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Entrevista de actualidad 12

Jueves 23 de octubre de 2008
Una contribución de Philippe La Sagna
Documento: Intervención de Lilia Mahjoub, el 13 de septiembre de 2008
Publicado por JAM, en 74, rue d’Assas à Paris 6ème

En esta entrega encontraremos un texto de Philippe La Sagna, director del CPCT-Bordeaux, redactado por la edición electrónica de la reunión del sábado último; como documento, la intervención de Lilia Mahjoub después de la Conferencia institucional de la Escuela, que tuvo lugar en Paris el 13 de septiembre último.

PHILIPPE LA SAGNA
¿A DÓNDE VA ESTA EXPERIENCIA?
Hay algo de ilimitado en el desarrollo de los CPCT y de cada CPCT en particular. Este apeiron para retomar en broma, el término de Anaximandro, caro a Deleuze, es también el elemento, la substancia, en la que se baña el CPCT.

Lo ilimitado y el límite
Lo ilimitado está ligado precisamente al carácter limitado del tratamiento mismo, en el sentido del reverso del límite. Lo que es esencial al CPCT, no es el tratamiento corto, rápido, gratuito, lo que le es esencial es el límite de su propósito. Ésta es también la dificultad del psicoanálisis aplicado, puesto que en el fondo, en el psicoanálisis puro, el límite es un producto interno. Lo que hace de límite en psicoanálisis es el objeto. Pienso que el participante en el CPCT maneja este límite a medida en que encuentra los límites del psicoanálisis en su cura. Este límite debe, al contrario, ser construido, en el CPCT, en el tiempo de la consulta. ¿Por qué lo ilimitado es el reverso de lo limitado: quizá por dialéctica?

¿Gremlins freudianos?
Por desmultiplicación también: cada CPCT está tentado de dividirse. Sobre todo es el caso en París del de Rue Chabrol.
El hecho de introducir una nueva unidad para cada nuevo síntoma determinado tiende a veces a hacer del CPCT el Gremlin del psicoanálisis: si se lo alimenta con subvenciones y reuniones después de media noche, se multiplica. Los CPCT/Gremlins ¿se transformarán entonces en animales voraces? ¿Se alimentarán entonces de la misma sustancia que el psicoanálisis puro para matarlo de hambre?
En realidad, el éxito del CPCT no es más que un efecto del éxito del discurso analítico, pero del discurso analítico convertido, a veces, en algo consumible. En ese tratamiento corto, fácil de distribuir, si no de realizar, está presente un trozo de la cruz verdadera, no del analista, sino el discurso analítico mismo. El discurso analítico sin embargo debe permanecer y existir en otra parte, como la misma sustancia de lo que se ofrece en el CPCT. Si no su forma concentrada, reducida, se arriesgará a perder su atadura a lo real.

Una clínica del objeto más que del síntoma
Lo que limita clásicamente el análisis clásico es la producción de un deseo: el deseo del analista, correlacionado a un objeto producido: el objeto a. Este objeto en juego en ese deseo singular no es el que se puede situar al comienzo en el analizante. Se transformó en el semblante del saber verdadero que se separa del inconsciente.
Lo que hace de límite en el psicoanálisis aplicado es lo que lo orienta: el objeto a. Activo en la cura, es un obstáculo pasivo en el fantasma del sujeto y en la transferencia. En el fantasma o peor, en el "bolsillo" del sujeto psicótico.
La clínica en el CPCT no es para nosotros tanto una clínica del síntoma, de la lectura del inconsciente, del desciframiento, como una clínica del objeto, de su manejo, de la separación. Eso hace del objeto como agalma un pivote del tratamiento rápido. Este pivote es otra cosa que la transferencia como repetición dando testimonio del inconsciente transferencial. Es suficiente, sin embargo, un caso, para hacer del tratamiento la excepción a eso, centrándose sobre el análisis de los sueños.

