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NOCHES EN LA ESCUELA
Directorio
 

23 de Mayo de 2012 | 21:00 hs.
Primera noche: "La clínica no es el Psicoanálisis"


Reseña de Paula Gil
Graciela González Horowitz

Reseña de la Noche del Directorio del 23 de mayo de 2012

Presentaron: Fabián Naparstek, Marina Recalde y Diana Wolodarsky
Animaron: Paula Kalfus y Patricia Moraga
Coordinación: Daniel Millas

En el comienzo Daniel Millas nos orienta respecto del título de esta Noche del Directorio: “La clínica no es el psicoanálisis”, articulándolo a la perspectiva de trabajo sobre el tema de las próximas Jornadas Anuales de la EOL: “La clínica de lo singular frente a la epidemia de las clasificaciones”. En este contexto realiza un breve recorrido en el que se vislumbran los siguientes ejes:
-El sinthome como fuera de sentido; dicho concepto se presenta borrando la diferencia entre síntoma y fantasma. Elaboración que lleva a J.-A. Miller a plantear, en su curso “El lugar y el lazo”, que entre psicoanálisis aplicado y psicoanálisis puro la diferencia se vuelve “inesencial”. Sin embargo en “Sutileza analíticas” esta perspectiva va a ser cuestionada.
-El síntoma ligado fundamentalmente a la problemática de lo singular. Esto permite orientarnos en la diferencia entre el psicoanálisis y la psicoterapia e interrogar a las clasificaciones en la clínica actual.

Marina Recalde toma de Sutilezas Analíticas la indicación de J.-A. Miller: hacer de la clínica una práctica “a dejar atrás”, pues es presentada como un arte clasificatorio. Destaca la articulación entre singularidad y sinthome, pues es en el horizonte del sinthome que el psicoanálisis encuentra su despegue de la clínica. Lo singular orientará en el desciframiento del síntoma. La perspectiva del sinthome implica esa singularidad y por ende la desaparición de las categorías en pos del uno por uno.
En cuanto al final del análisis, acentúa que será necesario sumar al atravesamiento del fantasma un paso más: la identificación al resto pulsional, incurable. Se pasa -continúa Marina Recalde- del atravesamiento al sinthome, con sus dos caras: lo singular que no cambia y el saber hacer frente a la contingencia. Hace, en este punto, un delicioso aporte, una carta de Freud a Fliess, donde puede leerse el reconocimiento freudiano de un resto que subsiste a los síntomas, luego de concluidos los tratamientos.
Resume su exposición diciendo que si la clínica no es el psicoanálisis, no lo es en el punto en que la clínica implica la clasificación de fenómenos. El sinthome queda, desde esta perspectiva, lógicamente excluido de la clínica. Evidencia en su conclusión que será el sinthome el que ponga sobre el tapete el modo en que la “chifladura” de cada quien es inclasificable.

Siguiendo el mismo texto de Miller, Diana Wolodasrky, señala que si la clínica consiste en el arte de clasificar, conviene ceder la clínica a las clasificaciones, en tanto ésta procura operar desde la consistencia del Otro del saber absoluto; siendo que, para el psicoanálisis, en el lugar del saber prevalecen: el goce, el objeto y lo real.
Cita a Miller para decir que lo propio de la operación analítica es “conducir a un sujeto a los elementos absolutos de su existencia contingente”. Y añade la importancia de separar el significante de la pulsión, la cual permitirá el pasaje del objeto como tapón al lugar de causa. El psicoanálisis es operar con el “desapego” de un saber absoluto, para practicar la reversión lógica del A al a.
Propone una vuelta al texto “El ruiseñor de Lacan” para demostrar cómo, ya en ese entonces, Miller nos advertía sobre no aplastar al sujeto con las clasificaciones y la necesidad de “separar el caso de la regla”.
El sinthome, en palabras de D. Wolodarsky, es un concepto clínico que guía al sujeto hacia la articulación entre el significante y la contingencia que fundó lalengua,permitiendo al síntoma del final un funcionamiento práctico.
Finaliza su exposición afirmando que la frase “la clínica no es el psicoanálisis” apunta a preservar la dimensión de hiancia entre teoría y práctica, a fin de ubicar qué enseña cada caso. No se trata, dice, de un adiós a la cínica sino, otro modo de concebirla.

“Todombre tiene derecho a ese síntoma” es la frase de Lacan (en Joyce el síntoma II) con la que Fabián Naparstek introduce su exposición. El derecho al síntoma, dice, supone la más radical diferencia de un individuo con otro. En esta perspectiva, cita a Miller en Sutilezas Analíticas: “el psicoanálisis promueve el derecho de uno solo”. El “derecho al síntoma” -revela Fabián N.- implica en la práctica analítica ir derecho al síntoma, apuntar a eso desde el inicio.
La clínica por el contrario, en su empuje a la clasificación universalizante, se contrapone al derecho al síntoma singular. F. Naparstek nos recuerda el concepto lacaniano “clinicar”. La pragmática del clinicar, propia del psicoanálisis, es: hacer decir algo que toque lo real.
Captura de Sutilezas…, la conexión entre lo singular y el sinthome al fin del análisis: ambos se emparentan con lo irreductible, lo no susceptible de retransformación. Desde esta perspectiva, enfatiza, lo singular aparece como impasse y no como solución. Impasse en el que se despeja el ‘soy eso’. Fabián señala con precisión que una vez que en un análisis, se pudo situar lo que hay -en tanto fracasa - se puede hacer algo.

