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La serie, lo serio
Troumanos: invenciones y arreglos singulares
Mme. Guyon, una mística del trauma [1]
Ana Rosa Concaro
Mme. Guyon, mujer cristiana perseguida por su experiencia de fe, en sus escritos relató con sencillez y profundidad las vivencias personales; dejándola sujeta a persecuciones y mil vicisitudes. Mantuvo estrecha correspondencia durante un año con Fénelon. En la primera carta expresa cómo su exterior se va apagando, pero en el “fondo una actividad continua aunque profunda”[2]. Ese estado lo denomina “el principio que anima y que impulsa a los hombres”, y que de ese “acto” no se da cuenta, es el criterio de la pureza interior. Un amortiguamiento del deseo, de los sentidos, dejarse apagar por completo: ese es “el grado más perfecto del amor”[3], que está unido “al grado de sacrificio”; esto implica inmolarse y buscar el dolor posible. Es interesante resaltar que es “una muerte que implica actividad”, dejarse quitar y entregarse hasta la pérdida de uno mismo. Goce de eso indecible, inasimilable, S(A/)
Mme. Guyon introduce un neologismo: “pasiveidad”[4], se trata del sacrificio positivizado, acción y pasión; pasar del estado pasivo a la actividad. Acto que marca un antes y un después.
La “Pureza del amor se conforma pues con la negación de lo propio, privación, renuncia o negación de todas las cosas”. “Desnudez y vacío”[5], cuerpo desnudo, no es cuerpo idealizado, es la representación del cuerpo tocado por el goce. Un puro goce infinitizado hasta la reunión con Dios, “…goce femenino, un goce que excede toda medida … introduce lo infinito...”[6].
Freud desarrolla una teoría del trauma y de los tiempos del síntoma: “Trauma precoz- Defensa– Latencia– Desencadenamiento de la neurosis–Retorno parcial de lo reprimido”[7], y los efectos del trauma pueden ser positivos y negativos. El primero “representan esfuerzos para reanimar el trauma, para recordar la vivencia olvidada o, mejor aún, para tornarla real, para poder vivenciar nuevamente una réplica del mismo… para reanimarla mediante una relación análoga…”[8] En los grados de unión con Dios, “itinerarios del alma”: retorno–transformación–reunión con Dios, ahí “se vuelve el alma de esa alma”; reflejan la atracción irresistible a la experiencia del trauma, vivencia en armonía del alma con Dios: “despojamiento, muerte”, retorno al agujero, “abismo del fango”. Lacan dice: “Misticismo… una manera de volver a encontrar, en algún lado más allá de la Ley, es decir más allá del Nombre-del-Padre como Otro de la Ley, la relación con Das Ding. Sería un Dios que no se asimila completamente a lo simbólico del Padre. Por el contrario, emerge la figura de un Dios ligado al enigma mismo de lo real.”[9].
“Transformación”, segundo tiempo, actividad amorosa que fluye hacia un objeto, pero luego se extingue, para destruir todo sentimiento; recorriendo un “Infierno temporal”, experiencia de “exceso” “excessus”[10], “éxtasis”, salida de sí, ausencia de todos los sostenes.
La Institución Iglesia, estructura que funciona a partir de la excepción, Dios Padre, donde las místicas, presentes con un goce más allá del goce fálico, han “troumatizado” la estructura Iglesia.
Agradecemos la imagen a la artista Alicia Leloutre
BIBLIOGRAFÍA
NOTAS