22 de Agosto de 2013 | 21:00 hs.
Noche del Comité de Acción de la Escuela Una
Tercera Noche de trabajo hacia el IX Congreso de la AMP
Reseña de Kuky Mildner Transcripción de la nocheTercera Noche del Comité de Acción de la Escuela Una.-2013
Silvia Salman[1]: En esta ocasión el tema de trabajo será "El final del análisis y su relación con el Un real".
En la conferencia que presenta el próximo Congreso, J.-A. Miller se refiere a ese "pobre real" que transmiten los testimonios del pase. Ellos reducen el relato de la experiencia analítica a un núcleo, a un trozo de real que expresa el puro encuentro con lalengua y sus efectos de goce en el cuerpo.
¿Podremos decir que allí se encuentra su real, el de cada uno? Cada autor bordea el tema a su manera.
Participarán en esta noche de trabajo Mauricio Tarrab, Florencia Dassen y Angélica Marchesini, autores de tres textos del Scilicet que giran alrededor de este eje.
Oscar Zack, Kuky Mildiner y Celeste Viñal comentarán los textos para entrar en debate con ellos y con el público. Se contará también con la participación especial de Oscar Ventura, miembro de la elp y amp, quien estuvo a cargo de animar esta noche y mantuvo la interlocución con los autores y los invitados para explorar, interrogar y conversar sobre lo que ellos pueden esclarecer acerca del tema de nuestro próximo Congreso.
Oscar Ventura: Buenas noches. En primer lugar agradezco la invitación de estar nuevamente en la eol, que para mí es un placer y me siento contento cada vez que estoy acá. Cada vez que vengo es un lugar de enseñanza, aprendo y sin duda me resulta sumamente familiar, en el buen sentido de la cosa familiar, esa en la que uno se siente cercano y distante al mismo tiempo.
Cuando me invitaron a intervenir junto a ustedes en esta mesa en el contexto de la preparación del ix Congreso de la amp, o más concretamente en el contexto de la Escuela Una, de animar esta conversación sobre lo real y el fin del análisis, pensé fundamentalmente en el enorme esfuerzo que toda la comunidad de la amp viene realizando tratando de cernir eso que junto con Lacan llamamos Un real. Un real para cada uno, a cada uno el suyo. Y justamente me hago eco de este esfuerzo que hacemos por hacer transmisible a un conjunto amplio aquello que pertenece a la singularidad más radical de cada uno. Pensé también que todo este trabajo hace serie, y eso es efectivamente lo que logramos de un modo extraño, sin duda, que lo real sea la brújula que hace existir la lógica del final de análisis, y que eso no quede en la intimidad de quien lo experimenta, sino que eso pase, que eso sea parte fundamental de la manera en que sostenemos el psicoanálisis de la orientación lacaniana en el siglo xxi. Mantener lo real en este lugar es mantener una Escuela de analizantes. Creo que esto es lo apasionante de la cuestión.
Ya tenemos toda una literatura reciente para París en abril próximo que se puede consultar. Está el texto de Jacques-Alain Miller, el que cierra nuestro último Congreso y dispara el siguiente. Tenemos a esta altura también cuatro números del What´s up, con textos de Guy Briole, Miquel Bassols[2]- :"sobre la ciencia y psicoanálisis" en el que vale la pena detenerse -, un texto de Leonardo Gorostiza que tomaré más adelante, también Pierre Naveau,[3] con otro texto sobre el deseo del analista que toca un punto crucial; el de estudiar qué perspectiva para el deseo del analista a partir de las coordenadas por las que hoy atraviesa la civilización. En todas las escuelas en este momento estamos tratando de orientarnos hacia París.
Yo pensaba empezar puntuando algunas referencias del último Congreso; siempre es más cómodo hablar de lo simbólico a pesar de su decadencia. Hablar de lo real es un poco más complejo, pues se trata de lo que no está atravesado por el significante. Aquello que solo se puede medio-decir.
Me oriento para introducir el tema, para presentar la mesa, en las últimas conversaciones de la ebp en Brasil y en el texto de Leonardo Gorostiza, Una anfibología de lo real,[4] porque creo que la buena pregunta no es pensar qué es lo real, sino más bien poder pensar aquellas vías que testimonian de las respuestas de lo real en el sujeto. No hay un universal de lo real como lo hay en lo simbólico. Hay respuestas que uno encuentra en el devenir de la experiencia, y hay un real específico del psicoanálisis, pero, ¿cómo lo podemos establecer? Concierne a una sustancia que no puede ser nominada, concierne a aquello con lo que se define el campo lacaniano: la sustancia gozante. A partir de esto podemos orientarnos sobre qué tratamiento darle a esa sustancia que no tiene ninguna posibilidad de lectura que sea atravesada por el orden del significante, que queda por fuera del orden de lo simbólico, pero con la paradoja de que su cernimiento está supeditado al campo del lenguaje.
A partir de esto se abre un debate intenso, paradójico sin duda, con el cual convivimos. Por decir así, estamos articulados con dos inconscientes, uno transferencial y el otro real. Y en este sentido podríamos pensar hasta qué punto este inconsciente transferencial, que es tan conocido para nosotros, es tan cómodo para nosotros y tan operativo para poder usar, para poder seguir teniendo cierta eficacia – todavía- respecto a las direcciones de la cura.
