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La Escuela
Asamblea y Congresos Ordinarios

XX Congreso Ordinario de la EOL
 

Palabras de Mauricio Tarrab con motivo de su cierre como Presidente de la EOL 2010-2011 el 9 de diciembre de 2011

Buenos Aires, 9 de diciembre de 2011

Hace cinco años, estábamos en Málaga. Habíamos llegado allí con Eric Laurent, en ese momento Presidente de la AMP, de una EOL bastante convulsionada. La ELP hacía su Jornada y a mi me habían invitado a dar un testimonio como AE, creo que era el segundo. Participamos, al menos yo asombrado, de una Asamblea donde los candidatos a consejeros subían uno por uno al estrado para decir porqué y para hacer qué querían que la Asamblea los eligiera. Un clima desconocido para mi flotaba en esa ocasión. Recuerdo haberme acercado a Eric y haberle dicho si alguna vez lograríamos –el plural era muy justificado ya que él estaba fuertemente comprometido en sacar a nuestra Escuela de la crisis y parálisis en la que estaba– si alguna vez lograríamos tener ese clima en la EOL. Eric me dedicó entonces una de sus sonrisas enigmáticas. Y ahora estamos aquí…

Al comenzar este año planteé que había que abordar la cuestión de la relación entre la Escuela y la Institución. Haberme desempeñado como presidente de la Escuela, luego de haber sido AE, me ha permitido estar en los dos extremos de nuestra experiencia colectiva común.

Este año fue muy corto. La Conversación sobre la formación analítica que tuvimos en agosto, demostró que los miembros de la Escuela responden una vez más a la convocatoria, y en especial cuando se trata de un tema de Psicoanálisis puro. Casi 300, en un helado sábado por la mañana y sin un programa previo, conversamos con desprolijidad y espontaneidad durante 5 horas. Es algo para continuar. Hay que generar en la Escuela espacios así, donde se deje escuchar la vida de la Escuela. Momentos así regeneran el clima de una épica que extraviamos en el día a día institucional.

El año, estos 9 meses, terminan hoy con este Congreso extraordinario donde hemos modificado algunos artículos de los Estatutos. Estudiar la manera de hacerlo no fue una tarea apasionante. Era necesario hacerlo y pensamos que este era el momento oportuno. Veremos dentro de algunos años sus resultados, y si no son satisfactorios podremos volver a cambiarlos.

La EOL es una Escuela potente y es una referencia imprescindible para el psicoanálisis en la Argentina y en toda América latina. Para amarla o para odiarla.

Es una Escuela que desde su fundación ha duplicado el número de sus miembros sin haberse dado una política de apertura indiscriminada.

Más de 60 pedidos de admisión para este año indican que hay muchos que piensan que vale la pena entrar aquí. Quieren compartir nuestras dificultades con tal de encontrar el agalma que se supone está en alguna parte en la barriga de la EOL. Muchos de ellos se han formado en los alrededores de la Escuela. Otros, muchos de ellos jóvenes, prefieren elegir la inaprehensible formación analítica que ofrecemos, a la instrucción académica asegurada de los postgrados de todo tipo que pueblan las universidades.

En su vertiente institucional la Escuela es también un instrumento para sostener y extender la enseñanza de J. Lacan en el Psicoanálisis, y para sostenernos como comunidad analítica de cara a la Ciudad. En eso estamos dando un paso enorme con la adquisición y reforma de la nueva sede.

Creo que los próximos años serán de una mayor consolidación institucional de la EOL. Como Presidente me he preocupado por no entorpecer su movimiento, ese movimiento que desde hace algunos hemos logrado en conjunto: la EOL funciona. Crece, tenemos Jornadas de más de 1000 asistentes ya desde hace muchos años, 1000 estudiantes escucharon hace unos días a Eric Laurent en la Facultad de Psicología, lo cual es impresionante en cualquier lugar del mundo; alrededor los Institutos reúnen más de 1500 alumnos y participantes. Ese aparato institucional está sostenido sobre las espaldas de los miembros, de unos más que de otros, según las épocas y según los gustos.

¿Y entonces? En ese contexto institucional exitoso, ¿qué necesitamos de cara a los próximos años? Lo que creo que necesitamos según la perspectiva que tengo hoy es: ¡más Escuela!, ¡más Escuela! Más formación analítica, más psicoanálisis puro, más transmisión, más análisis.

Hay, por ejemplo, que encontrar la manera de salir de la forma que le hemos dado a las actividades de la Escuela. Esa forma ya no nos sirve. Mas que enmarcar el trabajo de Escuela, como lo fue hace años, eso es hoy un cepo. Un cepo que hay que correr el riesgo de tocar, como hemos corrido hoy el riesgo de tocar los Estatutos. La libido de la Escuela no circula por allí. Sé que esta es una preocupación de nuestra próxima presidenta y del Consejo y que junto con el próximo Director podrán empezar a pensar cómo hacer algo con eso.

