Interpretar la escuela [*] | ||||||||||||||||||||||||
Guillermo Belaga | ||||||||||||||||||||||||
"La interpretación no está hecha para ser comprendida Ya no espero nada. "Ya no espero nada de usted", es la frase que resume el fin de análisis, momento donde el saber del analizante ya no tiende a ordenar la conversación en torno al analista, sino de cara al lazo social -con los límites del fantasma-. Asimismo, implica tanto el asentimiento del analista a ser un deshecho, como el saber del analizante sobre el destino del "resto". Así, sintetizaría las coordenadas de la efectividad, la realización y la emergencia del deseo del analista. El tiempo que sigue, es descripto de una manera precisa, por Aníbal Leserre: "el desenlace, el final, lleva a dejar la asociación libre, pero para retomar la palabra en el dispositivo del pase y en los testimonios"[1]. De este modo, el "ya no espero nada", no será un callarse, sino un hacer. Abriéndose una nueva escansión donde el pase continúa la operación de reducción, permitiendo hablar de aquello que no puede ser dicho, pero ahora, para interpretar la Escuela. En consecuencia, el trabajo del AE ya no es sólo la última historia que uno se cuenta a sí mismo, sino que con el saber-hacer con lo contingente, establece un testimonio que tenga el horizonte de la interpretación. Es lo que se espera del mismo. Mirado en perspectiva, cuando el analista pide a la Escuela por su garantía, y ésta se la otorga al nominarlo, paradójicamente la misma resulta un caballo de Troya para el AE. Es que a partir de entonces tendrá el deber -como dice J.Lacan en su Proposición de 1967-, de "volverse responsable del progreso de la Escuela, volverse psicoanalista de su experiencia misma"[2]. En suma aquí se ve una primera condición para el desempeño de la tarea, una situación doble, que implica que este lugar uno quiera ocuparlo, pero también es una elección forzada, lo que lleva a detenerse en la decisión del pase. En la elección que todo analizante hace de la Escuela. Por otro lado, no creo que se deba entender como que el AE es el único que interpreta a la Escuela, sólo que lo que se desprende de lo dicho por Lacan, es que de él se espera que lo haga. Es a quien se "le imputa estar entre quienes pueden testimoniar de los problemas cruciales en los puntos candentes en que éstos se hallan para el análisis, especialmente en la medida en que ellos mismos están en la tarea, o al menos en la brecha, de su resolución"[3]. La formulación es clara, el AE tiene este lugar porque ha dado cuenta del pasaje de analizante a analista, es su testimonio sobre el deseo del analista lo que pasó como garantía. En este sentido no por conocido debe dejar de recordarse, que la Escuela se compone de miembros en tanto analizantes, y es en esta condición, donde se asienta la función del AE. Es que el nudo de su función, es su invención del deseo del analista enmarcado como un deseo de nada, que no es refugio a lo indecible, sino un instrumento, es la x que se necesita para operar. Ahora bien, la Escuela de analizantes, tiene como punto candente el desentrañar el real en juego en la formación misma del psicoanálisis, real que también funda a la comunidad. Y a las sociedades existentes. A esto responde el final, donde se encuentra una identidad que no es la pura metonimia de la familia. El deseo del analista, ya no es entonces aquel deseo de deseo sino un deseo que apunta a la diferencia absoluta. Y cuando se dice que es un deseo impuro es que como invención, es una metonimia metaforizada[4]. Entonces, si la Escuela-Sujeto, como las neurosis, tiene sus relaciones sociales, está construida, ordenada, a partir de un real sin ley, el AE ha logrado desentrañar algo de esa lógica colectiva, que se constata en que para él la Escuela es un partenaire-síntoma: es una metáfora de la metonimia familiar, coincide con la invención de un significante nuevo que metaforiza lo indecible. A su vez, este punto, vale subrayar, constituye el nivel del pasaje libidinal a la comunidad. Resumiendo hasta aquí, junto con la elección por la Escuela, la posibilidad de construir lo dicho sobre el fondo de lo no dicho, la máxima aproximación en el testimonio del pase de una enunciación con un enunciado, encontramos además, que la manera conveniente de abordar lo real, a los fines