Congreso 2010 Congreso AMP Paris 2010 | "Semblante y sinthome" |
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El Debate de la Escuela Una N° 7 | ||||||||
El deseo de nominar [1] Para el Journal me he valido de una experiencia para mí memorable en un cartel de la EEP. No voy a volver sobre la misma, simplemente subrayaré que ahí he descubierto el odio de nominar bajo el manto de la aplicación de la teoría analítica interpretada a la manera formalista de un protocolo, o sea el grado cero de lo universal reducido a lo general (si no hay testimonio de neurosis infantil entonces psicosis, si psicosis entonces no nominación). Cuando recibí el programa, inmediatamente flashé sobre el deseo de nominar. La atención al deseo de nombrar es, en efecto, uno de los principios esenciales que reglan mi escucha en la experiencia analítica. Hacer un análisis es desear nombrar precisamente lo que es innombrable. En el testimonio de los pasantes se puede seguir este esfuerzo tenaz hecho para nombrar lo que escapa a la cadena significante, aunque eso fuera hablado, eso que el nombre del padre y la metáfora no alcanzaron a sublimar en semblantes. En el cartel del pase, sucede escuchar esos nombres encontrados y decir sí a esos encuentros, que si son tales escapan precisamente a nuestra doxa. Acordándome sin mis notas de algunos pases que dieron lugar a la nominación de un AE, o que según mi opinión deberían haber dado lugar a la misma, esos son los nombres que me vuelven a la memoria. Me impactaron. Puesto que M. Bassols está aquí y que tuve que escuchar elementos de su pase, me acuerdo de la mancha blanca. Me acuerdo de la mirada rasgada. Podría, a la manera de G. Perec hacer una lista de: "yo me acuerdo de esos nombres que me impactaron". [2] Esas nominaciones implican una extracción, mismo si son diversas. Para una, una imagen indeleble, para otra un elemento de la lalangue, para otra aún un sueño condensando un imposible, o aún una experiencia de la cual la banalidad no tiene equivalente más que la ajenidad que se devela de repente. El cartel nombra: pero me parece que no nombra colegas, porque todos lo que entran en el dispositivo del pase son, para mí, entrada de analistas comprometidos con y en el psicoanálisis. ¿Qué nombra entonces, me dirán? La primera formulación que me viene en mente es que nombra formaciones del inconsciente. Pero es una aproximación. Puede ser más exacto decir que busca que aquellos nombres que le permiten a un sujeto engranar el resto de las formaciones del inconciente, producto de la alianza del desciframiento con la transferencia, pasen la barrera de la intimidad de la cura. Este nuevo inconsciente, artefacto del análisis, raíz cuadrada del inconciente, él decide hacerlo escuchar como otros tantos productos de esta modalidad particular del discurso que es el discurso analítico. El deseo de nombrar del cartel es para mí el deseo de catalogar y difundir los síntomas, como otros tantos nombres puestos en el lugar de la relación. El deseo de hacer avanzar el inconsciente como saber en los puntos donde la teoría se estanca. Perfil del AE Hipótesis: el pase en todos sus aspectos es resistente o heterogéneo a todo proceso de universalización, sea ligado a la aplicación de criterios, la perennidad de las tradiciones, la procedimentación [3] administrativa. El pase ha tomado partido por lo inclasificable. Como no puede tener lugar más que en una institución y en el interior de un dispositivo, hay una tensión estructural que produce regularmente explosiones o implosiones. En este sentido es un barómetro del nivel de influencia del discurso analítico en la institución. Los AE salen uno por uno. Su único punto común es ser síntomas. La Escuela, ella, para funcionar a favor de la defensa de la causa analítica, es regularmente calculada en su trayectoria. Hay pues una tensión entre el AE definido por su funcionamiento en la Escuela, su valor de uso, y el AE producido por su cura y por el cartel. Éste lo nombra, en efecto, si se empujan las cosas a sus límites, por su costado de solución inédita. El perfil del AE es el resultado del funcionamiento de los AE en esta institución, o sea del uso que se ha hecho del mismo desde hace varios años. Este uso y este funcionamiento son, tal vez, a repensar regularmente. Esta semana, hacía cartel con jóvenes analistas en formación. Trabajamos sobre los testimonios de pase. Esta tarde, estaba el texto que C. Mangui pronunció en Buenos Aires y que está publicado en la revista de la Escuela. Uno de los cartelizantes se ofreció a presentarlo. Estaba desorientado. No encontraba orden, determinación, el movimiento se le escapaba. Lo trabajamos. Su precisión apareció, pero no donde se lo podía esperar. De hecho este testimonio no releva una lógica demostrativa, quizás es más del orden de la mostración. Pero lo más evidente era que era un escrito: ni demostración, ni relato, ni poema, ni obra literaria, un texto inclasificable. Los textos de las Jornadas también eran escritos, lo que los diferenciaba de los testimonios del pasante a los pasadores. Me pregunto si el escrito no es más dócil a lo inclasificable y a la innovación que la palabra. La poesía lo prueba y también todas las lenguas técnicas que de hecho son sobretodo escritas. Me pregunto si para escapar a lo que se puede pensar del AE en términos de perfil, el trabajo de los AE nominados no podría relevar esencialmente del escrito. Tengo bastante el sentimiento de no ser muy ortodoxa al hacer esta proposición, pero uno de los cambios de la época es la modificación del lugar de lo escrito y de la letra en el lazo social. SMS, mail, Chat, etc. han modificado ya las modalidades de la carta/letra [4] y también, en consecuencia, las de la vida amorosa. ¿Por qué no extraer también las consecuencias en el psicoanálisis? |
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Traducción: Viviana Fruchtnicht |
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