Hasta qué punto -cabe preguntarse- una clínica que se orienta por la fuga del sentido, tiende a abolirlo. Hasta qué punto podríamos pensar que la vía del inconsciente real va a en detrimento del inconsciente transferencial, que enuncia una relativización de la eficacia de lo simbólico.
Esto implicaría un movimiento mayor en nuestra praxis, el de pensar en un tipo de acto analítico diferente, ya que nosotros, como nos orientamos siempre, lo hacemos a partir de pensar el acto analítico con todos los recursos simbólicos que tenemos: la interpretación, la puntuación, la escansión, el relato, y la construcción del Edipo como tal.
El desplazamiento hacia el inconsciente real abre la posibilidad de una metamorfosis del acto analítico. Me pregunto entonces, y lanzo esta pregunta: ¿De qué naturaleza sería el acto puesto en juego? ¿Y hasta qué punto podemos abolir de una forma demasiado directa el campo del sentido y de la significación.? Los tres textos que hoy tenemos para conversar siguen un eje de articulación que tiene que ver con esto. El sentido tiene un lugar privilegiado, y testimonian de una clínica que se orienta justamente por la abolición misma del sentido, es decir, en función de un acto que tiene la característica de desalojar de la escena clínica la inercia de goce fijada en significantes. Aspira a un acto analítico que tiene otra trascendencia, y que se materializa en un efecto concreto sobre aquello que no se puede decir, sobre lo que va más allá de cualquier tipo de interpretación o de verdad formalizada.
En este sentido, la pregunta general que en primer término me planteo es esta: ¿Qué destino para el inconsciente transferencial cuando estamos hablando de una clínica del inconsciente real? ¿Qué destino para el relato? Hay una serie de paradojas que se abren a partir de esto; nos encontremos en la clínica contemporánea con sujetos que llegan con una demanda casi sin relato, con un pedido de recetas, de manual de instrucciones, donde más bien lo que corresponde es forzar un relato, inaugurar un discurso. Y al mismo tiempo estamos advertidos de los límites de ese relato. Es la modulación que se mueve en este campo, que implica los dos inconscientes donde se pueden pensar formas del acto que por una parte no obvian el relato necesario, y que al mismo tiempo revelan sus límites. La partida se juega en las coordenadas de un tiempo lógico. Lo que impide cualquier tipo de cronología.
No debemos olvidar que tenemos una clínica de la contemporaneidad donde hay la mostración de un goce sin relato. Hay que hacer hablar, y si hay que hacer hablar hay que hacer pasar las cosas por el inconsciente transferencial, y si hay que hacerlas pasarlas por el inconsciente transferencial, hay que usar los recursos simbólicos que tenemos para poder mantener una eficacia sobre los actos que, en la tradición del psicoanálisis, han tenido una eficacia terapéutica. Es sobre este telón de fondo que pienso que podemos ajustar las cosas para dar una emergencia posible a todo lo que del sujeto se presenta como intratable. Comenzamos.
"Parlêtre",[5] de Florencia Dassen
Comentario: Kuky Mildiner
El texto de Florencia Dassen parte de la definición de parlêtre de la conferencia "Joyce el síntoma": "parlêtre es la expresión que utiliza Lacan para sustituir el inconsciente freudiano. El hombre tiene un cuerpo o sea que habla con su cuerpo, parlêtre, por naturaleza". Esto anuncia un "salto de sentido". Entiendo que al hablar de un salto de sentido, Florencia se refiere a que parlêtre es un término que traumatiza, que agujerea el discurso analítico mismo, dando lugar a una pragmática innovada.
Ese salto que hace diferencia entre decir que "el hombre habla con las palabras" y decir que "habla con su cuerpo".
"Hablar con el cuerpo" pondrá énfasis en el tener un cuerpo. Y sostendrá allí aquello del goce que no pasa por el lenguaje, que no se deja tomar por la prohibición, planteado en términos de más allá del Edipo; goce femenino, acontecimiento de cuerpo.
Desde allí, el modo de abordar el tema propuesto para esta noche, "El final del análisis y su relación con el un real", por el texto de Florencia, se puede ubicar en la siguiente dirección, a saber (cito): "Ceñir el núcleo traumático para cada parlêtre es extirparlo del sentido de la historia, de todo hecho biográfico, empírico, semántico, para devolverle su naturaleza". Me parece original esto de "devolverle su naturaleza".[6]
¿Cuál naturaleza? La describe como un topos, un espacio del parlêtre que supone un dejarse hacer por la palabra tomada en su corporeidad. La huella de la letra en el fuera de sentido y sus ecos. "Dejarse hacer por ellos", dice. Entiendo que interpreta el "parlêtre por naturaleza", como un espacio anterior que le es devuelto por el análisis, en el que emerge una vez que se despeja el camino que lo dejaba hundido. ¿Se trata de una naturaleza anterior? ¿Quizás de la recuperación de la contingencia?
Entonces, ese pobre real, ese trozo asistemático en tanto que separado del saber ficcional, supone el cercamiento del trauma inédito, y lo llamamos sinthome. Es lo que se produce cuando uno se acerca a "lo que no cesa de no escribirse" En el Seminario 23[7] Lacan nombra a lo real como su síntoma. Lacan responde sintomáticamente con su real para salir del régimen freudiano de la verdad, planteando un fuera de sentido, no enlazado a nada, separado de todo, sin leyes, que condensa el hecho puro del traumatismo.[8]
Me gustó lo que sobre el final del escrito, Florencia propone como una pragmática del psicoanálisis en detrimento de lo trascendental de la estructura, llamando "acontecimiento pulsional" (en cursiva, sin comillas) al tropiezo con lo que no se deja apresar por el lenguaje, pero existe: lo real de la vida.
