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El Debate de la Escuela Una N°4
 

Mauricio Tarrab

Querido Jacques-Alain:

Le envío algunas reflexiones sobre el tema del Pase como aporte al debate que ud. ha puesto en marcha. Aunque ese debate se halla iniciado y se esté desarrollando en la ECF, repercutirá en todas las Escuelas, y de hecho lo dirijo también a la EOL, donde sé que este debate resuena y que a su manera viene discutiendo del tema desde 2006.

En el Congreso de la AMP en Buenos Aires, en abril del 08, participé de una mesa que se llamaba Modalidades del Pase en el siglo XXI. Copio primero algunos fragmentos de ese texto que considero todavía útiles, y luego algunas reflexiones actuales.

“Una reorientación de la política alrededor del Pase parece imprescindible, pero esa reorientación no será producto más que de una reorientación de la libido. Es eso lo que debería cambiar en nuestra comunidad, para que el pase, que casi ha sido puesto en la vitrina del museo del psicoanálisis, vuelva a manifestar su vitalidad. Hay algunos indicios y estas 6 nuevas nominaciones que hemos escuchado nos abren nuevas expectativas. Hemos pasado de un pase inhibición, a un pase síntoma que como tal seguramente volverá a traernos problemas. Espero que esa sea así, nada podrá cambiar si el pase sigue siendo tratado con tanto silencio. […]

¿Se trata del dispositivo o se trata de la libido? ¿Se trata de buscar nuevas modalidades del pase y nuevas formas del dispositivo? Por lo que he podido vivir como miembro de tres carteles y como pasante, el dispositivo del pase como tal se sostiene con su simpleza y su eficacia tanto como se sostiene el dispositivo freudiano, al que Lacan no necesitó poner patas para arriba para modificarlo de cabo a rabo. ¿Habría que proponer un pase a medio camino y un pase “final”?. Aunque es una evidencia que existen momentos de pase durante un análisis, creo que el pase capta un momento conclusivo y eso supone considerar por un lado lo inédito que se inscribe allí y por otro lado lo incurable que no dejará de retornar. Eso es ineliminable. Pase y “non plus ultra” no se llevan bien. El pase es imperfecto, y eso conviene mucho más a la experiencia efectiva […].

En los 40 años que han pasado desde la proposición de Lacan, esta no es la primera “reconfiguración”. En ese tiempo le han pasado muchas cosas a las Escuelas, a la comunidad analítica y a la práctica del pase. Ese desarrollo ha mostrado que el pase es permeable a la incidencia de la época, de los conceptos y de la política. Eso no es ninguna renuncia respecto de los principios. Eso quiere decir a mi juicio que no hay una dogmática del pase escrita en las estrellas. Estamos por el contrario en ese punto que –como decía J.-A.Miller– Lacan dejó sin fijar. Lo cito: “Si Lacan hubiera entrado en detalles hubiera producido un efecto de sugestión que resultaría perjudicial para la autenticidad de la experiencia”. Es lo que debemos preservar a toda costa. Estamos en ese borde y allí solo tenemos fragmentos de una experiencia, que en el filo entre lo colectivo y lo singular, atraviesa las Escuelas. Por eso no hay, ni debería haber una dogmática del pase. Entre los aspectos doctrinarios y la práctica del pase hay un hiancia que debe mantenerse abierta. […]

Por otra parte las modalidades del Pase en el siglo XXI ya son una realidad efectiva, no hay que especular sobre eso, hay que tomarlo en serio es decir encarnarlo en un política, JAM lo ha propuesto de múltiples forma: hay el pase lógico, el pase matema y el pase hystorización. Hay el pase relámpago y el pase escritura. Hay el pase científico y el pase artístico. Hay el pase atravesamiento y el pase sinthome, hay el pase 1 y el pase Bis. Y hay, por fortuna, la sorpresa del Pase.”

Y terminaba mi exposición parafraseándolo a ud. cuando decía que el “psicoanálisis es un saber que siempre se alegra de recomenzar. ¡¡¡Es por eso que se puede decir del psicoanálisis: ud. aún no ha visto nada!!! Es lo que podemos hoy volver a decir respecto del pase: ¡aún no hemos visto nada! Entonces, preparémonos para lo que vendrá!” (Buenos Aires, abril 2008)

Y pues, eso ya llegó bajo la forma de esta marejada imparable que ha comenzado en la ECF pero que implica a todas las Escuelas de la AMP.

