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AGENDA
14 de Mayo de 2020 | 20:00 hs.

Noche del Consejo
"La Escuela en los tiempos de la pandemia"
NOCHES CONSEJO
14 de Mayo de 2020
20:00 hs.

Invitados: Irene Kuperwajs, Eugenia Molina y Fernando Vitale.
Coordina: Daniel Millas

Actividad para miembros y adherentes de la Escuela, asociados y participantes de las Secciones.

La Escuela en los tiempos de la Pandemia
Daniel Millas

Buenas noches. Es un gusto poder encontrarnos nuevamente para conversar en una noche del Consejo. Indudablemente las circunstancias que estamos viviendo nos han cambiado muchas cosas. Nuestro cotidiano estilo de vida, nuestra práctica en los consultorios y también nuestra relación con la Escuela. Por ese motivo quiero comenzar por ponerlos al tanto de las iniciativas que fuimos tomando desde el momento en que debido a la pandemia generada por el COVID 19 tuvimos que suspender las actividades y los proyectos en los que veníamos trabajando, que estaban determinados temporalmente por un antes y un después del Congreso de la AMP.

Entre otras actividades, teníamos ya agendada para esta misma fecha la primera Noche del Consejo. Claro que no habíamos imaginado que este sería el tema que iba a convocarnos ni mucho menos la forma en que la llevaríamos adelante.

Unos días antes, habíamos encontrado en el significante "TraumaƩ" el título de las próximas Jornadas Nacionales de la EOL. Pensamos que la elección de ese tema nos permitiría continuar avanzando con las elaboraciones surgidas en el Congreso de la AMP. Podríamos indagar sus implicaciones con la práctica analítica y ponerlo en tensión con las respuestas actuales provenientes de diferentes discursos.  Tampoco podíamos imaginar de qué modo este tema retornaría instalándose en el centro de la realidad colectiva.

La pandemia fue el acontecimiento imprevisto que nos obligó a cambiar nuestros planes, siendo necesario avenirnos a las difíciles condiciones que se nos presentaron.

El jueves 12 de marzo, una semana antes que el gobierno nacional decretara el aislamiento obligatorio en todo el país, decidimos la suspensión de las actividades y el cierre de la sede de la Escuela.

Tanto en el Consejo como en el Directorio continuamos con nuestras respectivas reuniones por video conferencia enteramente abocados a pensar cómo responder a esta nueva situación.

Ante la declaración de la emergencia sanitaria, desde la Red de la EOL realizamos una oferta de atención gratuita online, especialmente dirigida a los trabajadores que prestan servicios en salud.

Por otra parte, también estuve en contacto con los presidentes de APSA, APA y APDEBA con quienes compartimos la idea de brindar nuestra cooperación a las autoridades sanitarias.

De esta manera, y ante los pedidos de numerosos miembros que sin estar en la Red querían colaborar con las autoridades sanitarias, hicimos una convocatoria para desempeñar tareas de contención y asistencia telefónica gratuita a personas afectadas por el aislamiento obligatorio en todo el país. Se confeccionó entonces un listado con los colegas inscriptos, que pusimos a disposición de la Dirección Nacional de Salud Mental.

También mantuve un intercambio con Angelina Harari, Presidenta de la AMP, para ponerla al tanto de las iniciativas que fuimos tomando, quien a su vez nos brindó un panorama sobre la situación de las otras escuelas de la AMP.

Como ya lo habrán apreciado están en marcha las publicaciones digitales. La semana pasada el Directorio lanzó el Boletín "Discontinuidad" y este martes salió un número especial de Virtualia.

Y aquí estamos hoy reunidos por Zoom, convocados a esta conversación de un modo muy diferente al habitual. De un modo que nos recuerda todas las cosas a las que debimos renunciar por esta realidad compleja que nos toca transitar. Lo hacemos entonces sobre un fondo de pérdida pero que lejos de dejarnos en una suspensión paralizante, nos ha convocado a inventar las maneras de revitalizar nuestra transferencia de trabajo

Esta noche es la primera actividad del año y a partir de lo que se desprenda de nuestro intercambio, veremos cuál es la mejor manera de continuar. Pero ya estamos en condiciones de hacer algunos anuncios.

Las Jornadas Nacionales de la EOL estaban previstas para el 27 y 28 de noviembre en el hotel Panamericano, pero sabemos que mientras no se cuente con una vacuna los grandes eventos presenciales no estarán autorizados o será muy poco conveniente realizarlos. Por este motivo, en el Consejo, luego de darnos un tiempo para evaluar las condiciones que se fueron presentando tomamos la decisión de cancelar su realización. Sin embargo, vamos a proponer llevar adelante un trabajo en la Escuela sobre el título elegido para las jornadas. TraumaƩ, es un tema que se nos presenta con una acuciante actualidad. Iremos buscando alternativas que nos permitan hacerlo tanto por medios escritos como virtuales.