Me parece que ese tropiezo no tiene que ver con aquellos tropiezos del orden simbólico, las palabras que se escapan del discurso, sino con la "une-bévue", la una-equivocación, la invención de un significante, como Lacan lo ubicará en el Seminario 24.[9] Allí dice que quizás sería fecundo inventar un significante nuevo. Esto es, servirse de una palabra para otro uso que aquel para el cual está hecha. Uno la retuerce un poco, y es en ese retorcimiento que reside su efecto operatorio.
Es en ese sentido que no hay el pretendido núcleo traumático como verdad al final del camino. Sino, solo el aprendizaje que el sujeto ha sufrido de una lengua entre otras, en la esperanza de aferrarse a ella, lo que equivoca con hacer real (Seminario 24). Hay una insondable decisión del ser en el tiempo en que se inaugura un programa de goce, en que se aprende la lengua de la respuesta sintomática.
Y finalmente el equívoco, aferrarse a la lengua –hacer real de donde se revela que el trauma de la lengua sobre el cuerpo no es un significante que se agarra, es más bien el hecho de que hubo de entrada la falta del significante que se necesitaba.[10] Donde la torsión de la palabra hace real (faire reel), trozo de real, pobre, fecundo. La fecundidad de inventar un significante nuevo.
Oscar Ventura: Gracias Kuky por el comentario del texto de Florencia, hay un recorte que yo hice del mismo, la pregunta misma que ella se hace: ¿Qué destino para aquello del goce que no pasa por el lenguaje, que tampoco se deja tomar por la prohibición? Hay una respuesta rápida: es el destino que cada uno le puede dar a eso. Pero Florencia responde de un modo muy concreto, da una respuesta directa sobre la cuestión en ese ir más allá, y "ese más allá es tocar el goce femenino", así tal cual lo dice, y efectivamente es una orientación para pensar la cosa, porque el goce femenino es una de las fórmulas más privilegiadas para pensar lo real, porque no tiene ningún tipo de representación posible, es algo que está fuera de cualquier tipo de significación y atañe tanto a los hombres como a las mujeres. En lo que respecta al goce femenino, no tiene que ver exclusivamente con lo femenino, es el encuentro del hombre y la mujer con eso
Esto me hacía pensar en la última clínica de Freud y la última clínica de Lacan. Había sin duda una dilución del tiempo en la última clínica de Lacan, la que él practicaba, con respecto al acto analítico. Todos sabemos por los testimonios con que contamos, en qué consistía la última clínica de Lacan: en esa reducción absoluta del tiempo. Hay muchas interpretaciones sobre esto. Pero efectivamente la cosa apuntaba a conjugar lo brevísimo del tiempo con que lo que Lacan escuchaba. Demostraba de una manera radical el goce inútil de hablar de más. Y tenemos también testimonios de la última clínica de Freud. Me acordaba del texto de Paul Roazen: Cómo trabajaba Freud, donde hay un testimonio de un acto de Freud que no es indiferente para nosotros. Es la parte del libro en la que se relata el testimonio del análisis con Freud de Alice Strachey; tanto ella como James viajaban a Viena y vivieron allí largas temporadas para analizarse con Freud. Está el relato en primera persona de la primera sesión de Alice con Freud, que cuando entró al consultorio no hablaba, y se ve que no le venían las palabras, y Freud le dice lo siguiente: "Mire Alice, yo sé que usted tiene una madre y un padre, así que podemos adelantar las cosas".
¨Existencia",[11] de Angélica Marchesini
Comentario de Celeste Viñal
En un esfuerzo admirable de síntesis, Angélica Marchesini articula en este texto las relaciones del concepto de existencia con el corpus que le da su entidad diferencial hacia la última enseñanza de Lacan. Ella nos ofrece un extracto, la concentración máxima de un largo recorrido que por conciso no pierde propiedad alguna.
La existencia en sí misma es un tema de reflexión que tiene raíces lejanas en la historia, un tema privilegiado para la filosofía desde sus inicios. Se lo toma por un término sincategoremático, esto es, un elemento lingüístico que no tiene significado propio, lo adquiere relacionado a otros términos.
Si hacemos un ejercicio de lectura del texto, sirviéndonos de esta clave medieval, nos vamos a encontrar con la necesidad de diferenciar, en primer lugar, existencia de ser.
Nos puede parecer evidente que estos dos términos estén disyuntos, pero se requiere de un amplio recorrido para que pueda ser bien argumentado.
La existencia no se asegura para Lacan –a diferencia de la ontología– a partir de la predicación, de imputarle un ser a algo a través de sus atributos. El ser quedará vinculado al sentido y en tanto tal, al campo del Otro (que no existe, pero es).
Por estas cuestiones es que Lacan dirá en el Seminario 21 que su concepto de ser hablante es un pleonasmo. Es redundante ya que "…no hay ser sino por hablar. Si no hubiera el verbo ser, no habría ser en absoluto". El ser, decíamos, queda del lado del registro del sentido, del esencialismo, del Otro al que permanentemente el hablante hace referencia y –literalmente– se lo confunde con la referencia, es más, el neurótico lo considera la referencia misma.
