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La serie, lo serio
Troumanos: invenciones y arreglos singulares
Trauma y psicosis [1]
Angélica Marchesini
En su última enseñanza, Lacan relaciona la idea del inconsciente con el traumatismo que produce sobre un sujeto el significante lalengua y su goce. El inconsciente está formado por esos significantes, que fueron investidos y traumatizaron. Así, lo que encontramos como núcleo del inconsciente[2]es el traumatismo del significante enigma, del significante goce, que obliga a una invención subjetiva. Para Lacan, el inconsciente mismo será una defensa contra lo real.
El traumatismo, en la psicosis, es un encuentro inédito con lo real. La extracción del Uno de lalengua, que permitirá fundar un inconsciente, no se produce. Y tampoco el Uno en el cuerpo le facilitará al sujeto inscribir el traumatismo. El psicótico, más bien, es asiento de fenómenos incomprensibles aunque después, en el mejor de los casos, tiene el tiempo de incubación del delirio para comprender de qué se trata.
A veces, el psicótico se queda en la perplejidad, y en ella se renueva el traumatismo del significante enigma. J.-A. Miller apunta que no hay que desencadenar el traumatismo, sino acercarse a él indirectamente, vía sus emergencias fugaces[3].
Desde un inconsciente rechazado, en los psicóticos de lo que se trata, más bien, es de cernir la defensa. Si el inconsciente no está como defensa de lo real, ¿se puede, entonces, hablar de perturbar las defensas?[4]. El loco apela a la locura como defensa, y necesita eso para poder vivir: si se plantea “soy Dios porque, o soy Dios o soy esquizofrénico”, es fácil comprender que la defensa no es lo peor que puede pasarle. Lo que hacemos, entonces, es asistir para que el sujeto se anude a un síntoma que le permita sobrevivir, mediante la creación de un sinthome reparador.
E. Laurent[5] señala que el trauma se ubica junto a la alucinación, ese sentimiento de extrañeza en que el sujeto se sumerge en la experiencia alucinante. Un analizante lo dice así: “El mecanismo de defensa para mi problema es no sumergirme en la realidad”. En El sinthome. Lacan opone los sentimientos de realidad e irrealidad. Si el sujeto necesita defenderse de algo, mejor no vulnerar su defensa, ya que el fenómeno elemental da cuenta del traumatismo.
Álvarez coincide al plantear que no hay que perturbar la defensa ni desmantelarla, sino apuntar a fortificarla. Como analistas, “no podemos quitarle al loco las protecciones y sacarlo a empujones de su guarida, dejándolo a la intemperie en su desnuda realidad”[6]. Lo que importa es ubicar para cada psicótico un modo de la defensa contra el goce, un soporte y un buen uso, que permita el restablecimiento del funcionamiento, de modo tal que el sujeto sea capaz de sustentarse en el mundo.
Agradecemos la imagen a la artista Alicia Leloutre
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