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El pase
El Pase: su presente y su porvenir

El pase ya no es el de antes
Fabián A. Naparstek
 

Plenaria: El pase: su presente y su porvenir
IV Congreso e la AMP – Roma
15 de julio de 2006

Quizá no podía esperarse otra cosa de un argentino. Un título que muy bien podría ser el de un tango: El pase ya no es el de antes. Pero debo decirles, que aunque lo tomo de lo que escucho en la escuela, no tiene para mí un tono nostálgico. Simplemente corroboro que el pase cambió, que hay un pase de ayer y uno de hoy y entiendo que vale la pena tratar de situar ese cambio en la perspectiva del pase del mañana. Para esto voy a retomar una parte de un trabajo que he presentado hace un tiempo en la EOL[1].

En primer lugar pretendo situarme en el origen del pase: el pase desde su comienzo, desde la proposición, el pase abstracto, el pase por venir; el que se eligió, el que luego dio resultados –buenos o malos- pero resultados al fin. El origen del dispositivo institucional surge de un dato de la clínica, de lo que Lacan llamaba el momento del pase en el análisis, y lo que J.-A. Miller llamó luego el pase uno. A tal punto el momento clínico de pase - concebido como final del análisis en una primera época - era idéntico al dispositivo, que hizo falta la operación de J.-A. Miller de separación entre uno y otro - como pase 1 y 2 - para distinguirlos. En el Curso del "Lugar y el Lazo", Miller lo llama - a esta primer versión del pase - el pase lógico. Es un pase – dice a su vez - sostenido sobre un inconsciente bajo la forma de la verdad, que Lacan llamó en 1976 "el espejismo de la verdad"[2], haciéndose una crítica a sí mismo. Siempre me quedó muy presente, que ante la votación en 1969 Lacan dice o lógica o psicodrama. Esa lógica que sigue Lacan supone un hilo conductor que Miller plantea en términos de problema-solución. Supone la idea de que el sujeto se encuentra alienado al Otro en tanto significante, y que debe separarse de ese Otro con el operador del objeto a. Es decir, que salir de la indeterminación subjetiva era la cuestión en ese momento. Se entiende que la alienación puede ser ubicada del lado de un impás, lo que detiene en una misma posición –véase aquí la repetición- y la separación como un paso en el sentido de un atravesamiento. Subrayo los términos impás y paso. Es decir, hay una lógica del problema alienación, detención, cavilación, impás, repetición de lo mismo; y del otro lado el paso, el acto, el atravesamiento, la separación solución. A su vez, el final que queda definido como una verdad en términos lógicos puede escribirse bajo la forma de un matema y comunicarse en un intento de transmisión lo más cercano posible a lo no engañoso de la ciencia. En ese sentido, me interesa resaltar lo siguiente: el término pase que da nombre al dispositivo institucional –pongo énfasis en esto- está ligado íntimamente con esta lógica, surge de esta lógica. Hay un paso, un acto, un atravesamiento, que quita al sujeto de su antigua alienación con el Otro y por eso Lacan lo llama pase. A su vez, el término testimonio, propio del dispositivo, indica muy bien su ligazón con la verdad. Efectivamente, Lacan no dejó de señalar que el término testimonio tenía una connotación religiosa ligada a la verdad. Hace poco tiempo Miller señalaba el hecho histórico que para proclamar un cardenal como Papa hace falta que se le haga un tacto de los testículos y se proclame en Latín que "tiene dos"[3]. Es decir, tiene que tener con que. El que testimonia también tiene que tener con que. Es el que pone los "cojones"[4] - como decía Lacan -. Se entiende por qué bajo esa lógica, las mujeres, las que no están del lado del miedo a la castración, se encuentran mejor ubicadas. En definitiva, en tierras bíblicas "los testis"[5] servían para asegurar que quién testimoniaba diría la verdad, de lo contrario arriesgaba la pérdida de los mismos. Se agrega pues, al aspecto religioso y de verdad, el matiz macho del testimonio. Por supuesto que podemos encontrar otras connotaciones, pero entiendo que estos términos son deudores de aquella lógica. Lo voy a proponer de la siguiente manera: hay un enganche problemático con el Otro, y el atravesamiento o el acto es pensado en Lacan como un desenganche del Otro. La soledad del acto se refiere a ese desenganche, y llamaría a este final el "final por desenlace". Me gusta el término porque implica tanto lo que se suelta como la terminación. Y a su vez, este final supone una crítica fuerte al final por identificación. La terminación por identificación en la proposición está planteada en términos de "aberración"[6]. Pero por supuesto que si Lacan propone un dispositivo institucional para verificar eso, hay una paradoja. Es la paradoja que el desenganchado del Otro por el análisis tenga que ir hacia el Otro nuevamente para contar como se desenganchó. Es decir, que el momento del pase en el análisis muy bien podría hacer de un sujeto un desengañado, un desenganchado, finalmente un cínico.