Hace dos semanas invitamos a nuestra reunión del Consejo a las Consejeras de la AMP, Silvia Baudini, Silvia Salman y Silvia Tendlarz. Con ellas consideramos la importancia de relanzar un trabajo en la Escuela sobre el tema del Congreso de la AMP. Como es sabido el Congreso fue reprogramado para realizarse del 14 al 18 de diciembre.  El 26 de abril Angelina Harari, anunció en un comunicado, que si no están dadas las condiciones sanitarias se buscará otro momento, pero que el Congreso no será cancelado.

"El sueño. Su Uso y su Interpretación en la Cura Lacaniana." es una convocatoria que pone un fuerte acento en la práctica analítica.

En ese sentido tenemos mucho para volver a pensar porque las condiciones de nuestra práctica han sido afectadas en esta situación de aislamiento. Primero interrumpida, luego se fue retomando de manera virtual o telefónica.

Esta coyuntura nos ha llevado a implementar una práctica online como el único medio de poder sostener los análisis en curso. Pero sería prematuro concluir que a partir de ahora la practica analítica ha cambiado definitivamente. Se abre en cambio para nosotros un tiempo en el que tendremos que elaborar y extraer consecuencias de esta experiencia que estamos realizando, que sin duda nos dejará un importante saldo de saber. Pero estamos ahora en tiempo de comprender. Se abren nuevos interrogantes que la temática del Congreso nos permite poner a trabajar.

¿Cómo pensar la interpretación analítica sin la presencia corporal del analista?  ¿Cómo inciden en los sueños los cambios forzados por los efectos de la pandemia? ¿Qué usos podemos hacer de ellos en estas nuevas condiciones en las que transcurren los análisis? 

De manera que, siguiendo la invitación que Angelina Harari nos realiza en su texto aparecido en el Rebus 24, [1]  vamos a relanzar el tema del Congreso a la luz de los acontecimientos que estamos atravesando. Del mismo modo que con las jornadas, vamos a inventar dispositivos de trabajo y desde ya, serán bienvenidas las propuestas que nos hagan llegar para llevar adelante esta tarea.

Lo haremos en función de nuestro trabajo de Escuela, pero también sumándonos a la elaboración puesta en marcha en otras las escuelas de la AMP. Vamos a hacerlo contando ya con la perspectiva de un nuevo encuentro con los colegas de diferentes países y lenguas con quienes hacemos existir la Escuela Una.

Buscaremos entonces a pesar de la adversidad que atravesamos, de cumplir con la finalidad de la Escuela, que nos es otra que la formación de analistas. Lo que implica considerar cómo responder a los acontecimientos que nos determinan en el tiempo que vivimos.

Con este marco entonces doy comienzo a la Conversación. Contamos con tres intervenciones, en la que cada uno de los invitados, desde el lugar y la función que ocupa, acentuará un punto que nos sirva para conversar sobre los diferentes aspectos que conciernen a la relación con la Escuela en los tiempos de la pandemia.


Hacer Zoom
Irene Kuperwajs

Quiero agradecer profundamente al Consejo por hacer posible esta noche en medio de de este horror colosal llamado Covid19.

Retomar la palabra en la Escuela, atravesada por esta pandemia planetaria y afectada por el encuentro con este real tan perturbador, es para mí revitalizante. En el instante del llamado de Daniel sentí que me volvió el alma al cuerpo, ¡el goce no miente!

Confieso que había imaginado hablar como AE en un Congreso…pero esto…nunca.

El virus que primero vimos por TV pasó a tener rostros y nombres familiares.

En ese tránsito transformé cierta angustia en una angustia productiva.

La primera sesión en cuarentena con M, de 6 años, fue por videollamada. Hace aparecer en mi pantalla su cabeza en los pies y los pies en la cabeza. Le digo: El mundo está al revés!. "Turbulencia!" exclama desparramada en su cama.

En el "Hacer zoom" se condensa mi respuesta sinthomática a la convocatoria para hoy, al ras de una experiencia en curso, desde ya una muy diferente a la de mi análisis.

"Zoom" es una palabra de origen inglés que alude a un teleobjetivo especial que tiene una distancia focal ajustable. Este elemento, en otras palabras, permite acercar o alejar la imagen, mantenerla enfocada según su avance o retroceso. No figura en el diccionario.

Por ejemplo el zoom de una cámara de fotos permite tomar imágenes a diferentes distancias sin desplazarse, agrandarlas o achicarlas. Me enteré que existe el zoom 2x, el superzoom, el power zoom, hasta hay una canción de Soda llamada así. Por último, Zoom es esta plataforma virtual que nos permite conversar hoy. "Estamos zoomeando" me dijo ayer una amiga. Distanciados, sin desplazar nuestros cuerpos, nos acerca con la imagen…y también con la voz. En esta experiencia no hay el encuentro material de los cuerpos de carne y hueso, no obstante implica un "estar" que nos atrapa.

En el "Hacer Zoom" ubico un hacer ligado a una "experiencia" compartida y a la vez para cada uno. Respuesta ante lo real no necesariamente ligada a un hacer maníaco o super yoico.

