Psicoanálisis y sociedad | ||||||||||||
El psicoanálisis neurasténico y nombre del padre[*] | ||||||||||||
Por Thomas Svolos En el Nº 11 de los Papers del Comité de acción de la Escuela Una, Rivka Warshawsky resucita el espectro de una práctica neurasténica del psicoanálisis. Ella se pregunta: "¿Podemos considerar la posibilidad de que la práctica del psicoanálisis en sí misma, puede infectarse con un gran fastidio, resultado de la carrera hacia el progreso? La pregunta no debe confinarse a los practicantes no-lacanianos, sino al peligro de una práctica neurasténica en la práctica lacaniana, también. Es una pregunta seria".[1] Quiero decir algo acerca de esta pregunta, porque el uso del término neurastenia, evoca cierto estilo, cierto afecto. Lacan plantea un asunto, en "Función y campo de la palabra y el lenguaje", allí él usa la palabra fastidio y habla de reticencia, para evocar algo similar a lo planteado por Warshawsky. Lo cito: "Freud arribó, sin embargo a una posición de total preeminencia con respecto a la dialéctica de su trabajo y la tradición de su sentido. ¿Quiere esto decir que si el lugar del maestro queda vacío, es menos por el hecho de su desaparición, que por una obliteración creciente del sentido de su obra? ¿ No basta para convencerse de ello comprobar lo que ocurre en ese lugar? Una técnica se transmite allí, de un estilo macilento y aún reticente en su opacidad, y al que toda aireación crítica parece enloquecer. En verdad, tomando el giro de un formalismo lavado hasta el ceremonial y tanto que puede uno preguntarse si no cae por ello bajo el mismo paralelismo con la neurosis obsesiva, a través del cual Freud apuntó de manera tan convincente al uso, sino a la génesis, de los ritos religiosos".[2] Mi primera observación es que este asunto del fastidio, de la depresión, es una descripción de un tipo de estilo, una posición, en la manera en que tanto Warshawsky, como Lacan describen los acercamientos de los psicoanalistas con sus analizantes y también presumiblemente hacia sus Escuelas y otras instituciones, incluso al psicoanálisis mismo. Esta posición, entonces, es sobre la reticencia, en la formulación de Lacan de 1953. Lacan conecta esto, a un problema en el encuentro clínico y el entrenamiento, que él atribuye a una excesiva rigidez, una formalización del entrenamiento y la práctica que oblitera el verdadero sentido del trabajo freudiano, una tendencia hacia las conceptualizaciones imaginarias y técnicas, en contraposición con el verdadero significado simbólico del trabajo de Freud. Podríamos decir que Lacan, en el '53, usa la noción de una práctica neurasténica como fracaso de la práctica asegurada por el Padre Simbólico. Tenemos entonces, un contrapunto entre un tipo de fidelidad al Padre -en un retorno a Frued- y un tipo de estilo neurasténico, ligado a lo que podríamos denominar, fijaciones imaginarias. Podemos leer esto de otro modo, si volvemos a la idea de fastidio, depresión, abatimiento, como un estilo o afecto. Considero plausible ir más lejos y designar esto como una forma de personalidad -usando este término en sentido estrictamente lacaniano-. Personalidad como la manera en que alguien subsiste, sobrevive, se mueve, a la faz del objeto petit a. (…) "la façon dont quelqu’un subsiste face â cet objet petit a".[3] Esto cambia bastante las cosas -ahora esta neurastenia representa nada menos que un tipo de reticencia para afrontar el deseo, o al goce- un tipo de respuesta a lo Real. Al reformular la neurastenia en esta vía, como respuesta ante, o defensa contra lo Real permite comprender los comentarios realizados en Comandatuba por J.-A. Miller acerca de la neurastenia.[4] Releyendo el texto freudiano de 1908 "La moral sexual "cultural"y la nerviosidad moderna" Miller señala la respuesta dada por Freud a la cuestión de la neurastenia -descripta por entonces, como una respuesta a las exigencias de la vida moderna y su frenético paso-. Fue el primer Nuevo Síntoma, emparentado a las formas de depresión. Omnipresentes hoy. Miller indica que Freud por supuesto, se distancia de esta explicación e identifica su lógica como una respuesta neurótica a la pérdida de goce reclamada por una cierta organización de las relaciones sexuales en la monogamia. Esta es una puntualización diferente de la anterior. Antes, en el psicoanálisis, una cierta manera de retorno al Padre Simbólico permitía eliminar la neurastenia. Aquí, la adhesión al Nombre del Padre es agente -en cierto sentido- de la neurastenia misma. Pero hay dos maneras diversas de usar la noción del