1. La política de la enunciación, o hacer de la enunciación una política
La política de la enunciación es una enorme y eficaz aplanadora de las jerarquías, en especial si estas se encuentran un poco rígidas en sus lugares institucionales y en especial si esa enunciación se autoriza en la relación que cada uno tiene con el inconciente, con el de cada uno, claro. Frente a eso que nos determina, nadie puede erigirse en un “maestro” (en el sentido que el término tiene en español). Pero sí puede hacer valer el saber-verdad que ha obtenido hasta allí de la experiencia del análisis. Y también puede hacer ver adonde se está respecto de su formación analítica. Eso es algo de lo que la Escuela debería tomar nota, poner a prueba y sancionar oportunamente. Es lo que entendí, como se lo dije en un mail unos días después, en la Jornada de Noviembre, respecto de esa frase de Lacan: “no hay formación analítica, hay formaciones del inconciente”.

La fórmula “todos analizantes” puede leerse: todos iguales frente a la experiencia del inconciente y de lo real. Desde allí hablamos, los practicantes, los AME, los AE y los “recién llegados”. Es un hecho que abre un campo nuevo, que renueva las cosas, que sacude las generaciones, y es saludable que eso no recaiga solo en los AE.

¡¡Bienvenido sea!! No estamos exentos de los problemas demográficos y por otra parte el tiempo es real. Aunque se sabe que la solución nunca ha estado en la juventud, eso ha traído también figuras colectivas macabras. Solo el talento da alguna esperanza. Pero al talento hay que hacerle lugar.

Eric, en su texto El pase-deseo, señala que ahora puede ser que una generación ya no piense que por su jerarquía no puede hacer el pase”. Pues yo mismo, y no debo ser el único, me presenté al pase formando parte de la “jerarquía”. Recuerdo muy bien cuando fui a decirle que me iba presentar al dispositivo y ud. un tanto “grave” (según mi óptica de las cosas en ese instante”) me dijo:

- Nunca un Secretario de la AMP hizo el Pase

- ¿Y? , le dije un tanto molesto y sin entender el problema que ud. señalaba. ¿Acaso eso me lo impide?

- No, me contestó ud., pero eso es nuevo.

2. El pase síntoma y el elemento Omega
El Pase mismo ha sido, desde su invención por Lacan, una política de la enunciación. Lo fue en una época en la que los semblantes institucionales eran mucho más firmes que ahora. Y como creo que es por ahí, por donde ud. quiere volver a vitalizar el Psicoanálisis puro dentro de la Escuela, es que comparto su entusiasmo, aunque no sepa bien adonde vamos.

En cuanto a los testimonios, los que he escuchado desde noviembre, (y que alarman a algunos porque diluirían el pase como tal), creo que con al menos una excepción, son variantes de cómo alguien puede mostrar, en un punto de su análisis, como él entiende que se ha enredado con la verdad. Pero eso no es lo mismo que lo que ocurre en el Pase, donde, para citarlo a ud. mismo en su curso “El lugar y el lazo”, uno debe demostrar “como se sacó de encima sus amores con la verdad”. Por otra parte el pase consiste en demostrar la lógica de una separación, no la lógica de la propia alienación al inconciente.

Pero hay algo que tienen en común, que es mostrar como la experiencia analítica nos atraviesa. Atraviesa nuestras vidas. Cuando di mi primer testimonio, en un momento no muy sencillo en la EOL respecto del pase, pensé que lo que verdaderamente quería era decirle a mi comunidad que lo que hacemos en la práctica, que la experiencia que atravesamos, que nuestra orientación en el psicoanálisis, valía la pena. Quizás algo de esa enunciación hice pasar allí.

Por otra parte, además de los testimonios, las nominaciones de AE tienen aún otro valor que el de la transmisión. La nominación de un AE, tienen el valor interpretativo de recordarle a las Escuelas su inconsistencia. Nos recuerdan a todos, no solo que hay un agujero en el saber, sino que hay un elemento, Omega, que forma parte pero que es heterogéneo al conjunto.

La Escuela debe vivir con eso, pero ¿quiere hacerlo? A veces si, a veces no.

3. Y mientras tanto, que ha sucedido en la EOL?
Puede el Pase dejar de ser un problema? Y si dejara de serlo, si fuera muy satisfactorio ¿no sería eso su domesticación?