Se inscribe también para mí en un "hacer foco", cuestión que en estos tiempos me fue bastante difícil lograr. El "fuera de foco" me invadía en el momento de sentarme a escribir o al pensar en el difuso e incierto porvenir.

Me interesa destacar de esta experiencia que es ajustable, variable y está articulada a una erótica del tiempo y del espacio. Lacan nos enseña que el espacio implica al tiempo, y el tiempo no es quizás otra cosa que "una sucesión de instantes de tirón"[1]. Un tiempo que tironea con el objeto a.

La pandemia nos impuso un stop. Un paréntesis en las rotativas, en la aceleración en la que acostumbramos vivir. Y un encierro forzado. El tiempo parece tener otra dimensión, sin cortes, desorienta nuestra percepción, el mes pasó a tener 80 días.

La ruptura de nuestros hábitos y rutinas, la sensación de angustia, alteran la relación que tenemos de nuestro cuerpo con el goce. Estar encerrados genera un nuevo orden-desorden a ese nivel. El encierro protector se convierte para algunos en insoportable. No desplazamos nuestros cuerpos, no viajamos, pero si migra y viaja el virus amenazante al igual que el goce que busca a donde alojarse.

Y encima nuestros cuerpos se visten ahora con una estética ligada a la salud: los "barbijos". Tantos años para lograr hablar y ¡me vienen a querer tapar la boca con eso!

Hago Zoom en lo que transmití en varios testimonios, la pregnancia que tuvieron en mi caso la oralidad y la voz.

Un recuerdo infantil hipernítido me conecta con un barbijo muy antiguo, la mascarilla para anestesiarme que el cirujano puso sobre mi boca y mi nariz para extraer mis amígdalas. Como analizante nunca tuve la experiencia de sesiones virtuales o por teléfono pero en uno de mis sueños que bordean lo real la analista aparece con un grabador para obtener una "prueba de voz". El inconsciente exige que vaya más allá, que corte y opere cual cirujana para lograr su extracción.

"Elevar el psicoanálisis a la dignidad de la cirujía"[2] decía Lacan.

El inconsciente me enseñó que para atrapar la dimensión de la voz no basta con un grabador. En mi caso, me encuentro al final con la ausencia sorpresiva del cuerpo de la analista en el consultorio y luego con una voz de trueno encarnada que resuena en mi cuerpo. La "presencia" del analista convoca en la experiencia lo pulsional, la realidad sexual del inconsciente, y encarna lo no simbolizable del goce del analizante. Pone en juego incluso su propio goce, porta su cuerpo.

Si hacemos zoom en nuestra práctica nos encontramos hoy con una reconfiguración inédita en la que convertimos a ciertos gadgets en herramientas para sostener los análisis. Comparto la pregunta por el cuerpo y la presencia del analista en esta experiencia. No se trata de una ausencia del cuerpo sino de la no materialidad del mismo. Implica otro estatuto de la presencia que se manifiesta por la voz o por la mirada mediatizada a través del teléfono o de una pantalla.

Presencia soportada, en cada caso, desde un lugar particular. Conviene en esta contingencia darle todo su peso a esta cuestion. Miller nos orientó, dijo lugar y lazo. "El analista es un lugar y en ese lugar se establece un lazo."[3]

El discurso del analista propone al analista en el lugar del semblante de objeto, analista instrumento que se deja usar en la transferencia para hacerse partenaire del analizante, cortar, suturar. Y en todo caso desde ese lugar habremos de pensar como mantener cierto vacío para hacer resonar en el cuerpo otra cosa que el sentido. No hay standard, solo algunos principios. En definitiva se trata de montar un discurso en el que los semblantes intenten atrapar un real.Tendremos que investigar las consecuencias que tiene en la práctica pensar el deseo del analista como un deseo encarnado, vivo, con las marcas de goce de cada quien, más allá de la presencia material de los cuerpos y atravesados por este nuevo lugar y lazo con la tecnología. Por suerte, también hay lugar para la sorpresa. Es el olvido de la clínica, de lo ya sabido, lo que funda la operación analítica y me posibilita en este nuevo escenario inventar cómo sostener el acto analitico lo mejor posible. El problema, es que tengo una sensación de miembro fantasma en mi oído y los pequeños auriculares forman parte de mi oreja. Aún cuando me los saco, por un largo tiempo siento su presencia. Pongo el foco un instante en una experiencia ligada al hospital en el que trabajo hace años porque me confrontó con un uso muy diferente de la voz. A la vez que había que "sacar el cuerpo" y mantener la famosa "distancia social" me encontré con la paradoja de tener que "poner el cuerpo". El problema no era atender pacientes de manera virtual si no responder a la burocracia estatal que decidió enviaría a los profesionales de salud mental a los hoteles a donde estaban aislados los potenciales infectados. Poner el cuerpo implicaba responder a la llamada del que quisiera hablar con un psi pero desde un teléfono en el lobby para seguir un protocolo. Sabemos que las buenas intenciones a veces pueden resultar las peores. Las políticas en salud muestran sus fallas, el discurso médico absorbe incluso lo particular de la salud mental que no lograba diferenciarse. En la urgencia por responder forcluían la palabra de quienes diferíamos con esta medida. ¿Es que la voz en el telefono tenía que estar localizada en el lobby? El imposible con el que nos encontramos los analistas que trabajamos en instituciones públicas venía de la mano del control que ejerce el amo, del "orden público", en un momento de absoluto descontrol.Un amo que protegía a la población a la vez que dejaba a los profesionales de salud sumidos en la desprotección y paradójicamente, sin voz.

