurso analítico". Su regularidad se distribuye en un tiempo no regulado, sino por el tiempo necesario para la producción de la cadena significante propia de cada sujeto. Es a partir del tiempo que la cadena obtiene su materialidad. Le corresponde al analista que en la serie de encuentros que tendrá con el analizante, se preserve el espacio de lo contingente, para no hacer de las sesiones un puro ritual. Un caso presentado la última semana en el Seminario del NUCEP, me ha servido para mostrar cómo en un psicoanálisis aplicado, de un sujeto en un proceso de duelo difícil y prolongado, que va dejando al sujeto inactivo, se puede apostar por la construcción de un síntoma analítico, en este caso una fobia, a partir de una pesadilla donde aparece una mordedura y permite la entrada en análisis y la disposición del sujeto a un análisis prolongado que cambia las condiciones de su goce. |
Línea 229 DEL ALGORITMO AL AFORISMO |
Por Dolores Castrillo
Puesto que de principios se trata no me parece ocioso comenzar por lo que constituye para nosotros, miembros de esta escuela, nuestro principio: el principio de la enseñanza de Lacan, lo que no significa olvidarnos de esa orientación a lo real que fue su punto de llegada. Desde el comienzo de su enseñanza, mucho antes de que se produjera esta orientación a lo real, encontramos una razón elemental, que quizás por ser tan obvia nadie se ha ocupado de señalarla hasta ahora pero que me parece oportuno recordar porque, a mi entender, fundamenta la asociación libre. La regla de la asociación libre tiene su fundamento en que hay significante como elemento del algoritmo y no significante como elemento del signo, es decir en que hay significante, en principio (1º etapa del algoritmo) separado de la significación. (Hago notar al pasar que el término etapa empleado por Lacan ya es una indicación de cómo para él la función del tiempo y la función significante van a la par) Lejos de que podamos contar con ningún significado preestablecido de los significantes como ocurre en la lógica del signo, los efectos de significación (2ª etapa del algoritmo) se producen, como es sabido, por las diferentes modos en que los significantes se relacionan entre sí, metonimia, metáfora, punto de capitoné... Si a un analizante cuando nos relata un sueño, un síntoma, un padecimiento, se le invita a asociar libremente es porque, no sólo el analizante, tampoco el analista sabe lo que esos significantes que trae el analizante significan. Es decir, comprende el significado de esos significantes en el código de la lengua pero como analista se debe abstener de comprender. (Esta es una de las maneras en que también se puede entender la regla de la abstinencia). Abstenerse de comprender, para que, más allá de ese significado preestablecido de las palabras, pueda producirse sorpresivamente otro tipo de significación diferente, en "La instancia de la letra" Lacan habla de "una precipitación del sentido inesperada"(1), que es ese efecto especial de significación que denominamos sujeto. Por otro lado la función de Sujeto Supuesto Saber tiene su fundamento en el algoritmo, en que de un significante, siempre nos podemos preguntar más allá de su significado, qué es lo que quiere decir. En la medida en que el analizante consiente a la regla de la asociación libre, lo que significa consentir a un no sé lo que digo pero algo debe de querer decir eso que digo, y en la medida en que el analista no sólo presta su escucha a los dichos del analizante sino que produce una interpretación (semántica, asemántica, corte, puntuación etc.), retroactivamente por el cruce entre esos significantes del analizante y la intervención del analista se produce ese efecto especial de significación que denominamos efecto sujeto. Por tanto, se puede decir que no hay un sujeto previo, sino que en cada sesión, si ésta es lograda, el sujeto es creado. Podemos afirmar entonces que el primer principio ético del análisis es que el análisis debe servir para que un sujeto sea creado, tal y como nos enseña la máxima freudiana: Wo es War Soll Ich Werden. El sujeto no tiene un estatuto ontológico sino ético lo que significa, como apunta Miller, que es el efecto de una decisión. O más precisamente de una doble decisión: por un lado, la decisión del analizante de prestarse a la regla de la asociación libre, y si hay una ironía en este término es justamente porque en la asociación libre a lo que el analizante consiente es a no ser el Amo ( no ser el Amo de lo que dice, no ser el Amo del tiempo en nuestras sesiones antiestandar...) y ocupar sin embargo el lugar del trabajador pagando por ello; por otro lado, la decisión del analista de hacer algo con esos dichos para que de ellos pueda advenir o, si se prefiere, pueda ser extraído un sujeto. Podemos, pues, establecer una primera distinción entre lo que serían