De un otro al Otro social
Esta práctica nueva en su purificación y en su radicalidad, pone en juego efectos de separación y de maduración del objeto, en particular en los adolescentes. Más que en la cura clásica la práctica aquí juega con un objeto que conecta al sujeto con el Otro parental o social. El hecho de que tratemos a adolescentes quizá explica en qué nos sorprende esta clínica de la separación, ese poder separador del objeto puesto en juego por el psicoanálisis en el CPCT-RD: ya se trate del evitamiento de un embarazo precoz, de un acting out, o del desplazamiento de una posición depresiva, Neycensas explica esto muy bien.

Limitar al CPCT por el CPCT
Más que el simple despliegue del caso, lo que el CPCT hace valer es el valor del informe de la acción de aquel que condujo el tratamiento. Y hay ahí un verdadero límite a fabricar. Una clínica del analista, no autodesignada, sino mostrada en la lógica de su acción, que no debe ser mágica. Es decir que sólo testimonia del simple poder del significante o de la palabra sobre los síntomas. ¡Incluido el significante del CPCT mismo!
La idea del tratamiento sesión por sesión surgió del trabajo de J.-A. Miller sobre la sesión corta. Esta orientación clínica mayor es "limitante", por su rigor; aunque no siempre es respetada. El CPCT se convierte en ocasiones en el pseudo origen de novedades que son más reencontradas que encontradas.

Extensión / intensión
En la Proposición del 67, Lacan dijo: el psicoanálisis en extension, "o sea todo lo que resume la función de nuestra Escuela, en tanto que ella presentifica el psicoanálisis en el mundo". Es decir que la extensión es para Lacan una función de la Escuela. Pero aquí somos víctimas del uso de las palabras: la extensión no es la extensión geográfica, no es el hecho de extenderse, no se trata de la cantidad. La extensión se refiere aquí a la lógica de Carnap y a la semántica. La extensión del psicoanálisis es lo que permite situar una experiencia en tanto ésta verifica la función analítica y por lo tanto pertenece al psicoanálisis. La intensión, al contrario, es la definición del concepto de psicoanálisis que permite la selección precedente. Para Lacan, la intensión tenía por fin constituir el psicoanálisis como experiencia original definiendo el deseo del analista y el analista lógicamente. Definiendo el analista no por sus efectos sino por su definición en la doctrina. Que esta definición pase por la satisfacción que nos da dejar el terreno lógico en el que se puede « satisfacer a ».

Freud
Podemos decir que el psicoanálisis es original en sí mismo y no por comparación con cualquier otra cosa. Lo que hace que los Cinco psicoanálisis de Freud sean análisis, es el deseo de Freud. ¡El tratamiento de Hans se limita a algunos meses, y lo que hace de éste un análisis es la sesión con Freud! Así pues la intensión no se opone a la extensión del psicoanálisis, pero la extensión verifica la experiencia, una por una. El psicoanálisis de Lacan es la intensión tomada del lado del analizante en el pase. El tope de "El hombre de los lobos", pone en primer plano la cuestión del fantasma y lo hace vacilar. Este análisis está centrado sobre el impase del fantasma. El tratamiento rápido de Hans, hace del fantasma la puerta del olvido que hace que el psicoanálisis se deslice hacia la psicoterapia. Con o sin Freud ¿Qué queda de los tratamientos en el CPCT? Las citas poscura seis meses después son olvidadas a menudo.

El reverso de la rutina
El CPCT se presenta más que como una experiencia original, como una experiencia inédita. Para seguir siendo inédita ha debido desarrollarse más y más. Habiendo nacido bajo el signo de la extensión / mutación, el CPCT-Chabrol ha sabido o ha debido, desmultiplicarse (adolescentes, niños, precariedad, etcétera). Lo que le ha permitido permanecer siempre nuevo y siempre otro. Otro para el Otro social y en contacto directo con lo social, porque lo social es el Otro que parece existir siempre, a pesar del progreso de lo "líquido" tan querido por Bauman (CF. Discurso de presentación de Pipol IV por J.-A. Miller publicado en LM 261). Yo también he sentido ese problema en Burdeos al crear una segunda unidad el CPCT-Lazo Social.
El contacto directo con lo social no quiere decir más que el Otro, que no es el inconsciente, comienza cuando se hace discurso, y que hoy se reduce no sólo a sus ideales y a sus valores sino también a su rutina. Pero más que la llamada lengua del Otro, es la rutina consumidora lo que constituye lo social. El uso y el comercio humano inscriben sin cesar su huella y dejan su depósito en la lengua. Entre esos usos el hecho de utilizar nuestros términos hace valer nuestro uso del psicoanálisis como rutina.
El CPCT ha sabido hacer valer este arte de la sorpresa en psicoanálisis.

