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La serie, lo serio
Troumanos: invenciones y arreglos singulares
Traumatismo de lo sexual[1]
Cristina Muller
Para Freud el trauma es un exceso de goce que irrumpe en el aparato psíquico. Es un acontecimiento en el cuerpo, de orden sexual, frente al cual el niño no sabe cómo responder. Para Lacan, lo traumático no se deriva del encuentro con la sexualidad en sí misma, sino de la ausencia de un saber preestablecido para dar cuenta de ello. El no saber es lo traumático. La lengua intentará nombrar fallidamente, con interpretaciones après coup, el agujero que la pulsión ocasionó.
El exceso de goce sucumbe a la represión, dejando marcas que permanecen como fijación. De ahí en más, sólo se podrá acceder a lo que bordea al agujero, a lo que de alguna forma intenta escribir lo imposible. A lo largo de la vida solo se escribirán algunos S1 que rememoran algo de aquel goce traumático por vía de la repetición. Miller, en “El partenaire síntoma” dice que es asombroso ver cómo el goce está condicionado por esa primera vez y que esa marca permanece como una “memoria activa”, que no obstante resiste al saber.
Tomando como ejemplo el testimonio de Graciela Brodsky:
Tiempo 1: vuelta a casa de una fiesta vivido con gran júbilo por la niña, júbilo que se transforma en grito y llanto inolvidable. La confluencia de la risa, del excedente de sexualidad, con la falta de palabras para nombrar ese goce constituyen el acontecimiento traumático, la fijación. “Fiesta”, será el S1 que lo nomine.
Tiempo 2: otra fiesta desencadena un fenómeno de angustia. No solo por la palabra “fiesta”, sino porque allí se ve enfrentada al cuerpo vivo del Otro bailando, pero ella quedándose afuera. Entonces, al lugar del grito original va la angustia, que no sabe de él.
Entre ambas fiestas pasó toda una vida. Mientras tanto, el sujeto desplegó su construcción neurótica y se las arregló para para dar consistencia al síntoma.
“Que yo lo haya encontrado (al goce sexual traumático) arriba de un armario es pura contingencia. Que lo haya llamado fiesta, que haya intentado mantenerlo a distancia, que haya procurado aplastarlo y obstinado en interpretarlo, nada de eso impidió que volviera a encontrarlo en la mesa (de otra fiesta) en la que nunca quise estar.”[2]
Si para Freud la causalidad psíquica es producto del traumatismo sexual, para Lacan el verdadero trauma es su no inscripción. Los modos de goce del parlêtre son los pequeños inventos que intentan paliar las consecuencias de ese trauma estructural que introduce el lenguaje sobre el goce del cuerpo. Y de eso, no solo no se sabe, sino que además produce horror a saber.
Agradecemos la imagen a la artista Alicia Leloutre
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