los principios y lo que serían las reglas. El primer principio ético de un análisis es la creación de un sujeto, la extracción de un sujeto a partir de los dichos. Las reglas son los caminos que debemos seguir para alcanzar ese principio. Entre estas reglas las hay de distintas clases, por ejemplo las hay necesarias pero no suficientes sino incluso completamente ineficaces por sí mismas para alcanzar ese principio, y las hay muy eficaces pero no necesarias stricto sensu. No cabe duda de que la asociación libre es una regla necesaria pero no suficiente. Sin la intervención del analista no hay manera de que un sujeto pueda ser extraído a partir de los dichos. La cuestión que se plantea entonces es cuál o cuáles son las maneras más eficaces en que un analista puede intervenir para que se alcance el cumplimiento de ese primer principio ético que nos orienta, a saber la creación de un sujeto. Y esto enlaza con la tercera pregunta, la referente a la sesión breve que yo prefiero llamar corta. No me cabe duda de que la sesión corta es una de las maneras más eficaces para que se pueda producir la creación o la extracción de un sujeto a partir de los dichos. Si digo una y no la única es porque no creo que podamos sostener una afirmación universal del tipo: en toda sesión no corta, cero efectos de sujeto. Hay que tener en cuenta que invalidaríamos con este universal no sólo todas las sesiones de la IPA sino las del propio Freud y buena parte de las entrevistas preliminares que practicamos los lacanianos y que no siempre son cortas. (Lo más lejos que podríamos llegar a afirmar es: no en toda sesión no corta cero efectos de sujeto) No obstante sí se puede sostener que las sesiones cortas son muchísimo más propicias para que puedan producirse efectos de sujeto. Hay muchas razones para fundar esta afirmación. La que para mí es más potente deriva de la consideración del tiempo no como el tiempo de la duración sino como el tiempo articulado al significante, el tiempo de la función significante. En este tiempo justamente es donde aparece el sujeto como efecto de la retroacción significante. El sujeto es ese efecto especial de significación, esa chispa de verdad que se deja oír en el momento de la retroacción significante. (Por supuesto el sujeto no es sólo un efecto de significación sino que vale también como respuesta de lo real, esto es como respuesta de goce al ¿Che vuoi?, pero no hay modo de acceder a lo que es el sujeto como respuesta de goce si no pasamos por los efectos de significación) La retroacción significante, cuyo efecto es el sujeto, resulta a su vez de la puntuación. Ciertamente, la puntuación se puede dar en textos largos y en textos cortos. ¿Por qué entonces la recomendación de las sesiones cortas? Porque en las sesiones largas las puntuaciones se difuminan, se borran las unas a las otras y así es muy difícil que sean eficaces. Pero sesiones cortas no son sólo sesiones que duran poco sino sesiones en las que hay un corte, por eso prefiero la expresión sesión corta que sesión breve, para subrayar la importancia del corte en tanto es lo que puede hacer que la puntuación sea eficaz. Como señala Miller "Puntuar implica cortar las sesiones, pues de lo contrario la puntuación queda completamente en el aire, una puntuación anula a la otra, para que la puntuación se inscriba, para que se permita al sujeto localizarse frente a la fijación de la puntuación es necesario cortar la sesión. Puntuar sin cortar (como pretenden los analistas de la IPA) -concluye Miller- es puro suponer"(2). Para que una puntuación sea máximamente eficaz es necesario el corte de la sesión y de ahí la radical inconveniencia de la sesión de tiempo estándar, incluso si este tiempo estándar fuera breve o muy breve. Por eso la pregunta que el otro día se formuló – "¿a qué nos referimos los lacanianos cuando hablamos de sesión breve?" "¿Cuánto tiempo tiene que durar una sesión breve, quince, diez, cinco minutos?" si es una pregunta que puede formularse, no es una pregunta que deba responderse porque si se responde sucede como con los chistes que cuando se los explica se los mata. Aunque la sesión con corte es la más recomendable para que la puntuación sea eficaz también es preciso admitir que a lo largo de un análisis, de cualquier análisis, hay bastantes sesiones que a pesar de ser de tiempo variable y de poca duración el corte no produce una puntuación eficaz. Por tanto, pese a ser una regla muy recomendable, no en toda sesión corta y variable se cumple el primer principio ético que debe orientar nuestra práctica, el de hacer advenir el sujeto. Como vemos, con la cuestión del tiempo, nos vemos de nuevo confrontados, solo que desde la perspectiva opuesta a la anterior, la de sesión larga, a la misma imposibilidad de establecer una proposición universal. Tanto de un lado como de otro debemos