de pensar la experiencia de la misma, es por las versiones del padre. Desde esta perspectiva, siguiendo a E.Laurent[5], surgen dos modos, dos lugares, que se tendrían con respecto a la Escuela: por un lado, la identificación al padre como función simbólica, como sostén de lo universal; esto tiene consecuencias a nivel del grupo, del lazo social entre los pequeños otros. Y el otro lado, ya no partiendo del universal sino desde lo que no cesa de escribirse, desde el síntoma, se funda cuando hace letra de goce sobre el cuerpo en una pura contingencia. De esto se recortan: la contingencia del goce puesta en el primer plano, que impone poder engendrar la serie a partir de ésta. Y que la Escuela adviene Otra, reconsiderando la función paterna, al fundar al padre no a partir de la madre sino de la mujer. Por último, teniendo lo que Lacan dijo en Caracas: "Lo simbólico, el principio de familia", es de estas reglas de filiación en el Otro, que el AE por su síntoma cumple una función éxtima. El acontecimiento de la nominación, no es ajeno a que siendo lo más íntimo en la estructura, es lo más ajeno, lo más exterior. La función de extimidad, es en definitiva lo que da la posibilidad de interpretar, es decir que après-coup, una interpretación de la experiencia de la Escuela puede ser hecha por cualquiera, si reúne la condición de ocupar esa posición. El pase y el S.s.S. Entiendo que para que algo tenga el valor de interpretación, para que el pase exista como tal, previamente es necesario la creencia: se cree en él o no se cree. Entonces, ¿Cómo se construye el pase como S.s.S.? Hallar la respuesta resulta fundamental, ya que se suele decir enfáticamente la Escuela del pase, en donde el del demuestra que no es sin el pase. Explica e implica, la conexión con la afirmación: la Escuela como Sujeto Supuesto Saber. Considerado así, el pase conservará su fuerza enunciativa, mientras la Proposición de Lacan mantenga su valor de acto. De acto de habla, de performativo. Es a partir del mismo, que el pase es un hecho institucional, debe su existencia al lenguaje, toma un sentido y vale en un determinado contexto. En la experiencia analítica, Lacan explora especialmente los fenómenos de creencia, como un fenómeno esencial del psicoanálisis y como tal ligado a lo que es del orden de la simbolización. Circunstancia que no es secundaria, teniendo en cuenta en general que se pregunta, en el contexto de que grupo, en que comunidad, X vale como psicoanalista. Cuestión que se puede comprobar, en el diferente enfoque que tienen los AE nominados fuera del Campo Freudiano. Ampliando el argumento, ¿qué es lo que hace que ciertos datos o ciertos fenómenos, ciertos hechos brutos -definición de lo real- de la vida psíquica, puedan valer como interpretables? ¿Porqué habría que pensar que se puede leer algo en esa X que afecta al sujeto? Es aquí donde Miller sitúa que hace falta que se crea que un sueño, un síntoma sean a descifrar[7]: "Es ahí (...) donde la variable de contexto es esencial (...) a partir de ella (es) cuando se pone en cuestión el psicoanálisis, a saber, ciertos datos valen como interpretables, pero es relativo al contexto de la sesión, o a la relación analítica (...) Es relativo también a la existencia de una comunidad analítica que garantiza el sello simbólico, incluso la realidad social circundante". Se concluye que esta condición contextual, está integrada a lo que Lacan llama el "sujeto supuesto saber". Así, este operador de la experiencia es un simple efecto de significación engendrado en un contexto dado. En conclusión, lo que se llama "significante de la transferencia", es un elemento mínimo que al toparse con él se lo toma como algo a interpretar. Luego, sabemos, esto construye el algoritmo de la transferencia, se es conducido a apelar a un significante cualquiera y ahí se establece, se desata, el efecto del S.s.S. Siguiendo este desarrollo, en el pase se puede comprobar del lado Escuela -el lado Otro-: los fenómenos de increencia, el rasgo de Sin- Fe, de cinismo -por mencionar algunos-, momentos de impasse y/o saldo del análisis, que excluyen toda posibilidad de eficacia del mismo. Y del lado del AE, es necesario que se ubique el significante de la transferencia -del algoritmo- del pase. Este se encuentra ligado a lo que lo indujo a volver a la