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La serie, lo serio
Troumanos: invenciones y arreglos singulares
La invención singular frente al traum(a)[1]
Graciela Gerratán
Traum(a) y la relación sexual que no existe, rasgo elegido para el cartel cuyo nombre es Trauma y real en la última enseñanza de Lacan. La disyunción “y” un interrogante ¿existe una articulación entre trauma y la no existencia de la relación sexual?
Esta forma singular de escribir Traum(a), pretende mostrar un agujero en lo real. Real que Lacan presentó de diferentes maneras. Ubicar entre paréntesis la letra a, permite traer a escena el objeto a, que a la altura del Seminario 20, es sólo semblante, una ilusión de encuentro sexual, que no es más que un malentendido. Cada uno con su a, que tapona el agujero, de manera siempre fallida.
La no existencia de la relación sexual nos ubica frente a un imposible. O sea frente a un real. No existencia, expresada en lo que no hay.
No hay: un buen encuentro, causa-efecto, lo que “hace falta” para hacer existir la relación sexual. En síntesis, “Los cuerpos hablantes no saben qué hacer, en el registro de la gravitación sexual.”[2]
De este modo, la búsqueda de una articulación que se desprende del siguiente interrogante: ¿Es el mismo real? ¿Hay un intento de escritura de la relación sexual que no existe, en la singularidad del caso por caso? ¿En ese intento podemos ubicar lo traumático?
Lo real es sin ley, no hay una forma de encontrar una escritura que lo abarque en su totalidad, por otro lado la no existencia de la relación sexual, también implica una imposibilidad de escritura. Por lo tanto estamos frente a un real, frente a lo real del trauma.
El trauma como trou, agujero, aquello que no cesa de no escribirse. Esta imposibilidad de escritura orienta la clínica, y orienta posibles lecturas que pueden hacerse a los desafíos actuales, como por ejemplo aquellos relacionadas con las cuestiones de género, transexualismo y las diferentes nominaciones para dar cuenta de cómo un sujeto se autopercibe.
Cito a Miller: “La ausencia de la relación define el nuevo real, que está en juego, es decir el real al cual referirse en el psicoanálisis”. El desafío del analista es que lo traumático, no como escena originaria, al estilo Freudiano, sino como marca, como huella, pueda ser cifrado. Y frente a la irrupción de ese real, una invención. Tal como Joyce, que no necesito de un analista para ello.
Agradecemos la imagen a la artista Alicia Leloutre
BIBLIOGRAFÍA
NOTAS