Hacer Escuela

Hoy nos encontramos también con lo que "no se sabe" de la Pandemia y sus efectos subjetivos. No se sabe cuando terminará, ni si el lazo entre nosotros cambiará. No se sabe sobre los efectos de nuestras intervenciones mediatizadas o cómo la tecnología seguirá incidiendo en las formas del lazo social. A nuestro agujero central, "no se sabe qué es un analista", le sumamos estos nuevos.

Estamos en un tiempo para comprender, de espera, incierto, para tomar en cuenta el movimiento de los otros.Tiempo arrinconado, tiempo que se hurta.[4]

¿Cómo habitar la Escuela sin nuestros hábitos? Somos troumains, no lo olvidemos. Y por más que busquemos la recuperación, hay pérdida, también para la Escuela herida. El tiempo de hoy produce un espacio vacío y es a partir de esta ausencia que generamos otras presencias. No obturemos rápidamente estos agujeros, practiquemos la incompletud para así hacerla productiva. Hacer Escuela, es hacer de ella un sujeto barrado y es hacer la experiencia de bordear el agujero.

La Escuela se basa sobre el discurso analítico y se sostiene de la presencia física de los cuerpos pero también de algo que va más allá, lo vemos en la experiencia de la Escuela Una. La transferencia de trabajo tiene un lugar de causa para habitar la Escuela y nos permite enlazar nuestra "dispersión descabalada". Continuamos solos, pero no en soledad, hay la dignidad de lo que se hace juntos.

En un momento de pesimismo agudo, mientras que su Escuela suspendía el procedimiento del pase Lacan profetiza que llegaría el día en que el psicoanálisis se rendiría frente a los impasses de la civilización. Esto recordaba Miller con la apuesta de la política lacaniana y el título: "Cómo se deviene psicoanalista en los inicios del siglo XXI"[5] en 2008. Devenir analista…distinguido del ser. Agrego, también del ser uno con la pantalla.

Rechazar la identificación y no masificarnos en la respuesta a esta pandemia, "tanto en el pánico o en el entusiasmo, como en la rutina o la sorpresa", puede abrir un vacío para alojar lo nuevo. Operamos como analistas por la via de de lo singular y pretendemos un psicoanálisis que no sea una terapéutica como las demás. Deseamos una Escuela viva que le de cabida a la contingencia.

Lapso. Silencio. Prudencia. Pero también palabras. Celebro los excelentes textos y palabras de muchos colegas. No me imagino una escuela de miembros fantasmas. El inconsciente está ahí para leerlo, ¡seguimos soñando aún!

En mi ultimo testimonio me referí a que "El deseo del analista se sostiene en mi caso de ese nuevo arreglo entre el cuerpo y la voz… y ese nuevo hablar está anudado...también al deseo de Escuela"[6].

Este nuevo real me reconectó con la angustia pero también con mi sinthome. El "hablar con la voz suelta" continúa el tratamiento de lo real y me permite seguir trabajando mi dimensión sinthomática en el lazo a la Escuela.

Advierto cuando deseo hablar pero también cuando deseo callar, y me encontré con otros silencios, con voz de miedo o de incertidumbre, o el silencio ensordecedor de las ciudad vacía. Silencios que decidí respetar.

Consentir a lo contingente posibilita el saber hacer, y es la voz del deseo la que empuja hacia la invención, sin garantía.

Corresponde a cada uno reinventar el psicoanalisis, sin dogmatismos.

Tal vez haya nuevos encuentros entre los dispersos descabalados que habitan nuestra Escuela en soledad, por Zoom, Jitsi, smartphones…o por el antiguo teléfono fijo.

Tal vez hagamos una Escuela-no toda e inventemos lazos que sigan produciendo acontecimientos de Escuela sin quedar absorbidos por el nuevo mercado virtual global. Hacer Escuela y saber hacer con este nuevo Real.

Pongamos el foco en la orientación por el goce y lo real, no nos desenfoquemos de la política del síntoma.

Por último, Zoom se escribe con Z, ya lo agregué a mi lista de las tres Z/Z/Z/ del sueño final. La Z incansable sigue escribiendo el silencio de mi voz sostenida hoy del coronado deseo vivo con el cual vuelvo a habitar la Escuela.

 

NOTAS

  1. Lacan J., "El seminario 21: Les non dupes-errent", 11 de diciembre de 1973, inédito
  2. Lacan J., "El seminario 25: Momento de concluir, clase 11 de abril 1978, inédito
  3. Miller J-., El lugar y el Lazo, Ed.Paidós, BsAs, 2013, p.15
  4. Miller J-A.,Los Usos del lapso, Ed.Paidós, BsAs, p.346
  5. Miller J-A., Intervención publicada en La lettre mensuelle n´´ 279, en junio de 2009, Boletín mensual de la ECF
  6. Kuperwajs I., "Huellas", Testimonio presentado en las Jornadas EOL 2019.

