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La Escuela
Asamblea y Congresos Ordinarios

XXVII Congreso Ordinario de la EOL
 

Discurso del Presidente entrante: Leonardo Gorostiza
1 de diciembre de 2017

Estimados colegas, queridos amigos de la EOL:

Lo que quiero hoy decirles, lo que quiero hoy intentar transmitirles, en este momento tan especial para mí que implica –luego de haber estado durante cuatro años en la presidencia de la AMP- asumir la presidencia de mi querida EOL merced a la confianza plena del Consejo que tanto agradezco, lo que quiero transmitirles es tal vez solamente una idea. Una idea que se apoya y que toma su punto de partida en una muy breve frase de Jacques Lacan sobre la cual, hace ya bastante tiempo, en unas Jornadas de la EOL del 2001, me detuve y que seguramente muchos de ustedes conocen. Se encuentra en "El atolondradicho" y dice así:

"No soy yo quien vencerá, sino el discurso al cual sirvo."[1]

Se trata de una frase sutil que, al decir que no es él, Jacques Lacan, su ego, su yo, quien triunfará sino el discurso, lo sitúa como servidor del discurso analítico y hace de éste –como señala Jacques-Alain Miller[2]– su amo. Lacan nos propone así un modelo ético: el de los servidores, no el de los amos.

Y es tal vez por eso que en el contexto inmediato de esta frase, Lacan no duda en afirmar que:

"Mi empresa parece desesperada (…) porque es imposible que los psicoanalistas formen un grupo.

No obstante –prosigue-, el discurso psicoanalítico (es mi desbroce) es justamente aquel que puede fundar un lazo social limpio de toda necesidad de grupo."[3] Es fuerte: "…un lazo social limpio de toda necesidad de grupo".

Como ven, una formulación que se articula con lo que hoy hemos conversado, mucho y bien, antes de esta Asamblea. Y es precisamente de la excelente conferencia de Miquel Bassols que nos sirvió de base para la Conversación de donde quiero extraer este párrafo. Él mismo allí decía que:

"Toda identificación es (…) una creencia de ser idéntico a sí mismo, lo que es una locura, tanto bajo la forma "Yo soy un bororo" (…), "Yo soy argentino" o "Yo soy catalán", pero también "Yo soy psicoanalista". La locura empieza con el "Yo soy"… Porque la identidad, en realidad, está vacía."

Y la identidad sinthomal, que no es del "yo", no puede auténticamente declinarse en un "Yo soy…" que me sitúe en un lazo de pertenencia a un Otro, ya que en ese punto de la identidad sinthomal, el Otro no existe. Y, además, con dicha identidad siempre se guarda una cierta distancia.

De allí la fuerza que a mi entender tiene esa frase de Lacan que les propongo recordar, donde él subraya "No soy yo… quien vencerá, sino el discurso al cual sirvo".

Y si pongo tanto el acento en este punto es porque considero que la crisis que atravesamos cuando la política –no la del psicoanálisis, sino la de nuestro país- se entrometió en la Escuela, esa crisis no está aún del todo superada. Y tal vez nunca lo esté. Tal vez se mantenga larvada. Lo cual no implica que no debamos –lejos de aflojar diciendo: "Es imposible. Eso siempre va a ocurrir"- perseverar en lo que Lacan nos propone: una ética puesta al servicio del discurso analítico.

Por eso, tengamos en claro que, desde la perspectiva de este discurso, el analítico, decir "Yo soy peronista" o "Yo soy macrista" o "Yo soy kirchnerista" o "Yo soy radical" o "Yo soy socialista" o "Yo soy trotskista"… y agreguen todos los "Yo soy" que quieran, forma parte de lo que alguna vez Miller llamó el deliryo. El delirio del yo.

Y el discurso analítico es precisamente el antídoto fundamental para ese delirio. O, al menos, debería serlo, si no se reduce la apelación al discurso analítico a una apelación de falso semblante.