reservar quizás su margen al no-todo. Pero este no-todo no opera de igual manera, en un caso que en otro. Y ya para finalizar, para mí las sesiones cortas son más sólidas, en el sentido en que los dichos en estado más o menos gaseoso, vacíos, borrosos, volátiles. De repente, merced a una puntuación, se precipitan en una suerte de sentencia que tiene un peso cuasi aforístico. El aforismo, dice José Biedma, "es una herida abierta en la piel del discurso, una raja por donde se nos revela el rostro enigmático de la verdad que las rutinas del lenguaje disfrazan". Es en esa raja, que se abre entre las rutinas del lenguaje, donde, si el analista es capaz de agarrarla por su único mechón, la calva ocasión deja aparecer al sujeto. |
NOTAS: 1- Lacan,J., La instancia de la letra en el inconsciente en Escritos, S.XXI , México 1984 p .479 2- Miller, J.A., Introducción al método psicoanalítico, Paidós, Barcelona 1998, p.90 |
Línea 370 ARTESANO DE LALENGUA |
Por Gabriela Galarraga En "Función y campo..." Lacan afirma que "...la técnica no puede ser comprendida, ni por consiguiente correctamente aplicada si se desconocen los conceptos que la fundan"(1). Fundamentos, principios que Lacan encuentra en los poderes de la palabra, y que en su valor inaugural, necesitan de la regla, en su relación con el procedimiento práctico, para que se cumplan. Sin embargo, Miller nos brinda dos advertencias con respecto a la regla. Nos señala que "establecer la diferencia entre psicoanálisis y psicoterapia a partir de la regla y la tradición no conduce de hecho mas que a situar el psicoanálisis en una posición frágil, en la posición de la fortaleza asediada" (2). Asediados también en toda nueva aplicación de una regla "verdadero salto en la oscuridad" (siguiendo la Parábola de Kripke), donde "no hay ninguna disposición reglamentaria, institucional, que se pueda mantener cuando falla la orientación"(3). Lo que responde para mi a la segunda pregunta; la orientación hacia lo Real como indispensable. La ultima enseñanza de Lacan provocó un giro, un cambio, Miller se pregunta: "¿Sigue la práctica siendo la misma cuando la teoría es verdadera, cuando cambia, cuando permuta?"(4). Pregunta que deja una brecha abierta, y que nos convoca a replantearnos los fundamentos de la practica analítica, siguiendo a Lacan o sea desde una perspectiva inédita. La regla fundamental S. Cottet en su libro " Freud y el deseo del psicoanalista" dice de la regla fundamental que le fue susurrada al oído por sus histéricas. Freud la postuló como una regla técnica, como un recurso técnico insustituible. Se trata de un imperativo que pide lo imposible, y que en su misma formulación contiene su fracaso, no sólo por lo indecible, sino también porque al proponer su aplicación supone el investimiento de sujeto supuesto saber. Para Lacan no hay asociación libre, sino ligada por condiciones. La aparición de los significantes en la asociación libre puede representarse como hace Miller en "El hueso del análisis", por una serie aleatoria de símbolos mas y menos. Tirar una moneda da una serie, la jugada siempre es imprevisible, es decir, se parte de la secuencia aleatoria, la necesaria, la que no cesa de escribirse. La operación de ciframiento, consistente en nombrar una determinada sucesión, dando lugar a una segunda serie que nombra y depende de la primera, que se deduce, y que obedece a leyes, a diferencia de la primera... La ley sintáctica a la cual obedece la segunda serie puede escribirse en un gráfico que determina todas las escrituras posibles. Pero existen escrituras imposibles. Lacan quiso demostrar la emergencia de lo imposible a partir del azar. Lo Real es sin ley, la certeza que se obtiene de ese Real está siempre condicionada por la contingencia (4). ¿Cómo tratarlo? Miller expone la estructura lógica de un análisis según una combinación de operaciones. - La amplificación significante, el incansable decir sin variación, ya que por la vía del sentido todo puede ser interrogado sobre lo que quiere decir, obligando a proseguir sin fin, en un movimiento virtualmente infinito. - La reducción, como lo opuesto a la amplificación significante. Entre los mecanismos en juego en la operación reducción el primero es la repetición. Damos toda la libertad de hablar y se constata la repetición de lo mismo. Se trata de reducir a una constante, a través de una reducción proposicional. El segundo mecanismo después de la repetición es la convergencia. La cura hace aparecer los enunciados del sujeto que convergen en un enunciado esencial, y en el cual los avatares de su vida son reductibles al efecto de ese decir. Es el significante amo del destino del sujeto. En oposición a la repetición y la convergencia, existen sucesiones que no pueden aparecer, residuo imposible del funcionamiento de la repetición. Es decir se formalizan los términos