Padre en juego. En el primer caso, la cita de Lacan, acerca del significado simbólico o el valor, la verdad del trabajo de Freud es obliterada en una imaginarización de su trabajo, en una serie de rígidas reglas para la práctica y la formación. En el segundo acercamiento a la neurastenia, aparece una prescripta y elevada relación a lo Real -un cierto anudamiento de lo Real y lo Simbólico- asociado a la neurastenia. Pero, quizás, no son tan diferentes como parecen y hablan de un "uso" similar del Padre. Permítanme agregar que pienso que hay ramificaciones institucionales de ésto, que están en la base del original intento inherente a la pregunta de Rivka. Con respecto a nuestros colegas de la I.P.A., los comentarios de Lacan en "Función y Campo…" no son menos ciertos hoy que en los años '50. De hecho, podemos argumentar que bajo la presión de la evaluación y la intervención creciente del Estado en la práctica analítica, el camino de colaboración de la I.P.A. está, mucho más, en la línea de la formalización evocada por Lacan. Más aún, no es demasiado difícil detectar el abatimiento acerca del futuro del Psicoanálisis, por ej.en los grupos norteamericanos de la I.P.A., en donde muchos de sus analistas ya no tienen casos analíticos. Cuando pienso, en la A.M.P., no encuentro dicho fastidio. Lo vibrante y vital de la respuesta de nuestros colegas a los serios desafíos y ataques es, de hecho, lo más opuesto al fastidio y al abatimiento. Con respecto a las actuales exigencias clínicas, el trabajo de la A.M.P. es igualmente vibrante. En la última década, en el desarrollo e invención de Las Psicosis Ordinarias, vemos a un conjunto de analistas acometiendo un desafío al psicoanálisis, de manera vital. Lo mismo, en el trabajo sobre el tema de los Nuevos Síntomas, vemos a un grupo de analistas comprometidos a responder a las demandas actuales. De hecho, estas dos dimensiones -el compromiso internacional de los psicoanalistas de la A.M.P. en respuesta a los desafíos políticos hacia el Psicoanálisis y los recientes desarrollos sobre las Psicosis Ordinarias, Nuevos Síntomas en el campo del Psicoanálisis aplicado- fueron decisivas en mi deseo de sumarme a la Escuela y a la A.M.P. Y aquí, el segundo asunto de la neurastenia como tipo de respuesta a lo Real puede ser distinguido de manera decisiva. Podemos incluso, formular a Las Psicosis Ordinarias y a los Nuevos Síntomas como nuevas formas de retorno de lo Real o defensas contra lo Real en la estructura psíquica y, en la formación de las demandas clínicas actuales. Los psicoanalistas de la A.M.P. se ocupan de este Real, no retroceden. Lo importante de este compromiso es la invención requerida a los psicoanalistas en sus respuestas, una invención nacida en las formas psíquicas y sociales de la época, y que vemos en su variedad, aún relativa. Respuestas de los analistas alrededor del mundo a estos desafíos, que nos recuerdan los comentarios de Lacan en Baltimore, acerca del rol de la invención en diversos dominios.[5] La cosa acerca de esta invención, es que en ella, los analistas lacanianos usan a Lacan y a sus trabajos, usan Freud y sus trabajos, sin estar limitados, tal como sucedía antes. Si hubieran simplemente, adherido a la letra, al trabajo de Lacan sobre las Psicosis de 1950, no hubieran llegado a la formulación de Las Psicosis Ordinarias. Si lo hubieran imaginarizado como una consistencia (en referencia a R.S.I.) tampoco hubieran arribado a la formulación de Las Psicosis Ordinarias. Mi interpretación es que muchos analistas de otras orientaciones, enfrentados al Real actual, que no es el Real de Freud, se dan cuenta, con acierto, que el psicoanálisis tal como fue formalizado por ciertas lecturas de Freud no funciona y las imposiciones del psicoanálisis son fastidiosas. Esa neurastenia que sienten está de hecho ligada a su adhesión a ciertas formalizaciones de la práctica misma derivada de una forma imaginaria, adherencia al Nombre del Padre como semblante, adherencia a cierto freudismo. Para los lacanianos, las formulaciones de los años 50 no son descartables, ni siquiera superables (tal como nos alerta Rivka), sino usadas de manera diversa. Es este "uso del Nombre del Padre" que sostiene nuestro trabajo y es el sello de la práctica lacaniana. Con la invención que verificamos en el uso, nosotros , no veremos resurgir la neurastenia que correctamente preocupa a Rivka. |
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Traducción: Lucía Blanco. | ||||||||||||
Notas | ||||||||||||
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