Al escribir estas líneas, me pregunté si en realidad, al intentar nuevamente centrar la política, en este caso sí la de la Escuela, en torno y a partir del discurso analítico, no estaba haciendo otra cosa que proseguir lo que plantearon los dos presidentes de la EOL que me precedieron, Fabián Naparstek y Gustavo Stiglitz. En cierto modo, sí. Fabián al asumir su presidencia hizo hincapié en la "Teoría de Turín sobre el sujeto de la Escuela", conferencia de Miller íntegramente basada en el discurso analítico. Gustavo, por su parte, tomó como punto de apoyo la llamada "doctrina secreta de Lacan sobre la Escuela" que ha sido, según Miller, la de intentar siempre una conjunción inédita entre lo estrictamente analítico y lo institucional.

Así, en cierto modo proseguimos con la misma orientación. Pero lo que ha cambiado, a partir del mes de mayo pasado, en particular desde la conferencia de Miller en Madrid, es el contexto. Y esto es fundamental porque el contexto, al modo de un S2, es lo que induce una nueva significación que antes no estaba, al menos, así de explicitada. La existencia de la Red Zadig en Argentina y los cuatro nudos que la componen testimonian de este nuevo contexto. Un nuevo contexto que, como decimos en el informe del Consejo, aún está en sus balbuceos, pero que por lo tanto nos obliga a un cuidado mayor para que dicha red, que si bien no es la Escuela, también sea tributaria del discurso analítico. Porque, ¿cómo podríamos intervenir desde el psicoanálisis en la política si no tuviéramos una anclaje firme en el discurso al cual servimos? Recordemos que Miller, al mencionar a Simone Weil y su texto[4], que forma parte de la "Tabla de orientación" de Zadig, señala: "Ella llegaba hasta decir que los partidos políticos son una invención demoníaca. Yo no lo creo. Pero es verdadero que los partidos comienzan por apagar en sus miembros y servidores –aquí de los partidos- su luz interior para que ellos sean sus instrumentos."[5]

Evidentemente no se puede ser servidor de dos amos. Hay que elegir: o el partido o el discurso analítico.

Ahora bien, ¿esto supone eliminar las identificaciones o simpatías políticas? No lo creo. La fórmula precisa de Miller es "rebajar las identificaciones" para así "no masificar las reacciones (…y…) no encantarse con la referencia a un jefe".[6]

Rebajar las identificaciones no es lo mismo que eliminarlas, pero sí, mantenerlas a distancia para no cambiar de amo al cual servir. Lo que supone mantener y sostenerse en esa posición siempre hiante de la "subversión del sujeto" de la cual habla Lacan. La subversión que, a partir de Freud, hace que el sujeto no sea más amo de sí mismo, ya que está desposeído de su bien más precioso, de su identidad y de su consciencia de sí.[7]

Durante la otra crisis, la de 2008 en la ECF, que Miller no dejó de poner siempre en paralelo con lo ocurrido en la EOL este año, el problema era la pendiente que llevaba a la identificación del analista con el psicoterapeuta. Él mismo recordaba hace muy poco tiempo ese momento, señalando que es lógico que existan bolsones de malestar y hostilidad no sólo hacia su posición de más uno no administrativo, hacia una nueva intromisión de exigencias analíticas en el compromiso político de los miembros, hacia las jerarquías de las Escuelas por las altas exigencias en la práctica, sino también hostilidad hacia el discurso analítico mismo, dado que sería más fácil conformarse a las normas de la psicología, psicología clínica, psicoterapia.[8]

Una vez más, su lectura apunta a situar dónde y cómo los psicoanalistas podemos deslizarnos hacia la abyección con respecto al discurso que debemos servir. Es que la tendencia hacia la identificación que hace masa es una tendencia "natural" del sujeto.