La responsabilidad del analista
Eugenia Molina

La cuestión del tiempo y el cuerpo me han capturado desde el inicio de la pandemia, y especialmente desde que comenzamos a vivir esa extraña experiencia llamada aislamiento.

Por un lado, la idea de cuerpos que ya no se mueven como antes, en eso que llamábamos la vida corriente, que corren el riesgo de enfermarse por la expansión de un contagio loco que muta rápidamente. Y por otra parte, el tiempo que ya no ordena la vida de los sujetos, que parece mucho y de pronto es nada. Ambos producen afectaciones en la vida de los seres hablantes, y la vida en la Escuela no queda por fuera de tales efectos.

Los tiempos en plural y el cuerpo en singular
Tomar el título de esta noche: La Escuela en los tiempos de la pandemia, me llevó al primer capítulo del curso de J.-A. M. "Todo el mundo es loco" titulado Los tiempos que corren. Allí ubica una particularidad del uso del plural al hablar de tiempo [1]. Precisa que en francés la expresión: los tiempos que corren, dicho en presente, sitúa una cierta opacidad de ese presente, que se torna casi tan opaco como el pasado más remoto. Señalando algo lejano, que no se sabe bien qué es, una dimensión en la que no logramos ubicarnos. El tiempo siempre difícil de asir, de captar como instante, se oscurece un poco más en estos tiempos que corren, y que, como hemos leído en M. H. Brousse[2]: al haber precipitado un real que se impuso aboliendo el instante de ver, produce una prolongación sostenida del tiempo de comprender.

Por otra parte, J. Lacan nos hace notar enfáticamente en su Seminario 23[3], que la relación que un hombre tiene con su cuerpo - lo dice en singular- depende de que puede decir que tiene un cuerpo, que lo posea como a un mueble.

La relación de cada parlêtre a su cuerpo es singular, tanto como el goce que ha podido inscribir en él localizando un circuito, y esa marca indeleble no es tan fácil de manejar en ningún caso, algo que se ve nuevamente interpelado ante la extrañeza de no poder desplazarse, no poder encontrarse con otro cuerpo.

La marea borrosa e incierta de los tiempos de la pandemia, atraviesa la relación de cada uno con ese cuerpo que le es propio y hay efectos.

En los tiempos que llamábamos normales, quienes estamos hoy cada uno frente a su pantalla, nos dirigíamos a las noches de la Escuela, llenábamos las salas, nos dábamos besos y abrazos, llegábamos muy tarde a casa después de las noches, nos quedábamos toda una semana en un hotel trabajando en un congreso; nos quejábamos también de no tener tiempo, de andar a las corridas. Los cuerpos allí, interactuando y el tiempo que dedicábamos con gusto, aunque con alguna queja, se mixturaban de una manera que hasta parecía natural.… que lejano parece todo eso!

La Escuela hoy
En su texto "Soñemos un poco"[4], Laurent Dupont señala algo que me hizo resonar las piezas sueltas que acabo de exponer, con la vida en la Escuela:

No, no sabemos de qué está hecho el mañana, pero sabemos que cada uno va a seguir soñando, produciendo síntomas, gozando, deseando, teniendo lapsus, actos fallidos, teniendo certezas, dudas, rumiando, maldiciendo, estando enfermo de su pensamiento, poniendo en cuestión al amo, haciendo llamados al padre, al Otro que no existe, en resumen delirando.

Sitúa a continuación, que contamos con una orientación que es el psicoanálisis de Freud y Lacan que nos enseñaron a interpretar el momento actual, y la orientación lacaniana de J.-A. Miller que ubica la brújula en la subversión del psicoanálisis.

¿Qué sería lo subversivo hoy y cómo hacerle la contra a lo real?, es la pregunta que logro articular a partir de localizar que la Escuela en tanto sujeto, también ha tropezado con algo.

J. Lacan fue contundente al depositar su atención y preocupación por la situación del psicoanálisis ante el desbocamiento de lo real ligado al discurso de la ciencia, en distintos momentos de su enseñanza (pienso especialmente en "La Tercera"). Sin embargo, ¿imaginamos este escenario alguna vez, por fuera de un episodio de Black Mirror?

Si tomamos la vertiente del tiempo, ese real sin ley y sin sentido con el que nos topamos de golpe, nos llama a un movimiento de desaceleración, de dosificación no sólo en la interpretación de este gran S1 que es el Covid 19 y lo que provoca en el mundo, sino y especialmente a ubicar cuál es la posición y la función del discurso analítico hoy.