Así como la indeterminación subjetiva fue una larga preocupación en Lacan, también lo fue el cinismo, quizás mucho más sutilmente, pero a mi gusto es central para la transformación del pase. A mi modo de ver las cosas, esta preocupación por el cinismo ubica el punto de viraje. El dispositivo del pase forzaría a que esos analizados - analistas no se transformen en "slínicos" – lo dije así en un testimonio -, que es una condensación entre clínico y cínico.

Ahora, ese cambio responde a cuestiones de la clínica muy precisas. Entre ellas hay una rectificación de Lacan respecto a la identificación en el fin de análisis. Ya al final de su enseñanza, la identificación en el fin de análisis no es una aberración. En mi opinión este es un Lacan que depone las armas, y siempre me impactó como lo plantea: "Resultaría que el fin de análisis sería identificarse al analista, en cuanto a mí no lo pienso, pero es lo que sostiene Balínt y es muy sorprendente ¿a qué se identifica uno, pues, al fin del análisis?"[7]. Se ve, este es un Lacan que depone las armas, es un Lacan que dice: a algo hay que identificarse, no se puede estar suelto, es decir, no podemos seguir sosteniendo que no hay identificación al final. Por supuesto que él dice que no es al analista, y allí se plantea que es con el síntoma. Pero además de decir que es con el síntoma se extrae que no es sino un re-enganche con el partenaire. Por supuesto que le agrega el saber hacer allí. Ya no es el desenlace, sino que es un re-enlace. Es un final por un re-enlace que cada sujeto debe inventarse. Pero lo que ubicamos en la primera versión del pase no es algo que desaparece. Lo que se desanuda es la relación entre la versión lógica del atravesamiento y el fin de análisis. El atravesamiento es parte del análisis, pero no es el final, no alcanza. Entonces, a la vez que se rebajan las pretensiones sobre el testimonio, se espera más del análisis. Efectivamente, no estamos esperando que se testimonie sobre ese matema plus ultra, pero esperamos más del análisis, un más allá del pase, del pase clínico, del pase en el análisis, del pase uno. Y se ve muy bien que el término pase - proveniente de aquella concepción - no es ahora coincidente con este final. Podemos, a su vez, aceptar que el testimonio no sea mas que una buena hystoria y se espera del sujeto que de cuenta de cómo se reenganchó nuevamente al Otro. Hay un trabajo presentado por Mauricio Tarrab intitulado "El pase es también un lazo"[8] y a mi gusto es un oximorón, es casi el pase transformado en su revés, es la paradoja que estoy tratando de situar y por lo que habría que ver si conviene seguir llamando pase al dispositivo institucional. Lo que nació como un modo de desenlace hoy implica un re-enlace. No se puede dejar de mencionar que este viraje tiene una clara relación con la época. No veo como sostener un final por la vía del desenganche en la época de los desenganchados del Otro. Mas bien me imagino un dispositivo del pase ligado al Otro. Retomo, en este punto, la propuesta de Graciela Brodsky cuando compara la escuela con un antivirus[9]. Me gusta esa comparación y la propongo para el pase. El pase antivirus. El antivirus para ser efectivo debe actualizarse permanentemente. Es lo que precisa el pase y no veo otra forma de actualizarse que realizar una elaboración permanente. Pero a la vez para actualizar el antivirus hay que conectarse con el Otro - con el Otro de la época que nos toca vivir -. Finalmente también está cómo el pase se deja actualizar por lo que él mismo genera. En todo caso, cuando Eric Laurent toma la palabra en el final de la mesa del pase en Comandatuba él ubica la posibilidad de insertar el pase en un debate actual, de sacar al pase en toda su dimensión del ostracismo de ser sólo para los entendidos, de mantenerse dentro el tonel de la comunidad analítica. Es decir, no dejar que el pase se estanque, se diluya y sacarle las consecuencias. Y en este sentido insta a las escuelas a una elaboración, no solo a los AE, tampoco a los carteles del pase en especial, sino a las escuelas, y dice "hay un trabajo de reescritura que tiene que hacer la escuela"[10]. Parafraseando su fórmula del "analista ciudadano" propongo un "pase ciudadano". Miller mismo dice que hay que llevarlo a la plaza pública y que para eso hay que hablar la lengua del Otro. Agrega a su vez, que los "psi tienen la obligación de dar garantías delante del público". Resume los principios que acuerda con toda la comunidad psi, y tras cartón él dice "esa era la más pura aspiración lacaniana, la del pase"[11]. Graciela Brodsky, a su vez, decía que "es necesario que se sepa más allá de nuestra parroquia, quienes somos"[12]. Para esto hace falta un compromiso de cada sujeto en llevar a lo público su privado. Pero también la escuela-sujeto debe llevar lo más íntimo de ella a lo público. Se verá si la escuela-sujeto puede hacer su pase. En fin, ¿cómo hacer del pase una repetición que no sea vana? - como decía Lacan –, ¿Cómo hacer que el pase tenga consecuencias y esté a la altura de su época? Teniendo en cuenta que la versión última de Lacan seguramente no será la última, que si hacemos funcionar al pase deberemos enfrentarnos a una nueva versión y así sucesivamente. Y siguiendo lo que dice Deng Hsiao-Ping – citado por Miller en Rerum Novarum- : "poco importa el color del gato con tal que atrape ratones"[13]. ¿Cómo hacer que el dispositivo del pase – nuestro gato atrapa analistas – que ya no es el mismo, que ha cambiado de color claramente, siga atrapando analistas? Me refiero a analistas cuya formación está en una "serie donde puede haber cabida para lo imprevisto… una serie donde no todo está despejado de entrada, donde no se puede decir todos o todas.. donde no existe el ´todos´ para los analistas y tampoco existe ´EL´ analista"[14]. ¿Cómo hacer, a su vez, que eso sea transmisible?