¡¡Necesitamos más Escuela!! Una muestra de eso es que hoy nos falta la discusión, el debate, la buena disputa. Uso la palabra disputa calculadamente, la uso en el mejor sentido tal como lo planteaba JAM en el Banquete de los analistas en el año 90, creo que lo llamaba "disputa cortés".

Discusión y disputa que nos hagan salir de los sobreentendidos que proliferan cuando hablamos de las cosas más complejas de la enseñanza de Lacan y de nuestra praxis; sin que eso signifique mandar a la hoguera a nadie. Disputa que nos permita confrontar las diferentes maneras en que interpretamos lo que llamamos "la Orientación". ¿O es que todos entendemos lo mismo?

Somos una comunidad analítica muy afortunada al tener una orientación. Hemos aprovechado esa ventaja extraordinaria para no estar perdidos en la nebulosa o en la decepción, y para construir lo que construimos. Pero nosotros tenemos también nuestras propias nebulosas, nuestras vaguedades cuando nos acercamos a los puntos más neurálgicos, a los agujeros mismos del saber en el psicoanálisis, los que llenamos alegremente con frases hechas. Discusión y disputa que nos haga estudiar en profundidad los textos, cosa que, puedo equivocarme claro, ya no se hace más, o se hace muy poco.

Pero tenemos el Pase (!!) se me podría objetar. Y es verdad, tenemos el Pase en el centro de la Escuela ya desde hace algunos años, no desde hace tantos años. Muchos han puesto lo suyo para obtener este estado de cosas. Pero eso nunca está asegurado y sabemos que es alrededor de un agujero y una incertidumbre que se crea la Escuela de Lacan. Así está armada la casa que elegimos para vivir y jugar nuestro juego en el Psicoanálisis.

Necesitamos mucho más Escuela, y de esa responsabilidad y de esa tarea no podemos descargarnos descansando en el Pase y a los AE.

Los AE… ellos necesitan la Escuela, la necesitan para avanzar, para cuestionar lo que tienen asegurado, para no dormirse demasiado rápido, para reformular su transmisión a partir de lo que la Escuela les devuelve.

¡¡¡Necesitamos mucho más Escuela!!!

Eso supone tener en cuenta que confiar en nuestro éxito institucional puede ser nuestro principal problema en un futuro cercano.

Veo un segundo problema, que he mencionado en mi discurso de hace un año, y que como una advertencia llamé en esa ocasión "psicoterapia lacaniana". Lo repito hoy al final de este año por si no se escuchó. Psicoterapia lacaniana que no solo se despliega fuera de la EOL, sino que recorre también nuestra Escuela y nuestros Institutos.

Y veo aún un tercer problema de cara a la inserción actual del Psicoanálisis en la cultura y en la época, que no debemos descuidar. Este tercer problema se hizo a mi juicio muy evidente hace pocos días a través de una entrevista que la Revista Ñ le realizó a Julia Kristeva en su visita reciente a Buenos Aires. Quizás la puesta en evidencia de esto hay que atribuirlo al poder discrecional e intencionado del editor que resalta en la tapa de Ñ una frase de la entrevistada: "El psicoanálisis es literatura".

O Julia Kristeva no sabe lo que dice, o sabe muy bien lo que dice. En todo caso el editor lo sabe muy bien. Se presenta allí una posición que quiere hacer del Psicoanálisis una literatura, es decir volver una caricatura la vía de Freud y de Lacan.

La Escuela debe estar muy en alerta frente a un movimiento que viene de adentro mismo del Psicoanálisis y de la cultura que rodea el Psicoanálisis, para volver a velar su real. La Escuela debería estar muy atenta a esto y dispuesta a confrontar y a discutir sobre lo real de la política, de la ciencia y de la época que nos toca vivir.

Estos tres problemas que planteo y que veo delante nuestro suponen que la Escuela deberá decidir muy pronto si va a contribuir o se va a oponer decididamente a la psicologización del psicoanálisis lacaniano. En todo caso no podemos hacernos los distraídos, y menos aún colaborar inocentemente en esto.

Finalmente quiero agradecer a mis compañeros del Consejo. Me han demostrado una confianza y un apoyo sin el cual no hubiéramos podido avanzar, ni en los grandes temas que nos ocuparon, ni en las pequeñas e interminables minucias cotidianas, que aburren al más entusiasta. Les agradezco también haber defendido la idea y la política de que en la Escuela es posible hacer valer los nombres propios por sobre cualquier combinación colectiva. Y que es posible obtener, entre lo singular y lo colectivo, un balance sensato.

Les agradezco también a Graciela Brodsky y a Leonardo Gorostiza, que han sido mis interlocutores en los momentos en que perdía la perspectiva de las cosas. También a mi amigo Ernesto Sinatra y a su Directorio que tuvieron que soportar que me involucrara en todos los detalles de sus funciones y tareas, que muy bien han sabido hacer.

En fin… esto continúa, y como todo sigue… me despido citando una frase de una canción del Rock Nacional, diciendoles: ¡¡¡Chau y hasta mañana!!!