Pero además la Escuela, no es algo abstracto, la conformamos cada uno de los miembros que coloca en ese lugar central y vacío, lo más singular de su síntoma, que no es sin el lazo al otro, eso que llamamos affectio societatis. Ese banquete de los analistas hoy se ha visto conmovido, nuestros lugares de encuentro se han transformado, se han visto afectadas muchas actividades y ha sido necesario poner en pausa primero, y luego ralentizar nuestro vertiginoso ritmo de trabajo. Interpretar los tiempos que corren, hoy nos requiere tomarnos el tiempo… más que otras veces.

La responsabilidad del analista
Los psicoanalistas necesitan un enclave. Lo que Lacan llamó escuela, es un enclave, tiene sus propias leyes, distintas de las del resto de la sociedad
. [5]

Ese lugar inserto en un territorio, pero con características propias que lo distinguen, especialmente en lo que hacen a su política, es el cabo que me atrevo a tomar para intentar acercarme a la pregunta que me causa: ¿Qué sería lo subversivo hoy?

Hacerle la contra a este real es contando con la Escuela, con la responsabilidad que cada analista sabe que tiene en tanto portador del discurso analítico.

Nuestro tiempo de comprender, es con la Escuela, sabiendo que colocamos allí nuestro rasgo, esa marca singular que hace que no haya el analista, sino uno por uno, cada uno con la creencia en su síntoma.

Continuar en ese esfuerzo de pensamiento ante el tropiezo, no nos impide dar lugar a pequeñas, modestas invenciones – que nos son conclusivas- simplemente son lo posible hoy, y evaluaremos sus efectos a posteriori.

Cuando J.-A. Miller habla de la responsabilidad del analista[6], lo ubica en la experiencia analítica: el analista es quien enseña la regla de la asociación libre al paciente, determinando así su lugar, y agrega que el discurso analítico es el único que sabe y se hace responsable de los efectos que produce.

Me parece un momento clave, para estar muy concernidos de esa responsabilidad analítica, para no obturar la pregunta que hace que el psicoanálisis siga siendo subversivo. Sin concluir demasiado rápido en grandes soluciones, pero sin desconocer la formación que dispensamos.

Dimensionar el valor de la Escuela como enclave, me parece una vía posible para seguir pensando.

NOTAS

  1. Miller, J.-A. Todo el mundo es loco. Bs. As. Paidós,2015, p.24
  2. Brousse, M.H. Los tiempos del virus. Lacan Quotidien N°876
  3. Lacan,J. Seminario 23 El Sinthome, Bs. As. Paidós 2005, p.151
  4. Dupont, L. Rebus N° 24
  5. Miller, J.-A. Sutilezas analíticas. Bs. As. Paidos, p.19
  6. Miller, J.-A. Todo el mundo es loco, Bs. As. Paidós 2015, p.220

La Escuela, el sueño y el sínthoma
Fernando Vitale

La perspectiva que elegí para la Conversación organizada por el Consejo bajo el título de "La Escuela en los tiempos de la pandemia", se me presentó a partir de los últimos acontecimientos surgidos en el seno de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

El 26 de abril, la presidenta de la AMP Angelina Harari publicó un comunicado en el cual subraya en primer lugar su particular interés en seguir los modos en que se va desarrollando la vida asociativa de cada una de las Escuelas en este momento de crisis brutal ligado a la pandemia causada por el coronavirus. Luego nos recuerda el lugar fundamental que tienen cada uno de nuestros Congresos para justamente dar sostén a la vida asociativa de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y afirma entonces que la necesidad de esos encuentros, está inscripta en el corazón mismo del lazo social que constituye la Escuela de Lacan tal como Miller ya lo había vislumbrado en Caracas en 1980.

Es en función de ello que reafirma la convicción de que el Congreso que iba a realizarse en abril no solo no se anula, sino que -aunque no sea posible dar hoy al respecto más precisiones- la voluntad de llevarlo a cabo sigue intacta.

El viernes 8 de mayo por su parte, asistimos al relanzamiento del Rebús -el News del Congreso- que en este numero 24 publica dos nuevos textos de orientación, uno de Laurent Dupont-presidente actual de la ECF- que tiene por titulo "Soñemos un poco" y otro de la propia Angelina Harari que tiene por titulo "Seguir soñando aun". No solo encontramos en esos textos la afirmación de que el sueño sigue siendo hoy como siempre un tema de actualidad candente para nosotros, sino que, de lo que se trata, es de hacer que las cuestiones que "El sueño, su interpretación y su uso en la cura Lacaniana" nos plantean, una brújula fundamental para orientarnos justamente hoy en estos tiempos de crisis.

No puedo dejar de admitir que lo primero que sentí fue un intenso efecto de perplejidad: ¿Volver al sueño frente a la pesadilla que estamos viviendo?, ¿No se trataría en cambio de despertar un poco en vez de seguir soñando?

Sin embargo, lo que pensé después es que por algo el News se llama Rebús y por lo tanto hay allí escondido un acertijo a descifrar.

Voy a hablar entonces de lo que pude extraer leyendo con detenimiento cada uno de los textos y en qué pienso que podemos encontrar allí puntos de referencia para orientar nuestro trabajo y dar sostén así a la vida asociativa de la comunidad de la que formamos parte.