En tanto la existencia, inesencial, va a recaer del lado del registro de lo real. Porque será a partir de conceptualizar ese ser ligado al Otro –pero que revela su inexistencia– que se podrá plantear que Hay Uno. Se trata entonces de una inexistencia que funda una existencia.
De esa inexistencia será correlato el estatuto de lo real en la última enseñanza, como lo real sin ley. "Tal como él lo concibe, para que pueda decirse que hay real, es necesario que haya una demostración fundada sobre la inexistencia, allí el análisis termina: siempre es imposible demostrar la existencia de la relación sexual, de manera que lo que existe es una demostración de la imposibilidad. El sin ley de lo real es una referencia al real de la no relación sexual. Cada uno se hace de lo real una idea propia y distinta…".[12]
Lo real que es sin ley es aquel de la conjunción entre significante y goce. Efectivamente, hacia el fin del análisis esto se pondrá en total evidencia. Cuando el síntoma ya fue interpretado y permitió atravesar el fantasma, cuando el sujeto se confronta a la verdadera revelación ontológica que es la del des-ser, cuando ese síntoma ha devenido sinthome, no será sino acompañado por una positividad del goce que insiste, que existe y que fijará esa existencia.
Hay Uno es considerar el significante a partir de lo real. El sinthoma necesitará en el dispositivo del pase demostrar su lógica de sinsentido, a partir de operar en el campo del lenguaje vaciado o al menos suficientemente a resguardo de la significación. Alejado completamente de las sensibilidades inefables en las que nos hunde el ser, el pase permitirá extraer lo que –para cada uno– se demuestre como ese singular modo en que se zafó de un enredo con pretensiones de destino y qué le ha quedado como saldo.
Embrollo en el que quedó tomado cuando una primera contingencia marcó su cuerpo con el paso del significante. El llamado acontecimiento de cuerpo, esa irrupción de un goce inolvidable, al que se le adicionó –para completar el trance– una segunda contingencia, que fue la significación que le atribuyó a aquello y que organizó su vida. El encuentro azaroso que verifica esa conjunción entre significante y goce de la que hablábamos.
Un real singular, una esquirla extraída de la demostración de la inexistencia de una ley que regule la relación entre los sexos. Un real impar, inigualable, delimitado como tal por el esclarecimiento del propio imposible y del modo de goce con que se acompaña, será el saldo magníficamente modesto que podemos esperar cuando el análisis haya llegado lo suficientemente lejos.
Oscar Ventura: Hay que agradecer a Celeste y a Angélica también sus textos, que hay que leer. Difícil de comentar el texto de Angélica más allá de lo que Celeste nos transmite, porque es un texto de una densidad impresionante y un poder de síntesis sobre dos conceptos mayores de la filosofía: el ser y la existencia, conceptos que Lacan toma en diversos lugares de su enseñanza. Angélica tiene la virtud de haber producido una reducción, un esclarecimiento sobre esto en 7500 caracteres, y eso es saber reducir el discurso. De todos modos, voy a rescatar un fragmento del texto de Angélica que es un punto en el que culmina un poco el recorrido, a partir de la inexistencia del Otro, que de alguna manera, sobre esa inexistencia del Otro, lo que deviene es la ex-sistencia de lo Uno. Hay de lo Uno fuera del Otro, y esto efectivamente en el desarrollo del texto de Angélica se ve perfectamente.
El acto analítico deriva no en develamiento del sentido, no una interpretación, etc., sino que efectivamente es un punto de contingencia, y es ahí donde aparece el efecto sobre este hay de lo Uno, entre el Uno y la contingencia. Angélica lo dice ahora, literalmente, que es en este punto de existencia donde se juega el final del análisis, donde se atraviesa un límite, y una vez franqueado se despeja la existencia de un significante absolutamente fuera del Otro. Cuando hay este significante fuera del Otro, es eso lo que podemos nominar, con todo el peso epistémico que podemos darle a la cuestión, un valor de real.
"Inconsciente real",[13] de Mauricio Tarrab
Comentario de Oscar Zack
El texto en cuestión parte de un fundamento que atraviesa toda la enseñanza de Lacan, que es el de encontrar una seguridad sobre la que apoyar el acto analítico, seguridad que adquiere diversas perspectivas, según la época de su enseñanza a la que nos referimos.
Mauricio Tarrab sostiene que una seguridad ha quedado conmovida: estábamos seguros cuando estábamos en el inconsciente, cuando la práctica se orientaba por la brújula del Nombre del Padre y el sentido sexual, perspectiva que se extiende hasta los bordes donde naufraga el sentido. Es la certidumbre sostenida en el inconsciente freudiano (inconsciente-verdad) y el primer inconsciente lacaniano (inconsciente-saber).
A partir de la última enseñanza, esa seguridad se muestra insuficiente, y es necesario un nuevo concepto de inconsciente. Este nuevo concepto es el inconsciente real, que "incluye al ello freudiano",[14] concepto que nos provee una nueva seguridad.
De esta forma se produce un pasaje que va de la seguridad del sentido a la seguridad del fuera del sentido.
Este movimiento, promovido por Jacques-Alain Miller, ubica al psicoanálisis a la altura de la subjetividad de la época.
Hay así una nueva brújula que nos señala el norte y es también un punto arquimédico en que apoyar esta nueva seguridad.
