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La serie, lo serio
Troumanos: invenciones y arreglos singulares
Trauma y sexuación[1]
Ana Cristina Bianco
El punto de arribo de este cartel me permite formular la pregunta que subyace al rasgo y que seguramente abre a la investigación que continuará en torno a la articulación entre trauma y sexuación.
El recorrido
El estatuto del cuerpo viviente es el gozar de sí mismo. Sin embargo, lo que distingue el cuerpo del ser hablante es que su goce sufre la incidencia de la palabra; se trata de un acontecimiento que introduce una disrupción de goce y trastorna el goce de su naturaleza de cuerpo.
Hablamos de acontecimiento[2]-y no de fenómeno- porque ese goce fue producido por el significante, un significante que, además, opera fuera de sentido. Acontecimiento traumático.
Es así como adviene el parlêtre, troumatizado. El acontecimiento funda un agujero en el saber pero a la vez introduce un asunto de cuerpo.
En términos de la ultimísima enseñanza de Lacan nos encontramos con el par no hay-hay; el no hay de la inexistencia de la relación sexual es correlativo a un hay: hay el goce.
El argumento nos recuerda que es sobre el agujero del trauma, en el lugar de ese real, que el fantasma como pantalla intenta recubrir ese primer encuentro traumatizante y fundante del parlêtre. Fantasma que articula dos elementos heterogéneos: el sujeto del significante y el objeto pequeño ɑ[3].
Pero no todo goce ingresa allí. En su clase del 16/03/2011, J.-A. Miller[4] nos señala que al mismo tiempo, en correlación con el significante Uno se inscribe el goce opaco al sentido. El goce opaco al sentido es una referencia del orden de lo real. A diferencia del objeto pequeño ɑ que es un goce transparente al sentido e incluso es goce-sentido. O, como afirma Lacan en La Tercera[5], el objeto ɑ es el núcleo elaborable del goce.
Es decir que el anudamiento RSI, el sinthoma, el goce Uno de cada quien, es también respuesta a lo traumático de lo real. Es un goce que testimonia que hubo acontecimiento, fijación en el sentido freudiano[6].
La pregunta
Para el psicoanálisis el trauma siempre es sexual. Trauma y sexualidad son indisociables: nuestro ser sexuado es indisociable de nuestra condición de ser hablante[7].
Ahora bien, si la sexuación no se equipara a sexualidad, sino que es también una respuesta; o como dice Daniel Roy[8] la sexuación es el movimiento mismo por el que el cuerpo hablante se hace al ser sexuado, o más bien como una concreción que se opera alrededor de esta falla, ¿cómo se articula la sexuación, en tanto movimiento o concreción, al fantasma y al sinthome?
Agradecemos la imagen a la artista Alicia Leloutre
NOTAS