Como siempre, de lo que se trata para nosotros de poner al trabajo es el de una falta de saber que es lo que causa nuestro deseo por el estudio de las cuestiones que nos plantea tanto la práctica como la enseñanza misma del psicoanálisis.

Dividí mi exposición en tres puntos:

1. La contradicción del Uno
L. Dupont comienza por plantear que a ese real que hoy nos afecta bajo el nombre de coronavirus, habría que comenzar por intentar no compararlo y no dejarse llevar por ese reflejo tan humano que conduce a hacerlo entrar en una cadena de relaciones que puede dejarnos absorbidos en una producción incesante de sentidos y verdades ciertamente contradictorias, que nunca harán más que taponar justamente lo más real y singular de aquello contra lo cual nos hemos chocado.

El pequeño inconveniente, es que desde que el coronavirus hizo su aparición en nuestras vidas, una de las cosas que se nos dio por hacer a los psicoanalistas, es intentar reflexionar y producir textos respecto a lo real de un acontecimiento que indudablemente da que hablar, empezando por el propio L. Dupont.

¿En que quedamos entonces?

¿Será acaso que la única respuesta digna frente a lo real sería el silencio? Personalmente -al menos como respuesta valida para todos los casos- no lo pienso, pero fundamentalmente por una razón y es que como sabemos, nunca podemos a priori estar seguros de los sentidos que un silencio tal podría vehiculizar.

Dicho esto, eso no quiere decir en absoluto que no crea que aquello a lo que apunta L. Dupont sea algo absolutamente pertinente y crucial, pero dar cuenta de ello requiere de nuestra parte un trabajo de elaboración.

La decisión de no comparar implica una toma de posición ética que hace a la posición del analista frente a todo aquello que nombramos con la palabra trauma, en tanto queremos preservar para cada uno de los afectados por ello, justamente su dimensión de uno singular y por lo tanto incomparable.

Comparar implica siempre entrar indefectiblemente en la lógica Todo. Como demostró Lacan, dicha lógica es la que funda la noción misma de valor en tanto valor de cambio y por lo tanto la que define el campo de lo medible en los términos del equivalente general fálico. Es por eso que se dice que las comparaciones resultan siempre odiosas. Sabemos que, con la entrada en el terreno de las comparaciones, el campo del amor se va desvaneciendo irremediablemente.

Asistimos a esa dificultad en los discursos políticos que oímos todos los días.

El problema sobre el que me gustaría conversar es que si queremos orientar en otra dirección que sostenga lo que ese real tiene de incomparable, no contamos con un tipo de Uno que lo nombre de modo tal que podamos garantizar que permanecerá absolutamente solo y separado completamente del campo del sentido.

No creo que si en vez de coronavirus, lo nombramos Sars-cov2 o Covid19, eso resuelva nada de la cuestión que eso plantea para nosotros.

Para orientar la cuestión en esa Otra dirección, no contamos con otro recurso más que el significante y el significante, aunque quede reducido a un simple ruido, nos guste o no nos guste, siempre vehiculiza sentido.

Como enseño Lacan al final de su enseñanza, para desgracia de los llamados parlêtres, si lo real se anuda al significante Uno es inevitable que en tanto anudado al campo del sentido permanezca por estructura inquebrantablemente equivoco y produciendo por lo tanto un efecto de referencia que resultará en ultima instancia siempre inasible. Lo real para el parlêtre no se presenta nunca fuera de sentido sino siempre como un sin sentido que no deja nunca de llamar al sentido.

¿Pero entonces, que hacemos con eso? Al menos empezar por plantear que la contradicción que subyace a la cuestión que estoy planteando no es solo la de cada uno de nosotros, sino la del Uno en tanto tal.

Luego de escribir esto recordé que usé ese mismo título para el testimonio de pase que presenté en las Jornadas anuales del año pasado que fuera comentado por Eric Laurent.

2. El sueño-el delirio
Mas adelante en su texto, L. Dupont cita la famosa frase de Lacan -a la que Miller le dedico todo un curso- cuando postuló que finalmente "Todo el mundo es loco, es decir, delirante".

La sorpresa, es que lejos de ubicar esa referencia para oponer el campo de lo real al campo del sentido, la utiliza para citar allí el impactante texto de Jean Daniel Matet "Convocado" publicado en LQ 880 donde cuenta su experiencia de haber sufrido las consecuencias mas severas de la infección por coronavirus que lo llevaron a requerir internación en terapia intensiva y respiración asistida. En ese testimonio -interesante ejemplo del deseo del analista- usa la experiencia que tuvo que atravesar, como una oportunidad para poner a consideración de los lectores, un tema fundamental que Lacan exploró en su ultima enseñanza. Afirma entonces que el delirio que se construyó en él durante su internación, lejos de considerarlo como una mera construcción de sentido destinada solo a velar lo real en juego, lo considera como el modo singular e inventivo mediante el cual logró sostener su Imaginario corporal frente al riesgo de despedazamiento al que estaba sometido.