¿Cuál es esta brújula?
"Cuando el esp de un laps…: el espacio de un lapsus, ya no tiene ningún alcance de sentido (o de interpretación), tan solo entonces puede uno estar seguro de que está en el inconsciente. Uno lo sabe, uno mismo". Y Lacan advierte: "Pero basta con que se le preste atención para que uno salga de él. No hay allí amistad alguna que ese inconsciente soporte".[15]
La puesta en valor de esta perspectiva es señalada por J.-A. Miller años antes,[16] pero aún sin extraer las consecuencias que encontramos, años más tarde, en el curso de 2006/2007.
Hay, en esta perspectiva, una reducción de los conceptos fundamentales, una reducción del síntoma, en la medida en que se lo considera un lazo que se sostiene a partir de la reconsideración del Nombre del Padre, haciendo de este un síntoma más.
En "la experiencia analizante y la práctica del analista –dice Tarrab– ese ya tiene el peso de la urgencia que hay en la demanda que da origen a un análisis, en ese estado ante del inconsciente".
Ergo, la experiencia analítica no puede prescindir del trabajo por las vueltas dichas; estas son necesarias para permitir la asunción de cierto desencanto en la búsqueda de un sentido, supuesto fin último, a partir de lo cual "la experiencia analítica se orienta hacia atrapar otra cosa".
El analista debe saber que el final de análisis no puede prescindir de conducir la cura hacia "...la captura en la repetición de un significante que no espera respuesta. Que no espera nada".
Es el cruce del límite de la primacía del desciframiento a la "una-equivocación que tiene en el horizonte el agujero y la contingencia del encuentro entre lalengua y el cuerpo".
Entonces "este inconsciente como real es análogo u homólogo al trauma";al trauma singular, al Un real. Para dar cuenta de ello, el recurso de Lacan es el de la escritura de los nudos: "el enunciado de lo real bajo esta forma tiene el valor de un traumatismo".[17]
El trauma es un hecho sin dicho, que genera un exceso de goce imposible de ser simbolizado, es un imposible de decir que revela una abrupta ruptura del sentido; toda ruptura del sentido, por razones de estructura, va hacia la búsqueda del sentido (la religión se nutre de esta lógica). Por ello, así lo entiendo, respecto al inconsciente real, "No hay allí amistad alguna que ese inconsciente soporte". Se trata de no consentir, al menos dentro del dispositivo analítico, a esa amistad (lazo entre el Uno y lo Otro), lazo entre "el efecto de goce, la letra y la escritura que están más cerca de circunscribir una singularidad" con el anhelo de revelar un sentido.
La experiencia de un análisis trata de atrapar un goce que manifiesta una discontinuidad en el discurso, una discontinuidad en el sentido, y expresa una satisfacción que pone en escena el afecto y el efecto del goce opaco en el cuerpo. Eso lo hace un acontecimiento de cuerpo.
Es la mutación del sujeto al parlêtre, que promueve una práctica orientada en la perspectiva del sinthome, que da consistencia a una satisfacción que funciona como la respuesta de lo que hay ante la pregunta por el ser.
Entre historia y satisfacción se instituye la disyunción entre el ser y la existencia.
Este sesgo, transmisible en algunos testimonios del pase, constata cómo lo obtenido en la experiencia analítica permite anudar lo que queda como resto del análisis, con la satisfacción posible para cada cual, en la perspectiva de la identificación al síntoma, en la perspectiva de un nuevo saber y hacer con el síntoma.
En el trabajo, inevitable, de las vueltas dichas, que va reduciendo el inconsciente transferencial y la envoltura formal del síntoma, también se va consintiendo al goce no negativizable, ubicando puntos de inflexión, momentos de pase en el análisis, que dejan marcas y dan la posibilidad de explorar sus trozos de real".
Concluyo: la práctica que abreva en la última enseñanza de Lacan posee, así lo entiendo hasta ahora, muchas sombras y algunas luces. Creo que la prudencia debe ser nuestra brújula, ya que no hay que olvidar que el acto analítico está siempre a merced del acting out.
Oscar Ventura: Este último comentario sobre la prudencia me parece interesante; no sé si han leído el texto de Pierre Naveau sobre el deseo del analista en el que hace un análisis bastante exhaustivo sobre el paciente de Kris, sobre el caso de los sesos frescos respecto al acting-out a la luz del inconsciente transferencial, texto que está en el What´s up 3.
Sigo un poco la lógica de Oscar Zack, la del acto analítico, y en este sentido, como siempre, la escritura de Mauricio Tarrab es de una claridad impresionante, se lee por sí mismo; voy a hacer un recorte de una del Seminario 23 que toma Mauricio: "Ese alborozo, el de Joyce, esto es lo único que podemos atrapar de su texto, ahí está el sinthoma"; pero ojo, nos dice también Mauricio, atrapar no es interpretar. Entonces, ¿qué es atrapar en la clínica?
Es decir, nosotros nos orientamos con la lógica de molestar la defensa, y molestar la defensa no es interpretar la represión, es un tipo de acto diferente, hay un cálculo, ¿hay algo en esta posibilidad de pensar modalidades distintas de intervención clínica? Voy a utilizar una palabra que va a traer controversias: las técnicas. Hay algo que ya no tiene que ver con interpretar, puntuar, sino más bien algo que se hace oír, que hace eco, es un eco que tiene efectos sin palabras. Me quería detener en este ¡ojo! que nos trae el texto de Mauricio, cuando dice que atrapar no es interpretar. Uno se inclinaría rápidamente a preguntarse, ¿Y cómo se atrapa?, ¿Qué es atrapar?, ¿Cuáles son los efectos de atrapamiento?