que se repiten, que convergen los que son evitados. Repetición y convergencia designan la reducción a lo simbólico, reducción del discurso del paciente aleatoria confuso abundante, a formulas simbólicas comprimidas; mientras que la evitación introduce otra reducción, una reducción que apuntaría a lo Real. En el plano de la articulación significante formalizamos los términos que se repiten los que convergen los que son evitados, tratándose, de una reducción a lo necesario –lo que no cesa de escribirse- y, a lo imposible –lo que no cesa de no escribirse-. Sin embargo como nos señala Miller "Una articulación es una construcción formal, jamás puede por si misma indicarnos el valor de goce que el sujeto le otorga" (4) formulando el principio de que no hay cálculo de la la libido. No podemos deducir de una articulación significante la cantidad de investidura libidinal que capta hacia sí, lo que remite a la contingencia. De allí la "revolución lacaniana de la clínica de la contingencia" (5). Estaría el registro de lo necesario y de lo imposible en los que se aísla la formula simbólica y el registro de la contingencia en la que se sitúa la experiencia de goce. La reducción de esa contingencia es del orden de lo posible, de lo que en un momento dado cesa de escribirse. En su orientación hacia lo Real, en la dimensión temporal de lo imprevisto, el analista por su acto se hace agente de la contingencia. Miller nos dice que allí "se inscribe el acto analítico y se juega su destino" (5). La reducción en la lógica matemática es la operación que permite reducir la extensión de las fórmulas para calcular mas rápidamente su valor de verdad. El bien decir analítico apunta a la reducción, en tanto operación que se dirige al objeto a. Siguiendo el razonamiento de Zenón de Elea, citado por Miller en "El hueso de un análisis", se trata de un objeto siempre a mitad del camino, introducido por la superposición del significante sobre el espacio, que con su inercia vuelve imposible el movimiento, en un mundo muerto, donde la vida solo es concebible si le agregamos un elemento suplementario, la mitad indivisible, a diferencia de los elementos divisibles por el significante. Lacan quiere hacer las sesiones más sólidas. Los sólidos, en diferencia a los líquidos y los gases, presentan forma propia y oponen resistencia a ser divididos. El corte de la sesión, como intervención, no es indiferente a la trama del discurso. Desempeña un papel de escansión, y hace de la sesión algo más sólido en tanto apuntando al objeto a. Se le va dando forma, a través de la palabra que "girará en torno a ese hueso en espiral hasta escupirlo" (6). Por lo que en ese giro de Lacan, al vaciar las palabras de sentido, condujo al Psicoanálisis a un desierto de significación, donde la palabra se vuelve una condición necesaria pero no suficiente. Su tesis en "Aun" es la de que cualquier discurso entendido como un monólogo, ejercicio de la apalabra, bordea un páramo donde allí eso goza. Se comienza por la asociación libre, verdadera vía de trashumancia, que atraviesa imperceptiblemente toda la superficie, hasta llegar a trazar una vía romana, verdadero trazado de formalizaciones, bordeando el agujero, para luego orientarse, si se está dispuesto, por ese empuje de lo Real, desprendiéndose de ellas, en su trasmisión, en el pase. La topología es esencial a toda elaboración de la experiencia analítica.. Miller nos dice "Hasta que se encuentre algo más compacto que esta topología hagámosle ocupar el lugar de lo Real" (7). En la última enseñanza de Lacan la intervención del analista se vuelve problemática. Cuando es asunto significante no es problemática, ya que se trata de la palabra siempre descifrable como una estrategia de sentido, y de la interpretación como respuesta En la situación de comunicación se sabe lo que tiene que hacer. El giro está en hacer de lalengua el correlato de la interpretación. E Solano en Papers, nos señala que Lacan afirma que no es imposible que la verdad devenga "un producto del saber hacer". Se pregunta "La operación analítica ¿devendría equivalente a un saber hacer con la lalengua?"(9). De allí la topología, los nudos, en ese saber manejarlos, hacer con ellos, y el final del análisis como un "saber- hacer". Como el artesano, artesano de lalengua. |
NOTAS - J. Lacan, "Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis", Escritos I, ED. Siglo XXI, Mexico, 1985, p.229. - J.A. Miller, "Psicoanálisis puro, psicoanálisis aplicado y psicoterapia", Freudiana 32, 2001, p.12. - J.A. Miller, "La última enseñanza de Lacan", Freudiana 35, 2002, p.23 - J. Santiago, Papers. - J.A. Miller, ·El hueso de un análisis", Ed. Tres Haches, Bs. As.1998, p.44 - Idem (4) p.46 - Idem (4) p.21 - J.A. Miller, "Matemas I", Ed.Manantial, Bs. As. - E. Solano, Papers. |
Responsable de la Edición: Andrés Borderías. |