La fuerza de la estructura
Jacques-Alain Miller señalaba en Barcelona que la estructura actúa y que la estructura, a ese nivel, sustituye o encuadra. Nuestra fuerza es la de la estructura que debe estar animada por el deseo. Pero en el fondo podemos decir que de la estructura hay que pasar a condición de servirse de ella. La base psicoanalítica del síntoma que proponía J.-A. Miller hace poco más de un año, es un efecto de la estructura. La perspectiva borromea, también se desprende del uso pragmático de RSI, lo que permite servirse del efecto de estructura para mejor pasar de él.
Hay pues que desconfiar de la idea de que el tratamiento rápido supondría una realidad más sencilla; la complejidad (la del psicoanálisis y su doctrina, como lo subrayaba J.-A. Miller en la Conversación de Barcelona), es lo que se opone a la mecanización de su práctica. La práctica del CPCT también se arriesga a ello, incluso si viene a interrogar el semblante de rutina mecánica de la cura tipo. Para evitar la falsa simplicidad hay que mantener la necesidad de construir algo a partir del trabajo en el CPCT. A los dos años de presencia los consultantes podrían redactar un trabajo sobre lo que se deposita en la doctrina como cuestión clínica del CPCT.
En fin, quizá hay que pensar que las unidades del CPCT tengan una vida limitada en el tiempo. Que hacemos una institución CPCT para un tiempo definido. Y también que la especie CPCT esté limitada en su vigoroso crecimiento por un bio-tope de otras invenciones institucionales contingentes, precarias y deseantes. La clave del CPCT por venir no es quizá la perennidad.