Nada de lo que estamos planteando esta noche lo podríamos sostener sin el telón de fondo del pase.
En nuestra orientación, en nuestras Escuelas, existe un dispositivo que nos permite pensar esto como en ningún otro lado, con la consistencia de este dispositivo. Y efectivamente uno puede pensar, o a veces hay comentarios en relación a los finales de análisis, que tienen que ver estrictamente con el pasaje de analizante a analista. Sí, efectivamente, el pase tiene que ver con eso. Pero también tiene que ver con una clínica mucho más general, porque la enseñanza de los ae no solo orienta y no solo precisa estos puntos privilegiados de la cura, que son los momentos de franqueamientos que se puedan ir produciendo en una cura. Pero esencialmente hay uno en el que nos detenemos con precisión, el de poder localizar ese momento de pase entre analizante y analista. Dar testimonio que eso ocurrió y cómo.
Pero el pase también orienta sobre una clínica más general, sobre la clínica de todos los días, es decir, da a pensar acerca de qué es una interrupción de análisis, qué es un final de análisis de alguien, por ejemplo, que no tiene nada que ver con el pase, con la Escuela o con el movimiento analítico. Cómo pensarlos, y efectivamente, vemos cómo una enseñanza se articula y actualiza en el tiempo. Hay las distintas generaciones de los ae y los distintos impasses que ha tenido el pase en la AMP, sus interrupciones, sus vueltas, sus retornos, incluso se podría ahora aprés-coup historizar esto; tenemos la época del atravesamiento del fantasma, y tenemos una época intermedia donde el concepto de identificación al síntoma mostró su pertinencia.
Posteriormente a la publicación del Seminario de Joyce y del curso Piezas sueltas, de J.-A. Miller, se ve una formalización de una salida por la vía del sinthoma que nos permite orientarnos no solo en el devenir de alguien que es analista, sino en la clínica más general; y creo que la enseñanza del pase está ligada a la transmisión en un sentido general de esta clínica. El llamado a la prudencia que nos hace Oscar Zack es algo que también yo pensaba, en el sentido de decir que hay que ir con pausa y con criterios bien definidos cuando avanzamos en la dirección de una dilución del inconsciente transferencial. Hay algo de esto en la contemporaneidad que nos hace pensar cierta metamorfosis en la clínica a la que estamos asistiendo, somos testigos. Nos corresponde leerlo a pesar de la vertiginosidad con que se presenta.
Angélica Marchesini: Agradezco la invitación a estas noches, y el comentario de mi trabajo. En relación a la pregunta sobre la diferencia entre el ser y la existencia, acuerdo en que el final del análisis corresponde al tema de la existencia. Lacan ubica al ser del lado del sentido, a diferencia de la filosofía existencialista. Para el existencialismo, primero existe el ser y luego se añaden los predicados a ese ser existente, todo aquello que se dice sobre él. Si bien Lacan toma como referencia el existencialismo es para alejarse de él. Para Lacan más bien es al revés, la existencia es un resultado al que se llega. Todo lo que se articula en el análisis, todas las vueltas de sentido a lo largo de la experiencia, todos aquellos significantes que nombrarían las experiencias de goce, las experiencias de cuerpo, se ubicarían del lado de la esencia. La existencia, en cambio, alude a un límite en esa serie de cadenas significantes, y refiere al final del análisis. Acerca de la referencia que nos acerca Florencia Dassen sobre el ser en el Seminario 20, que hay goce del ser, efectivamente Lacan dice esto. Pero agrega, y esto es importante, que es un ser sin real. El goce del ser es un ser sin real, es semblante, no entramos en el terreno de la existencia. Más adelante, en el Seminario 21 dice más, que no hay ser sino por hablar, es decir que esta característica, este atributo de hablar, sería lo opuesto de la escritura que estaría del lado de la existencia. Lo real se impone, no tiene esencia –lo dice en Joyce, el Sinthoma–, se impone por su existencia. En el texto me refiero a ese significante existente que está por fuera del Otro. Ex-sistencia, como Lacan lo escribe con un guión, quiere decir que está por fuera de y está desde antes, puesto que tiene estas dos características.
La idea es que se puede escribir algo de lo inescribible, algo que no estaba escrito en esa serie de cadenas, y esta operación tiene que ver con la contingencia, que a la vez que implica un límite, es un atravesamiento de un límite. Y una vez atravesado se llega a esta existencia de un significante por fuera del Otro. Silvia, cuando preguntabas acerca de atrapar un real, lo pienso del lado de la contingencia, no de la interpretación. Atrapar esa experiencia de goce innombrable con un significante de la existencia. La condición para que haya Un real, es la demostración fundada en una existencia; lo que existe precisamente es la demostración de esa imposibilidad; dice Lacan que lo imposible admite ser demostrado, a diferencia de la verdad. El desafío es que lo real se demuestre por vía de la verdad mentirosa, ese real que es diferente para cada quien. Ya en el Seminario 17 Lacan decía acerca de la impotencia de la verdad, e incluso así Miller tituló el capítulo: "La impotencia de la verdad", y al siguiente, "El poder de los imposibles". Lo imposible tiene un poder del que carece la verdad. Lo importante es demostrar por qué nunca se va a llegar al fin. Mediante un significante de la existencia, un S1 nuevo, pero también un S1 inherente a la cadena, producido por la experiencia misma. Para que haya real es necesaria una demostración fundada en la existencia, y finalmente esta demostración será una articulación significante demostrativa que desemboca en un límite. Recordaba el comentario de Eric Laurent sobre uno de los primeros testimonios de Leonardo Gorostiza, donde hablaba de aquel significante nuevo que diagonaliza a todos los otros de su historia, ese significante que aparece nombrando eso que no hay.