Así, en 2008, en el momento de interpretar a la ECF, Miller no dudó en afirmar que el discurso analítico, en tanto le repugna proceder por identificación, es un discurso a contracorriente del movimiento de la sociedad. "Nosotros somos –decía- los servidores de una causa y de un discurso que son, por estructura, a contracorriente del movimiento de la sociedad. A contracorriente, estamos y queremos estar. Es necesario entonces cuidarnos de ser seducidos por el discurso que buscamos seducir." [9]

Lo dicho entonces, bien viene para este momento de explorar las incidencias del discurso analítico en la política. Debemos cuidarnos del "deseo de popularidad" que es una forma patológica contemporánea de la demanda de amor, en tanto dirigida al Otro político-mediático.[10] Deseo de popularidad que hoy en día alcanza niveles de alta intensidad en el uso que cada uno hace o puede hacer de las redes sociales: sus portales en facebook, sus portales en instagram, los twitters… ¿No sería necesario que cada miembro de la Escuela, en especial quienes ocupan lugares de responsabilidad institucional, se preguntara, cada vez que va a hacer uso de estos medios –no diría si es acorde al discurso analítico, lo cual sería una exigencia desmesurada-, sino, al menos, si no entra en conflicto con dicho discurso?

Como les dije al comenzar es esta la idea central que quiero hoy transmitirles y destacar: solo si hacemos del discurso analítico nuestro punto de apoyo podremos, tanto hacia lo que llamamos el "interior" de la Escuela, como hacia el "exterior", que lo que hagamos sea congruente con dicho discurso.

Es lo que al menos me preguntaré y nos seguiremos preguntando con mis compañeros del Consejo Estatutario cada vez que tomemos una decisión: ¿estamos sirviendo así al discurso analítico?

Pienso que es la mejor brújula, aunque frágil, de la que disponemos. Por eso debemos cuidarla. Y estoy seguro que el nuevo Directorio también lo hará. ¿Y por qué no también cada uno de ustedes cada vez que, por el lugar de responsabilidad que ocupe –ya sea en la EOL, en el ICdeBA, en el IOM2, en PAUSA- deba tomar una decisión?

Estimados colegas, queridos amigos:

Ustedes saben muy bien la importancia que tiene la EOL para el desarrollo del lazo y del sostenimiento de la AMP. Junto con la ECF son sus dos pilares fundamentales. En este sentido, que la EOL prosiga y profundice el cuidado y la defensa del discurso analítico es crucial para todas las Escuelas de la AMP. Es nuestra responsabilidad.

Es por esto que, contando hoy aquí con la presencia de Miquel Bassols, Presidente de la AMP, y de Angelina Harari, actual Vicepresidenta y, a partir de abril, la próxima Presidenta de la AMP, creo estar en condiciones de poder transmitirles lo que entiendo es la vocación de la EOL, la de cada uno de sus miembros: la de proseguir construyendo este asombroso país, transnacional y translingüístico, y por lo tanto a contracorriente de las identificaciones nacionales, que es el país del psicoanálisis. Un país que se funda en ese instrumento frágil pero no por ello menos potente sobre el cual hoy he querido poner el acento.

Por eso, una vez más, ahora en plural:

"No seremos nosotros quienes venceremos, sino el discurso al cual servimos".

Muchas gracias.

 

NOTAS

  1. Lacan, Jacques, "El atolondradicho", en Otros escritos, Paidós, Argentina, 2012, pág. 499.
  2. Miller, Jacques-Alain, "El triunfo de Jacques Lacan", en Cuadernos andaluces de psicoanálisis, nro. 5, pág.6.
  3. Ibídem, nota 1.
  4. Weil, Simone, Ensayo sobre la supresión de los partidos políticos, Editorial Confluencias, España, 2015.
  5. Miller, Jacques-Alain, "Zadig entre en Italie", Lacan Quotidien nº 756, 25 de mayo de 2017.
  6. Miller, Jacques-Alain, "Conferencia de Madrid", 13 de mayo de 2017.
  7. Miller, Jacques-Alain, "Lacan cesse d'être discret".
  8. Miller, Jacques-Alain, "4 preguntas a JAM", en Bitácora Lacaniana nº 6, NEL, Argentina, 2017, pág. 15.
  9. Miller, J.-A., "Quelle politique lacanienne pour 2009?", La Lettre mensuelle 273, décembre 2008, Paris.
  10. Ibídem, nota 8, pág. 14.