En la EOL, en los últimos cinco años hemos pasado por varias intensas tormentas alrededor del Pase. Dos crisis graves, la primera en diciembre de 2004 llevó a la suspensión del pase. La segunda en diciembre de 2005, donde un grupo trató de apropiarse del dispositivo, puso a la Escuela al borde de una crisis terminal. Hubo, a partir de allí una época de desierto y silencio, se desplegó la deflación y el descrédito respecto al Pase. No solo del dispositivo y su credibilidad, sino del final del análisis como posible y del pase mismo como acontecimiento verificable. No tengo ninguna duda de que se esperaba, secretamente con alivio, que esa "incomodidad" que es el pase pasara al museo. Hubiera sido el fracaso de la EOL y el triunfo de la endogamia grupal que es el nombre de nuestra “psicología de las masas”, contra la que el Pase ha sido una dosis de heterogeneidad necesaria, es decir sintomática, para que la Escuela sea una Escuela. Solo en Julio de 2006 y luego de una nueva nominación, el Delegado general comienza a gestionar la reposición del dispositivo.

Aunque hasta ese momento no se encontraba la manera de encauzar las cosas, el deseo estaba ahí. Volver de ese páramo no fue sencillo, requirió de la apuesta y de la sensatez de muchos y puso a prueba la relación de cada uno con el Psicoanálisis y con la Escuela. La EOL se movió, tuvo respuestas. Y cuando eso se despertó nuevamente algo, la Escuela misma estuvo dispuesta a vérselas y a acoger de nuevo esa experiencia, alrededor de la que hubo un reordenamiento. Desde 2007, con un nuevo reglamento y la constitución de un cartel que resultó confiable para el conjunto de la Escuela, se inició otro movimiento. La perspectiva de la AMP y de la Escuela Una estuvo allí siempre presente durante las crisis y después. Con Graciela primero y luego con la intervención de Eric, en cada paso que se dio para poner las cosas otra vez en funcionamiento. Su inclusión en ese cartel fue fundamental.

En los últimos dos años el secretariado del pase de la EOL recibió 26 pedidos de pase y hubo 3 nominaciones. ¿Es poco? ¿Es mucho? ¿Cómo se evalúa eso?

Esos 26 son quienes han corrido el riesgo, poniendo en juego todo lo que sus propios análisis les han aportado. Hayan pasado o no han contribuido a construir una experiencia colectiva incomparable. Es lo que tenemos en pleno funcionamiento. Un nuevo reglamento para el período 10-12 está en elaboración y la Escuela ha recibido con entusiasmo las últimas nominaciones.

Por su parte, el cartel del pase ha escuchado a suficientes pasantes como para poder tener un panorama de la orientación actual de los análisis, trasmitida por quienes habiendo o no “pasado”, han dicho lo que consideran esencial sobre el curso de sus análisis, sobre lo que consideran el final, o sobre lo que entienden que han obtenido de ese final. El Informe que el cartel tiene en elaboración tratará de dar cuenta de eso.

¿Es que le cuento maravillas de la EOL? De ninguna manera, sé muy bien que la EOL puede ser el infierno y que sus ronquidos a veces resuenan en el Rio de la Plata, pero respecto al pase está dispuesta a despertarse rápidamente. Cuente con eso.

¿Hemos llegado alguna parte? Sí, pero nada está asegurado.

4. Interrogar a los analistas
Creo que un debate sobre una reformulación del Pase, debe incluir la interrogación sobre los análisis mismos, sobre la orientación y la concepción que hoy tenemos del final del análisis, y en qué esta concepción se ha ido modificando a medida que hemos ido pasando del atravesamiento del fantasma al sinthome.

Hay que interrogar en que por ejemplo la transferencia no se constituye en un obstáculo para la salida del análisis. Un obstáculo puesto por el analista, no por el analizante. Ud. mismo planteó esto en su intervención en Roma al citar el final del seminario X, donde Lacan advierte –¿a quien sino a los analistas?– que los analizantes no son sus obras.

La reconfiguración del pase requiere la libido, que se ha puesto a fluir intensamente otra vez, pero también requiere actualizar la clínica del final del análisis e interrogar a los analistas mismos en su relación al agujero en el saber. En suma, como Lacan lo indica, interrogar si son capaces de “perder allí su agalma”.

Querido Jacques-Alain le hago llegar también mi afecto.

Mar de las Pampas, 12 de enero de 2010.