En este punto paso al texto de Angelina Harari. Ella parte de una referencia al texto presentado por F. Naparstek en la soirée de presentación del Congreso realizada en Paris que tenía por título "Uso del sueño-uso del síntoma" en el cual Fabián se refirió especialmente a la función de ciertos sueños que relataron sujetos que pasaron por el horror de los campos de concentración durante el nazismo.

Angelina hace especial mención al relato que hicieron ciertos sujetos de sueños que denominaban como "soñarse estando en otra parte" a los que sentían como el modo que habían tenido de conservar su identidad y así poder hacer frente al horror por el que estaban atravesando. Le pedí el texto a Fabián quien gentilmente me lo envió.

La perspectiva que tomó allí Fabián fue la de interrogar el uso posible de ciertos sueños acontecidos en situaciones traumáticas. Refiere entonces los sueños de "estar en otro lugar", como el modo singular que encontraron ciertos sujetos de sostener un espacio de vida que, al mismo tiempo que inalcanzable por el significante traumático que empuja al despertar imposible, les permitía sostener el imaginario corporal en el mismo sentido que lo planteado por Matet en su texto. Se introduce así a nuestra consideración el estudio del sueño no como formación del inconsciente a descifrar ni tampoco como tapón-pantalla que habría que atravesar para despertar a lo real verdaderamente sin sentido, sino mas bien como Lacan lo planteo en La tercera, como un modo de anudar un goce en el cuerpo que sostiene el imaginario frente a la intrusión de Uno traumático que amenaza siempre con despedazarlo. Se abre así la perspectiva de un sueño-síntoma como invento singular y sin Otro que sostiene el anudamiento de los tres registros.

Poner al trabajo esa referencia en nuestra comunidad especialmente en estos tiempos de crisis, me parece de valor clínico, político y epistémico.

Que el significante no puede sino introducir siempre equivocidad y sentido, no dice nada respecto a con que recursos contamos para detener esa fuga y hacia que lado conducirla.

¿A que apuntamos con cada una de nuestras intervenciones sino a introducir lo que llamamos un efecto de interpretación?

Como dijimos, uno de eso recursos es el que sostiene la lógica Todo, pero como lo ha planteado M.H. Brousse en su texto publicado en LQ 883 "La soledad de los cuerpos", en su ultima enseñanza Lacan plantea que la interpretación analítica -cuando resulta eficaz- permite introducir un efecto de significación vacío que también detiene y limita la fuga del sentido, pero en otra dirección. Lo hace -y allí radica su efecto poético indecible-cuando logra introducir un otro goce en el cuerpo irreductible a la medida fálica. Que eso deja al rojo vivo la cuestión de aquello a lo que llamamos el deseo del analista, no hay ninguna duda. Pero no hay que olvidar que Lacan planteo que "es del No Todo de donde surge".

3. Para concluir
Pienso que asistimos a un acontecimiento que ningún sentido hegelo-marxista de la historia nos permitiría explicar. No me refiero al virus precisamente. Me refiero a lo siguiente: ¿Qué es lo que hizo que todo el aparato destinado a la producción intensiva de la falta en gozar -como llamó Lacan al capitalismo- se detuviera abruptamente? ¿Qué hizo posible que millones de personas en todo el planeta logren consentir con el llamado confinamiento?

Eso me trajo a la memoria un libro que F. Jullien escribió sobre Mencio que es una referencia utilizada por Lacan tanto en el Seminario 7 como en el 18. En su libro Fundar la Moral, Jullien plantea que para Mencio el fundamento de la moral lo encontraba en un acontecimiento de cuerpo que llamaba la reacción visceral ante un insoportable, uno de cuyos ejemplos paradigmáticos es justamente lo que puede ocurrirle a uno en el cuerpo ante la visión de un niño que esta por caer en un pozo.

Para el sabio chino "La moral no postula nada, no contiene ni mandatos ni preceptos y no es más que esta extensión, el despliegue de esa reacción".

Creo que para nosotros esa observación de Mencio puede resultarnos preciosa para pensar en un acontecimiento de cuerpo que al mismo tiempo que sostiene un lazo al otro, no lo hace ni en nombre del Ideal ni en el del Nombre del padre.

Que eso le pueda suceder a muchos, no significa que la cosa no juegue su partida uno por uno.

M.H.Brousse inventó en otro de los textos que escribió sobre la pandemia en LQ 876 "Los tiempos del virus", la expresión la solidaridad de los unos solos. ¿Pero cómo, una solidaridad sin Gran Otro? Bello oxímoron.

¿Por qué no pensar que eso es algo que la pandemia nos puede enseñar también acerca de qué es lo que da un sostén real a ese enigmático lazo social que llamamos una Escuela en el sentido de Lacan?

Luego de la Discontinuidad, y a pesar de las dificultades reales que atravesamos, en nuestra Escuela- como lo habrán ido notando en estos últimos días- vamos reinventando lentamente los modos de proseguir la delirante tarea de intentar seguir anudando uno por uno ese enigmático goce que la mantiene con vida.

Muchas gracias.