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El Debate de la Escuela Una N° 7
 

Deflacionar el superyó
Patrick Monribot

Tres misiones esperan al AE recientemente nominado: clínica, doctrinal y política. Esta triple función puede inquietar a numerosos candidatos potenciales al pase, y aún desalentar la empresa. El superyó, si bien flexibilizado por una cura llevada hasta su término, puede hacer estallar el deseo del pase, no siempre es fácil escapar a esa carga residual.

A favor de la reforma del procedimiento y del cambio esperado del espíritu del pase, la Escuela puede favorecer el alivio de tal obstáculo estructural. A este fin, una de las apuestas de la mutación actual es la de redefinir los contornos de las tres funciones prometidas al futuro AE. ¿Cuáles proposiciones?

La función clínica
El AE debe testimoniar públicamente de su recorrido analizante. Las últimas Jornadas de la ECF han mostrado que una puesta a cielo abierto de su propio caso está lejos de ser anulatoria, ¡por el contario! La satisfacción al operar este tipo de ejercicio deja pocas dudas, mismo si conviene distinguir el testimonio directo y el que pasa por los enredos menos inmediatos del procedimiento.

En efecto, el AE debe exponer la coherencia de una ficción que la cura ya ha desarticulado en su término. La construcción es el reverso de una deconstrucción. Este resto de "hystorización" vela y muestra a la vez un real que no se relata. Es, sin embargo, un agalma muy escuchado por un público extendido más allá de los miembros de las Escuelas.

La proposición siguiente presenta el pasaje al gran público, después de un pase reducido. Para afinar de entrada el testimonio sin repetirse demasiado, para conseguir una quintaescencia más rápido y a fin de no ajustar indefinidamente su diseño, no es ilegítimo que el pasante "pasado" pueda encontrar el jury que lo ha nominado (sea cual sea la forma futura) a fin de obtener diversos anclajes clínicos, diferentes de los que pudo percibir solo. Es una modalidad del "algunos otros" del cual el analista se autoriza, según la fórmula de Lacan. La colaboración entre el AE y el jury tendría así un post-scriptum después del veredicto.

La función doctrinal
Es sin duda la más temida para un joven AE que no es un "viejo veterano" de la teoría – situación altamente deseable. Terminar la cura con pertinencia es una cosa, estar apto para enseñar es otra. ¿Cómo no romper un ímpetu tan precioso sobre el muro de una tarea presentida como colosal por el interesado? ¿Cómo "de-superyoizisar" el asunto?

Tres puntuaciones:
Primero, me parece que la nominación alivia après coup esta dimensión superyoica. Difícil saberlo por adelantado… Queda confiar en los efectos reales de la nominación como "empuje al concepto".

Inmediatamente, el AE puede siempre pedir una opinión en forma de control a un analista supuesto poder ayudarlo a este fin: despejar un hilo rojo epistémico a partir de su fin de la cura (experiencia del procedimiento incluida). Es otra modalidad del "algunos otros".

En fin, los hábitos y el reglamento de la Escuela pueden ser modificados en la materia. ¿Un mandato de duración fija es siempre pertinente? La capacidad inventiva del AE es intermitente y recurrente. Esta forma de permanencia no es infinita ni reconducible de forma lineal durante tres años. En el fondo, esto depende de la contingencia de los encuentros y de los acontecimientos institucionales. Hay aperturas y cierres. Ciertamente, el AE puede decir "no" a ciertas solicitudes, pero no es deseable que la Escuela vuelva a añadirlas exprimiéndolo a través de la programación ritual de veladas institucionales que, al final, dicen más del automatón que del deseo. El crecimiento esperado del número de AE permitirá la repartición de las cargas, pero esto no resolverá en nada el fondo de la cuestión.

La función política
El AE tiene como tercera y última perspectiva la de interpretar la experiencia de la Escuela como si se tratase de un sujeto. ¿Fracasó esta misión? Ciertamente, los AE hacen y dicen lo que quieren. Sin duda, algunos de entre ellos se suben a la almena cuando les ha parecido bien hacerlo. ¿Pero tienen algún impacto? En otros términos, ¿el AE es un sujeto supuesto saber en la Escuela en cuanto a la política? ¿Hay en esto la misma oreja que la que le está acordada en su misión clínica y doctrinal? No es seguro…

Por lo demás, ¿el desempeño de la experiencia analizante prejuzga una excelencia en materia política? Ejemplo: antes de que Jacques-Alain Miller atrajera nuestra atención, ni un solo AE –incluyendo a los antiguos– supo interpretar la deriva posible de la Escuela frente a las exigencias del discurso del amo implicadas por la expansión de los CPCT.

¿Cómo pensar esta carencia? ¿Cómo remediarla? ¿Es necesario concebir de otra forma la incidencia política del AE? Todo esto es una cantera en forma de cuestiones abiertas…

En el fondo, deflacionar el superyó inhibidor de los futuros candidatos es una manera de objetar al pase ideal, favoreciendo el gusto por el riesgo. La Escuela puede contribuir a ello.

 
Traducción: Viviana Fruchtnicht