Florencia Dassen: Muchas gracias Kuky; tu comentario atrapó el hueso de lo que me propuse transmitir. El tema de la naturaleza del parlêtre es verdad que tiene su cuestión. En un diálogo previo a la noche de hoy con Silvia Ons, ella destacaba especialmente la dimensión del ser, y yo pongo el acento en la dimensión del existir, y esto se pone en relación con el trabajo de Angélica Marchesini. Es cierto que si se toma el parlêtre en Encore, allí Lacan destaca la dimensión del ser, incluso como ser de la significancia, incluso Lacan dice "hay goce del ser". En "Joyce el síntoma" , allí cuando Lacan sitúa lo que es lo joyceano de la pura relación del goce a lalengua dice que el parlêtre es el término que va a reemplazar al inconsciente. Y previamente dice: el S.K.Beau vive del ser, y ahí hay un equívoco homofónico en francés entre el "vivir del ser" y "vaciar el ser", y el ser preside, condiciona, el tener un cuerpo. Entonces hay una pata del parlêtre que está en el Otro como dimensión del ser, y de allí podemos tocar lo que es el ser como ser de goce, ser como ser del semblante, y el ser del que no nos podemos desprender, el sentido del ser cuyo único lugar es el de la palabra, no hay otro ser más que ser de palabra… Lo que me interesa marcar a partir del Seminario 23 y de "Joyce El síntoma", es que el parlêtre incluye el cuerpo, adquiere un volumen que viene a agregarse al sujeto supuesto; el sujeto de la palabra va unido a la idea del inconsciente transferencial, al orden de la suposición de sujeto. De la mano del parlêtre se trata de salir del orden de la suposición para pasar al orden de la existencia. Lacan pone en contacto en su última enseñanza el orden de lo simbólico con el cuerpo, y esto tiene como resultado un cuerpo como producto que se sostiene de las tres dimensiones. Vera Gorali lo dice muy bien en un trabajo que está en la última Colofón: "Un cuerpo que tiene la capacidad fónica de hablar y de gozar".
Luego de esta digresión sobre el ser y la existencia en torno al parlêtre, ahora sí voy a la pregunta que Kuky me formuló: si el espacio que le devuelve al analizante el análisis, como espacio de goce, como espacio del parlêtre, si eso sería un real. En un punto sí y en un punto no. Sí porque, si se pudo tocar en un análisis los restos fónicos fuera de sentido de la percusión de los significantes sobre el cuerpo, es haber llegado a una zona del goce sobre la que no hay relato posible; está el goce fragmentado, disperso, no puede decirse todo, no hay experiencia unificada de lo que es el goce allí. También está la zona de la inexistencia, como lo trae Angélica Marchesini, y con eso quiero decir goce femenino, que hace falta poder tocar lo que inexiste para poder tocar la existencia.
Y digo que no, porque no quiero hacer coincidir el espacio del parlêtre con Un real... Si ese espacio queda lo suficientemente subjetivado en lo delimitado para el parlêtre, de lo que implican los bordes del no-todo, el agujero y la delimitación de lo imposible, entonces ahí efectivamente hay una zona que sin duda es algo a lo que el analizado llegó a poder confrontarse: con aquello que se le opone siempre, que no va lograr apresar nunca, y ahí yo ubicaría saber hacer de Un real, un partenaire. Alcanzar a consentir sobre alguna forma de lo inaccesible, lo que fue para cada uno lo que no se deja apresar por el lenguaje, concierne al cuerpo, pero está fuera de él.
Te agradezco que hayas traído la referencia al seminario L´insu, lo que se deja leer, entrelíneas, sobrela resonancia. Me acuerdo de un texto de Eric Laurent que hablaba de la poética pulsional… Francis Ponge, de quien Lacan toma la resonancia, la réson, a su vez destaca la dimensión de lo oído, lo visto en su pura materialidad, y la significación, trípode que constituye a la palabra, tomando a la palabra con el mismo peso que la presencia de las cosas, ese mundo mudo… Habla de la sensibilidad con este mundo exterior, el de las cosas y otra sensibilidad con otro mundo totalmente dispar que es el mundo del lenguaje, bizarramente concreto y existente como las cosas, el mundo de las palabras. Propone trabajar con la palabra, como poeta, tratando de alcanzar la producción de un mundo propio de un texto que tenga el mismo peso que el de una cosa del mundo exterior. Para un analizado valdría la pena que en lo que dice esté incluido de tal modo que se pueda escuchar lo que Miller destaca en "Todo el mundo está loco" –texto que cita en su texto de orientación para el Congreso 2014–, la posición inaugural del analista como el lugar de la vociferación. Allí recupera el peso de la voz que se agrega a la palabra y que no puede ser sin un cuerpo, ese punto de conclusión en el que no hay nada que agregar al decir de "un hay" la corporeidad de la palabra, el peso de un decir.
