|
|
La serie, lo serio
Troumanos: invenciones y arreglos singulares
La envoltura formal del trauma[1]
Monica Biaggio
Lo traumático tiene dos vertientes, una como hecho que irrumpe desde lo exterior, que produce perplejidad, como por ejemplo un accidente, el estallido de una bomba o para mencionar lo que actualmente nos atraviesa, una pandemia. Ni el accidente, ni la bomba ni la pandemia son lo real, pero sí lo es lo que produce en quienes se ven afectados por ese acontecimiento traumático[2]
Por otra parte, el trauma desde su aspecto subjetivo y singular, fue en los inicios para el primer Freud un hecho de la realidad que había provocado en el sujeto histérico un exceso libidinal, -primera escena del trauma- reanimado retroactivamente por una segunda escena aparentemente anodina.[3] Toda la teorización del mecanismo de defensa se articula a este momento de la obra freudiana. Más tarde produce el pasaje del trauma a la fantasía cuando Freud exclama que sus histéricas lo habían engañado, puesto que todas le contaban lo mismo.
Por su parte Lacan, va elaborando el concepto de trauma a lo largo de su obra en la medida que lo real va cambiando de estatuto. Así la Tyche, el encuentro con lo real estará determinado por la presencia inusitada del objeto a que Lacan lo muestra en esa lata[4] que de pronto nos atrapa o en el cuadro Los embajadores de Holbein[5]. La presencia del objeto determinará un punto de angustia: lo traumático se presenta.
En este punto es que el síntoma tiene una cara significante y otra que no lo es, dice J.-A. Miller en La envoltura formal del síntoma, “El síntoma tiene sus formas, son formas que están plegadas a la lógica de su vaciamiento”[6]. Vaciamiento que se produce por las vías de un análisis.
Al final de su obra, -luego que el objeto a, ya no constituye lo real, sino un falso real en tanto había sido tomado por el significante; paradigma del goce discursivo[7], Lacan se sirve de la topología para dar cuenta del agujero y el traumatismo cambia de estatuto. Ya no será traumatismo sino Troumatisme. Siendo Trou el agujero y no la falta.[8]
Cito a J.-A. Miller: “¿Por qué no dar a ese trauma su nombre, la Cosa, y ver que sin duda a minúscula es aquí residuo del trauma, ¿el residuo de causalidad traumática primaria? (…) como residuo, es lo que nos queda de la Cosa cuando esta ha pasado por la operación que le da sentido. (…) es lo que permanece rebelde a la operación de significantización, lo que queda del trauma…”. [9]
La no relación sexual, podría pensarse ya como un tratamiento lógico, y más adelante topológico del agujero. Si volvemos al mito del Andrógino, lo traumático es el corte mítico, ese agujero que no podrá jamás enmendarse, a lo sumo será sutura. Anudamiento cuya consecuencia es el no hay relación sexual. Ese encuentro imposible con la complementariedad en todos sus aspectos. Serían dos momentos diferentes de eso traumático. Dos momentos escritos por Lacan en el término de Troumatisme, neologismo que condensa trauma y agujero. Su envoltura es el sinthoma, que viene a mostrar cada vez lo que no hay pero que sin embargo constituye la potencia de la que es posible servirse para eventualmente saber hacer.
Agradecemos la imagen a la artista Alicia Leloutre
NOTAS