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La Escuela
Escuela de la Orientación Lacaniana

Tres recuerdos de Judith Miller a quien nada, o pocas cosas, detenían
Marie-Hélène Brousse

En la noche del jueves 7 de diciembre me han vuelto muchos recuerdos de Judith: Judith en Francia, en París seguramente, pero en otras numerosas ciudades, Judith en España, Judith en Argentina, Judith en Rusia… Ella ha sido una viajera infatigable al servicio del psicoanálisis y de los libros.

Tres se han destacado.

Era el día de mi defensa de tesis. Jacques-Alain Miller y Judith me habían citado para ir juntos. Él estaba en mi jurado y era mi director. En el taxi, curiosamente, yo no tenía miedo. Pienso que la presencia de Judith ahí significaba mucho. Atenta y alegre, ella fue para mí un sostén precioso. La había visto a menudo así para muchos otros, jóvenes y no tan jóvenes, en el Campo Freudiano. Es el recuerdo de una presencia cálida y leve a la vez. He ahí el primero.

El segundo ahora. Estábamos en España y volvíamos juntas en avión de un evento del Campo Freudiano, viaje para el cual teníamos un empalme. Yo me di cuenta, una vez en el aeropuerto por el cual estábamos en tránsito, que había perdido mi lapicera de tinta, una bella lapicera que me gustaba mucho. Judith, a toda velocidad, se encargó de encontrarla. Nada la detenía. Yo seguía su fina silueta sobre sus tacones altos. Ella llamaba y abría las puertas de las oficinas que se nos indicaba. Yo, un poco incómoda por los esfuerzos que ella me dedicaba; ella, alerta, inquebrantable. Ningún poder, así fuera burocrático, podía detenerla cuando ella lo había decidido. Judith, tan fuerte…

El último recuerdo que deseo compartir con ustedes es ruso. Ella me había propuesto ir en su compañía a San Petersburgo para dirigir un seminario en ocasión de la traducción de un texto de Lacan en ruso. Creo que era "La dirección de la cura". Yo no había estado jamás en Rusia. Ella tenía todo organizado, el hotel, los encuentros, el trabajo; con gran precisión. Fue inolvidable. Podía ver la importancia de su trabajo de extensión en el manejo de la traducción de los textos de Lacan, el cuidado que ponía para alojar y sostener el deseo por el psicoanálisis de orientación lacaniana y para hacerlo posible para aquellos para quienes eso era, a veces, materialmente difícil. La última noche, evitando la nieve que caía de los techos, fuimos a un restaurante, las dos, muy felices de cenar bien en un lugar placentero. Pasamos un "momento perfecto".

Hubieron muchos, de esos momentos raros con Judith. Ella era una fuerza en movimiento.

 
Traducción: Graciana Rossiter
Revisión de la traducción: Verónica Berenstein