Mauricio Tarrab: No tengo mucho que agregar. De alguna manera en los tres textos y en los comentarios de ustedes cuatro, resonaba el eje con el cual pensé el texto que escribí sobre inconsciente real. Los que hemos escrito para el Scilicet hemos pasado por la experiencia de recibir un mail escueto que, además de halagar a quien lo recibe, dice por ejemplo: Usted deberá escribir sobre inconsciente real. El momento es complicado hasta que uno se ubica, y en este caso para mí fue tratar de encontrar un eje con el que escribir un texto así de breve y que pretendiera ser leído.
Creo que los comentarios de ustedes llevan a la encrucijada con la que nos encontramos en la práctica, entre historia y satisfacción. Porque entre historia y satisfacción hay un espacio irreductible, y allí reside la problemática y la función del psicoanálisis mismo y de cómo el psicoanálisis se construyó como operación. En el ejemplo que daba Oscar Zack de esa primera entrevista freudiana, frente al mutismo de su paciente, Freud le dice algo así, imaginamos sus palabras, "yo sé que usted tiene un papá y una mamá". Con eso Freud tiende un puente entre satisfacción e historia, y a partir de ahí se construye un psicoanálisis. ¿Frente a esa misma escena hubiésemos podido decir "Alice, yo sé que usted goza"? Sí podríamos haberlo dicho, y seguramente Alice hablaría del papá y de la mamá. Ese es el problema que tenemos, que hay algo de la operación analítica que es ineludible, y la pregunta es cómo se hace para no pasar por ahí… a mi juicio no hay manera de no pasar por ahí. Lo cual no significa que no se pueda moderar la pasión del sentido. Hay una frase breve en el texto de Florencia Dassen que puedo usar para situar lo que digo: "El ser se alimenta de las palabras". Es exactamente eso, decirle a Alice hable es alimentar el ser, y la cuestión es que no hay manera de hacer emerger el hay sin alimentar el ser. Esa es la problemática que tenemos y Florencia lo decía al situar la vertiente poética de la palabra. La otra cuestión que tanto Oscar Zack como Oscar Ventura resaltaron respecto del tema del atrapar, lo hubiera escrito con más extensión si tuviese más claro que es atrapar. En su texto –como ven lo he leído con interés– Florencia Dassen formula la misma cuestión bajo la forma de una pregunta, dice: "¿Cómo hacer emergen el topos que fue tocado por lo hablado de las generaciones familiares?"; esa es la cuestión, hacerlo emerger de lo hablado de las generaciones familiares, pero allí tenemos de vuelta historia y satisfacción. Sin embrago ella avanza un paso más, "no ser más que un hecho de discurso que penetró en el cuerpo", y eso es sacarle la dimensión edípica. Pero toda la cuestión es ¿cómo se hace eso? ¿Cómo se llega allí sin imaginarizar lo real?. Me gustó encontrar esa precisión, porque sino muchas veces escuchamos formulaciones ideológicas, idealizantes, respecto de que hay que ir hacia lo real, y eso a veces puede ser desaconsejado.
Notas
- Textos desgrabados por Andrea V. Zelaya y revisados por los autores
- Bassols, M., En el psicoanálisis no hay saber en lo real, texto de orientación accesible en el sitio del ix Congreso de la amp.
- Naveau, P., "Deseo de analista", Revista Lacaniana de psicoanálisis N 16, Grama ediciones, Bs. As., 2014, p. 44
- Gorostiza, L., "Anfibologías de lo real", Revista Lacaniana de psicoanálisis N 16, Grama ediciones, Bs. As., 2014, p. 39
- Dassen, F., " Parlêtre" ,Scilicet, Un real para el siglo xxi, volumen del ix Congreso de la amp, Grama, Bs. As., 2014, p. 262.
- Dassen, F., op. cit., p. 263.
- Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, Paidós, Bs. As., 2006.
- Miller, J.-A., Piezas sueltas, clase 2, Paidós, Bs. As., 2013.
- Lacan, J., Seminario 24, L´insu que sait de l´une-bévue s´aile à mourre (1976-1977). Inédito.
- Laurent, E., Intervención en III Coloquio de la Orientación Lacaniana, Sutilezas analíticas, EOL-Grama ediciones, Bs. As., 2013.
- Marchesini, A., "Existencia", Scilicet, Un real para el Siglo XXI, volumen del ix Congreso de la amp, Grama, Bs. As., 2014, p. 141.
- Ibid, p.143.
- Tarrab, M. Scilicet, "Inconsciente real" Un real para el Siglo XXI, volumen del ix Congreso de la amp, Grama ediciones, Bs. As., 2014, p. 189.
- Miller, J.-A., ¨El ser y el Uno¨, (curso 2011 ), clase del 25-5-2011, inédito.
- Lacan, J., "Prefacio a la Edición inglesa del Seminario 11", en Otros escritos, Paidós, Bs. As., 2012.
- Miller, J.-A., "Descubrimiento y práctica analítica", en Revista Freudiana N° 22, Barcelona, 1998.
- Miller, J.-A., "EL ESP DE UN LAPS",El ultimísimo Lacan, Paidós, Bs. As., 2013, p. 11.
Volver a la Noche: Noche del Comité de Acción de la Escuela Una
|
|
|