LILIA MAHJOUB
INTERVENCIÓN DEL 13 DE SEPTIEMBRE DE 2008
He leído atentamente los veintidós textos escritos para la preparación de esta Conferencia institucional, titulada" Nuestra Escuela, nuestro psicoanalista".
A través de esta lectura, y también a partir de lo que circula en y alrededor de La Escuela, he percibido que hay enunciados, dichos, formulaciones, que no referiré a ningún autor concreto, que parecen no ser nada, incluso parecen cosas evidentes, pero que insisten como otras tantas significaciones, reflejos de opiniones, de ideas recibidas, sobre la situación actual de la Escuela y su psicoanalista.
Yo desearía detenerme aquí a partir de tres ejemplos.
1. La primera cosa que he notado en mi lectura, y que me ha chocado, ha sido que la mayoría de los textos sobre el tema que convocaba esta conferencia, a saber La Escuela, el psicoanalista y la reglamentación del título de psicoterapeuta, hablaban del CPCT, incluso del psicoanálisis aplicado en las instituciones.
¿Esto se debe a la pregnancia del grupo que se designa en el "Nuestro" repetido del título de esta conferencia, (Nuestra Escuela, Nuestro psicoanalista)? No se puede negar que la práctica en los CPCT está marcada por el grupo: controles en grupo, examen de los resultados en grupo, grupos de investigación, etcétera, lo que conllevaría una suerte de puesta en común generalizada: nuestro saber, nuestro real, nuestra formación, nuestra Escuela, etcétera.
Esta lista se detiene aquí y felizmente no se añade: nuestro inconsciente, nuestra transferencia, nuestro objeto a.
Efectivamente, no hay sujeto colectivo del inconsciente, y por lo que respecta al objeto, aquel que puede dar lugar a una identificación, localizada por Freud a propósito del pensionado y retomada por Lacan a propósito de su Escuela. Una dosis de histeria es necesaria para que los psicoanalistas se junten y, a veces, puedan hablar en primera persona del plural, pero eso no sería suficiente para el discurso del analista que parte de la soledad del acto en el que él se sostiene.
2. Otro enunciado que también me ha interpelado: "El psicoanalista ha salido de su consulta", o "El psicoanalista ha salido a la ciudad". Tanto ha salido que se le creería ya sin domicilio, después de haber sido el hombre de la Caverna, el de la alegoría de Platón.
Es cierto que en estos últimos años, en el contexto del contra ataque que lanzó Jacques-Alain Miller con los forums, los psicoanalistas, en su unión y en su acción común, han sido más visibles.
Personas venidas de todos lados han engordado también las filas del combate. Es innegable que algo del discurso analítico estaba en juego en ese momento –y aún hoy– pero aquellos que se expresan o actúan a propósito de la reglamentación, ¿lo hacen a título de psicoanalistas?
Hacerse oír no es el asunto del psicoanalista. Es en primer lugar la tarea del analizante. Cuando Lacan se expresaba públicamente en sus seminarios ¿no decía que lo hacía como analizante ? ¿No es lo mejor que le puede ocurrir a aquel que ha sido analizante, analista o no, el no olvidar esta posición, incluidos los momentos en que representa a un conjunto, un grupo o una función?
3. El tercer y último punto que igualmente me ha chocado es éste: me ha parecido que se querría ahora volver a pensar la Escuela a partir de lo que ella misma ha creado, los CPCT, y también definir el nuevo psicoanálisis a partir de su práctica en "la ciudad". Esta forma de ver cambiaría bastante las cosas.
En primer lugar, ¿acaso la Escuela ha agotado ya sus medios de creación con el modelo del CPCT? ¿No tiene ya más recursos para otras producciones, otras hallazgos, otros proyectos?
A continuación, el "nuevo psicoanalista" que se dibuja no sería ya más aquel cuyo acto podría ceñirse en el tiempo en que se produce y en el pase. Parece que en la manera de plantear el problema que se pone de relieve a través de las contribuciones recibidas, se produce un recubrimiento del psicoanalista por "el clínico". De modo que puede haber buenos clínicos sin que haya psicoanalista. ¿Tiene la Escuela vocación de fabricar clínicos?
No creo que la Escuela tenga que ponerse a la hora de lo que ha creado. Más bien tiene que desbrozar otros caminos, otros raíles, para que el discurso analítico continúe existiendo y pueda hacerlo prevalecer sobre otros discursos.
Se habla mucho de investigación, de grupos de investigación. Yo misma he hablado de ello en ocasiones. Pero soy bastante prudente al respecto. Más que investigar, la Escuela tiene que encontrar. Lacan subrayaba la afinidad que existe entre la investigación y el registro religioso. Lo que es investigado, es la significación a dar a tal material acumulado de la experiencia, a tales textos, en una palabra al objeto de ésta. No son "las investigaciones" las que vendrán a engordar la literatura psicoanalítica, las que dirán lo que es el psicoanálisis, lo que es la posición del inconsciente hoy, con la enseñanza de Lacan, pero también con el desenmascaramiento del discurso del amo, y también del discurso del inconsciente desde Freud
Lacan ha mostrado que el analista está marcado por un cierto pecado original, a saber, por aquello que no fue nunca analizado en Freud en lo concerniente a su deseo. Fue precisamente su deseo el que marcó su concepción del inconsciente. Por eso, hablamos de inconsciente freudiano, también designado "inconsciente transferencial" por Jacques-Alain Miller, para distinguirlo del "inconsciente real", concebido por Lacan. ¿Podemos hablar aquí del deseo de Lacan? Yo diría más bien que Lacan en su práctica ha mostrado cómo sólo el deseo del analista podría tratar lo que ha quedado como resto en la dependencia de ese deseo original de Freud. Su práctica era por ese hecho inimitable.
Es a esto a lo que cada psicoanalista está confrontado en su práctica. A no imitar, sino a hacer la experiencia de un deseo sin parecidos. Es también lo que la Escuela ofrece recoger en el procedimiento del pase: un deseo inédito del psicoanalista.

 
Traducido por Araceli Fuentes