 
 
Notas
1- Naparstek, Fabián :"El pase de ayer y de hoy", en Pase y Transmisión, Colección Orientación Lacaniana. Buenos Aires, 2005.
2- Lacan, J.: "Prefacio a la edición inglesa del seminario XI", en Ornicar? 1, Ed. Petrel, Madrid, España, pag. 43.
3- Miller, J.-A.: "Piezas sueltas", curso inédito, clase 06/04/05.
4- Lacan, J: "El seminario, libro 3. Las psicosis". Buenos Aires, Paidós, pág. 62.
5- Purvis, Keneth: "La máquina sexual del varón", Buenos Aires, ed. De la Flor, 1994.
6- Lacan, J.: "Proposición del 9 de octubre de 1967", En Ornicar? 1, Ed. Petrel, Madrid, España, pag. 26.
7- Lacan, J.: "Seminario 24, L´insu que sait del L´une-bevue s´aile a mourre", clase del 16-11-76, inédito.
8- Tarrab, M.: En las huellas del síntoma . Ed. Grama Buenos Aires 2005 pag. 119.
9- Ibidem 2.
10- Laurent, E.: "Du langage public au langage privé, topologie du passage", Ed Da Tuba, Boletín N° 5, Comandatuba, Barsil, Agosto 2004, pag. 3.
11- Miller, J.-A.: "El lugar y el Lazo" "Deuxieme seance du curs", clase del 19-11-03, inédito.
12- Ibidem, 2.
13- Ibidem, 10.
14- Miller, J.-A.: "Piezas sueltas", curso inédito, clase 09/02/05.