Escuela, un S1 del pase extraído del propio análisis. Asimismo, será el que marcará la política del sujeto, su decir a medias, su límite en el deber hacia la Escuela, su hacer con el S( La interpretación del pase Pero, me interesa más, ubicar cómo se produce la intepretación por la acción del analista. Sin duda, acá encontramos lo que Lacan señalaba en la frase del epígrafe, algo que tiene que ver con lo que se sabe hacer o se sabe decir. La prudencia, ligada a la ocasión del acto. Hasta ahora, situé el par transferencia- interpretación, pero también se sabe que la interpretación está entre la transferencia y la pulsión. Al respecto, al hacer de la Escuela su partenaire-síntoma, el AE, entiende a la misma, compuesta como una serie vinculada a los diferentes "trozos de real", con su diversidad estética. ¿Pero, cómo pensar el par interpretación-pulsión cuando se está frente a la Escuela-Sujeto, y no con un analizante? En tanto, lo que nos ocupa concierne a la teoría de la interpretación, ubicaría el encuadre general de la cuestión, en relación a lo éxtimo del dicho; ya sea como significante último, o como más de goce. Esta formulación reúne la pareja S1, "a", y acentúa el carácter equívoco o alusivo, metonímico de la interpretación. Con esto ubicaría que la responsabilidad del AE, está justamente, en la función de resonancia de la palabra. La réson, mencionada por Lacan, introduce la posibilidad del suplemento significante de la interpretación. Citando el "Sinthôme", ahí en vez de hablar de pulsiones dice que "(...) eso es el eco en el cuerpo del hecho que hay un decir, pero este decir para que resuene (...) es preciso que el cuerpo sea allí sensible"[8]. Entonces, es necesario que haya algo en el significante que resuene ¿pero en dónde? Las resonancias apuntan a las fijaciones[9], en donde está el resto que causa y "lo que pesa". Camino, que lleva a la conexión de la reducción del fantasma, y el surgimiento del deseo del analista, y que tomaré desde la siguiente afirmación: los fundamentos del deseo del analista se ven en la neurosis[10]. En principio, el pase situaría el modo de aparición del mismo, al menos bajo la forma del deseo de ser analista. Así, considerando que esta emergencia es indudablemente de la patología neurótica y de su terapéutica, no fue una excepción que en mi caso apareciera, como la transformación de una vocación curativa -como médico-, que luego se iría modificando, preservando de todos modos una orientación al Otro. Luego de otras vueltas, esto se fue discerniendo en las encrucijadas neuróticas, hasta que el deseo del analista no apareció como una continuidad del título de psicólogo o médico, sino para mostrarse cómo se acuñaba en esa vocación. Subrayaría, -como lo hice en su momento- los misterios de la muerte, los efectos de la misma, el lugar que ha tenido en el deseo del Otro, como también las contingencias y avatares de la sexualidad. Queda menos resaltado, el detalle de los acontecimientos del cuerpo. Una cuestión más, el deseo del analista también se percibe a partir de una posición de excepcionalidad. Este rasgo, lo situaría en la posición de ex-ilio con respecto al discurso del Otro -como cuando se alude a la cultura judeo-cristiana-, encarnado en la marca que se cobra el mito y la tradición, en el nombre propio. Agregaría que "exilio" será un significante que desencadenó la entrada en análisis y la transferencia. En definitiva, por la experiencia del recorrido analítico continuada en la transferencia de trabajo a la Escuela, la interpretación no intenta fijar la metáfora del mito, o del trauma, sino apunta a la metonimia donde el deseo encuentra puntos de suspensión[11]. Con lo cual al pase puede aplicarse lo que dice Lacan-: "No tenemos nada bello que decir. Es de otra resonancia que se trata, a fundar sobre el chiste". Conclusión La pregunta sería ¿Cómo deducir lógicamente, colectivamente, la efectividad de esta interpretación del pase? Sabemos por Freud que en realidad las respuestas directas del analizante, su aceptación o su rechazo, no tienen valor. Conviene entonces seguir la indicación de buscar las respuestas indirectas, en el genio del inconsciente. |
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Notas | ||||||||||||||||||||||||
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