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Perversidades
 
Prólogo

Por Graciela Musachi

Al comentar la famosa escena final de Una Eva y dos Adanes, Billy Wilder recuerda que Habíamos llegado hasta la frase en que Lemmon se quita la peluca y grita: "¡Pero soy un hombre!" Y pensamos durante horas en la última respuesta de Osgood [... ] Finalmente a Diamond se le ocurrió "Nobody is perfect" (Nadie es perfecto). Era el final de un chiste muy popular entonces sobre un matrimonio que se pelea. La mujer le dice al marido: "Eres un perfecto idiota" y el hombre le contesta: "Nadie es perfecto".

Jacques-Alain Miller encuentra que el malentendido entre los sexos fundamenta la eficacia de esa réplica. Billy Wilder estaría de acuerdo, si se tiene en cuenta que gustaba de parafrasear así a Wittgenstein: "De lo que es imposible hablar, mejor reír". De este modo, "perversión generalizada" es otro nombre de ese imposible que trata el psicoanálisis. Doble curiosidad: por un lado, los analistas connacionales de Wilder (en contra de las posiciones de Freud) se dedicaron a "psicopatologizar" la perversión, digamos, "en particular" (aquella que es estructura clínica) impidiéndole su entrada en el psicoanálisis; por otro lado, esa perversión acude al diván con reticencia, como se deja sentado con frecuencia en estas páginas.

Los psicoanalistas que aquí escriben (Jacques-Alain Miller, Germán García, Alexandre Stevens, Luis Erneta, Lucía D'Angelo, Celio García, Parveen Adams, Jesús Santiago, Mario Elkin Ramírez), y que provienen de distintas lenguas, convergen en la construcción de un sorprendente campo semántico para la perversión, nutrido con las significaciones de la sutileza, el título de nobleza, el rigor, la delicadeza consumada, el humor, la ironía, el arte... Pero la deriva que convierte esa delicadeza en mercancía, esa perversión generalizada en norma social, esa estructura del sujeto en algo que no está prohibido y que, por lo tanto, es obligatorio, han llevado a otro cineasta -Chabrol- a preguntarse si la perversión se habrá perdido a favor de lo que prefiere llamar "perversidad". ¿Este libro acuerda con Chabrol? Estimamos que no tanto como con Wilder, ya que lo imposible deja todavía un margen a cada miembro de la especie que habita en el campo del lenguaje. Que algunas académicas de deseadas nuevas teorías del sujeto pongan al travesti como paradigma de la "actuación del género" (como Judith Butler), que ciertos feminismos crean encontrar nuevas y armónicas formas sexuales como el sadomasoquismo lesbiano, que la ciencia opere sobre los cuerpos transformaciones inéditas, que fenómenos masivos como la toxicomanía obliguen a afirmar que "no es una perversión" y que la lista de este empuje pueda ampliarse aún más, es algo cuyos efectos habrán de ser, por supuesto, verificados por el psicoanálisis; pero digamos que, quizás, lo neutro de I'hysteríque puede aún dar sorpresas en el momento de esa verificación.

Y siempre queda el goce de la guerra "convencional" para los que prefieren alejarse de la "guerra" de los sexos, como ha quedado narrado por el aplicado guerrero de Paulhan.