Conversación
En la conversación participaron numerosos colegas cuyas intervenciones fueron de una riqueza imposible de transmitir en su totalidad.
Los trabajos despertaron preguntas y comentarios que fueron revelando ejes de trabajo:

  • El concepto de “lo que escapa a la lógica” es retomado para decir que, por un lado, lo singular es un concepto lógico, pero el acceso a lo singular hace a la formación del analista y se presenta como lo que escapa a la lógica misma.
  • Se sitúa como problema la articulación de lo heterogéneo que lleva a repensar el interrogante que se hace Lacan: ¿de qué modo vive el sujeto la pulsión una vez atravesado el fantasma? Y también: ¿qué es un analista en la clínica del sinthome?
  • Se retoma la fórmula “ir derecho al síntoma” para resaltar el recorrido que va del Otro al “a”, y se sugiere agregarle, a dicho recorrido, el sinthome al final. Se ponen en tensión el atravesamiento del fantasma para que la pulsión se “sinthomatice”, y la formulación “ir derecho al sinthome”.
  • A partir de este punto se interroga la clínica de la psicosis y la relación con el atravesamiento del fantasma.
  • Se pone en cuestión lo que no cambia y lo imposible de curar. En la práctica analítica se trataría de prescindir del tipo clínico a condición de servirse de él.
  • Se acentúa a incidencia de la práctica y la singularidad de cada época y su articulación a lo particular, lo universal, lo singular.
  • Surge entonces la pregunta: ¿Cómo pensar la teoría psicoanalítica sin entrar al orden clasificatorio?
  • Se ubica que “clinicar” es transformar en síntoma algo que aparentemente no lo es. Se trata de que alguien tenga un síntoma y el analista tiene una incidencia decisiva respecto de ese tener.
  • En relación a lo terapéutico y la clasificación surge la inquietud respecto de los efectos terapéuticos, así como también la preocupación de considerar lo que cada sujeto pueda soportar del empuje a la verdad. En este sentido, es imposible no tomar en cuenta las clasificaciones.
  • Se toma la perspectiva del sinthome y lo singular como aquello que introduce una nueva dialéctica que rompe con la ilusión terapéutica del psicoanálisis.
  • Se plantea que el psicoanálisis es una práctica y no una ciencia, ya que sería una imposibilidad lógica pensar una ciencia de lo singular; se trata de una práctica de lo singular. Se define muy atinadamente al sinthome como la “huella digital del goce”, aquello que hace que un sujeto tenga su máxima singularidad.
  • Se señala que el curso de J.-A. Miller Sutilezas Analíticas prepara, mediante su elaboración, el abordaje posterior de la cuestión del ser y la ex-sistencia.
  • Surge también, en relación a los restos sintomáticos, la referencia a la Carta 52 de Freud para ubicar el estatuto de la letra en la vertiente de la fijación. Como en los sueños, letra que no quiere decir nada a nadie.
  • Se recuerda que Miller plantea que los AE vuelven al análisis por una cuestión cuantitativa, que concierne al empuje pulsional. Se pone en juego en relación al sinthome esa cantidad que no tiene solución.
  • Concluyendo el encuentro, Adriana Testa formula la pertinencia de esta noche en relación a las próximas Jornadas Anuales de la EOL ya que el tema trabajado en esta noche está en consonancia con la discusión sostenida en el Consejo para la elección del título de las próximas Jornadas Anuales.
    Por un lado, Miller asesta un golpe al término “clínica” al decir: “dejémosle eso al DSM”. Por otro lado, éste es un momento en el que asistimos a una devastación de la clínica clásica, la misma que Lacan retoma, al inicio y al final mismo de su enseñanza. Por lo tanto, dice A. Testa: “Tal como hemos escuchado, este tema ya está aquí siendo tratado. Por lo cual, podemos considerar a estas Noches como preparatorias de las Jornadas Anuales”.
  • La noche se cierra a partir de ubicar lo que se desprende de la conversación.
    D. Millas recorta entonces la problemática que se presenta: pensar al sinthome no sólo en relación al final del análisis, sino también como una perspectiva que opera en los diferentes momentos de un análisis, incluso desde el inicio mismo de los tratamientos. A partir de esta cuestión central, se desprenden dos preguntas fundamentales: ¿qué decimos cuando decimos sinthome? y ¿qué sería la interpretación desde la perspectiva del sinthome?
    Estos temas serán retomados en la próxima Noche del Directorio.

Como ustedes podrán ver, esta primera Noche del Directorio aún deja resonar la causa… podemos realmente decir que hemos asistido a una “noche de estreno”.


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