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Carta aclaratoria enviada a Ñ

Por Ricardo Seldes

En el número 177 del 10 de Febrero, la Revista Ñ informó acerca de la audiencia que tuvo lugar en París el 26 de Enero en el tribunal de primera instancia, en la que comparecieron las partes en juego en la demanda que la Asociacion Amigos de J. Lacan esgrimió en contra de J.-A. Miller por la publicación de los seminarios de Lacan. En la reseña del suplemento cultural de Clarín solamente se consignaron los argumentos que ofreció el abogado de Melman. Ante lo que podría denominarse un olvido por parte de la revista, y por ser yo "parte interesada" en la publicación seria de los seminarios, envié una breve nota en la que señalé los argumentos del defensor de J-A. Miller. La revista tuvo la gentileza de publicar sólo algunas palabras de mi carta, ya que la periodista prefirió utilizar el espacio para hacer sus comentarios (imparciales) a la misma. A partir de las preguntas que algunos de mis colegas me han formulado, he decidido enviar a EOL-Postal dicha nota para su difusión.

En la nota aparecida en el Nº 177 sobre la citación a Jacques-Alain Miller por la cuestión de los derechos morales de los Seminarios de Jacques Lacan, se ha omitido reseñar la parte de esa audiencia en la que el abogado de J-A. Miller tomó la palabra. Como testigo presencial de la audiencia del 26 de enero en Paris, me permito enviarle un breve resumen de lo que no fue publicado en dicha nota.

En primer lugar la jueza interviniente, amable pero decidida, debió advertir al abogado de "Amigos de Lacan", Bernard Edelman, que se atuviera al terreno jurídico sin caer en ataques personales o difamatorios. Eso llevó al letrado a declarar que en ningún momento puso en duda la capacidad de Miller para realizar la tarea encomendada por Lacan. Por el contrario la elogió.

Luego tomó la palabra el abogado defensor, Maître Charrière-Bourzanel, quien señaló que se trataba de un proceso de impostura, llevado adelante por "discípulos sin otro derecho ni títulos que su decepción por no haber sido amados". Se refería a que J. Lacan eligió a Miller como el heredero de su obra, y fue a él a quien le asignó la difícil tarea de establecer el texto escrito de sus seminarios, a partir de las notas estenográficas o registros magnetofónicos.

El defensor puso en cuestión la procedencia del grupo acusador e indicó que no alcanza con autodenominarse "amigo" de alguien para serlo. Se opuso tajantemente a la idea de la difusión de esta obra en bruto (tal era la solicitación de Melman y sus amigos), ya que se requiere un gran trabajo para transmutar lo oral a lo escrito. No tuvo que insistir demasiado (hay sobradas pruebas de ello) de que Miller es la persona en quien Lacan depositó su confianza.

Al final, una cierta tranquilidad se notó en los compañeros de ruta de Miller, mientras que una creciente inquietud surgía en los de Melman (ausente en la ocasión) y que repetían sin ilación "se trata de la formación de los analistas".

El 30 de marzo, es la fecha para la que la jueza de primera instancia del tribunal de París prometió su fallo. A nadie le quedaban muchas dudas, la justicia apoyará que Miller siga el trabajo trazado por su experiencia y posicionamiento en la orientación lacaniana.